AMIR
⎯¿Dónde estabas?⎯ escucho la voz de mi madre, mientras voy subiendo las escaleras para ir a mi habitación. La ignoro por un instante, pero al sentir su mano tomando mi brazo, sé que no tengo escapatoria⎯. Te estoy hablando.
⎯¡Mamá!⎯ La voz chillona de mi hermana sale de la habitación⎯. Me estabas ayudando con mis maletas.
⎯¡Ven para acá, Amir!⎯ habla mi madre, mientras me mete a la habitación de mi hermana.
Me dejo llevar, es mucho mejor que resistirme. Entro a la habitación y noto que mi hermana tiene ropa distribuida por toda su habitación. No sólo es ropa de ella, también nueva. Las bolsas y las cajas están dispersas por toda la habitación, y hay cinco maletas abiertas.
⎯¿Dónde estabas?⎯ me pregunta mi mamá una vez más⎯. Fui a tu habitación y me dijeron que estabas abajo con Amira.
Mi madre me lanza una mirada fulminante antes de dirigir su atención a la mucama que está en la habitación, doblando unas prendas. Con un leve movimiento de cabeza, le indica que debe salir. La mujer obedece de inmediato, pero mi madre espera unos segundos después de que la puerta se cierra para abrirla de golpe y revisar el pasillo. Solo cuando se asegura de que nadie está escuchando, vuelve a mirarme con el ceño fruncido.
⎯¿Qué hacías con ella? ⎯pregunta, su tono bajo, pero cargado de una amenaza silenciosa.
⎯Pues… fui a averiguar si sabe que estuve detrás del robo ⎯contesto.
Un segundo de silencio. Luego, mi madre explota.
⎯¡¿Acaso estás loco?!
⎯Mamá… ⎯Intento calmarla, pero no me deja.
⎯¿Cómo se te ocurre hacer eso? ¡Pudiste haberte delatado! ⎯me regaña, la rabia crispando cada uno de sus gestos.
⎯No soy tonto, mamá ⎯le advierto con el ceño fruncido.
⎯¡Sí, sí lo eres! ⎯exclama, acercándose peligrosamente⎯. Yo moviendo cielo y tierra para que nadie sospeche de ti, y tú vas y te expones como un idiota.
Aprieto la mandíbula. No me gusta que me hable así, como si no supiera lo que hago.
⎯No dije nada comprometedor ⎯insisto⎯. Solo quería medir su reacción.
⎯¿Y qué lograste? ⎯pregunta con ironía.
Voy hacia el único sofá vacío y me dejo caer con pesadez. Apenas me acomodo, noto que mi hermana no me quita la vista de encima. Su expresión es severa, y aunque intenta mantener la compostura, puedo ver la impaciencia en sus ojos.
⎯Logré descubrir que Amira no sospecha nada, ¿vale? ⎯digo, con la intención de calmarla.
⎯Amir. ⎯Su tono es tajante, y sé lo que viene⎯. Te voy a pedir que dejes de hacer tonterías. Faltan exactamente dos semanas para mi boda y la próxima semana llegan mis futuros suegros. No quiero que lo arruines.
Resoplo, cruzándome de brazos.
⎯Lo sé. Nadie arruinará tu boda. ⎯Desvío la mirada hacia mi madre, buscando su reacción⎯. Amira no sospecha nada porque no estuvo todo el día en el hotel, así que no vio nada.
Mi madre, quien hasta ahora había permanecido en silencio, arquea una ceja con interés.
⎯¿No estuvo en todo el día? ⎯pregunta, su tono calculador.
⎯Así es… ⎯asiento lentamente⎯. Fue a la playa y a la ciudad.
Ella no dice nada de inmediato, pero sus ojos se entrecierran ligeramente. Sé que su mente ya está procesando la información, evaluando si eso es un alivio o un problema.
⎯¿Sola? ⎯inquiere tras unos segundos.
⎯Supongo. Me dijo que en Madrid solía hacerlo. Pero le comenté que aquí no era bien visto, así que le puse un chaperón ⎯digo con seguridad.
