DANIEL

Son las nueve de la mañana y el chofer me deja justo en la dirección que me dio Bart. Estoy un poco desvelado, tuve mucho trabajo debido a los descansos que me dieron por lo del asunto del glaucoma. Cuando llamé a Tazarte, ya estaba dormido y no me respondió. Estaba saliendo de casa con la intención de ir a visitarlo, pero las circunstancias cambiaron.

Bart no me dijo exactamente dónde encontrarnos, así que decido ponerme justo en la salida del café, esperando que él me vea. La calle está tranquila, la luz de la mañana tiñe todo de un tono dorado, y la gente aún no ha comenzado a caminar a paso acelerado hacia sus trabajos. Pero yo aquí estoy, en este lugar, esperando algo que no sé si debo esperar o no.

Bart, hasta ahora, ha permanecido en un misterio. Ni siquiera he visto una foto de él. Hay algo en todo esto que me hace sentir incómodo, algo que no termina de encajar. Sé que tiene todas las señales de alerta posibles, pero algo en sus palabras, en su manera de comprenderme, me hace pensar que tal vez, solo tal vez, vale la pena darle una oportunidad. De todas formas, no me siento completamente a gusto. Por eso le dije a mi chofer que no me perdiera de vista y, para estar más tranquilo, le envié un mensaje a David para avisarle que estoy aquí. Una tontería, pero no puedo evitar sentirme vulnerable en este momento.

Tomo mi móvil y, mientras espero, le mando un mensaje a Taz:

“Buenos días, cariño. ¿Crees que pueda ir a visitarte a la casa de la música? Te extraño.”

Envio el mensaje, observando la pantalla mientras mi pulso se acelera sin razón. Espero la respuesta, pero no puedo evitar mirar a mi alrededor, sintiéndome observando, aunque nadie esté mirándome. Algo no está bien.

De repente, siento una presencia frente a mí. Levanto la mirada y veo a Sebastián. El corazón se me detiene un momento. No comprendo lo que está pasando. ¿Qué hace él aquí? No tiene sentido.

⎯¿Sebastián? ⎯pregunto, no por no saber quién es, sino por la pura sorpresa de verlo en este lugar, en este momento. ⎯¿Qué?

⎯Buenos días. ⎯me responde con una sonrisa, que no logro descifrar. ⎯Eres bastante puntual, te lo agradezco. En realidad no tengo mucho tiempo.

⎯¿Cómo? ⎯pregunto, confundido, mi mente aún procesando su presencia en este sitio.

⎯¿Dan? ⎯escucho una voz familiar detrás de mí. Al voltear, veo a Tazarte, que acaba de llegar. La sorpresa es aún mayor.

⎯¿Taz? ⎯pronuncio su nombre, desconcertado. ⎯¿Qué haces aquí?

⎯Tu… me invitaste ⎯responde, mirando a Sebastián con cautela.

⎯¿Yo? ⎯me detengo, no comprendo lo que está sucediendo.

⎯Sí, dejaste un mensaje en mi… mochila ⎯dice Tazarte, bajando el tono como si estuviera empezando a unir las piezas del rompecabezas.

Sebastián sonríe de manera satisfecha, como si todo estuviera bajo su control.

⎯Me encanta que ambos sean puntuales… ⎯dice, con un tono que no me gusta.

⎯¿Dónde está Aria? ⎯pregunto, tratando de desviar la atención hacia algo más tangible.

⎯Con una niñera. La contraté porque me dijiste que querías que viniera solo. ⎯responde Tazarte con calma, como si todo esto fuera parte de lo planeado.

⎯Yo… ⎯sigo sin entender nada. La confusión y el malestar se mezclan dentro de mí.

⎯Sé que notas algo extraño aquí, pero prometo que te lo explicaré. ⎯dice Sebastián, mirando de nuevo a Tazarte con una mirada cargada de algo que no logro identificar.

⎯¿Explicarme qué? ⎯pregunto, la desesperación comenzando a asomar en mi voz. La tensión en el aire es palpable.

Sebastián suspira, con una mezcla de frustración y resignación en su expresión.

