3 de noviembre – cumpleaños de Sabina
Cho la llenaba de besos en la boca, mientras acariciaba la hermosa piel de su sirena, la cual se derretía de amor por él. Llevaban ahí ya unas horas, besándose, haciendo el amor, y alejando el frío del invierno que comenzaba a caer sobre la ciudad de Madrid. Las sábanas de color rojo se encontraban dispersas a los pies de la cama, y el ruido del calentador viejo de Cho les hacía compañía.
Llevaban unas cuantas horas ahí después del trabajo en la cafetería, después de comer un pastel que Jaz le había comprado a su hija con todo el cariño que le tenía, y donde sus hermanos, Cho y él le habían cantando un feliz cumpleaños haciéndola sonrojar.
Pero ahora era momento para ellos, para disfrutarse, quererse y hacer de nuevo suyo ese pequeño lugar donde desde hace meses se veían para compartir palabras de amor, caricias y volverse a tocar una y otra vez disfrutando la intimidad.
⏤Te amo⏤ murmuró ella, mientras sentía como sus cuerpos se relajaban por completo.
Cho la vio a los ojos y con una sonrisa le preguntó.⏤ ¿En serio me amas?
Sabina asintió, y acarició su mejilla donde se mostraba el pequeño hoyuelo que se le hacía.⏤ Mucho, gracias a ti sé amar… Así que claro que te amo.
⏤¿Segura?, ¿segura?, aunque mañana no tuviese un ojo.
⏤¡Calla, hombre! ⏤ le reclamó ella entre risas.
⏤ Uno no sabe, tal vez mañana una parte de mi no esté.
⏤ Pues amaría cada parte de ti… ⏤ le respondió Sabina, para luego besarlo de nuevo.
Cho la admiró, le encantaba su novia, su hermosa piel blanca, sus ojos marrones que brillaban cada vez que lo veía, su cuerpo atlético pero a la vez liviano, sus piernas, esas que lo traían loco pero, sobre todo, su sonrisa, su voz, su inteligencia y ese amor que emanaba de su ser.
La volvió a besar sobre los labios para después bajar a su cuello. Hoy su Sirena cumplía años, su familia le había dado permiso de llegar tarde y ellos iban a aprovecharlo; aunque sospechaba que sus padres ya sabían lo que hacían.
Desde que ambos se habían probado, encontraban tiempo para poder amarse sin molestar a nadie, incluso a Jaz que era el que más cerca estaba. A Cho le daba miedo que los encontrara un día y pasara algo pero, al parecer, todo se daba para que ellos pudieran hacerlo a su antojo.
⏤Tengo un regalo para ti ⏤ le murmuró Cho.
⏤ Creo que ya me lo diste, ¿no?, eso fue lo que me dijiste cuando entré hace rato y me recibiste en bóxers ⏤ le dijo ella entre risas.
⏤ Bueno, bueno, este es otro regalo.
Cho se levantó de la cama, y envuelto en una sabana fue hacia su armario y sacó una guitarra, para después ir hacia la cama y sentarse. Sabina se recargó sobre la cabecera, y se acomodó el cabello revuelto por tantas acción que habían tenido.
⏤Como sabes, ahora soy pobre.
⏤ Cho…⏤ murmuró ella.
⏤ Así que esta vez no habrá joyas pero, te compuse una cursi canción que quiero cantarte hoy.
⏤ No será cursi.
⏤ Si lo es, te aguantas… ¿vale?, porque no podré comprarte otro regalo.
⏤ ¡Dale!, cántame⏤ le anima Sabina, que se sentía emocionada.
Cho se aclaró la garganta, y después de afinar su guitarra comenzó.
Feliz cumpleaños, amor de mi vida, feliz cumpleaños mi corazón.
Como ves, hoy te he compuesto esta canción
Solo para decirte las diez promesas que te haré,
y que recuerdes cada día de tu vida.
Sabina sonrío, y sintió como las lágrimas le recorrían por las mejillas.
Uno, te prometo darte un beso todos los días que no puedas olvidar.
Dos, te prometo un baile que solo dos podamos disfrutar.
Tres, no te prometo riquezas pero si mi pecho para que te puedas recargar. Y tu café preferido siempre en por las mañanas disfrutar.
Cuatro, una casa donde podamos vivir.
Cinco, y siempre un oído que te va a escuchar.
Seis, te prometo un amigo un compañero y aún mejor, un amante que te haga sentir como nadie más lo hecho. Y un abrigo que te proteja de todo mal.
Siete, te prometo que siempre serás tú y nadie más que tú en mi corazón.
Ocho, paseos por la playa, sin medusas en la piel.
Nueve, una sonrisa que siempre recordarás
Diez, la última y más genial… te prometo que nadie te amará, como lo hago yo, como lo hice yo, y como lo haré yo… Como sólo lo haré yo…
Cho dejó de tocar la guitarra y vio a su Sirena en frente de él sumamente emocionada. Ella se hizo para adelante y le dio un beso sobre los labios.
⏤ Todas esas promesas que canté, son verdad, mi sirena.
⏤ Lo sé ⏤ murmuró Sabina, llorando.
⏤Y quiero que siempre las recuerdes, ¿vale?
⏤ Claro que lo haré… ⏤ murmuró ella, para besarlo de nuevo, y luego abrazarlo y refugiarse entre sus brazos. ⏤ Te amo Cho…
⏤ Te amo Sabina… ⏤ pronunció su nombre, para después besar su frente.
Y después de esa noche, Sabina tenía que tener presente todo lo que Cho le había dicho, porque la máxima prueba de amor venía en camino…y no sería del todo agradable.
Llorando como Sabina