Mi madre entrecierra los ojos y ladea ligeramente la cabeza.
⎯¿Cómo? ⎯pregunta con un tono que de inmediato me hace perder toda la seguridad.
Trago saliva.
⎯Un chaperón, mamá. Alguien que la acompañe.
⎯Sé que es un chaperón ⎯me contesta⎯. Sólo que no comprendo, ¡quién te dió permiso de hacero eso! ⎯me grita.
⎯¡Yo, mamá!, ¡yo! ⎯le respondo⎯. No te comprendo. Quieres que tome decisiones, me dices que Amira será mi esposa, que debo agradarle. Y hago algo y, ¿me regañas? ¡Qué es lo que quieres!
Mi madre se tranquiliza un poco, pero no deja de verme con seriedad. Su mirada es inquisitiva, fría, como si pudiera ver a través de mí y descubrir cada mentira, cada omisión.
⎯¿Y quién es el chaperón? ⎯pregunta con voz medida, pero firme.
Me rasco la nuca, incómodo.
⎯¡Ay! Óscar, Omar… no sé. No recuerdo el nombre.
Mi hermana deja escapar un bufido exasperado y rueda los ojos.
⎯No puedo creer que no te sepas los nombres de las personas que trabajan para ti. Te apuesto que Nadir ya se los sabe.
Su tono es burlón, pero también hay un dejo de reproche. Aprieto la mandíbula y la fulmino con la mirada.
⎯Cállate ⎯respondo, seco.
Mi madre ignora nuestro intercambio y mantiene su atención fija en mí.
⎯¿Ella te lo pidió? ⎯pregunta con voz neutra, pero sus ojos oscuros me atraviesan.
⎯No ⎯respondo de inmediato, pero en cuanto lo hago, me arrepiento.
Mi madre no dice nada. Solo me observa con el ceño apenas fruncido, pero sé que está analizando cada una de mis palabras, buscando las fisuras en mi mentira.
⎯Bueno… sí, Amira me lo pidió ⎯me corrijo, intentando sonar más convincente.
Ella sigue mirándome, pero sé que en realidad no me está viendo a mí. Está procesando, conectando puntos que tal vez yo ni siquiera he considerado.
⎯¿Por qué crees que te pidió a Omar? ⎯inquiere al fin, su tono más reflexivo que acusador.
Titubeo un segundo.
⎯Pues… no sé. No le veo mucha importancia ⎯respondo, intentando restarle peso al asunto.
Pero sé que a ella sí le importa. Mi madre nunca pregunta algo sin motivo, y lo que para mí parece un detalle sin relevancia, para ella puede ser una pieza clave en un rompecabezas que yo ni siquiera sabía que existía.
Se cruza de brazos, pensativa.
⎯Amira no es tonta ⎯dice con lentitud⎯. Si pidió a alguien en específico, debe tener una razón.
⎯O simplemente no quería andar sola con cualquiera ⎯digo con indiferencia, encogiéndome de hombros.
Mi madre niega con la cabeza, no está segura de esa teoría.
⎯Por algo escogió a Omar. Por algo… dejas mucho tiempo sola a Amira…
⎯Porque no quiero estar con ella… ⎯agrego, cruzándome de brazos.
⎯No… aquí hay algo. Aquí hay algo… y voy a averiguar qué es.
Suelto un suspiro pesado, harto de su paranoia.
⎯¿Qué puede haber, mamá? Es Amira aburrida en el hotel y no la culpo.
⎯No, no… ⎯repite, pero ya no me está mirando a mí, sino a mi hermana.
Hay un intercambio silencioso entre ellas, una conexión que no logro descifrar, pero que me incomoda. Antes de que pueda decir algo más, mi madre se acerca al teléfono de la habitación y marca el cero con calma calculada.
⎯¿Sí? Manden a la habitación de la señorita Khalil a Hakim. Gracias.
Cuelga con la misma tranquilidad con la que pidió aquel favor.
⎯¿Qué haces? ⎯pregunto, con el ceño fruncido.
Pero no me responde. En su lugar, se acomoda en el sofá, impasible.
