DANIEL
⎯Estamos emocionados. Las niñas llegarán la próxima semana, así que necesito que Héctor y tú estén disponibles para convivir con ellas. La trabajadora social nos dijo que necesita ver la dinámica familiar y así decidirá si pueden ser dadas en adopción ⎯comenta mi padre emocionado.
Hoy pasó por mí para irnos a desayunar. Sabe que no puedo ir a trabajar por lo del ojo, así que aprovechó.
⎯Son bellas. La mayor se llama Manuela, ¿puedes creer? ⎯me pregunta⎯. Diría mi madre… es destino.
⎯Tal vez ⎯respondo, con una sonrisa.
Jamás había visto a mis padres tan emocionados y llenos de ilusión. Cuando me dijeron que querían adoptar una niña, nunca pensé que lo llevarían a cabo. Ahora que los veo adornando habitaciones con peluches y colores rosas, morados y azules, me acuerdo que cuando ellos se proponen o dicen algo, lo cumplen.
⎯La bebé, la que tiene tres meses no tiene nombre aún ⎯me comenta mi papá.
⎯¿Le pondrás Zelda? ⎯pregunto.
⎯Pues… no tiene rostro de Zelda ⎯me confiesa, pero no lo veo decepcionado⎯. Tiene rostro de algo más… pronunciable ⎯bromea.
⎯Y, ¿cómo se llama?
⎯En la casa hogar la llaman… Lu, así que se llamará Lucía.
⎯Lucía y Manuela… ⎯murmuro.
La historia de Lu y Manuela nos rompió el corazón cuando la escuchamos. Los padres las tenían en mal estado en su piso, y las dejaban muchas horas abandonadas. Los vecinos, llamaron a los servicios comunitarios y se las llevaron para resguardarlas. Fueron a buscar a los padres varias veces para informarles, pero nunca estuvieron… las niñas se quedaron sin hogar. Buscaron a familiares cercanos pero, al parecer, los padres no tenían a nadie aquí, habían emigrado a España. Hace unas semanas, los padres aparecieron sólo para decir que no las querían, lo que le dio luz verde a mis padres para adoptarlas; aunque primero deben pasar un periodo de adaptación.
Al inicio les dijeron que podían adoptar a Lu, pero mis padres se enteraron que tenía a su hermana de dos años, Ella, y decidieron que no podrían separarlas… ahora tendrán dos niñas: Manuela y Lucía.
⎯Sé que será difícil, hijo. Pero siento que es lo correcto. Ya no puedo mirar atrás sabiendo que hay dos pequeñas que necesitan un hogar. Manuela ya está más grande, tiene dos años, y aunque pueda ser difícil al principio, creo que ambas se sentirán en casa rápidamente. Además, Lu es tan pequeña, sólo tres meses, necesita mucho amor.
⎯Está familia da mucho amor ⎯aseguro.
⎯Sí, Fátima y Sirena ya están organizando todo para darle la bienvenida a sus primas. Tú tío David se hará cargo de vigilar su salud junto con Sila y… ⎯De pronto mi padre se pone serio. Él toma mi mano y me sonríe⎯. Tu madre y yo queremos que tú seas su guardián.
⎯¿Cómo? ⎯hablo impactado.
⎯Sí. Lo hablamos tu madre y yo, y creemos que si algo nos pasa, lo mejor sería que se quedaran a tu cargo. ⎯me dice con calma, como si la idea estuviera completamente clara en su mente.
Yo me quedo en silencio por un momento, procesando lo que acaba de decir. La idea me toma por sorpresa. Nunca había imaginado una responsabilidad tan grande. No es que no quiera a las niñas, claro que las quiero, pero esta es una decisión que cambiaría todo. Es un peso que nunca había considerado cargar.
⎯¿No crees que alguien más sea una mejor opción? No sé, por ejemplo, Sila y Moríns o Lila… tal vez Jo.
Mi padre niega con la cabeza.
