MENSAJE DE RAÚL A DANIEL

Daniel. No puedo dejar de pensar en lo que me dijiste. Cada palabra me atraviesa como una daga. Me hiere profundamente, más de lo que podrías imaginar. Pensé que había sido claro, que te lo había dicho en todas las formas posibles. No puedo con la idea de que estés enamorado de otro hombre. Sabes lo que significas para mí, lo que siempre has significado. Y ahora, después de todo lo que he hecho por ti, después de regresar a Madrid, dejar atrás mi vida solo para estar cerca de ti, me das la espalda.

Nunca he dejado de amarte, Daniel. No lo he hecho, incluso cuando me fui, incluso cuando las circunstancias nos separaron. Estaba esperando el momento adecuado, esperando que tú también lo sintieras, esperando que ambos pudiéramos darnos esa oportunidad. ¿Y ahora esto? ¿Cómo puedes decirme que no te importa?

Sé que he cometido errores, sé que no fui perfecto, pero lo hice por amor. Y tú… tú decides que ahora te gusta alguien más, que ese alguien más te hace sentir completo. No sé qué es peor, si la traición de tu indiferencia, o el hecho de que me hayas dejado tan vacío, como si lo que compartimos no valiera nada.

Esto, lo que haces, me hiere más que cualquier palabra que hayas podido decirme. Pero te demostraré que soy digno de ti. Te demostraré que merezco una vida contigo, que merezco una oportunidad. Te amo. 

Raúl. 

***

TAZARTE

La sala está llena de una energía palpable, como si la música pudiera levantarse de las cuerdas y tomar forma. Las paredes del salón resuenan con la armonía de la orquesta juvenil, cada instrumento contribuyendo a la atmósfera de tensión y emoción que se despliega ante mí. Puedo sentir las vibraciones en el aire, las notas fluyendo a través de la sala con una intensidad que apenas se puede contener. La madera de los instrumentos, el metal de los metales, el crujir de los arcos sobre las cuerdas… todo esto es lo que he entrenado por años a escuchar.

Mi cuerpo se mueve con la música, mis manos dictan el ritmo mientras las orquestas siguen cada uno de mis gestos, como si todo fuera uno solo. La batuta en mis dedos parece un simple accesorio, porque sé que es la conexión invisible lo que realmente marca el tempo. Mientras muevo mi mano hacia los violines, mis ojos se enfocan en ellos, buscando la precisión, la belleza. La sección de cuerdas comienza a desplegar una melodía que se eleva con suavidad pero con una fuerza contenida, y me siento como si mi alma estuviera entrelazada con cada nota.

Cierro los ojos un momento, permitiendo que la música me envuelva, que cada vibración pase por mi piel. Me concentro profundamente, aunque mi mente sigue vagando por otras corrientes. Daniel. Los recuerdos de sus besos, su piel, sus caricias. ¿Cómo podría olvidarlo mientras me encuentro aquí, frente a esta orquesta que vive y respira a través de mis movimientos? ¿Cómo hacer que mi corazón se enfoque solo en la música cuando mi alma grita su nombre?

Abro los ojos y me concentro, mirando ahora a la sección de violines, su arco deslizando con rapidez y suavidad, elevando la melodía hacia su punto más alto. Los músicos me miran con atención, esperando mi indicación, sabiendo que, como director, soy el que les dice cuándo tocar, cuándo callar, cuándo entregar su alma a la pieza.

Mis manos suben y bajan con la batuta, cada movimiento orquestando un sonido, una armonía, un suspiro. La música se eleva, y yo soy su guía, su faro en medio de un mar de notas y silencios. Cada gesto que hago es un reflejo de mi mente, mi cuerpo y mi alma, y en este momento, me siento conectado con todo lo que me rodea. Pero hay algo dentro de mí que sigue incompleto, algo que necesita ser escuchado y entendido.

Mi mente, aunque envuelta en la belleza de la melodía, no puede evitar regresar a Daniel.

