⎯ ¡Pa’ que sepa, pa’ que raspe, pa’ que afloje! ⎯ gritamos, y todos tomamos el caballito de tequila hasta el fondo. 

Era evidente que después de lo que me había contado tenía que animarle, así que decidí que lo invitaría a bailar y mientras las cumbias tocaban al fondo, la noche fue cayendo y el bar abrió sus puertas. 

Cuando menos nos dimos cuenta, ya habíamos hecho amistad con dos parejas igual de extranjeros y las promociones de todo comenzaron a llegar a la mesa. 

⎯ ¡Amo esa canción! ⎯  grita Karl, ya con unas copas encima, y me toma de la mano para que ambos entremos a la pista que ya está llena de gente. 

La canción del Aserejé suena a todo volumen, y me mato de risa cuando veo que se sabe la coreografía y la baila perfectamente. Lo sigo, yo no me la sé, pero es ta tan desinhibido que no quiero quitarle el ritmo “ragatanga”. 

Karl me toma de la mano y me hace dar vueltas, mareándome un poco, supongo que dos botellas de tequila, y algunas promos de cervezas no se bajan tan rápido. 

⎯ ¿Te la sabes? ⎯ pregunto entre risas, mientras veo que canta a todo pulmón. 

Él me da más vueltas, y luego me toma de la cintura para que sigamos bailando juntos. 

La canción cambia, y sale una de los Gipsy Kings y me río.⎯ Esa la amaba mi abuelo ⎯ recuerdo y los dos al mismo tiempo cantamos “Bamboleio, bamboleia”, y nos movemos un poco inestables. 

Nuestras miradas se cruzan y él me da un beso sobre la nariz. ⎯ ¿nos vamos? ⎯ me pregunta. 

Veo la hora en su reloj y me doy cuenta de que son casi las dos de la mañana y tenemos que recorrer aún camino hacia las cabañas. 

⎯ ¡Vamos! ⎯ le grito, mientras la Macarena suena al fondo a todo volumen. 

Ambos salimos bailando de la pista, con las manos tomadas y cantando. Llegamos a la mesa, pedimos la cuenta y no sorprendemos no por el precio, sino por la cantidad de promos que tomamos. 

Entre Karl y yo pagamos, y les dejamos a nuestros nuevos amigos una ronda de promos más, pagada. Luego nos despedimos, para salir de ahí. 

La música a todo volumen se escucha todavía a calles, así que todavía voy bailando y él riendo. 

⎯ ¡Dios!, creo que estoy muy borracho ⎯ me habla, mientras toma mi mano y cuida que no me caiga. 

⎯ Yo igual, pero lo lograremos. Lo que no sé es cómo vamos a manejar hacia la cabaña. 

⎯ Podemos dormir en el auto, ¿ya lo hemos hecho, no? ⎯ me propone. 

Asiento con la cabeza y continúo caminando. Después, volteo a ver hacia el mar y me emociono, ⎯ ¿Quieres nadar para refrescarnos? ⎯ le propongo. 

⎯ No creo, agua y alcohol no son buenas compañías ⎯ me contesta. 

⎯ ¡Qué aburrido! ⎯ grito, para luego salir corriendo como puedo hacia la playa alejándome de él. 

Momentos después siento cómo me levanta por los aires haciendo que solo llegue a donde rompen las olas. ⎯¡Oye!, grito, cuando siento sus brazos apretándome.

⎯ No, señorita Canarias, no es momento ⎯ me alecciona, y de pronto, él pisa mal y ambos caemos sobre la suave arena. 

⎯ ¡Ahhhh!, ⎯ grito, para luego reír. 

Karl cae a mi lado y ambos nos quedamos viendo el cielo. De nuevo la noche se encuentra estrellada y la luna nos ilumina por completo. 

Nos quedamos en silencio, disfrutando del ruido de las olas, sintiendo el frío y sobre todo, del mareo de unas copas de más. 

Karl se voltea para quedar justo arriba de mi cuerpo y me ve a los ojos. Acaricia mi rostro, mientras el destello azul de sus ojos me hipnotiza. ⎯ ¿Puedo confesarte algo? ⎯ me pregunta y yo asiento.⎯ Pero, no se lo puedes decir a nadie, ¿vale? 

⎯ Lo prometo ⎯ contesto, y noto que mi voz se arrastra un poco. 

Karl besa mi frente.⎯ No hay día que no te extrañe, ni momento en que no te piense o fracción de segundo que no te quiera besar ⎯ recita, y yo sonrío. ⎯ Eres como el mar, Alegra, a veces tranquilo, a veces rebelde y yo solo aprendo a surfear entre tus olas. 

⎯ Es porque eres buen surfista ⎯ le respondo, para luego acariciar su rostro.⎯ Tú… ⎯ comienzo, y aunque no lo crean el alcohol no está haciendo de las suyas, sino lo que verdad pienso.⎯ Eres como un subidón. 

⎯ ¿Subidón? 

⎯ Sí, como el de la azúcar ⎯ explico ⎯, bueno, eso escucho decir a mi hermana Sila. 

⎯ Sé que es un subidón… pero, ¿por qué? 

⎯ Porque… Cuando te beso siento cómo todos mis sentidos se agudizan, las sensaciones se desbordan. Tu sonrisa me levanta, y tus ojos me elevan… Luego te vas y bajo los pies a la tierra. Si te veo en la mañana, todo el día camino entre las nubes, y si te veo durante la noche, mis latidos acelerados se tranquilizan. Eres como una inyección de adrenalina, pura y vil adrenalina, y luego, el perfecto calmante… lo que quiero decir ⎯ resumo, ya que siento que mi facultad para explicar no es la mejor en estos momentos ⎯, es que creo que eres el único que me entiende y que desde que estás aquí, mi vida es un poco mejor… no, no un poco, mucho mejor. 

Karl sonríe, para luego besar mi nariz y bajar hacia mis labios. Puedo sentir el alcohol en su aliento y juro que no me molesta, al contrario, me embriaga un poco más. 

⎯ Qué casualidad, desde que estás en mi vida, todo es mucho mejor ⎯ contesta, para luego darme un beso que me quita la respiración. Puedo sentir cómo una de sus manos baja por mi silueta y acaricia mi pierna. Sé que si por él fuera me desnudaría en este instante. 

⎯ Karl ⎯ murmuro sobre sus labios. Él se separa de mí y me ve a los ojos. ⎯ Cuando lo recuerde, y no esté tan mareada, ¿puedes hacerme el amor? 

Karl sonríe, y asiente con la cabeza.⎯ Claro que puedo… ⎯ recita, para después volverme a besar.

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