Después de unos días la famosa comida familiar había llegado, y era momento de que Adrián Cho por fin conociera a toda la familia de Sabina “la Sirena” Carter y dar la mejor de las impresiones para borrarla primera que no había sido para nada buena. 

Entonces Cho, ese sábado por la mañana, se despertó temprano para ir al gimnasio, regresó a su casa para arreglar, acomodar y planchar la ropa previamente seleccionada, se vistió, arreglo su cabello frente al espejo. Ahí, en ese punto. También practicó los diferentes saludos que posiblemente le podría dar a Sabina y a su familia. 

⎯Hola, buenas tardes, mi nombre es Adrián Cho, pero pueden llamarme Cho ⎯ dijo en una voz formal para luego arrepentirse ⎯¡Ey, hola!, me dicen Cho ⎯ continuó para después echar la cabeza hacia atrás y suspirar ⎯Buenas tardes señor Carter, mi nombre es Adrián Cho, ¿se acuerda de mí?, ¡claro que se acuerda de ti, idiota, casi chocas con él e hiciste a los mellizos llorar! ⎯ se reprochó. 

Cho se arregló de nuevo el cabello y después de arreglar su camisa por última vez, salió de su habitación para ir hacia la sala donde tenía unos regalos que había comprado para Jon y Jo y para Sabina. Antes de tomarlos los revisó y al abrir el de Sabina sonrío, era bellísimo y sabía que le gustaría. 

⎯¿A dónde vas tan arreglado? ⎯ escuchó la voz de su madre y, al voltear, la vio con un traje sastre perfectamente hecho a la medida, el cabello amarrado en un moño y con esa sonrisa de siempre que expresaba que no estaba enojada pero tampoco feliz. 

⎯Me invitaron a una comida ⎯ habló Cho, sin decir mucha información. 

⎯¿De qué? 

⎯Solo una comida, madre ⎯ contestó, y cerró el regalo de Sabina, para luego meterlo en el bolso de su pantalón y cogió los regalos de Jon y Jo. ⎯ No sé a que hora llegue, no me esperen para cenar. 

Cho le dio un beso a su madre en la mejilla, tomó las llaves de su auto y caminó hacia la puerta ⎯Cho… ⎯ escuchó la voz de su mamá. Su hijo volteó y le dio una mirada ⎯ tenemos que hablar de tu carrera.

⎯Madre, ya está hecho, ya no hay nada más que hablar… 

⎯Tu padre tiene una propuesta sobre el despacho de… ⎯ insistió ella, pero Cho negó con la cabeza, interrumpiéndola. 

⎯Ya lo decidí… no hay propuesta. Nos vemos al rato madre, que te vaya bien en el trabajo ⎯ le dijo ⎯ para después salir de su casa y subirse al auto. 

La familia de Cho era bastante tradicional y estricta y, ahora que estaba en ese momento crucial de su vida de escoger una carrera que definiera su futuro, estaba detrás de él, tratando de que escogiera la misma carrera que toda su familia, Derecho. Adrián sabía que al escoger esa profesión tenía, desde ya, todo su futuro asegurado pero, no lo quería, no le apasionaba y, además solo estaba siguiendo las reglas de su familia. Debía estudiar algo, ser un profesional, pero, a su manera, no por imposiciones. 

Así, después de dejar su hogar, se dirigió hacia la casa de Sabina, recorriendo ese camino que ya se sabía de memoria y que le causaban muchos nervios y sonrisas espontáneas. Había esperado por este momento toda la semana, a pesar de que el jueves la había visto y ayer había trabajado con ella. Sin embargo, sabía, que si lograba demostrarle que se podía llevar bien con todos, podía ser bienvenido a su hogar. 

Al llegar a la casa, se estacionó en frente y volvió a arreglarse el cabello ⎯ bien Cho, es tu momento ⎯ se dio ánimos. 

Después bajó del auto, sacó los regalos de la cajuela y caminó hacia la entrada de la casa de Sabina, donde tocó el timbre dos veces y espero con los nervios a tope. No entendía porqué pero, ella lo ponía nervioso, le provocaba que el corazón le latiera a un ritmo tan raro que la primera vez pensó que era una arritmia, luego supo que era porque estaba enamorado. 