⎯Venga…⎯ Animo en el crescendo, mis manos moviéndose con la energía creciente de la pieza. El sonido se intensifica, como si las cuerdas de la orquesta pudieran desgarrar el aire, mientras mis brazos conducen a cada músico en una danza que busca el clímax, el desenlace. La emoción de la pieza se desborda, pero no puedo evitar que mi mente también se sienta arrastrada por el mismo torrente de pasión, como un pirata que navega en aguas desconocidas.

Es una historia de amor, de piratas, de pasiones. El violín alza su tono, con el viento de los metales dándole alas. Cada instrumento se une como una tripulación, una orquesta perfectamente sincronizada, mientras yo soy el capitán, el timón de este barco de sonidos. Cada una de las notas parece contar su propia historia, una de lucha, de traiciones y, sobre todo, de deseo. La melodía fluye como un mar embravecido, y puedo sentir cómo mis dedos se mueven al compás de esa tormenta interna que me consume.

Mi mirada recorre a los músicos, sus rostros concentrados, comprometidos con la historia que estamos contando sin palabras. La intensidad de la música lo dice todo: el amor imposible entre dos almas condenadas a perderse, pero que se siguen buscando en cada compás, en cada acorde de cuerdas y metales. 

En ese momento, la música se hace aún más intensa, alcanzando el clímax que he estado esperando. Y siento que mi corazón también late al ritmo de la orquesta, cada golpe de percusión retumbando en mi pecho. La pasión que emana de esta pieza no solo está en las notas, sino también en lo que callamos: las palabras no dichas, las promesas rotas, los amores que no podemos tener. Y a pesar de que la música nos rodea, mi mente no puede dejar de pensar en Daniel, en cómo su ausencia llena cada silencio, cómo su ausencia me persigue en cada nota.

⎯¡Más, más!⎯ grito, sintiendo cómo las últimas notas se escapan como el último suspiro de un amante perdido, y la orquesta responde, superando el último esfuerzo. Un acorde final, resonante, como un último beso apasionado antes de que todo se detenga.

Cuando la última nota se apaga, un suspiro se extiende por la sala. Estoy agotado, pero también en paz, por un momento. El amor, el fuego, la pasión. Lo he dejado todo en la música. Pero a veces, la historia no se puede contar solo con notas. A veces, lo que no se dice, lo que se guarda en silencio, habla más fuerte que cualquier melodía.

⎯Venga…⎯ Ánimo en el crescendo, mis manos moviéndose con la energía creciente de la pieza. El sonido se intensifica, como si las cuerdas de la orquesta pudieran desgarrar el aire, mientras mis brazos conducen a cada músico en una danza que busca el clímax, el desenlace. La emoción de la pieza se desborda, pero no puedo evitar que mi mente también se sienta arrastrada por el mismo torrente de pasión, como un pirata que navega en aguas desconocidas.

Es una historia de amor, de piratas, de pasiones. El violín alza su tono, con el viento de los metales, dándole alas. Cada instrumento se une como una tripulación, una orquesta perfectamente sincronizada, mientras yo soy el capitán, el timón de este barco de sonidos. Cada una de las notas parece contar su propia historia, una de lucha, de traiciones y, sobre todo, de deseo. La melodía fluye como un mar embravecido, y puedo sentir cómo mis dedos se mueven al compás de esa tormenta interna que me consume.

⎯¡Más, más!⎯ grito, sintiendo cómo las últimas notas se escapan como el último suspiro de un amante perdido, y la orquesta responde, superando el último esfuerzo. Un acorde final, resonante, como un último beso apasionado antes de que todo se detenga.

Cuando la última nota se apaga, un suspiro se extiende por la sala. Estoy agotado, pero también en paz, por un momento. El amor, el fuego, la pasión. Lo he dejado todo en la música. Pero a veces, la historia no se puede contar solo con notas. A veces, lo que no se dice, lo que se guarda en silencio, habla más fuerte que cualquier melodía.