⎯Dan, sé que tú y yo no hemos tenido un buen inicio, pero si te digo que siempre estuvimos más conectados que nunca… ⎯dice, con una voz que parece intentar suavizar lo que está por venir.

⎯¿Cómo? ⎯pregunto, incapaz de comprender sus palabras.

⎯Aunque no lo creas, debajo de este caparazón soy una persona sensible, llena de amor, de ilusiones y… ⎯una pausa, como si estuviera reviviendo una experiencia que no está seguro de compartir. ⎯traté de incursionar en el amor, y pensé que lo había encontrado…

⎯¿De qué hablas? ⎯pregunto, sintiéndome cada vez más desconcertado.

Sebastián voltea a ver a Tazarte, y su mirada es suficiente para que las piezas empiecen a encajar en mi cabeza, aunque el escenario que se forma me resulta incomprensible.

⎯De que siempre estuve ahí para ti. Donde no me vieras, donde pudiésemos consolarte… siempre estuve ahí para consolarte… ⎯su voz se vuelve más suave, más íntima, pero no logro comprender su intención.

⎯¿Qué? ⎯mi incredulidad crece, sin que mis palabras puedan dar cuenta de lo que siento.

⎯Sí. Yo te cité aquí… porque… ⎯hace una pausa, como si estuviera a punto de revelar algo monumental. ⎯Yo soy y siempre fui Bart.

Un golpe frío me recorre la columna vertebral. No puedo procesar lo que acabo de escuchar. Mi mente intenta entender, pero las palabras no tienen cabida. Todo mi cuerpo se paraliza ante la revelación.

⎯¡No! ⎯exclama Tazarte, de repente, como si tratara de desmentir lo que acaba de decir Sebastián. ⎯Eso no es verdad.

⎯Claro que lo es… Soy Bart. ⎯dice Sebastián, como si estuviera diciendo la verdad más evidente del mundo.

⎯Eso es mentira ⎯responde Tazarte, con firmeza. ⎯Sabes que es mentira.

⎯¿Por qué habría de ser mentira, Tazi? ⎯le pregunta, con un tono de cariño que me hace sentir más incómodo.

⎯¿Tazi? ⎯mi confusión crece, mientras trato de comprender por qué Sebastián utiliza ese apodo, como si todo esto fuera parte de un juego que no logro entender.

⎯Sabes que es mentira… no… ⎯las palabras de Tazarte se ahogan en el aire, mientras lucha por entender lo que está pasando.

⎯¿En qué es mentira? ¿Eh? ¡Dímelo! Esto ya va demasiado lejos y no voy a dejar que se salga con la suya ⎯la furia en la voz de Sebastián me golpea con fuerza. Puedo sentir cómo la tensión se corta en el aire, como si todo lo que estábamos viviendo hasta ese momento se estuviera desmoronando.

⎯¿Qué demonios está pasando? ⎯pregunto, sin poder creer lo que estoy escuchando. El nudo en mi estómago no me deja respirar con normalidad.

⎯Tenía que decirte la verdad, Dan. Ya no podía más. No voy a permitir que te lleves al hombre que amo ⎯las palabras de Sebastián salen como un susurro tenso, pero se sienten como una bofetada.

⎯¡Deja de decir tonterías! ⎯grita Tazarte, de repente, como si intentara cortar la verdad de raíz⎯. No eres Bart, no eres Bart… ¡PORQUE YO SOY BART! ¡SIEMPRE FUI BART! ⎯Tazarte voltea a verme con desesperación⎯. No le creas. Yo soy Bart. Yo te lo puedo comprobar.

⎯¡Qué! ⎯expreso sin poder creer lo que estoy escuchando⎯. ¡ERAS TÚ! ¿Todo este tiempo fuiste tú?

Tazarte cierra los ojos con dolor, como si se hubiera metido en un lío del que no puede salir. La rabia, la frustración, todo lo que he estado ignorando, ahora explota.

⎯Déjame explicarte… ⎯me pide, pero su voz tiembla. Como si sus palabras se quedaran atrapadas en su garganta.