La puerta se abrió y ante él, apareció Sabina, vestida con unos vaqueros de color azul muy bonitos y uno de sus bonitos top crops tejidos, de color morado. Su hermoso cabello largo y ondulado caía sobre sus hombros y desde la distancia, Cho, podía respirar ese aroma a lavanda. 

⎯Buenas tardes ⎯ habló con esa seguridad que le caracterizaba. 

Sabina esbozó una ligera sonrisa, se notaba que estaba feliz de que él estuviese ahí pero, por alguna razón le daba pena admitirlo. Así que en su típico sistema de defensa le contestó ⎯ ¡Guau!, vienes a una comida familiar, no a una boda. 

Cho se rió ⎯ Amo tus bienvenidas, creo que ya me estoy acostumbrando. 

Adrián avanzó hacia ella y le dio un ramo de flores que había pasado a comprar de camino a su casa. Sabina se sonrojó y se mordió los labios ⎯ gracias, son muy bonitas ⎯ le contestó. 

⎯De nada, las compré pensando en ti ⎯ respondió él en un murmuro. 

Sabina, colocó uno de los mechones de su cabello atrás de la oreja, para luego mirarle a los ojos. Dicen que los ojos son la mirada del alma y reflejo de lo que el corazón siente y, en esos momentos ambos gritaban amor sin ni siquiera poderlo olvidar. 

⎯¡Chou! ⎯ escucharon a lo lejos y, de inmediato, la pequeña Jo Carter salió corriendo por la puerta. De inmediato, cho se puso de rodillas para recibirla y abrazarla.  

⎯¡Ey!, ¿Cómo está la ganadora más bonita? ⎯ le preguntó, derritiendo a Sabina por dentro de la ternura que había entre los dos. 

⎯¡Bien! ⎯ exclamó la niña. 

⎯Sabes, les he traído a ti y a tu hermano Jon una sorpresa. 

⎯Really?, Really? ⎯ respondió la niña emocionada. 

⎯Really, Really!, así que ve por él para que te rodé, ¿vale? 

Jo se alejó de los brazos de Cho para luego entrar corriendo a la casa para después gritar el nombre de su hermano emocionada. Sabina se puso al lado de él y le dijo un gracias con los labios que fue inaudible pero que ambos entendieron. 

⎯Pasa ⎯ le dijo finalmente Sabina, y ambos entraron a la casa. 

Así, después de que Cho les diera a los mellizos sus inesperados regalos, dos trofeos por haber ganado las competencias del otro día, dieron pie a las presentaciones, empezando por Sila, la prima de Sabina que venía desde México, para después pasar al jardín y presentarle al resto de la familia. 

Sabina, era la primera de todas que llevaba a un “prospecto” o “amigos” a una comida familiar y, ellos sabían que si pasaba eso era porque iba a enserio y que quería ver si podía llevarse bien con ellos. Por lo que, tan solo entraron al jardín de su tío Manuel, en la casa de al lado, todas las miradas se posaron sobre ellos haciéndolos sentir nerviosos. Ambos estaban acostumbrados a ser el centro de atención debido a las competencias pero, esto era muy diferente. 

⎯¿Nos ven todos porque soy demasiado guapo, cierto? ⎯ preguntó él rompiendo la tensión, 

⎯Probablemente sea tu vestimenta de boda ⎯ respondió Sabina. ⎯ no sé porqué te digo esto pero, aún puedes salirte de esto. 

Cho volteó a verla, le guiñó un ojo y negó con la cabeza ⎯ demasiado tarde, ya di los regalos. 

Sabina le volteó y después de un suspiro le dijo ⎯¿vamos? 

⎯Vamos ⎯ respondió él, y juntos caminaron hacia donde estaba el resto de la familia. 

Sabina solo esperaba que Cho pasara el filtro de sus tíos y tías, Cho solo esperaba que las segundas impresiones, fueran mejores. 

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