⎯Bien. Muy bien⎯les felicito, mientras observo cómo cada uno de los estudiantes de la orquesta comienza a recoger sus cosas. El eco de las últimas notas aún resuena en las paredes del salón, una vibración que parece no querer desvanecerse. Todos parecen satisfechos con el ensayo, y lo están, especialmente después de tantas semanas de arduo trabajo.

De reojo, veo a Jo Carter entrar en la sala, su presencia siempre cautivadora, con esa energía tranquila que parece hacer que todo en la habitación se acomode a su paso. Es imposible no notar cómo, de alguna manera, hace que cualquier lugar se sienta suyo, como si tuviera el poder de transformarlo, de convertirlo en algo único con solo estar allí.

⎯La próxima semana comenzaremos a ensayar diario. La inauguración de nuestra nueva Casa está cerca y debemos ser perfectos. También nos acompañarán los músicos profesionales. Aprendan de ellos y disfruten tocando con ellos. En fin. Ya pueden irse, son libres⎯les digo, dándoles una última mirada, mientras ellos se apresuran a abandonar el salón. Hay una sensación de alivio en el aire, como si la tensión de la práctica finalmente hubiera sido liberada.

Los estudiantes se alegran, algunos incluso saltando ligeramente de felicidad, con un “gracias maestro” al unísono, y se dispersan rápidamente. Mientras los últimos se van, Jo permanece en el salón, esperando a que el ruido de los estudiantes se apague un poco para acercarse.

⎯¿Estrenando la Casa de la música?⎯me pregunta, con esa sonrisa franca que siempre acompaña sus palabras, una sonrisa que siempre parece saber algo más de lo que deja ver.

⎯No podía esperar a tocar aquí, además, Valentina y David me dijeron que ya era mía, así que puedo tomar disposición de ella⎯respondo, con un tono más relajado, porque en realidad estoy disfrutando del nuevo espacio. 

Jo se acerca a los ventanales que dan al jardín. Puedo ver cómo sus ojos observan el paisaje mientras se deja envolver por el ambiente del lugar. 

⎯¿Cómo va todo con Daniel?⎯me pregunta, sin apartar la vista del jardín. Hay algo en su tono, una ligera curiosidad que me hace saber que ella no pregunta solo por cortesía. Jo siempre tiene una forma de hacer preguntas que se sienten más como un análisis, como si estuviera desmenuzando mis pensamientos, mis intenciones.

⎯Va bien…⎯respondo, a propósito con la voz algo neutra, como si no quisiera dar demasiados detalles. Pero, sé que mi tono es más relajado de lo que debería ser, como si hubiera un secreto en ese “va bien” que no quiero compartir completamente.

Ella voltea a verme, y en sus ojos hay una chispa de duda, algo que sé que está buscando. Jo tiene una habilidad para leer a las personas que no se puede ocultar. Su mirada es penetrante, como si intentara desentrañar todo lo que estoy guardando detrás de esa calma que intento proyectar. No importa cuán bien me oculte, ella sabe que hay algo más.

⎯¿Sólo bien?⎯inquiere, la pregunta apenas se forma en su boca y ya sé que está esperando una respuesta más completa, algo que no pueda esconder tan fácilmente. Sé que se quiere meter en mi mente, como siempre lo hace, para ver qué es lo que realmente está pasando.

⎯Muy bien…⎯respondo con una sonrisa que intento que suene natural, pero sé que no engaño a Jo. Estoy seguro de que puede ver la ligera incomodidad en mi rostro, el pequeño gesto de duda que no logro evitar.

⎯Venga… dime⎯dice, su tono es cálido, pero también insiste, un poco juguetona, como si disfrutara un poco demasiado de la situación. No la culpo. Jo tiene una manera de hacer que las preguntas no se sientan como una intrusión, pero lo son, de alguna manera. Siempre quiere más, siempre quiere llegar al fondo.

⎯¿Qué?⎯pregunto, desentendido, como si no supiera exactamente a qué se refiere, aunque en el fondo ya sé que está buscando más detalles.

