Yo no soy y ni voy a ser tu bizcochito

Pero tengo to’ lo que tiene delito

Que me pongan en el sol, que me derrito

El mal de ojo que me manden me lo quito

Yo no soy y ni voy a ser tu bizcochito

Pero tengo to’ lo que tiene delito

Que me pongan en el sol, que me derrito

El mal de ojo que me manden me lo quito. 

La canción de Bizcochito suena en la radio del auto, y David Tristán canta como si Valentina no estuviese a su lado. Él se siente en un concierto, como si la misma Rosalía estuviese en el escenario y David grande fan. 

Valentina trata de no hacerle caso, aunque en el fondo le da risa ver al director de proyectos de la fundación de esa manera: bailando y cantando sin inhibiciones.

⎯Venga, señorita de la Torre, se la sabe. ⎯La invita a que se una al ambiente. 

Valentina voltea y hace una mueca. 

⎯Lo dudo. 

⎯¿Ahora resulta que no ha escuchado nunca a mi mujer? ⎯pregunta David, bajando el volumen. 

⎯¿Su mujer? 

⎯La Rosalía. 

⎯No, no la conozco. 

⎯¿A Rosalía? ⎯insiste. 

⎯No, no la conozco ⎯contesta enojada. 

⎯¿Segura, segura? 

⎯¿Puedes dejar de insistir? Es molesto. 

⎯Vale… ⎯contesta David, mientras hace un gesto de desaprobación⎯. ¡Qué carácter! ⎯murmura. 

⎯¿Qué carácter?, ¿hablas mal de mí? ⎯pregunta ella, indignada. 

Tristán voltea y la mira a los ojos. 

⎯Al menos lo hago con usted presente y escuchando. No a mis espaldas y al retrato en el recibidor de la fundación. La he visto por las cámaras, y créame la escena no es bonita. 

⎯¡Me espías! ⎯Alza la voz. 

⎯No, no espiamos a nadie, pero usted es tan rara que ya tiene su propio código. 

⎯¿Un código? 

⎯Sí. Cada vez que entra dicen LUNA01 entrando. 

⎯¿LUNA01?, ¿qué significa? 

⎯Lunática 01 ⎯responde Tristán, para luego reír. 

⎯¡CLARO QUE NO!

⎯Lo juro. Puede preguntarle a Linda. 

Valentina se indigna. 

⎯¿No lo pueden cambiar? 

⎯No, queda establecido para todos los guardias. Lo siento. 

⎯¿Cuál es el tuyo? ⎯pregunta. 

Tristán niega. 

⎯No puedo decírtelo. 

⎯¿Por qué?

⎯Por seguridad, señorita de a Torre. A veces parece que no es muy brillante. 

⎯¿Me estás diciendo tonta? ⎯pregunta una vez más, bastante indignada. 

⎯Tonta no, no tan brillante. 

⎯¿Qué diferencia hay?, si es que sabes la diferencia ⎯comenta, en un tono de burla. 

⎯¿Ahora me dice tonto a mí?, ¿qué le hace pensar que lo soy? ⎯Valentina baja la mirada y recorre de pies a cabeza a David⎯. ¿Por qué soy guapo? 

David se suelta a reír. 

⎯Yo no dije que eras guapo. Tú te lo dices.

⎯¿Entonces soy tonto y feo?, ¡guau!, increíble lo mucho que sabe sobre mí. La felicito. 

⎯No me cambies el tema, ¿cuál es la diferencia entre tonta y no tan brillante? 

Tristán suspira. 

⎯Tonta, sugiere falta de inteligencia o juicio general. Poco brillante, sugiere que alguien puede no ser tan inteligente o perspicaz, pero no necesariamente carece de inteligencia. 

Valentina se queda en silencio. Odia que Tristán siempre tenga una respuesta acertada a todo. Le dolía que no era tan tonto y bruto como ella pensaba, pero no iba a cambiar su posición ante él. 

⎯Da igual, no soy lo que dices. 

