DANIEL 

Nos trasladamos a la habitación. Aún seguimos a oscuras, no porque Tazarte no haya podido encontrar el interruptor, sino porque yo se lo he pedido. El ambiente está cargado de una tensión suave, y me siento sorprendentemente tranquilo, más de lo que había imaginado.

⎯¿Cerrarás la puerta? ⎯pregunto, con un hilo de voz, sin atreverme a mirarlo directamente.

⎯¿Quieres que la cierre? ⎯responde, la suavidad de su voz llena de una calidez reconfortante.

Sé que estamos completamente solos, y que no hay nadie más aquí, pero aún así me siento más seguro si él lo hace. Tazarte se dirige hacia la puerta y la cierra con cuidado. Después, regresa hacia donde me encuentro de pie. La luz tenue que se cuela a través de las cortinas es suficiente para vernos, pero al mismo tiempo mantiene el aire de anonimato, como si el mundo afuera no existiera.

El silencio entre nosotros es denso, pero no incómodo. Es un silencio expectante, como si ambos estuviéramos esperando algo, sin atrevernos a dar el siguiente paso. Tazarte está cerca, tan cerca que puedo escuchar su respiración profunda, igual de lenta que la mía, como si ambos tratáramos de calmar los latidos agitados en nuestro pecho.

⎯¿Está bien así? ⎯me pregunta en un murmullo, su voz llena de una suavidad que me relaja, pero también me hace sentir más vulnerable.

Asiento con la cabeza, sin poder apartar la vista de él. Sus ojos oscuros me observan con una mezcla de paciencia y algo más, algo que no sé nombrar, pero que hace que mi corazón se acelere. Su mano se desliza lentamente por mi cuello, el contacto tan suave que siento cada uno de sus dedos como una caricia, un sendero invisible que me estremece. Siento una ola cálida recorrerme, algo que no puedo identificar del todo, pero que me hace sentir más vivo que nunca.

⎯¿Estás bien? ⎯me pregunta de nuevo, con una suavidad que parece querer penetrar mi alma.

⎯Nervioso ⎯confieso, mi voz apenas un susurro⎯. Yo…

⎯No necesito que me cuentes nada ⎯me interrumpe, con una calma que me tranquiliza. ⎯Solo quiero que sepas que este es un lugar seguro. Nadie va a obligarte a nada, nadie va a herirte. Solo estamos tú y yo y nada más.

Sus palabras, tan llenas de comprensión, me calman. Siento que puedo respirar, que el miedo que había estado reteniendo por tanto tiempo comienza a desvanecerse. Mientras me habla, su mano continúa su trayecto, bajando lentamente hacia los botones de mi camisa, desabrochándolos con una delicadeza que me sorprende. Al ver mi torso, sus ojos brillan por un momento, y sonríe.

⎯Quién iba a pensar que los auditores tenían tan buen cuerpo ⎯bromea, y la suavidad de su tono, mezclada con la sorpresa en su voz, me hace reír bajito.

Es una risa tímida, insegura, pero que me libera de una parte de la tensión que siento. Quiero tocarlo, quiero recorrer cada centímetro de su piel, pero estoy tan nervioso que no sé por dónde empezar. Así que dejo que él continúe. Dejo que su toque me guíe, que sea él quien decida el ritmo. 

Él parece entenderlo, y sus manos se mueven con seguridad, pero con una ternura que me desarma. Cada gesto suyo está lleno de respeto y cuidado. La suavidad de sus caricias, el roce de su piel contra la mía, me hace sentir más conectado con él de lo que jamás pensé que podría estarlo con alguien.

El espacio entre nosotros se llena de una energía nueva, algo que no se puede definir con palabras, pero que se siente en cada toque, en cada respiración compartida. Y aunque mis manos tiemblan ligeramente, hay algo en su presencia que me hace sentir seguro, como si todo lo que había vivido hasta ahora no importara, como si este fuera el momento por el que todo lo demás había valido la pena.

Su mano vuelve a subir por mi brazo hasta mi cuello, y en unos momentos, mi camisa se desliza por mi piel hasta caer al suelo. Sus dedos recorren mi clavícula, la línea de mi torso y luego desaparecen en los músculos de mi abdomen. 

⎯Eres perfecto ⎯murmurmura⎯. Eres perfecto. 

Paso saliva, tratando de controlar mis nervios. Él, dando el paso que yo no me atrevo, se quita la camisa polo y descubre su pecho. Puedo ver su torso marcado ligeramente. 

Casi sin pensar, alcanzo su cuello, acariciando la suave piel que se extiende hasta su mandíbula. El contacto es familiar, pero nuevo al mismo tiempo. Lo toco para confirmar que es real, y que estoy aquí con él. 