⎯Sospecho algo… ¿qué es?⎯me pregunta, con esa confianza en su voz que nunca me deja dudas. Jo sabe que no me atrevería a mentirle, que no podría guardarle secretos por mucho tiempo.

Me río levemente, sintiendo cómo una ligera incomodidad me recorre el cuerpo. Jo quiere detalles y yo no estoy dispuesto a dárselos tan fácilmente. La verdad es que aún no sé si quiero hablar de esto, si quiero compartir lo que realmente está pasando con Daniel y conmigo. Es algo que me sorprende, algo que aún no tengo completamente claro. Pero Jo, como siempre, no me dejará ir tan fácilmente.

⎯¿No puedes conformarte con un “muy bien”?⎯le pregunto, intentando restarle importancia al tema. No quiero ser tan directo, no quiero abrir esa puerta, pero sé que ella no se va a conformar. Jo nunca se conforma con lo básico, siempre va más allá.

⎯No… venga, quiero más⎯insiste, cruzando los brazos sobre el pecho, con esa expresión de confianza que me dice que no se va a rendir hasta obtener lo que quiere.

Dejo las partituras sobre el atril y suspiro. Estoy atrapado, es inútil intentar seguir ocultando lo que está sucediendo.

⎯Hubo uno que otro beso⎯digo finalmente, reconociendo que ya no hay forma de escapar de su insistencia.

⎯¡Sí!⎯expresa feliz, como si hubiera ganado algo importante. Su sonrisa es amplia, casi triunfante. Sé que esperaba escuchar eso, pero también puedo ver que algo más se está cocinando en su mente.

Me siento un poco vulnerable, pero también, hay una extraña sensación de alivio. Ya no puedo seguir ocultándolo, ni quiero hacerlo más. Y aunque Jo se ve encantada con mi respuesta, sé que, ahora más que nunca, me va a bombardear con preguntas. Pero por una vez, me siento dispuesto a enfrentarlas.

⎯¿Te gustó?, ¿le gustó a Daniel?⎯Jo sigue presionando, su voz llena de curiosidad y emoción, como si estuviera disfrutando cada palabra que sale de mi boca. No la culpo. Tiene una forma de hacerme sentir como si todo esto fuera una especie de juego, algo que debo descubrir y compartir con ella.

⎯Nos gustó⎯respondo, un poco menos seguro de lo que realmente significa esa afirmación. 

⎯¿Ya son novios?⎯insiste, con ese brillo en los ojos que tiene cuando está convencida de que la respuesta está a punto de salir.

⎯Bueno, eso no lo sé⎯digo con una sonrisa que intento que suene tranquila, aunque en el fondo siento la incomodidad de no tener una respuesta definitiva.

⎯¿Cómo que no lo sabes?⎯Jo me lanza la pregunta como si fuera un insulto. Me mira, casi escandalizada por mi falta de claridad.

⎯No lo hemos comentado…⎯admito, sintiendo el peso de sus ojos observándome como si estuviera cometiendo un error monumental.

⎯¡Dios! Dale una bonita declaración. Daniel merece que se le declaren…⎯me dice, moviendo las manos como si estuviera organizando un escenario ideal en su mente. ⎯¡En la playa!, ¡no!, en un jardín… ¿quieres que te cierre el Descanso solo para ti?

⎯¡Guau!, espera, espera…⎯respondo, riendo, un poco sobrepasado por la idea de que Jo ya esté planeando una propuesta tan grandiosa para algo que ni siquiera he definido todavía.

Ella se queda allí, esperando una reacción, con una sonrisa que lo dice todo. No puedo evitar reírme ante su entusiasmo, pero al mismo tiempo, la sensación de que todo se está acelerando me da un poco de miedo. ¿Estamos listos para esto? ¿Estoy listo para ponerle nombre a lo que está pasando entre Daniel y yo?