⎯¿Ves cómo no era tan difícil, Tazi, mi amor? ⎯Sebastián voltea a verme con una sonrisa de victoria. ⎯Traté de decirle que te lo confesara antes, pero no quiso.

⎯¡Cállate! ⎯responde Tazarte, mandándolo a callar de forma feroz⎯. Dan, no…

⎯¿Confesarme qué? ⎯pregunto a Sebastián, mi voz cargada de furia, ignorando por completo a Tazarte. ⎯¿Confesarme qué?

⎯Que… ⎯Sebastián saca su móvil y, con una calma inquietante, me lo enseña⎯. Taz y yo tenemos una relación.

De repente veo la foto. Ahí están, Tazarte y Sebastián, dándose un beso apasionado. Algo dentro de mí se rompe, como si todo lo que había creído hasta ese momento se desmoronara.

⎯Eso no es verdad… ⎯habla Tazarte, viendo la foto, su voz temblando mientras intenta negar lo evidente⎯. Eso no es verdad.

⎯¿Me vas a decir que no eres tú? ⎯pregunto, el enojo quemándome en la garganta⎯. Cuando esa es la cabaña donde pasamos el fin de semana largo. ¡ESE ERES TÚ! ¿Me lo vas a negar?

Tazarte niega con la cabeza, pero no con la fuerza que me esperaba. Hay algo en su mirada, una resignación que no puedo ignorar.

⎯Esto es un juego sucio ⎯le dice a Sebastián, su voz rota, como si de alguna manera intentara defenderse de algo que ya no podía controlar.

⎯No tan sucio como el que comenzamos a jugar, Tazi. ¿Quieres que te cuente, Dan? ¿Cómo se nos ocurrió? Taz y yo nos conocimos en la aplicación de citas. Un día vimos tu perfil y lo reté a que te llevara a la cama ⎯la sonrisa de Sebastián se hace más amplia, como si estuviera disfrutando cada palabra que pronuncia.

⎯¡CLARO QUE NO! ⎯grita Tazarte, su voz llena de angustia. ⎯Eso no es verdad.

⎯¿Ah, no? ⎯pregunta Sebastián con sarcasmo, disfrutando de la confusión que está sembrando entre nosotros.

De pronto, Sebastián enseña una captura de pantalla del perfil de Tazarte. Ahí está, su cara, su nombre, y la fecha en que todo comenzó. Mi estómago se revuelca al ver la evidencia frente a mí. ¿Cómo pudo pasarme esto? ¿Cómo pude ser tan ciego?

⎯Esto… esto no puede ser real ⎯susurro, el peso de la traición aplastándome el pecho.

⎯¿Por qué no lo sería, Daniel? ⎯pregunta Sebastián, con un tono tan frío que me corta la respiración. ⎯¿Qué, no te das cuenta? Siempre estuviste en medio de todo esto. Fuiste parte del juego todo el tiempo, y tú no lo sabías.

El aire está cargado de tensión, denso y pesado, como si cada palabra pronunciada por Sebastián tuviera el poder de destrozar lo que quedaba de todo lo que creía conocer. Mi mente sigue dando vueltas, tratando de procesar lo que estoy escuchando. Las piezas encajan de una forma horrible, pero no quiero que lo hagan.

⎯No, eso es mentira. Es una vil mentira ⎯Tazarte voltea a verme con desesperación, sus ojos suplicantes, como si todavía creyera que puedo creerle. ⎯Te lo pido, todo tiene una explicación.

⎯Claro que tiene una explicación ⎯responde Sebastián con una sonrisa fría, sacando su móvil y poniendo un audio en el altavoz. La voz de Tazarte llena el espacio, cortante, como un cuchillo en el aire.

AUDIO:

⎯¿Sabes? Fingir ser Bart en el móvil me ayudó más de lo que esperaba. Me dio acceso a cosas que normalmente uno no debería saber: los pensamientos de Daniel, sus miedos… incluso sus sueños.

El sonido del audio parece tomar vida propia y se cuela en mi mente, como una herida que no para de sangrar.