⎯Yo… ⎯murmuro⎯. No sé cómo hacer esto bien ⎯digo con pena. 

Tazarte se acerca más y acaricia mi cabello. Lo hace lento, como si quisiera relajarme. Cierro los ojos al sentir su toque. Siento su cuerpo, su calor. Sus manos bajan y comienzan a tocar otras partes de mi piel. Las caricias se hacen lentas, más profundas. Me siento seguro, fuera de este espacio sólo hay ruido; dentro, hay tranquilidad. 

Inesperadamente, sus labios rozan mi frente en un suave beso, y mi corazón late más rápido. Nunca me había sentido tan vulnerable, pero, de alguna manera, en este momento, es lo que más deseo. No hay temor, sólo una sensación de ser visto, de ser comprendido. 

⎯Déjame demostrarte ⎯murmura, y aunque sus palabras no tienen prisa, hay una intensidad en su voz que hace que me sienta deseado. 

Cierro los ojos, permitiéndome ser arrastrado por la suavidad de su toque, pero pronto, crece en intensidad como un fuego que comienza a encenderse. Sus manos buscan algo más que el contacto; son un reclamo, un deseo insostenible. Ya no hay espacio entre su cuerpo y el mío. De pronto, besa mis labios. Primero lo hace lento, sin prisas, caminando hacia delante y llevándome a pasos hacia la cama.

Con cuidado me siento, para entre besos recorrerme hacia la cabecera. Tazarte se inclina ligeramente, presionando su cuerpo contra el mío. En ese movimiento siento cómo todo lo que he conocido hasta ahora se deshace, dejando solo esta nueva conexión, este nuevo tipo de cercanía. 

Es un choque de emociones lo que siento. Nuestras respiraciones se entrelazan, el corazón late al ritmo de un amor que se siente bien; ambos nos hemos quedado sin palabras. 

Sus hermosas manos me acarician, recorren mi piel como si fuesen seda fina. Los labios de Tazarte me besan, mientras yo, me dejo llevar por todas las sensaciones que me provoca. 

Nuestros cuerpos se mueven juntos, casi como si hubiésemos hecho esto antes. No hay prisas, ni expectativas, solo estamos él y yo y el presente. Sus labios me besan con ternura, pero a la vez con pasión. Llenan todo el espacio entre los dos. Siento su respiración en mi cuello, su suspiro suave contra mi oído, sus palabras llenan mi mente de nuevas frases que me hacen sentir amado. 

⎯Te amo. 

⎯Te deseo. 

⎯No sabes cuánto te quiero. 

No sé cuánto tiempo ha pasado. Podrían haber sido minutos, o tal vez horas. Lo único que sé es que, en este preciso momento, empiezo a comprender lo que realmente significa empezar de nuevo. Dar un paso hacia delante, buscar esa luz que, durante tantos años, perdí de vista. Esa luz que siempre estuvo allí, pero que la oscuridad de todo lo vivido había logrado opacar.

El maltrato, los celos, la manipulación y los dramas que Raúl sembró en mi vida ahora parecen pertenecer a otro capítulo, uno que he dejado atrás, con su dolor y sus mentiras. Las caricias y los besos que alguna vez creí puros y llenos de amor, hoy los veo por lo que eran: sombras de una relación rota. Ahora, en su lugar, Tazarte borra esas viejas memorias con sus hermosas manos, creando nuevas caricias, nuevos besos que me tienen completamente cautivado. Cada gesto suyo es una marca de algo genuino, de algo real.

Estoy con alguien que me entiende de una manera que nunca imaginé posible. Alguien que me ve sin juzgarme, que me acepta tal y como soy, con mis imperfecciones y mis inseguridades. Él no tiene miedo, y lo curioso es que, a veces, siento que es incluso más valiente que yo. Tazarte es lo que había estado esperando durante tanto tiempo, solo que Raúl, con su manipulación y su control, me había impedido verlo, me había cegado.

El cuerpo de Tazarte se desploma suavemente a mi lado, su respiración agitada, pero tranquila, mientras una leve sonrisa se asoma en sus labios. Yo, por mi parte, aún no logro recuperarme de lo que acabo de vivir, de lo que acabo de sentir. Jamás había experimentado algo como esto. Un placer tan intenso, un deseo tan arrollador, y sobre todo, un amor tan inmenso que parece desbordarme por dentro. Estoy abrumado, pero abrumado de amor. Un amor que nunca supe que existía, un amor que no me había permitido creer que merecía. Y ahora, aquí, a su lado, siento que todo lo que he pasado, todo lo que he sufrido, tiene sentido. Porque finalmente, después de tanto tiempo, estoy en el lugar y con la persona correcta.