⎯Pero, ¿yo si puedo ser lo que usted dice? ⎯pregunta David, con una leve y seductora sonrisa. 

⎯Lo eres, porque es lo que me has demostrado. 

⎯¿Te he demostrado que soy feo? ⎯pregunta David, entre risas⎯. ¡Ay, Dios! Si no tiene más diálogos para defender su punto, mejor no diga nada. 

Valentina voltea y lo mira a los ojos. 

⎯Los tengo, pero no me da la gana discutir más. 

David niega con la cabeza y se ríe bajito. Dirige la vista hacia el camino y sube de nuevo el volumen al estéreo. La Rosalía dejó de cantar hace rato y ahora, es una lista de reproducción con diferentes canciones de distintos géneros. La canción de “Historia de un amor”, suena en las bocinas. 

Él canta bajito, mientras sigue navegando por las calles de Madrid. Valentina ve por la ventana, y trata de ignorar que David tiene buena voz y que se ve muy sensual cantando. 

⎯Llegamos, señorita de la Torre ⎯escucha la voz de Tristán. 

Ella se extraña al ver que están en un barrio bastante normal de Madrid. Ella esperaba un restaurante elegante, con vallet parking y un nombre importante. Sin embargo, no era así, solo se ven locales, edificios con pisos de vivienda y un parque bastante amplio y lleno de árboles. Se sorprende todavía más, cuando Tristán le abre la puerta y le ofrece la mano. 

⎯Señorita ⎯pronuncia con esa voz que la saca de quicio. 

⎯Yo puedo sola, gracias. ⎯Le rechaza la mano. 

⎯Bien, entonces sígame. 

Él pone la alarma al auto y después camina por la acera hacia una dirección que solo él conoce. Valentina lo sigue, mirando a ambos lados y tratando de ubicarse, aunque por más que lo intente, posiblemente no lo logre. 

⎯Venga, no tengo mucho tiempo, debo regresar a las cuatro ⎯le pide. 

Valentina da dos pasos largos y queda al lado de Tristán. 

⎯¿Dónde vamos? 

⎯A comer ⎯responde él, con obviedad. 

⎯Sí, pero a dónde. 

⎯A un lugar donde hay comida ⎯dice él, y sonríe. 

⎯¡Dios! ⎯refunfuña Valentina. 

Tristán se detiene en seco, provocando que Valentina tropiece un poco. Él la toma del brazo para que no se caiga. 

⎯¿Está bien? 

⎯Sí, sí… ⎯Y con un movimiento se zafa de David. 

⎯¿Tiene algo más importante qué hacer?, porque sí es así. Es libre de irse y hacer lo que debe. 

⎯Tal vez. 

⎯Muy bien. ⎯Y sin más, David saca su cartera y le da un billete⎯. Buen viaje, nos vemos mañana. 

Después se da la vuelta y sin importar nada, la deja en medio de la acera. Valentina ve el billete, luego voltear a su alrededor y se percata que no conoce dónde se encuentra. 

⎯¿Da… ? ⎯habla, pero no completa el nombre de David porque se da cuenta de que está sola. 

¿Dónde fue?, ¿en serio me dejó aquí?, piensa.

La ansiedad comienza a apoderarse de ella. A Valentina no le gusta quedarse sola, en un lugar que no conoce y mucho menos cuando no sabe dónde ir. Camina unos pasos hacia la derecha, después dobla en la esquina, pero al ver que no hay nada abierto se regresa. 

Está perdida, muy perdida, y en este instante ya no sabe qué hacer. Se da la vuelta, y su cabeza choca con otro cuerpo. Cuando se percata, David se encuentra frente a ella; ha chocado con su pecho. El aroma de su loción invade su espacio, y cierra los ojos por un momento para disfrutarla. 

⎯¿Ya?, ¿o se va a hacer del rogar? ⎯pregunta él, con calma. 

Valentina no dice nada, solo se arregla el cabello y asiente. 