⎯¿Y tú qué ganaste con eso? ⎯pregunta Sebastián, su voz cargada de sarcasmo y malicia.

⎯Porque seamos honestos, esto siempre fue una competencia, ¿no?

⎯¿Competencia? ⎯responde Tazarte, su voz temblando ligeramente, tratando de justificarse, pero ya está demasiado tarde.

⎯No lo hice por competir… solo quería estar cerca de él.

⎯Pero igual lo hiciste ⎯replica Sebastián, como quien atrapa a alguien en una mentira evidente. ⎯Fingiste, te acercaste, y al final obtuviste más que yo. Eso tiene mérito, ¿no crees?

⎯No fue un juego para mí ⎯dice Tazarte con tono firme, aunque ya no hay nada que lo respalde.

⎯Claro que fue un juego. Entre los dos ⎯contesta Sebastián, con una sonrisa en la voz. ⎯Lo sabías. Lo sabíamos. ¿O ahora vas a decir que no disfrutaste tener esa ventaja?

Tazarte calla. Los segundos pasan como si estuviera esperando a que el tiempo lo salvara. Pero el tiempo ya no es su amigo.

⎯Dime, Taz… ⎯continúa Sebastián, con la calma de quien tiene todo bajo control⎯. ¿Te enamoraste tú también fingiendo? ¿O fue sólo estrategia?

Tazarte baja la mirada, como si la respuesta lo estuviera ahogando. Yo me quedo allí, paralizado, esperando lo que vendrá a continuación. Mi cabeza gira en busca de respuestas, pero no encuentro ninguna.

⎯No me mires así. No era parte de ningún plan contigo, si eso estás insinuando ⎯responde Tazarte, pero la duda ya está sembrada.

⎯¿Ah, no? ⎯Sebastián ríe suavemente, como si ya supiera lo que está por venir. ⎯Pues qué curioso, porque a veces parecías más interesado en ganarme a mí que en conquistar a Daniel.

⎯Eso no es verdad ⎯dice Tazarte, pero sus palabras son más vacías que nunca.

⎯Mira, no me ofendo. La verdad es que si yo fuera Daniel, también me habría confundido. Ustedes dos… tan unidos, tan sincronizados… ⎯Sebastián hace una pausa, como si escogiera sus palabras con cuidado, disfrutando cada segundo de esta conversación⎯. De haber querido, habríamos hecho un buen equipo. Lástima.

Todo en su tono es venenoso, como si me estuviera tirando una sombra sobre mi propia vida, como si lo supiera todo, como si la verdad fuera una especie de trofeo que se ríe de mí.

⎯Bart era divertido mientras duró. Pero como tú dijiste: el juego ya terminó. El daño ya está hecho.

Mis pensamientos son como un caos; cada palabra de Sebastián me golpea con más fuerza que la anterior. ¿Qué está pasando? ¿Todo esto ha sido una mentira desde el principio? ¿Desde el momento en que conocí a Tazarte, todo fue una trampa? ¿Qué sentido tiene todo esto ahora?

La sensación de traición me embarga, y un nudo se forma en mi estómago. Necesito salir de allí, necesito que todo termine, pero las palabras de Sebastián siguen resonando en mis oídos, desbordando todo lo que creía conocer de Tazarte. Me siento atrapado, como si estuviera dentro de una pesadilla de la que no puedo despertar.

⎯¡Eso no es cierto! ⎯responde Tazarte, su voz quebrada, pero llena de desesperación. ⎯¡Yo jamás tuve esa conversación contigo!

⎯¿ME vas a decir que esa no es tu voz? ⎯le pregunto, el tono de mi voz cargado de incredulidad y rabia.

⎯Sí, es mi voz, pero yo no conversaba con él. Yo conversaba con… ⎯De pronto, Tazarte se detiene, como si lo que está a punto de decir lo asustara más que cualquier otra cosa.

⎯¡¿Con quién?! ⎯grito, mi paciencia agotada, el dolor transformado en furia.