⎯Serás su hermano mayor. Manuela y Lucía te tendrán a ti y a Héctor, si algo nos pasa.
⎯Papá…
⎯Sólo piénsalo, ¿vale? La otra opción son tus tíos David y Luz, pero, tu madre te prefiere a ti.
Asiento con la cabeza.
⎯Te prometo que lo pensaré.
⎯Bien… tienes poco tiempo ⎯bromea, para después reír⎯. Y cambiando de tema, ¿cómo te encuentras?
⎯El ojo está bien. Sé que debo operarme y…
⎯No ⎯me interrumpe⎯. Tú, ¿cómo estás? ¿Cómo te sientes? ¿Cómo va la terapia?, ¿te han ajustado las dosis?
Me quedo en silencio un momento y sonrío al acordarme de Tazarte y los besos que hemos intercambiado.
⎯Por primera vez, en mucho tiempo, me siento… feliz ⎯confieso.
La sonrisa de mi padre es instantánea.
⎯Eso me alegra mucho, hijo ⎯dice con una sonrisa cálida, sus ojos brillando con orgullo. ⎯Te lo mereces.
⎯Gracias, papá ⎯respondo, sintiendo que la conversación ha tomado un giro más ligero. En este momento, mi corazón se siente bien. Quizás, por fin, después de tanto tiempo, las piezas de mi vida están encajando. Aunque sé que todavía hay cosas por resolver, tener la certeza de que cuento con alguien como Tazarte, me hace muy feliz.
⎯Y, ¿se puede saber la razón? ⎯indaga.
⎯Si te digo, mañana lo sabrá el resto de la familia.
⎯¿Mañana? Dirás en unas horas… ⎯me bromea.
Ambos nos reímos.
⎯Sólo te puedo decir que me siento feliz, que es un gran avance y que si todo sale bien, bueno, posiblemente ya no haya ajuste de dosis o no sé… tal vez ya no haya nada por qué temer.
Mi padre se hace hacia adelante y me da un beso sobre la frente.
⎯Mi querido Daniel. Desde que naciste supe que serías un hombre valiente. No sabes lo orgulloso que estoy de ti.
⎯Gracias…
El móvil de mi padre suena.
⎯Es tu madre… ⎯me comenta, para comenzar a hablar con ella.
Sonrío al verlo tan alegre, haciendo planes, y, de pronto, me entran unas ganas enormes de yo también planear. Me pongo a pensar en mi futuro, por primera vez en un tiempo. ¿Tendré hijos? ¿Me casaré? ¿Haré una vida en otro país?
Las preguntas me hacen imaginar algo que yo pensaba imposible hace años atrás. Ahora, está de nuevo en juego.
⎯Me tengo que ir ⎯comenta mi padre, al terminar de hablar por teléfono⎯. Tu madre quiere ir a ver algunas cosas para las niñas. Y mandó a hacer unos vestidos especiales con Lila para que vayan con el mismo estilo que tus sobrinas.
⎯Se verán hermosas.
Mi papá me pide que me ponga de pie y me da un abrazo.
⎯Te quiero. Recuerda que la próxima semana Héctor y tú son míos ⎯comenta.
⎯Somos tuyos… sólo que ya no tenemos 10 años ⎯le contesto.
⎯Ojalá… ⎯me dice, dándome un beso sobre la mejilla antes de alejarse. El móvil suena de nuevo y él responde⎯. Ya voy chiki, ya voy…
Me enternece que después de años se sigan diciendo ese apodo que se pusieron de adolescentes.
Me quedo solo en el restaurante. Pero mi soledad no dura mucho. El móvil suena y al sacarlo veo un número desconocido.
⎯¿Diga?
⎯¡Al fin! ⎯suena la voz de Raúl.
Suspiro. Estoy molesto. ¿De qué sirve bloquearlo de todas partes si siempre encontrará cómo contactarme?
⎯¿Qué deseas?