⎯Bien. No se pierda, o tendré que cantarle la canción que les canto a mis sobrinos cada vez que salimos. 

⎯¿Canción? ⎯pregunta ella, seria. 

⎯Tomémonos de las manos, en pareja hay que estar, para no perdernos, juntos vamos a caminar. ⎯David canta con ternura⎯. Composición y letra, hecha por mí. 

Valentina se ríe bajito. 

⎯¡Vaya! Uno tiene que hacer el ridículo para que se ponga de buen humor. Ahora vamos, que muero de hambre. 

Tristán la invita, una vez más, a que la siga. Valentina lo hace, casi pisándole los talones. Caminan unas cuadras y da la vuelta en un parque, momentos después un pequeño restaurante de comida casera aparece ante sus ojos. 

⎯Nos sentaremos afuera, adentro hace calor, no tienen aire acondicionado ⎯comenta, dirigiéndose a una mesa para dos personas. Él recorre la silla y le indica que se siente⎯. O, ¿también me va a decir que usted puede? 

⎯Gracias ⎯responde, y se sienta en la silla. 

⎯¡Ey, picaflorcito! ⎯Un hombre de barba casi cana, alto y de cabello largo y amarrado, vistiendo un delantal de color negro, se acerca a él y le da un abrazo⎯. ¡Qué milagro chaval!, hace mucho que no venías para acá. 

⎯Lo siento, he andado muy ocupado. 

⎯¿Muchos proyectos? 

⎯Sí, bastantes. 

⎯Me alegra. 

La mirada de Valentina llama la atención del hombre y él comienza a cantar: 

⎯Son tus ojos dos estrellas, que brillan como luceros, alumbrando a la alameda cuando salen de paseo.

David sonríe. 

⎯¡Qué bellos ojos!, lilas. 

⎯Sí, gracias ⎯responde Valentina apenada. 

⎯Bellos, bellos… para la mujer de ojos lilas le traeré el platillo especial de la casa. Para tí, ¿lo mismo? ⎯le dice a Tristán. 

⎯Sí, lo mismo. 

⎯Perfecto ⎯contesta, para luego darse la vuelta. 

Tristán se sienta en su silla, saca su móvil y lo pone sobre la mesa. 

⎯¿Qué fue eso?, ¿a los españoles les gusta cantar? ⎯pregunta Valentina, bastante curiosa. 

Tristán sonríe. 

⎯Es una bulería. Paco, el dueño, es cantante de flamenco, y canta en un tablao. Lo conocemos desde hace tiempo, es amigo de mi padre. 

⎯Vaya. 

⎯Este restaurante tiene típica comida española, te va a gustar. 

⎯Al parecer, sueles venir bastante. 

⎯Sí. Vengo a comer con mi familia o solo ⎯contesta, recargándose sobre el respaldo de la silla, cruzando los brazos y sonriendo. 

⎯Y, ¿Ana Carolina también viene aquí? ⎯David al escuchar el tono de la pregunta sonríe. 

⎯¿Piensas que mi novia es pretenciosa y vana al igual que yo? ⎯pregunta él. 

⎯Lo digo porque no parece alguien que venga a este lugar, es todo. 

David se hace para delante, recargando medio cuerpo sobre la mesa, quedando cerca de Valentina. 

⎯Dígame, señorita de la Torre, ¿qué más infiere sobre mí? Tengo curiosidad de escucharla. 

⎯Nada. 

⎯No, dígame. Tengo mucha curiosidad de saber cómo me ven sus ojos. 

⎯Pues, no es que infiera, es lo que veo. 

⎯¿Qué ve? ⎯insiste Tristán. 

⎯Pues, veo a un hombre pretencioso, que piensa que porque es hijo del dueño puede hacer lo que desea. 

⎯Interesante… ⎯Expresa David, mientras cruza sus dedos y coloca sus manos sobre la mesa. 

⎯Veo a un hombre presumido y que le gusta tener la razón; necio. 

⎯Eso sí, soy muy necio. 