⎯Con Jo, conversaba con Jo… ⎯murmura, como si finalmente soltara el peso de una verdad que le quemaba la lengua.

⎯¡NO METAS A MI PRIMA EN ESTO! ⎯grito, sintiendo cómo la rabia se convierte en una bola en mi garganta. Mi corazón late con furia.

⎯¡YO JAMÁS HE CONVERSADO CON SEBASTIÁN! ⎯replica, pero su voz ya no tiene la fuerza que tenía antes. Está derrotado, buscando una salida que ya no existe.

⎯¿Ah, no? ¿Y esta foto, también es mentira? ⎯responde Sebastián, con una sonrisa fría mientras me enseña una imagen que me deja sin aliento. En ella, Tazarte y él están juntos, y Sebastián acaricia suavemente la mejilla de Tazarte, una imagen tan íntima que me parte el alma.

⎯¡ERES UN HIJO DE PUTA! ⎯grita Tazarte, su ira explota de repente, y antes de que pueda reaccionar, va hacia Sebastián con la intención de golpearlo. Pero Sebastián lo empuja con fuerza, y Tazarte cae al suelo, la furia transformada en impotencia.

⎯¡Tú eres el gran hijo de puta! ⎯grita Sebastián, su mirada llena de desprecio mientras me voltea a ver. ⎯Te dije que Tazarte no era quien decía ser. Y aquí está. Haz lo que quieras con esa información… Daniel.

Sebastián no espera una respuesta, solo se da media vuelta y se aleja, dejando atrás un rastro de caos. Yo me quedo allí, paralizado, con Tazarte tirado en el suelo, hecho una furia, su cuerpo temblando de rabia. El dolor en mi pecho es insoportable.

⎯¡Cómo te atreves a mentirme! ⎯grito, sin poder contener el llanto.

Tazarte se levanta lentamente, sus ojos rojos, pero la rabia sigue ahí, pulsando en su interior.

⎯Escúchame… ¡No puedo creer que le creas a él! ¡Sabiendo cómo es! ⎯su voz suena rota, como si intentara desesperadamente salvar lo que ya no se puede salvar.

⎯¡Tiene las pruebas! ¡PRUEBAS! ⎯respondo, mi voz ahogada por la ira y la decepción. ⎯¡Tazarte, cómo pudiste hacerme esto!

⎯PRUEBAS FALSAS. Son conversaciones modificadas. Editadas. Esas fotos… ⎯Tazarte se acerca a mí, su voz llena de desesperación, buscando una manera de que lo crea.

⎯¿Me vas a decir que no te besó? ¿Qué no lo viste ayer? ¡Por Dios! No lo puedo creer. Te di mi confianza, mi corazón… hice cosas que… ⎯mi voz comienza a quebrarse mientras las lágrimas empiezan a salir sin que pueda detenerlas. ⎯No puedo creer que seas tan despiadado y cruel. Eras tú fingiendo ser Bart para ver cómo te metías en mis pantalones.

⎯¡No, yo no hice eso! ¡Yo! ⎯Tazarte niega con la cabeza, pero la sinceridad en sus palabras ya no es creíble.

⎯Y lo más cruel, Tazarte, es que metiste a tu hija en esto… pidiéndome que te comprendiera ⎯mi voz se vuelve más áspera, el dolor recorriendo cada palabra.Y entonces, exploto. Exploto como nunca lo he hecho⎯.¿La niña también sabe de este juego? ¿También llama a Sebastián, papá? O solo a mí. ¿Qué más inventaste? ⎯me acerco a él, el rostro lleno de furia y lágrimas. ⎯Lo de tu esposo muerto, lo del espíritu que ves… estoy seguro que todo fue un invento para causarme lástima, porque ¡quién amaría a una persona como tú!

En ese momento, siento una bofetada tan fuerte que me tumba al suelo. Mi mejilla arde, el golpe resuena en mi cabeza como un disparo. Tazarte está frente a mí, sus ojos llenos de lágrimas, una mezcla de furia y decepción. No lo entiendo. No entiendo nada de lo que está pasando.