⎯Verte… quiero verte… ⎯me repite⎯. Dime dónde y voy. Sólo quiero verte.
Estoy a punto de cortar la llamada, pero, como si él supiera, lo evita con su voz.
⎯¡SÓLO ESTA VEZ! ⎯grita⎯. Después de lo que te tengo que decir, si ya no quieres hablar conmigo, lo comprendo.
Miro la hora. Tazarte me dijo que estaría ocupado hasta las 2 de la tarde, y apenas son las 10 de la mañana.
⎯Sólo dime el lugar y voy ⎯insiste.
Suspiro. Terminemos con esto, pienso.
⎯Te veo en “El descanso”. Ya sabes dónde ⎯le indico⎯. En una hora. Si no llegas, no habrá otra oportunidad.
⎯Estaré ahí ⎯responde. Para después terminar la llamada.
***
Una hora después, llego al parque. Camino con paso tranquilo hacia el puente donde solíamos vernos, un lugar que he evitado siempre que tengo que pasar por aquí. No quiero revivir los recuerdos, los momentos en los que creí que las cosas serían diferentes. Este lugar tiene demasiados recuerdos de Raúl, y aunque me niego a admitirlo, lo he estado esquivando.
Incluso, este no es el único lugar que evitaba cuando se fue Raúl. También he evitado el bar donde ocurrió la golpiza, el hotel donde solíamos escondernos. He evitado lugares, sensaciones, aromas, incluso conversaciones. Me pregunto si él también ha hecho lo mismo o si simplemente ha seguido adelante.
Llego al puente y mi vista se posa en el hermoso lago que se extiende frente a mí. El sol se refleja en el agua, cegándome un poco, por lo que giro la cabeza hacia el otro lado, buscando un respiro. Me recuesto sobre la baranda del puente, el aire frío acariciando mi rostro. Sólo serán unos instantes aquí, no tengo la intención de quedarme mucho. Sé lo que debo decir, cómo lo diré, y qué tono usar. Este es el final, la despedida definitiva.
⎯Como siempre, tan puntual ⎯escucho la voz de Raúl. Al voltear hacia mi izquierda, lo veo acercándose, caminando hacia mí con esa calma que solía ser tan característica de él. Lleva una camisa blanca y pantalones caqui, sus manos metidas en los bolsillos. La misma imagen que solía evocar en mí un torrente de emociones, pero ahora sólo me provoca una leve incomodidad.
⎯Me gusta la puntualidad, lo sabes ⎯respondo, cruzando los brazos, intentando mantener la calma.
⎯Sí, lo sé. Por eso llegué antes. Estaba sentado en aquella banca. Me gusta verte caminar ⎯dice, y su sonrisa aparece, la misma de siempre, aquella que solía hacerme caer. Pero no esta vez.
⎯Bueno, ya estoy aquí. ¿Qué deseas? ⎯pregunto, mi voz más firme de lo que esperaba.
⎯A ti… te deseo a ti ⎯responde sin titubeos.
⎯Raúl ⎯pronuncio su nombre, el cansancio se hace presente en mi tono.
⎯Daniel, vine a Madrid exclusivamente por ti. No hice otra cosa más que pensar en ti estos años. Y ahora que soy libre, lo único que quiero es ser libre contigo. ⎯sus ojos se llenan de esperanza, de esa esperanza que nunca se fue, pero que yo perdí hace mucho.
⎯¿Libre conmigo? ⎯repito, incrédulo. Me cuesta creerlo, las palabras se sienten vacías.
⎯Sí. ¿Te acuerdas cuando soñábamos con ir tomados de la mano por la ciudad? O besarnos en la playa, o viajar juntos… ¿recuerdas esos viajes? ⎯su voz se vuelve más suave, melancólica, como si tratara de recuperar algo que ya no puede ser recuperado.
⎯No… ⎯respondo, mintiendo, aunque la verdad me quema por dentro.