⎯Y que piensa que por su estatus puede dejar a las personas esperando horas sin importar lo demás.

⎯¿Todo eso?, ¡guau! Y solo de conocerme dos días. 

⎯No toma mucho tiempo para conocer a personas como tú. Hijos de papi que simplemente tienen trabajo porque su padre los puso en la compañía. 

Valentina termina su discurso y tomó un sorbo del vino que le habían traído. Lo hizo inconscientemente, pensando que soportaría el sabor, pero no fue así. Ella nunca había probado vino tinto y mucho menos uno tan seco como ese. 

David continua en silencio, observando a Valentina y reflexionando si había valido la pena todo lo que había puesto en juego para que cumpliera su misión en Madrid. Ella lo mira y David sonríe. 

⎯Es fácil juzgar a las personas por lo que ve desde afuera. Infiere que soy un hombre presumido, egocéntrico y engreído porque no he hecho lo que usted quiere desde el inicio. Si el juego es juzgarnos por las apariencias, yo también puedo decir mucho de usted, pero, cómo soy un caballero y mi madre me educó bien, no le diré nada. ⎯Suspira⎯-. Piensa que no le hago caso porque no me interesa su propuesta, y que esas risas en mi oficina, eran de un hombre “hijo de papi”, que no hacía nada. 

»Pues, no voy por la vida contándole esto a todos, pero, yo no inicié en el puesto porque mi padre me eligió, estoy aquí porque me lo gané. Le dije a mi padre que quería trabajar en la fundación, así que me metió al área de asistencia, donde prácticamente, a los dieciséis años, hacía de todo y para todos: sacaba copias, iba por el café, buscaba documentos, hacía recados. Y antes de que lo piense, no me pagaban nada. 

»Así conocí cada aspecto, cada nivel y funcionamiento de la fundación. Cuando cumplí 20 años, mi padre me preguntó en qué departamento quería trabajar y le dije que en área de proyectos. Así que entré como asistente del asistente y estuve ahí por un año, hasta que el asistente se fue y entré yo. Tuve la suerte de asistir a mi tío Manuel y luego a mi cuñado, Moríns. 

»Cuando el jefe del área de proyectos se jubiló, hicieron una convocatoria para tomar su lugar y yo participé y gané mi puesto. Así que, “hijo de papi” no queda conmigo. 

Valentina se queda en silencio, no sabe qué decir. El tono de Tristán es tan tranquilo que parece que no la está poniendo en su lugar, sino simplemente conversando. 

⎯Ahora, da por hecho que soy vano solo porque estoy bien arreglado. Creo que no entiende bien qué significa ser banal. Tener buen aspecto, ser pulcro y estar bien vestido no es banalidad. Me gusta vestirme bien, tengo un asesor de imagen porque prácticamente así vendo los proyectos. Voy al gimnasio todos los días a las cuatro de la mañana y me cuido en todos los aspectos porque quiero.

⎯Yo… ⎯trató de hablar Valentina. 

⎯Asimismo, no solo me dijo vano a mí, sino a mi novia, que por el simple hecho de verla vestida así, piensa que no puede disfrutar de un lugar como este y que solo quiere restaurantes elegantes. La etiquetó sin conocerla, lo que me da a pensar su falta de sororidad. Juzgó a Ana Carolina sin saber que es una mujer extraordinaria, que ha llegado hasta donde está por su esfuerzo. Es una gran psicóloga, sabe muchísimo de vinos, tiene en gran corazón y es muy inteligente. Si su único pecado es vestirse con clase y ropas de marca, entonces eso lo traduciría como envidia. Lo que quiero decir, señorita de la Torre, es que no me conoce, ni un poquito, y si sigue prejuzgándome, jamás lo hará. 

La comida se sirve en la mesa, y David toma un poco de pan y lo hunde en el plato. 

⎯Coma, el gazpacho se va a enfriar ⎯bromea. 