⎯Jamás… escúchame, jamás vuelvas a mencionar el nombre de mi familia, ¿entiendes? ⎯me grita, señalándome con el dedo, como si intentara marcar un límite que ya no puedo cruzar. Su expresión está tan rota, tan perdida.

Me quedo en el suelo, atónito, con la mejilla ardiendo y mi corazón hecho pedazos. Las lágrimas se me caen sin poder evitarlo. No sé qué hacer, no sé qué pensar. El mundo parece haberse desmoronado ante mis ojos, y lo único que queda en mi mente es la imagen de Tazarte, golpeándome con su propio dolor.

Tazarte me mira fijamente, sus ojos llenos de rabia y frustración, pero también de una tristeza profunda. No puedo leer sus pensamientos, pero la angustia en su rostro lo dice todo. Él da un paso hacia mí, su voz firme y llena de dolor.

⎯Te equivocaste, Daniel. Todo lo que pensaste de mí… todo lo que creíste que era verdad, lo echaste a perder por no confiar en mí. ⎯Sus palabras me golpean con fuerza, como un puño en el estómago. ⎯Me usaste como excusa para tus propias inseguridades. Pero lo que más me duele, lo que más me hiere, es que no tuviste la paciencia para escucharme, para darme la oportunidad de explicarlo.

Él se detiene un momento, su rostro desmoronándose al darse cuenta de lo que acaba de decir, pero sus ojos siguen fijos en los míos, desbordando la verdad que, aunque dolorosa, es clara.

⎯Y ahora, después de todo, eres tú quien ha dejado caer nuestra relación, sin darle una oportunidad a la verdad. ⎯Tazarte da un paso atrás, las lágrimas no contenidas en sus ojos. ⎯Te equivocaste, Daniel. Y no me refiero solo a lo que creíste sobre mí. Te equivocaste al no confiar en lo que teníamos. CUando yo esperaba que me defendieras, no lo hiciste… 

Esas palabras me atraviesan como un cuchillo. 

⎯No te vuelvas a acercar a mí, ¿comprendes? ¡JAMÁS! ⎯Y sin decir otra palabra, se aleja. 

Y en lugar de seguir enojado con él, siento que algo hice mal… que, esta vez, yo fui el que abandonó y no el abandonado. 

10 Responses

  1. Noooo!! Ya decia yo que ese Sebastian simplemente no se iba a quedar quieto. Ay no Daniel. Como dijo Taz, conociéndolo como se dejó engañar por ese desgraciado.

  2. 😭😭😭 Mi Taz
    Daniel dio vuelta los roles y sin golpes físicos, dwsmorono a Taz
    Dan no se si perdonarte 💔💔

  3. No puede ser, maldito Sebastián tenía que llegar arruinarlo todo 😠😠🤬🤬
    Pobre Tazarte 🥺🥺 💔💔 no se merecía eso.
    Ojalá Jo le cuente a Daniel como sucedieron las cosas en realidad.

  4. Mi duda ahora es, cómo el infeliz de Sebastián se entero de la existencia de Bart y como tuvo acceso a esa conversación entre Jo y Tazarte 🤔🤔

  5. No puedo explicar el dolor de estás últimas palabras se equivocó fulero fulero Daniel 😞😞😞

  6. Ay Danielito… Mi pobre Taz no merece tanto desprecio con su noble corazón.
    Medir a la gente desde nuestra ignorancia y nuestros traumas, y no desde nuestra empatía, siempre será un error.
    Ahora yo veré, a remar en dulce de leche Danielito.

  7. 😱😱😱😱😱 ese Sebastian es mucho hdp. No lo puedo creer, que saca con eso? Cree q va a tener a Dan asi? Ese tipo es un sociapata, que peligro, tomarse el tiempo de planear todo eso, y mk esas palabras que le dijo Taz, fue lo mismo que el sintio, no le dio el beneficio de la duda a la persona q dice amar y le creyo a un cretino q ya sabe como juega. Que triste. Ay Dan ahora te toca rogar para ese perdon porq la cagaste y a ese sebastian q lo destierren, es un peligro.

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