-1 semana después- 

Cho abrió la puerta de su piso y, de inmediato, vio a sus padres a punto de sentarse a cenar. Él, había ido a despedir a Sabina y los mellizos a andén donde salía el avión privado de la compañía. Ahí, también se había despedido de los Ruíz de Con Canarias, quienes le invitaron a pasar las vacaciones en Puerto Vallarta, sin costo alguno. 

Evidentemente, a Cho le hubiese encantado ir a México, pasear por la playa y ser parte de algo tan bonito pero, sabía que no podía. Aunque fuese mayor de edad todavía había algunos permisos que tenía que pedirles a sus padres y salir del país era uno de esos. Tan solo ellos le vieron, esbozaron una ligera mueca y le indicaron que se sentara. 

⎯Llegas justo tiempo, Adrián⎯ habló su padre⎯ tu madre hizo la cena. 

Cho, asintió con la cabeza y enseguida se quitó el abrigo para colgarlo en el perchero de la entrada, los zapatos los dejó en la zapatera y se puso las sandalias que estaban destinadas para él. Después entró a la cocina y comenzó a lavarse las manos en el fregadero, aunque a su madre no le agradaba. 

La familia de Cho era muy diferente a la de Sabina, no solo en número, ya que ellos eran solo tres, cuatro con su hermana, si no que era rígidos y estrictos en cosas que a veces eran absurdas como, lavarse las manos en el fregadero, no cerrar las puertas de las habitaciones o la que Cho más odiaba, que su madre lo despertara a media noche si encontraba uno de los cajones de la cocina o de la estancia ligeramente abierto, él tenía que ir a cerrarlos. 

⎯¿De dónde vienes? ⎯ inquirió su padre, mientras preparaba el caldo que tenía frente a él.

⎯De por ahí⎯ contestó evadiendo la pregunta. 

⎯¿Por ahí?, ¿a caso vienes de casa de ese Camilo?⎯ preguntó su madre. 

Él negó con la cabeza, y luego sonrío ⎯ no madre, simplemente estaba por ahí. 

Cho, empezó a preparar el caldo, pensando que, como siempre, se había salido por la tangente; sin embargo no fue así. Su madre se acomodó y suspiró ⎯ Adrián, ¿qué es lo que está pasando? 

⎯¿De qué? 

⎯Sales a entrenar a las tres de la mañana, regresas a penas a comer y dormir. Trabajas en una cafetería de quinta y rechazaste el trabajo en el bufet, cuando era de buena paga, y podías iniciar tus estudios de derecho… ⎯empezó su padre. 

⎯No estudiaré derecho⎯ interrumpió el chico a su padre. 

⎯Bueno, rechazas el trabajo, los jueves te vas horas y hoy llegas de por ahí…⎯ finalizó su padre⎯ ¿qué es lo que está pasando?, dinos dónde estabas y qué hacías. Mientras vivas bajo nuestro techo debes respondernos como es debido, ¿dónde estabas? 

Adrián puso un rostro serio y luego respondió con mucha propiedad ⎯ fui a despedir a mi novia, sale hoy hacia México. 

Los padres de Cho se vieron mutuamente, como si la noticia les hubiese caído por sorpresa ⎯¿novia? ⎯ inquirió por fin su padre. 

⎯Sí, novia⎯ respondió Cho, agradeciéndole a su madre el plato con caldo. 

El silencio se hizo en la habitación. Adrián no era la primera vez que tenía una novia pero, esta vez la noticia si había causado un poco de ruido, ya que no esperaban que su hijo tuviera una en estos momentos. 

⎯¿Dónde la conociste? ⎯ empezó el interrogatorio, uno que Cho deseaba que pasase después, no ahora. 

Adrián sorbió un poco de sopa y luego contestó ⎯ en una fiesta. 

⎯¿Qué fiesta?⎯ insistió su padre. 

⎯La de Camilo. Aunque yo ya la había conocido antes cuando iba al gimnasio del deportivo⎯ agregó. 

⎯¿Gimnasta? ⎯ habló su madre, sin dejar que su hijo pudiese comer un poco más. 

Cho negó con la cabeza⎯ Nadadora. Está entrenando para poder ir a las olimpiadas del próximo año al igual que yo. La clasificación es en Febrero. 

⎯Hmmm…⎯ hizo el padre de Cho, y él no supo si lo hacia por curiosidad o porque se había quemado con el caldo caliente. 

De nuevo el silencio regresó al comedor. Ambos padres siguieron comiendo, mientras pensaban si seguir con el interrogatorio o dejar a su hijo en paz. La verdad, es que la relación entre ellos era bastante tensa, y Cho no solía hablar de su vida privada pero, para sus padres, ya era sumamente importante. 

⎯¿Cómo se llama?⎯ prosiguió su padre⎯¿esta novia tuya?

A Adrián no le gustó la forma en que su padre pronunció la palabra “novia”, pero aún así no le prestó atención y decidió contestar con toda amabilidad. 

⎯Sabina⎯ dijo, e inesperadamente una sonrisa apareció en su rostro ⎯ Sabina Carter. 

⎯¿Carter?, ¿americana? ⎯ fue ahora su madre quien prosiguió con la siguiente pregunta. 