Él se concentra en la comida, y Valentina se queda en silencio observándolo. Nunca pensó que un hombre así hablaría tan bien, y supuso que todo tenía que ver con el tipo de educación que le habían dado. 

⎯Lo siento ⎯dijo⎯, pero es que he tenido malas experiencias con personas como tú. 

⎯¿Feas y egocéntricas? ⎯pregunta él, y sonríe levemente. 

⎯No, con apellidos reconocidos. 

⎯No todos somos iguales, señorita. Mis abuelos y padres me educaron bien. Antes de que se me suban los humos, toda mi familia me los baja de inmediato. No nos meta en el mismo saco. Ahora coma, que en verdad no tengo mucho tiempo.

⎯No me gusta que me den órdenes ⎯responde Valentina.

David sonríe. Al parecer, Valentina no iba a dar su brazo a torcer.

⎯No es una orden, es una petición. Coma o no, pero tome una decisión, ¿vale?

Él continúa comiendo en silencio, mientras Valentina apenas da una probada al gazpacho. Había algo en Tristán que la hacía sentir como una niña, y esa sensación no le gustaba. Esa sensación tan diferente le sacaba de quicio. Pero, a la vez, le gustaba. Era como una mezcla de desafío y atracción que no podía ignorar.

Valentina observa a David mientras él come tranquilamente, como si no hubiera ninguna tensión entre ellos. Su seguridad y aplomo le irritan, pero también la fascinan. Él es un hombre que parece tener todo bajo control, y eso la desconcierta.

⎯¿Siempre eres así de mandón? ⎯pregunta ella, tratando de romper el silencio incómodo.

⎯Solo cuando es necesario ⎯responde David, sin levantar la vista de su plato⎯. Y solo cuando me importa.

Valentina no sabe cómo interpretar esa última frase. ¿Le estaba insinuando que le importaba? Decide no darle demasiadas vueltas y cambia de tema.

⎯¿Por qué no pude trabajar en el proyecto hoy? ⎯inquiere. 

⎯Porque aunque no creas tuve mucho trabajo. Te comenté que estamos a la mitad de unos proyectos que deben salir antes de fin de año, y como ya están consolidados, son prioridad. El que trabajaremos irá a concurso, así que no es prioridad aún, bueno, no lo era, hasta que llegaste tú. 

⎯Vaya. 

⎯Así que debo sacar todos los pendientes para poder concentrarme en el proyecto. ⎯Tristán hace una pausa⎯. Es muy personal para mí, así que debo cuidarlo más. Le prometo que mañana nos concentraremos en él. Sin embargo, debe tener paciencia si algún día no podemos trabajar, ¿me entiende? 

⎯Lo comprendo, pero no me gusta que Linda me ponga a trabajar como si fuera tu asistente.

⎯¿Mía? ⎯Tristán se ríe⎯. Serás de Linda, porque mía no eres. Aunque bueno, estás registrada como practicante y hay que justificarlo. Así que posiblemente ayudarás con alguna otra cosa. No obstante, tu trabajo principal será el proyecto.

Valentina asiente, aunque la sonrisa de David Tristán le llena la vista y la hace sentir confundida. Esa es la otra palabra para describirlo: “confusión”. 

Tristán la observa por un momento, con una mirada que parece penetrar en su alma, haciéndola sentir vulnerable y al mismo tiempo intrigada. Esa mezcla de sensaciones la desorienta.

⎯Entiendo que no sea lo ideal que te hubiera gustado entrar a la fundación con un puesto más importante ⎯continúa David, volviendo a un tono más serio⎯, pero hice lo que pude, no me diste mucho tiempo y opciones. Al parecer con usted no hay muchas. 

⎯¿Qué quieres decir con eso? 

⎯Que parece que contigo es blanco o negro, no hay más colores, así que es un poco difícil. En fin, mañana podrá verlo, entraremos al archivo y lo trabajaremos, ¿le parece? 

Valentina asiente nuevamente, tratando de mantener la compostura. David sonríe, y esta vez su sonrisa es cálida y tranquilizadora.