Raúl avanza un paso hacia mí, su cuerpo se acerca peligrosamente al mío, provocando que me recargue sobre el borde del puente. Estoy atrapado entre sus brazos, y la sensación me resulta familiar y aterradora.
⎯Quiero demostrarte lo mucho que te amo ⎯me susurra, sus palabras llenas de desesperación.
⎯¿Me amas? ⎯pregunto, casi incrédulo. No puedo entender cómo puede seguir insistiendo después de todo lo que pasó.
Raúl acaricia mi cabello, provocando que mi piel se erice, pero el toque no tiene el mismo poder que antes. Mi corazón ya no late por él.
⎯Siempre te he amado, siempre te amaré. Desde la primera vez que te vi en el colegio, ¿lo recuerdas? ⎯su voz se quiebra un poco, pero yo no caigo en su trampa.
⎯Basta… ⎯le ordeno, tratando de zafarme de su abrazo.
⎯Sé que tú también me amas, lo sé. Tú también lo deseas, yo lo sé ⎯sus palabras se hacen más urgentes, pero mi paciencia se acaba.
⎯¿Qué te hace pensar eso? ⎯le respondo, ahora molesto. ⎯Te desapareces durante años y ahora vienes a decirme que me conoces. No, Raúl. No me conoces. Ya no soy el mismo Daniel que dejaste tirado y herido sobre la acera.
⎯Y yo ya no soy el mismo Raúl que no te defendió. Ahora, soy tuyo. Quiero gritarle al mundo que te amo. ¿Quieres que lo haga ahora? ⎯su desesperación se nota, y por un momento pienso que no va a parar, que nunca va a entender.
⎯No… ⎯respondo, firme.
⎯Quiero que te escapes conmigo… ⎯su voz se vuelve un susurro, pero la propuesta me deja sin palabras.
⎯¿Cómo? ⎯pregunto, sin comprender lo que está diciendo.
⎯Eso es lo que quiero decirte. En unas semanas tomaré un avión a América. Quiero que vengas conmigo. Vamos a esos lugares que siempre soñamos, ¿recuerdas? ¿Una casa cerca de la playa? ¿Poner un negocio y vivir la vida que siempre quisimos? ⎯sus ojos brillan con la esperanza de un futuro que nunca existió.
⎯No puedo ir contigo ⎯lo corto de inmediato. Ya no hay espacio para dudas.
⎯¿Cómo? ⎯su sorpresa es evidente. Pero yo ya estoy decidido.
Me zafo de su abrazo y me alejo. Ya no tengo miedo. Ya no soy esa persona vulnerable que conoció.
⎯No voy a irme contigo ⎯afirmo con firmeza, sin mirar atrás.
⎯¿Por qué no? Sé que les caigo mal a tu familia, pero… ⎯sus palabras se desvanecen ante mi respuesta.
⎯Estoy enamorado… ⎯me sale de los labios, como si finalmente soltara el lastre que me había estado pesando por años.
Sus ojos se abren de par en par. No puede creer lo que escucha.
⎯¡¿Qué?! ⎯su voz es un susurro de incredulidad.
⎯Estoy enamorado. Estoy enamorado de Tazarte. Muy enamorado, como jamás en la vida me he sentido. Ni siquiera contigo ⎯confieso, finalmente liberando todo lo que había estado guardando.
Raúl se queda en silencio, procesando lo que acabo de decir. Su rostro, antes lleno de desesperación, ahora refleja una mezcla de shock y dolor. Sin embargo, sé que es lo mejor para mí.
⎯Claro que no… ⎯comenta, su voz cargada de incredulidad.
⎯Lo estoy ⎯afirmo, mirándolo directamente a los ojos. Mis palabras se sienten como una liberación, una declaración que había estado guardando demasiado tiempo. ⎯Estoy enamorado de Tazarte.
