Desde el accidente de Cho todo cambió, ya que no solo había afectado su vida sino de los que le querían, incluyendo la de su amada Sabina.
Ella había sufrido mucho durante todo ese mes que su novio se había encontrado en el hospital, incluso había llegado a pensar que podía perderlo, así que lo reflexionó bastante y cuando supo el veredicto ya la decisión estaba tomada.
Sabina decidió mudarse justo después del diagnóstico final de su novio, supo que tenía que estar a su lado, pero jamás pensó que lo haría tan cerca de casa de Jaz.
Al principio, Robert no estuvo muy de acuerdo con el plan de la chica, pero, después de escuchar sus razones y de que Julie estuviese de acuerdo, accedió, e incluso fue él quién le ayudó a empacar y a mudarse.
⎯ ¿Seguro que no te falta nada? ⎯ le preguntó, mientras ella dejaba una caja sobre la mesa.
⎯ Sí, papá. Aun así, si me falta puedo ir en la semana, no es que me esté mudando al otro lado del mundo ⎯ le contestó, y Robert simplemente puso una mirada triste.
Sabina sabía que había algo más, pero que su padre no quería decirle. Aun así, le agradecía por estar ahí y apoyarla como lo había hecho desde el día uno que se conocieron.
Mientras se hacía el silencio entre los dos, se escuchó un golpe en la puerta y al abrir, vieron a Jaz con un gran paquete en sus manos.
⎯ ¡Bienvenida, Sabi! ⎯ expresó con una sonrisa.
En verdad a Jaz le daba mucho gusto tener a su hija cerca, ya que para él era un gran paso en la relación. Desde el accidente de Cho y las pláticas que había tenido en el hospital, su relación había mejorado y dejado de ser tensa, como antes.
⎯ ¿Qué es eso, Jaz? ⎯ preguntó Sabina.
Robert, al ver que estaba un poco pesado, se acercó y lo cargó.⎯ Te ayudo ⎯ le dijo.
⎯ Gracias.
Sabina se acercó a la caja y al abrirla vio que traía sábanas y cobijas.
⎯ ¿Sábanas?
⎯ Sí, cuando me mudé solo fue lo que me faltó ⎯ contestó Jaz, y sonrío.
⎯ Gracias, Jaz ⎯ agradeció Sabina.
⎯ De nada. Por cierto, hasta que te instales puedes subir a cenar con nosotros, ¿vale?
⎯ Sí, gracias ⎯ volvió a agradecer.
Robert y Jaz se vieron y él primero le sonrío.⎯ Sabes que eres bienvenido también ⎯ le comunicó Jaz a Robert.
⎯ Lo sé. Ya hablamos al respecto el otro y sabes lo que te pido ⎯ le recordó.
⎯ Con mi propia vida ⎯ le contestó, para luego salir del piso.
Sabina se quedó en silencio después del momento que había sucedido entre su padre y Jaz.
⎯ ¿Qué fue eso? ⎯ inquirió.
⎯ Nada, solo acuerdos que tenemos.
⎯ Vamos, Pa. Sé que algo te pasa, dime… No me dejes así.
Robert suspiró, en realidad no quería hablar del asunto. Sin embargo, era justo también que su hija lo supiera.
⎯ Bueno, hablé con Jaz al respecto de tu mudanza, tenía que hacerlo hija, te mudas prácticamente a su lado.
⎯ ¿Qué hablaste con él? ⎯ insistió Sabina.
⎯ Bueno, hablamos de todo. Tú sabes que Jaz y yo tenemos un horrible comienzo, y ahora el saber que estarás cerca de él, pues… me da miedo.
⎯ ¿Miedo? ⎯ preguntó Sabina en un hilo de voz ⎯, ¿por qué te daría miedo?
Robert se acercó a su hija y la abrazó.⎯ ¡Ay mi Sabi!, tú no sabes todos los temores que tuve cuando te adopté, y uno de ellos era que algún día conocieras a tu verdadero padre y quisieses estar con él y no conmigo.