⎯No. 

⎯¿Entonces? ⎯ insistió. 

Cho, al observar que la situación se estaba poniendo, como siempre, un poco tensa, no solo recordó el hecho del porqué no le gustaba sentarse con sus padres a comer, si no que no le gustó que estuvieran cuestionándolo tanto. En el caso de María, no había sido así, pero es verdad que la convivencia entre ellos no fue tanta, se podría decir que ella había sido una novia de chocolate. 

Él respiró profundo y continuó comiendo. Sin embargo, a los pocos segundos, su madre reanudó de nuevo la conversación.⎯Esta Sabina Carter, ¿trabaja contigo en la cafetería? 

⎯Sí, su padre, Eduardo Jaz, es quien la lleva. 

⎯Su padre se apellida Jaz, pero, ¿ella es Carter?⎯ averiguó su padre. 

⎯Es algo largo de explicar pero, ¿a qué va a todo esto? ⎯ Cho por fin dijo, al escuchar la insistencia de sus padres por saber de la mujer qué quería. 

⎯Por nada. Simplemente que nos gustaría conocer a Sabina⎯ comentó su madre. 

Cho al escuchar esto escupió levemente el té al que acababa de darle un sorbo cuando su madre tuvo esa ocurrencia. No es que Cho no quisiese presentar a Sabina, sino que apenas llevaban poco tiempo de novios y presentarla a sus padre era formalizar o algo más. 

⎯¿Por qué tan sorprendido?⎯ habló su padre, mientras lo veía a los ojos⎯¿a caso no quieres que la conozcamos?, digo, creo que su relación ya va bastante en serio como para que tus padres quedemos fuera de la ecuación, ¿no crees? 

Es que aún no es tiempo de que la conozcan, pensó Cho para sus adentros. No obstante, la presión que ejercían las miradas de sus padres le obligó a contestar lo mejor que pudo. 

⎯En este momento, Sabina no está. Como dije, se fue a México a pasar Navidad con su familia. 

⎯¿México?, ¿vacaciones? ⎯ habló una vez más su madre, tratando de sacar datos. 

Cho, dejó la cuchara, suspiró y luego dijo⎯ Sabina tiene una mezcla de nacionalidades, una historia familiar complicada pero bonita y, su familia es grande y acogedora. 

⎯Hmmm, y ¿sus padres?, ¿qué educación tienen?⎯ remató su padre con esa pregunta. 

⎯Pues su padre es economista. 

⎯¿Y trabaja en una cafetería? ⎯ volvió a preguntar su madre. 

⎯¿Qué es lo que desean?, díganmelo antes de que me vuelva loco⎯ les pidió su hijo, sabiendo que todas esas preguntas eran por un motivo que no querían decir. 

⎯Creo que tu madre está de acuerdo en que Sabina venga y cene con nosotros. Quisiéramos conocerla mejor. Saber sobre su familia, sus aspiraciones, sus metas. 

⎯¿Y ahora por qué?, eso no me lo pidieron cuando salía con María⎯ preguntó Cho, un poco asombrado. 

⎯Porque ya tienes dieciocho años, hijo, estás a punto de entrar a la universidad, tienes una carrera deportiva exitosa y sobre todo, las relaciones se vuelven en verdad importantes. Aquí ya no solo hay que pensar en un simple noviazgo, si no en algo más. 

Cho negó con la cabeza ⎯ padre, aquí no tienes que arreglar las cosas⎯ le comentó. 

⎯Lo sabemos, pero aún así, queremos conocer a Sabina, es todo⎯ sentenció su madre. 

Adrián se quedó en silencio. El que Sabina conociera a sus padres podría salir bien o podría salir mal, sin embargo, sabía que invitarla a su casa le daba un nuevo estatus a su relación y que posiblemente así le daría la importancia que él quería. Además, sus padres no le dejarían de molestar hasta que cumpliera con esa parte. 

⎯Bien, traeré a Sabina a cenar pero, les pido, no quiero que la interroguen como sí estuvieran en un juicio. No quiero que se sienta, atacada. 

La madre de Cho se río, lo hizo fuerte pero no sincera⎯¿Atacada?, ¡Ay por Dios hijo!, no seas exagerado, ¿cómo vas a atacar a alguien que no conocemos?, además… ¿cuánto tiempo estará por aquí?, no se sabe. 

Cho entrecerró la mirada al escuchar esa última frase ⎯¿Cómo que cuánto tiempo estará por aquí?⎯ preguntó.Los padre se vieron y luego continuaron comiendo.⎯¿Qué quisieron decir con eso? ⎯ insistió. 

⎯Nada hijo, que el amor a tu edad es… pasajero. En fin, come tu caldo, que se va a enfriar⎯ finalizó su padre. 

Así sus padres continuaron comiendo hablando del trabajo ignorando a su hijo por completo. ¿Amor Pasajero?, pensó Cho mientras movía el caldo con la cuchara. Sabía que eran jóvenes pero, el amor que se tenía iba en serio, más que en serio, y se los iba a demostrar. Haría lo que ellos querían, presentaría a Sabina formalmente como su novia y después les comprobarían que había encontrado a la mujer ideal y que cumplía con todas las expectativas. 

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