⎯No tienes que hacer nada tan grande⎯digo, intentando calmarla, aunque en el fondo, una pequeña parte de mí se siente atraída por la idea de una declaración grandiosa, algo que se quede grabado.

⎯Daniel, después de todo lo que pasó, necesita algo grandioso. No puedes hacer algo mínimo. ⎯me responde Jo, con su voz llena de convicción, como si hubiera planeado cada paso de este proceso sin siquiera consultarme.

⎯Lo pensaré. Antes tengo que hablar con él. Necesitamos dejar muchas cosas claras y… ⎯empiezo a decir, sin saber si realmente soy capaz de poner en palabras todo lo que siento o si estoy simplemente tomando una pausa.

⎯Bart⎯menciona Jo, interrumpiendo mis pensamientos.

⎯¿Qué pasa con Bart? ⎯pregunto, bastante intrigado por el giro que está tomando la conversación. No había planeado que Bart volviera a salir, pero sé que todo esto no se resolverá mientras él siga siendo una sombra entre nosotros.

Jo saca un móvil nuevo y me lo da, con una mirada firme en sus ojos.

⎯Daniel necesita despedirse de Bart. ⎯dice, como si fuera la solución más sencilla del mundo.

⎯¿Por qué? ⎯pregunto, realmente no entendiendo. ⎯Será mejor dejarlo así.

Jo suspira profundamente, parece exasperada por mi falta de comprensión, como si las piezas fueran tan obvias para ella.

⎯Porque trae la duda de Bart. Comenta seguido sobre él. Si apagamos el fuego de una vez con sólo una llamada, se resolverá todo. ⎯insiste.

⎯Jo… ⎯respondo, sintiendo una leve incomodidad en mi pecho. ⎯Creo que deberíamos dejarlo por la paz. Logré que Daniel no supiera que yo soy Bart. No creo que valga la pena. Lo olvidará. ⎯insisto, aunque no estoy seguro de lo que estoy diciendo.

Jo me mira fijamente, parece considerar mis palabras, pero en su rostro hay una mezcla de compasión y determinación. 

⎯Una llamada. Le dices que debes retirarte y ya. Le cuelgas para siempre y dejas a Bart fuera de la jugada. ⎯Jo se ve decidida, pero hay una dureza en su voz que no me gusta.

⎯Creo que sería jugarme el pellejo de nuevo. Ya había logrado librarme de que Daniel descubriera que Bart, ese hombre con el que hablaba, en verdad era yo. Ya no necesita a Bart. ¿Por qué traerlo de vuelta? ¿Para qué pensar que me burlo de él? ¿Que jugué con él? ¿Que Daniel fue engañado por mí? ⎯mi voz se quiebra mientras trato de calmar la ansiedad que se forma en mi pecho. Ya no quiero más mentiras, no más engaños.

Jo me observa con una mezcla de frustración y comprensión. Sabía que esto no sería fácil, pero no esperaba que me sintiera tan pesado al respecto.

⎯No lo digas así. Sabes que no fue así. ⎯sus palabras intentan calmarme, pero en el fondo sé que no se trata solo de las mentiras. Es más profundo. Es el miedo a que todo lo que estoy construyendo con Daniel se derrumbe por algo que no tiene sentido.

⎯Jo… ⎯hago una pausa, respirando profundo. ⎯Ya obtuviste lo que deseabas, ¿no? Que estuviéramos juntos… déjalo por la paz. ⎯termino, sintiendo una mezcla de agotamiento y frustración.

Jo sonríe. 

⎯Vale, tienes razón. Mejor lo dejamos así. 

⎯Admito que Bart, el fingir ser Bart en el móvil, me ayudó a conocer a Daniel sin que él lo supiera, y que me dio una ventaja. Sé que no fue la manera más honesta, pero en su momento, me pareció una forma de acercarme a él. El secreto de Bart me permitió entender a Daniel desde una perspectiva que nunca habría tenido de otra manera. Observé sus pensamientos, sus inseguridades, sus sueños. Y con cada palabra que intercambiábamos, me iba enamorando más. Ahora, con él aquí, con nosotros juntos, me doy cuenta de que Bart debe desaparecer, que no puedo seguir usando esa máscara. Fue divertido pero, ya no más. 

