Nuestros labios se juntan de inmediato para comenzar a besarnos sin darnos cuartel. Él me toma de la cintura y me pega a la puerta, mientras yo comienzo a quitar su elegante saco para hacerlo caer sobre el suelo. Deseos, damos unos pasos hacia atrás para, después, topar nuestros cuerpos con el lavamanos y detenernos.
⎯ ¿Qué dices?, ¿concluimos así la apuesta y de paso nos quitamos las ganas? ⎯ me pregunta.
⎯ Cállate y bésame ⎯ le pido, y espero que tome eso como un sí a su respuesta.
Karl me levanta para sentarme sobre el lavamanos, y bajando sus manos hacia mis piernas comienza a subir mi vestido, lo suficiente para tener acceso a mí. Sus labios no dejan de devorar los míos, el aire entre los dos se vuelve intenso, y yo solo quiero arrancarle la ropa para empezar esto. Sin embargo, en un acto de sorpresa, Karl me baja y me voltea haciendo que quede mi reflejo en el espejo.
⎯ Nunca había hecho esto en el baño ⎯ le confieso excitada.
⎯ Yo si, solo que lo nuevo para mí es que es en el baño de mujeres ⎯ contesta, mientras siento sus manos acariciar mi trasero por debajo del vestido. ⎯ Y ya sabes cómo se pone este baño en las reuniones.
⎯ ¿Cómo? ⎯ pregunto sin pensarlo, cuando escucho que tratan de abrir la puerta del baño, y luego tocan unas veces.
⎯ Ahora ya lo sabes ⎯ me murmura al oído.
Él comienza a besar mi cuello delicadamente, mientras sus manos tocan mis pechos por arriba del vestido. No tenía ni idea que el reflejo de ambos excitados era lo que necesitaba para mi colección de recuerdos eróticos. Ver a Karl, con ese rostro de placer, mientras siento sus manos sobre mi cuerpo, es algo que no olvidaré.
⎯¿Hay alguien por ahí? ⎯ escucho la voz de una mujer, supongo que es la que está tocando.
⎯ Karl ⎯ murmuro, pero al sentir cómo baja mi braga y separa mis piernas sé que esto no terminará aquí, y si soy sincera, no quiero.
Escucho cómo sus pantalones caen sobre el suelo, y reflejándose frente al espejo como abre un preservativo.
⎯ ¿Cómo es tu frase? ⎯ me pregunta, excitado.
⎯ Solo fóllame Karl ⎯ le pido, y él sonríe.
⎯ Como siempre tan mandona, pero, así me gusta ⎯ me contesta, y de inmediato siento como entra en mí.
Un gemido alto se escapa y con el eco del baño hace que este se haga más fuerte.
⎯ ¿Está todo bien ahí? ⎯ escucho la voz de la chica, que ignoro sin más.
Karl comienza a moverse dentro de mí, mientras sus manos me atraen hacia su cuerpo, y las mías se toman de donde pueden. Una de ellas de su cuello que me permite tener el balance que necesito para esto.
⎯ ¡Sí!, ¡sigue! ⎯ le murmuro.
⎯ Más alto… ⎯ me comenta ⎯ me gusta que nos escuchen.
Siento todo el placer que solo él me sabe dar, y la adrenalina de saber que hay alguien afuera escuchándonos vuelve esto aún más excitante.
Así, me hago hacia adelante y pongo una de mis manos sobre el espejo arañándolo con mis uñas. Él sigue, lo hace sin darme cuartel, mientras mis piernas tiemblan de placer ante lo que sé va a venir.
⎯ Gime fuerte, ¿quieres? ⎯ me dice al oído, y cuando lo siento por todo mi cuerpo, no hago más que gritar de una manera que no comprendo.
⎯ Iré por alguien ⎯ escucho a la chica de afuera.
⎯ Karl… ⎯ murmuro.
⎯ Tenemos tiempo, tenemos tiempo ⎯ me contesta, mientras sigue follándome de esa manera tan espectacular que tiene.
Así, entre besos, gemidos, y adrenalina, ambos llegamos al placer esperado, y cuando todo termina, solo disfruto las miles de sensaciones que hay por mi piel. Él, agitado, besa mi cuello mientras sus manos acarician mi rostro.
⎯ Llamamos a esto una apuesta pagada ⎯ me murmura.
En eso me volteo, para quedar frente a él y le doy un beso sobre los labios que me hace temblar de nuevo. ⎯ Espero que haya revancha ⎯ contesto, haciéndolo sonreír.
Escuchamos cómo la cerradura del baño se mueve y la voz de la chica un poco desesperada.⎯ La escuché gritar, sé que le pasa algo.
⎯ Ya voy señorita ⎯ contesta un guardia.
⎯ Creo que es hora del escape.
⎯ ¿Por dónde? ⎯ inquiero, al ver que no hay otra puerta.
Karl y yo nos vestimos y luego él me toma de la mano para llevarme hacia una ventana que da al jardín de la fundación. Él se sube primero, y se echa un salto para después voltear y pedirme que salte.
⎯ ¡Estás loco! ⎯ le comento, mientras trato, que mi largo vestido negro no se arruine.
⎯ Solo salta.
⎯ No, Karl, mi vestido ⎯ respondo.
En eso la puerta del baño se abre y yo siento cómo él jala del brazo y caigo encima de él, mientras Karl caen en los arbustos que hay debajo. Con la mano me pide que guarde silencio, mientras nos quedamos inmóviles para no ser vistos.
⎯ Creo que aquí no hay nadie, señorita ⎯ habla el guardia mientras se asoma por la ventana.
⎯ ¡Le juro que la escuché gritar! ⎯ es justifica.
Cuando el guardia se da la vuelta, Karl me toma de la mano y me murmura ⎯ vámonos ⎯ y ambos salimos corriendo por el jardín para entrar una vez más por una de las tantas terrazas que tiene el lugar. Llegamos riendo por lo que acaba de pasar, y aun con toda la adrenalina recorriendo nuestro cuerpo.
⎯ Eres un…
⎯ Aburrido ⎯ complementa, para luego hacerme con la mirada que voltee y ver a mi papá detrás de mí, seguido por mi hermana Lila.
⎯ ¡Aquí estás! ⎯ me dice mi padre.⎯ Ven, que quiero a toda la familia conmigo para el brindis ⎯ me comenta.
⎯ Sí, si ya voy ⎯ hablo, para luego echarme un poco de aire con la mano, ya que estoy sudando.
Mi padre le da una sonrisa a Karl y luego se aleja. Sin embargo, mi hermana sigue viéndonos y sé que esos ojos no se engañan tan fácil.
⎯ ¿Qué? ⎯ le pregunto.
⎯ Nada, solo que Karl tiene una hoja sobre el cabello ⎯ le comenta y él sé la quita de inmediato.
⎯ Mejor vámonos, que nos esperan ⎯ le pido, y volteo a ver a Karl ⎯ un placer ⎯ le digo.
⎯ Igualmente, Alegra ⎯ responde todo propio y esboza una sonrisa.
Me doy la vuelta para ir con mi hermana y al sentir su vista volteo a verla ⎯¿qué? ⎯ vuelvo a preguntar.
⎯ Nada, tú también tienes hojas en el cabello ⎯ me aclara, para después tomar la delantera y dejarme sola atrás.