Él se voltea y me mira a los ojos, como si buscara en ellos la respuesta a sus propios pensamientos. La luz tenue de la habitación ilumina su rostro, y en sus ojos encuentro la calma que mi alma necesitaba. Con sus manos, acaricia el cabello que se ha caído por mi frente, como un gesto tierno, casi protector. Luego, sus labios se acercan a los míos y el beso, suave al principio, se va tornando más profundo, más lleno de promesas y complicidad. La calma se refleja en nuestros cuerpos. Lo que acabamos de compartir es mucho más que una noche de sexo; es amor. Y por primera vez, lo siento de una forma pura, sincera, que va más allá de lo físico. Es un amor que se queda en los poros, que se establece en el alma.

⎯¿Te sientes bien? ⎯pregunta, su voz baja, un murmullo que llega a mis oídos con la suavidad de una caricia.

Entrelazo los dedos de mis manos con los suyos, buscando ese contacto que me da seguridad, que me recuerda que ya no estoy solo en este mundo. Sonrío, genuinamente, sintiendo cómo la paz se apodera de mí, cómo todo lo que parecía complejo se disuelve en ese momento.

⎯Más que bien. Me siento enamorado.

La palabra sale de mis labios como algo tan cierto que no puedo evitar que una sonrisa se dibuje en el rostro de Tazarte. Sus ojos brillan de manera especial, como si compartiera el mismo sentimiento, pero no lo dice. En su lugar, me besa, esta vez con ternura, con la dulzura de alguien que no solo busca un beso, sino una conexión más profunda.

⎯¿Estás enamorado de mí? ⎯pregunto, el corazón acelerado por la vulnerabilidad que siento al dudar.

Tazarte, en silencio, pone su mano sobre mi pecho, justo en el centro de mi corazón. Sus dedos se posan allí, y el mundo parece detenerse. Siento el calor de su toque, la intensidad de su mirada.

⎯¿Sabes por qué ya no tienes el corazón roto? ⎯me pregunta, su tono casi secreto. Yo niego con la cabeza, sin comprender del todo lo que quiere decirme.

Él sonríe, una sonrisa cargada de algo mucho más profundo que la simple felicidad.

⎯Porque tienes el mío.

Su voz es firme, segura, como si esas palabras fueran el ancla que nos mantiene unidos. Luego, toma mi mano y la coloca sobre su pecho. El latido de su corazón es suave, pero fuerte. Un recordatorio de que, en ese momento, ambos somos uno.

⎯Y yo, tengo el tuyo. Nos hemos sanado.

La emoción me inunda, las palabras se enredan en mi garganta, y todo lo que puedo hacer es sonreír. Jamás me habían dicho algo tan bonito, algo tan verdadero, tan lleno de amor y entrega.

⎯¿Lo vas a cuidar, cierto? ⎯pregunta en un susurro, como si temiera que las palabras se escapen y nos dejen nuevamente vulnerables.

La oscuridad de la habitación nos rodea, pero no con la intención de escondernos, sino para darnos un espacio, un refugio solo para nosotros dos. En ese rincón del mundo, solo existe él y yo, y todo lo que nos hemos dado.

⎯Claro que lo cuidaré… ⎯respondo, sin dudar, con el corazón lleno de certeza.

Él me mira profundamente, y hay algo en su expresión que me da paz. Es como si todo lo que hemos vivido nos hubiera llevado a este punto, a este instante perfecto.

⎯Y yo cuidaré el tuyo. ⎯Sus palabras se quedan flotando en el aire, sellando nuestra promesa en la intimidad de la noche.

Nos quedamos en silencio, pero ya no necesitamos palabras. Con ese gesto, sabemos que todo está dicho. He encontrado mi luz. 

8 Responses

  1. No hay emogi que grafique exactamente las emociones que me dejó este capítulo sublime Ana gracias!!!

  2. Qué lindo que hayan podido disfrutar de la pasión de su amor. Merecen sólo cosas lindas y enfrentarse juntos al mundo horrible.

  3. Sin mucho palabreo sexual llegaste a cubrir mis expectativas con lo que nos das en tus escritos. Me gustó mucho, nunca había leído un libro de LGTB o como se diga, me gustan mucho tus escritos y sé que no eres de las escritoras vulgares que solo llenan una hoja, tú vas por más, tu ves el lado humano, el amor, la comprensión, gracias mil Ana.💕💕💕 Espero encontrar algún día una Luz como lo vive Dani

  4. Que bien por Dan y Taz. Dan va sanando de a pcoo y el paso q dio bufff ya es grande. Solo espero q Raul o Sebastian no lleguen a dañarlo. Ese par anda muy calladito.

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