Momentos después, alguien toca la puerta. Mi madre se levanta y la abre sin prisa. En el umbral está Hakim, el portero de la entrada, con su postura recta y la expresión neutra de quien ya ha hecho este tipo de encargos antes.
⎯Dígame, señora.
Mi madre sonríe apenas y asiente, complacida de su eficiencia.
⎯Hakim, necesito de tus servicios de nuevo ⎯dice, con la misma naturalidad con la que pediría una copa de vino en la cena⎯. Quiero que me des santo y seña de la señorita Lafuente. Quiero saber qué hace, dónde va, con quién y dónde se mueve. Me reportarás cada hora, ¿vale?
⎯Claro que sí ⎯responde Hakim sin titubear.
⎯Y, sobre todo ⎯continúa ella, entrecerrando los ojos⎯, cada vez que salga con Omar, me dirás dónde va, en seguida… ¿de acuerdo?
Hakim asiente con la cabeza.
⎯De acuerdo.
El peso de sus palabras cae sobre mí como una losa.
⎯¿Qué haces, mamá? ⎯insisto, esta vez con un tono más bajo.
Por un momento siento una punzada de lástima por Amira. No sabe en lo que se está metiendo.
Mi madre me dedica una sonrisa serena, pero en sus ojos hay una frialdad que hace que se me erice la piel.
⎯Sabes que me gusta saber lo que pasa en mi hotel… es todo.
No dice nada más, pero no lo necesita. Ya ha movido sus piezas y yo, de nuevo, he provocado el inicio de este juego.
Hakim se va y de nuevo nos quedamos solos.
⎯Mamá. ⎯Y tú ⎯me dice con ese don de mando que posee⎯. Te vas a quedar callado, ¿comprendes? Ya no muevas nada. No quiero que arruines la boda de tu hermana. ¿De acuerdo?
⎯Te lo pido, Amir ⎯concuerda mi hermana, con los brazos cruzados.
⎯Está bien… pero creo que estás exagerando con Amira.
⎯Yo sabré qué tanto exagero. Además, solo estoy cuidando tus intereses, Amir. ¿No querrás que alguien más se quede con lo que te va a corresponder o sí? ⎯me advierte mi madre.
Río bajito, incrédulo ante su paranoia.
⎯¿Omar? El padre de Amira jamás dejaría que pasara eso… no te preocupes por ello.
⎯Yo me preocupo por todo ⎯dice con un tono de voz que deja claro que no piensa ceder. ⎯Mi madre me estudia con la mirada, como si intentara descifrar lo que pasa por mi cabeza. Mi hermana, por su parte, sigue organizando sus maletas con el mismo esmero que ha mostrado durante toda la tarde, aunque sé que escucha cada palabra que decimos⎯.No te confíes, Amir ⎯advierte mi madre⎯. Este hotel tiene muchos secretos. No queremos que Amira tenga secretos con nosotros. Así que haz lo que te digo. Y la próxima vez, ¡ofrécete tú a acompañarla! No andes tomando decisiones idiotas ⎯me regaña.
Al parecer. No importa cómo juegue, siempre termino perdiendo. Así que me pongo de pie, y voy hacia la puerta.
⎯Me voy… iré a hacer lo que si se me permite…
⎯¿Apostar nuestro dinero en el club? ⎯pregunta mi hermana.
No respondo. Sólo cierro la puerta. No hay más qué decir.
Necesito un accidente para el auto de Aida y me encantaría que la boda de la hermana sea un escándalo JAJAJAJJAJA
Siiii Porfa Ana arruina la boda de la hermana
Que señora para más infeliz… Ojalá q Nadir encuentre pronto las pruebas quizás en la boda para que sea un gran espectáculo
Me ofrezco para entrar gritando “yo me opongo” JAJAJA. Qué miedo esa mujer y qué inutil ese Amir!
Hasta siento lastima por Amir… Tener esa madre debe ser el infierno en la tierra. No puede ni respirar sin que la madre pregunte por qué lo hace.
Por otro lado, es tan mala que seguramente no me sorprendería que pueda incluso acusar a Amira de faltar a su compromiso con Amir.