⎯No se preocupe, señorita de la Torre. Confío en sus capacidades y sé que hará un excelente trabajo. Solo tenga un poco de paciencia y verá cómo todo encaja. Recuerde que estoy atado a usted.

⎯¿Atado? 

David se acerca un poco a su rostro, tratando de hacer el momento más íntimo y con voz suave y seductora le dice: 

⎯Sí, atado. Cada decisión que tome, cada paso que de en este proyecto, está ligado al éxito y reputación de la fundación, a mi carrera y a mi confianza en usted. Le pido que considere eso al hacer las anotaciones y cambios ¿vale? 

Valentina asiente. Un torbellino de emociones se apodera de ella. ¿Cómo puede alguien ser tan desconcertante y atractivo al mismo tiempo? 

⎯Ahora coma, que se enfía. 

Valentina al fin comienza a comer y ambos lo hacen en silencio, y prestando atención a los sabores. Posiblemente, Tristán hubiese querido platicar más con ella, pero los cambios de carácter de Valentina lo hacen dudar. 

Al final, regresaron al auto, y David, sin encender la radio, la llevó a la puerta del hotel. Valentina abre la puerta, y antes de bajar, siente la mano de Tristán tomando su brazo, prohibiendo que ella se vaya. 

Valentina voltea y sus miradas se encuentran. La burlería que le cantó Paco hace unas horas, viene a su mente: Son tus ojos dos estrellas, que brillan como luceros, alumbrando a la alameda cuando salen de paseo.

⎯Antes de que se vaya le voy a pedir algunas cosas. 

⎯Dime ⎯murmura ella, sin dejar de verlo. 

⎯La primera, que sea más accesible y abierta. La segunda, no vuelva a buscarme fuera de los horarios de trabajo y menos los fines de semana. Valoro mucho mi tiempo libre y con mi familia, y no me gusta ser interrumpido con asuntos del trabajo. 

⎯Muy bien ⎯responde ella. 

⎯Y la tercera. No asuma que me conoce porque no es así. Para conocerme a fondo se necesita más que unas pocas conversaciones y reuniones. Conocer a alguien de verdad requiere tiempo y disposición. No basta con observar sus acciones o escuchar sus palabras superficiales. Hay que entender sus motivaciones, sus miedos, sus sueños. Es un proceso que toma tiempo y dedicación; usted y yo no tenemos ese tiempo. Así que, lo que logre saber de mí o conocerme será solo la punta del iceberg y en su caso, es lo mismo. ⎯Tristán la suelta del brazo⎯. ¡Ah!, y otra cosa. Disfrute Madrid, salga, diviértase, no todas tiene la suerte de estar aquí, con gastos pagados y en un hotel de lujo. Hasta luego. 

Valentina sale del auto y Tristán vuelve a encender la radio, arranca el auto y se va. Dejándola en medio de la calle, con un torbellino de sensaciones y confundida por completo. 

⎯Este hombre y yo jamás nos entenderemos ⎯expresa, para después, entrar al hotel. 

6 Responses

  1. Justo lo que necesitaba!!! Valentina tenía que recibir esa dosis que le calmara sus pensamientos, y la verdad lo disfrute 😂

  2. Jajajajaja me da mucha risa ese par. Valentina es chocante con su actitud pero David es todo como un caballero y la puso en su lugar con una diplomacia que me encantó. Ese sube y baja de emociones va a estar buenooooo jajajaja.

  3. Bueno recibiste ubicaína al dos por uno… Ahora te toca hacer bien tu trabajo, ya que, como dijo Tristán, mucho está en juego.

  4. Me encanta que nadie está listo para conocer a un David Tristán Canarias Ruiz de Con, ser hijo y nieto no tiene que ver con los apellidos, a veces tiene que ver con los valores y las emociones. Un gentleman mi picaflorcito bello.
    Ojalá Valentina baje la guardia, entiendo que lo del proyecto la predisponga pero…

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