Raúl aprieta los puños, su mandíbula tensa, y su rostro se oscurece. La incredulidad en sus ojos se transforma en furia. No puede creerlo, no puede tolerarlo. Lo que acabo de decir, lo que acabo de hacerle frente, parece desmoronar algo dentro de él. Se estira hacia mí, como si quisiera tocarme, como si sus palabras pudieran hacer que todo volviera a ser como antes, pero no.
⎯Mientes… ⎯susurra, con la voz rasgada por el dolor. No lo dice con seguridad, lo dice como si estuviera tratando de convencerme de algo, como si lo repitiera una y otra vez en su cabeza esperando que mi respuesta fuera diferente.
⎯No ⎯afirmo con firmeza, mi voz retumbando en la calma tensa que ha quedado entre nosotros. Ya no tengo miedo de ser honesto con lo que siento, con lo que sé que es real. Raúl ya no tiene poder sobre mí, y si antes le temía a su rechazo, ahora siento una sensación de alivio.
Raúl se queda en silencio por un momento, como si procesara lo que acabo de decir. Hay una lucha interna en su mirada, una mezcla de rabia y desesperación. Finalmente, se suelta, su postura rígida pero derrotada.
⎯Tú me amas a mí, Daniel. Siempre lo has hecho, y lo harás. Tazarte no te ama como yo… ⎯dice con una mezcla de seguridad y duda, como si aún intentara que lo crea, que volviera a pensar en todo lo que supuestamente compartimos.
Mi respiración se vuelve más tranquila, más firme. Un suspiro escapa de mis labios mientras intento no dejarme atrapar por las cadenas de sus palabras.
⎯Ya lo veremos… ⎯respondo, con una sonrisa que no intenta ser cruel, pero sí decidida. Porque estoy seguro de algo: Tazarte me da algo que tú no pudiste darme, algo real, algo que he buscado durante años. Algo que me hace sentir libre.
Raúl se queda mirándome, pero ya no es el mismo hombre que conocí. No es la figura que me hizo dudar de mi propio valor, de mis sentimientos. Es solo un hombre que ya no tiene poder sobre mi vida. Y tal vez lo peor de todo es que él sabe que lo que estoy diciendo es verdad.
Sin decir nada más, me doy la vuelta. Ya no quiero quedarme en ese lugar, ni con esas palabras que siguen colándose entre nosotros como sombras. Ya basta.
La despedida no necesita más explicaciones, solo acciones. Y al dar un paso más allá de él, dejo atrás todo lo que una vez me ató.

Ana Maros
Queridos lectores,
Les agradezco profundamente por acompañarme en este camino de historias y palabras. Quiero recordarles que todas las historias en la página son completamente gratuitas, porque mi mayor deseo es que puedan disfrutarlas sin restricciones.
Sin embargo, si alguna vez sienten que desean apoyar mi trabajo de manera voluntaria para que pueda seguir creando más historias, sus donaciones serán bienvenidas con mucho agradecimiento. Esto no es obligatorio, ni mucho menos esperado, pero cada aporte será un impulso más para continuar escribiendo y compartiendo con ustedes.
Si desean contribuir, pueden hacerlo fácilmente mediante PayPal, utilizando el botón que encontrarán arriba en la página.
Gracias por su tiempo, su apoyo y, sobre todo, por dar vida a estas historias con su lectura.
Con cariño,
Ana
Me alegra que por fin Daniel se liberará de todo ese pasado, hoy si bye bye Raúl vete muy lejos y ya no regreses.
Ahora si a ser feliz con Tazarte 🥳🥳
Siiiii por fin lo enfrentó a ese loco y manipulador de Raul. Y declaro que esta enamorado de Taz. Por fin. Espero ese Raul no cometa locuras. El tipo me da sustico, es como loco.
Que bien por Daniel. Se merece ser feliz y como dice sentirse libre
Que importante era vivir esto para Daniel, todos con miedo de que volviera pero eso, y Tazarte en su vida, eran lo que Dani necesitaba para volver a ser ese hombre que tenía asustado en su interior.