Jo toma el móvil de mis manos y lo pone en su bolso, antes de envolverme con un cálido abrazo.

⎯Me encantará recibirte en la familia, Tazarte ⎯me dice con una sonrisa sincera. 

La abrazo de vuelta, un poco sorprendido por la calidez de sus palabras, pero también conmovido.

 ⎯A mí también me encantará, pero, todavía falta. ⎯respondo, con una sonrisa un tanto tímida, sabiendo que todavía hay mucho que recorrer en mi relación con Daniel, y con la familia.

Jo suelta una pequeña risa, como si todo ya estuviera resuelto en su mente. ⎯Claro que no… ya te veo en la boda de Lila y Alegra. En las Navidades, en las fotografías familiares anuales. Tazarte de la Mora, te veo llamándote primo. ⎯continúa con entusiasmo, sin dudar ni un segundo en que yo seré una parte fundamental de todo eso.

Sonrío, un poco sorprendido por la confianza de Jo, y al mismo tiempo, un poco conmovido por lo que implican sus palabras. 

⎯Eso suena… bien. ⎯respondo, buscando no parecer demasiado emocionado, pero sabiendo que, en el fondo, eso es todo lo que realmente quiero. Ser parte de algo, tener esa conexión real con alguien que me valore de verdad.

Jo, nota mi mezcla de sentimientos, me da un suave empujón hacia la puerta. ⎯Ahora, ve y dale a Daniel la mejor declaración de amor del mundo. ⎯ me dice con un brillo travieso en sus ojos, dándome la última motivación que necesito para dar ese paso hacia el futuro que he estado esperando.

La mira, dudando un momento, pero finalmente asiento.

 ⎯Lo haré ⎯respondo, con la firme decisión de que es hora de hacer frente a mis propios sentimientos y dejar atrás las dudas.

Con una última mirada hacia Jo, salgo del lugar, dispuesto a enfrentar el amor y la vida. Es hora de darle a Daniel lo que siempre ha deseado. 

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Ana Maros

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Con cariño.

6 Responses

  1. Que susto eso de Bart, yo le tengo miedito cuando Daniel se de cuenta, yo hubiera hecho lo que dijo Jo, darle un cierre y ya. Pero bueno, espero no sea contraproducente eso. Esperemos como sera esa declaracion epica. ❤️

  2. Al fin logré ponerme al día…
    Daniel y Tazarte merecen estar juntos, vivir el amor que están descubriendo en su totalidad, sin temores. Pero para que eso llegue tienen que ser sinceros, AMBOS.
    Entiendo que Taz carga con el secreto de Bart y que si lo sigue ocultando, eso le va a explotar en la cara cuando menos lo espere…
    Por otro lado los mensajes que Daniel recibe de Raúl, aunque diga que ya no le causan el mismo efecto que cuando era más jóven, no debería ocultarlo porque si está construyendo algo nuevo, bonito y real con Taz, el deberia saberlo. O de plano cambiar de número celular, porque si no eso en algún punto le va a jugar en contra.

    Ya siento el dolor y la tristeza de lo que eso podría causarles y me da miedito que cómo eso puede beneficiar a quienes no les gusta la idea de verlos juntos 😞

  3. No sé por qué siento en mi ❤️ que algo no está bien con esta conversación… Sospechoso.

    Espero equivocarme 😔.

  4. Me parece bien que Bart quede en el recuerdo
    Por otro lado. Los mensajes de Raúl deben tener fin porque Daniel merece tener su amor real. Es solo un desafío. Estoy segura que Daniel sabra alejarlo

  5. Por mas transformaciones que haya, esa casa tiene oídos. Ojalá que alcancen a hablarse con verdades antes de que les lleguen por terceros y duelan. La confianza no se recupera

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