⎯ ¡Ay, papá!
⎯ Lo sé, son miedos tontos, sin embargo, son válidos, al final de cuentas, tú eres su hija de sangre y la sangre llama. Así que ahora que prácticamente vivirás con él, lo único que quiero es que te proteja, te cuide y que te haga sentir a gusto, ¿comprendes?
⎯ Papá, ¿estás diciendo que piensas que te cambiaré por Jaz? ⎯ le preguntó, y Robert negó con la cabeza ⎯ ¿Seguro?, porque a eso me suena.
⎯ No Sabi, simplemente, quiero que tú seas feliz.
⎯ Y lo soy, soy muy feliz ⎯ expresó la chica.
⎯ Lo sé. Solo que dejarte ir me cuesta. Todavía cierro los ojos y puedo escuchar tu linda voz diciéndome” jeyó, jeyó, Rober” ⎯ y Sabina se río en ese instante ⎯ o corriendo detrás de ti cuando no querías meterte a la ducha, ¿recuerdas?
⎯ Claro que si, y cuando me enseñabas los sonidos de los animales de la granja ⎯ le dijo su ella.
Ambos se rieron a la par, recordando toda una infancia juntos, y ahora, venía otra etapa.
⎯ ¿Ves?, todo eso Jaz no lo tiene, ni siquiera se lo imagina. Así que si piensas que me alejaré de ti o dejaré de quererte, te equivocas, Robert Nicholas Carter. Cuando me adoptaste te jodiste ⎯ bromeó.
Robert la abrazó con fuerza.⎯ Mi sirena, creciste tan rápido y ahora, solo te puedo desear lo mejor, y hacerte saber que siempre contarás con tu familia, SIEMPRE.
⎯ Lo sé ⎯ respondió Sabina, para luego separarse de su padre y limpiarse las lágrimas.⎯ Ahora debo ser el apoyo que Cho necesita, así como tú fuiste el de mi madre, ¿vale?
⎯ Y serás un gran apoyo. Nunca pensé decir eso, pero, me alegra que te hayas quedado con Cho y que se amen tanto.
Sabina se río ⎯ ¿Puedo grabarte?, a Cho le gustaría escucharlo.
⎯ Cho ya sabe lo que siento por él, un enorme agradecimiento por el resto de mis días… ⎯ confesó Robert.
La puerta de nuevo sonó y al voltear vieron a la pequeña Pilar debajo del marco.⎯ ¡Hola Robert!, me mandó mi mamá para saber si te puedes quedar a cenar, hizo lasaña vegetariana ⎯ pronunció la chica.
Robert estaba a punto de decir que sí, pero, negó con la cabeza. ⎯ No Pili, iré a cenar con Julie y los mellizos pero, gracias.
⎯ ¿Seguro papá? ⎯ preguntó Sabina.
⎯ Seguro, es momento de que compartas tiempo con ellos, yo ya te tuve 20 años.
⎯ Y me tendrás más, así que no me alejes.
⎯ ¡Jamás! ⎯ respondió su padre y le besó la frente.⎯ Ve a ver a tu novio, a tus hermanos y solo prométeme una cosa.
⎯ ¿Qué?
⎯ Si te sientes mal o te pasa algo, siempre sabrás que tu casa te espera, ¿cierto?
⎯ Cierto…
Robert la abrazó, aspiró el olor a lavanda de su cabello, y lo besó.⎯ Te amo, mi Sabi, te amo con todo mi ser.
⎯ Yo más…
Robert se separó de su hija y caminó hacia la puerta, se despidió de Pilar y antes de partir, volvió a ver a Sabina por un instante. La imagen de la mujer de veinte se borró y vino la de la niña de cuatro años que él adoptó. Su hija había crecido, sus sueños estaban en marcha y él, ahora, solo le deseaba lo mejor por el resto de su vida.