Karl
Meses después
Doctor Johansson, se le solicita en el nivel cinco, Doctor Johansson se le solicita en el nivel cinco.
⎯ Procure tomarse la medicina a tiempo, señora Méndez. Si no lo hace podía causar una taquicardia y, para su edad, no será bueno ⎯ hablo, mientras vuelvo a colocarme el estetoscopio sobre el cuello.
La señora Méndez, una mujer de casi ochenta años, me sonríe.⎯ Ves, Paty, ¿no te dije que mi cardiólogo era lindo y muy majo? ⎯ le dice a su nieta, una joven de unos veinte y tantos años, que toda la consulta se ha asegurado de que su escote en “V”, muestre sus atributos más notables, en pocas palabras sus pechos. Además de que la falda está a punto de desaparecer de lo corta que es.
La joven se sonroja y me sonríe, para después sacar de una bolsa de tela un refractario con lo que parece son galletas.
⎯ Son para usted ⎯ me ofrece.
Me quedo en silencio, y comienzo a sospechar que esto está más arreglado que nada. Aun así, tomo el refractario y le sonrío.
⎯ Son de avena, para cuidar su corazón ⎯ me comenta coqueta, la señora Méndez.
⎯ Me alegra que al menos esté siguiendo las instrucciones ⎯ comento.
Doctor Johansson, se le solicita en el nivel cinco.
Vuelvo a escuchar y me alegra que me estén llamando porque necesito salir de esta situación.
⎯ Bueno, si no hay más…
⎯ Mi nieta, Paty, ella es joven y acaba de terminar su carrera de chef, también es soltera, doctor ⎯ me hace saber la señora Méndez.
⎯ Pues, muchas felicidades, enhorabuena ⎯ le digo a la chica, que apenas y me puede mirar por la vergüenza.
⎯ Sería lindo que alguien la invitase a salir, ¿no es cierto? ⎯ insiste.
⎯ Claro, estoy segura de que Paty tiene amigos que puedan hacerlo ⎯ desvío la indirecta.
⎯ Bueno, pero, un doctor estaría mejor, ¿no?, sobre todo uno como usted, tan majo y educado y…
⎯ Nana ⎯ le reclama la chica, en un murmullo.
⎯ ¿Qué?, el doctor Johansson es buen partido, ¿no te gustaría salir con alguien como él? ⎯ le pregunta ⎯, ¿a usted no le gustaría salir con alguien como mi nieta? ⎯ y los ojos azules que destacan por la piel blanca leche se clavan en los míos.
Volteo a ver a Paty y le sonrío.⎯ Sería algo maravilloso, y estoy seguro de que tus habilidades culinarias son de las mejores, pero, yo tengo pareja.
⎯ ¡Te lo dije! ⎯ responde en alto Paty, sorprendiéndome.⎯ Te dije que un hombre así debía tener un defecto.
⎯ ¿De qué hablas? ⎯ pregunto algo sorprendido.
⎯ Guapo, educado, letrado y con buen cuerpo… Gay.
En eso no puedo resistirme y saco una carcajada en el lugar.
⎯ ¿Crees que soy gay?
⎯ Sí, gay, solo un hombre así podría rechazar a una mujer como yo.
⎯ ¿No crees que sea por otra razón? ⎯ inquiero.
⎯ ¿Por qué sería? ⎯ pregunta indignada.
La puerta del consultorio se abre y puedo ver a mi asistente, Lu.
⎯ Doctor, le llaman en su consultorio ⎯ me dice, y al ver a Paty hace rostro de pocos amigos ⎯, es una emergencia.
⎯ Voy.
⎯ Doctor, solo, acepte una cita con mi nieta, le juro que no se arrepentirá ⎯ ruega la señora Méndez.
Así, tomo del brazo a Paty y la acerco a mí. Ella se pone nerviosa al sentirme tan cerca, pero trata de compensarlo sacando más el pecho.
⎯ Paty, hay dos situaciones que tengo que aclarar, la primera, no soy gay y si lo fuera no es de tu incumbencia y no tiene nada de malo. La segunda situación y la más importante. Si tu abuela, con tal de venir a verme y hacerle de casamentera, está dejando su tratamiento, puede morir y no creo que valga la pena. Así que te pido que seas buena nieta y le des sus pastillas a tiempo, no quiero romperle el corazón a las dos a la vez. Paty asiente, y yo la suelto del brazo y tomo las galletas⎯. Puedes venir por el refractario después, tú sola si lo deseas ⎯ le comento, para luego cerrarle un ojo y salir de ahí. Paty se queda con el color rojo en las mejillas.
Sí, soy coqueto y antes de tener una relación estable con Alegra, me divertía. Porque de nada sirve ser guapo, educado, letrado y con buen cuerpo si no se le va a sacar ventaja, si no pregúntenle al papá de mi novia; aunque yo no cambiaría a mi hermosa y sexi fotógrafa por nadie, ni siquiera por la excelente sazón de la nieta de la señora Méndez.
Camino hacia el elevador, y veo que Lu, me está esperando.
⎯ ¿La señora Méndez de nuevo? Si sigue así, doctor, terminará subiendo de peso.
⎯ Pues, no te quejes, que esto nos ha alimentado casi todas las semanas, aunque creo que ya no volverá.
⎯¿La desahució? ⎯ inquiere Lu, bastante preocupada.
⎯ Es una larga historia, ¿galletas? ⎯ pregunto, para subir ambos al elevador.
Lu, ha sido mi asistente por poco tiempo, pero ambos nos hemos llevado bien. Antes era enfermera de la clínica y ella, más que nadie, ha visto y escuchado de todo. Ella sabe mi pasado, mi situación pasada con Alegra y lo que pasa ahora en mi vida. No puedo decir que sea mi mejor amiga, pero, si una de mis confidentes y por eso la escogí cuando David Canarias me comentó que pronto tendría un puesto seguro como jefe de cardiología.
⎯ ¿Qué pasa?, ¿por qué tanta prisa? ⎯ le pregunto.
⎯ Hay una paciente, al parecer vino con una arritmia ⎯ me dice seria ⎯, dice que solo lo quiere ver a usted.
⎯ Claro… ⎯ comento, para luego suspirar y ver el reloj de pulsera en mi muñeca. ⎯ En veinte minutos salgo para ir a cenar a casa de mi novia y estoy exhausto.
⎯ Yo lo estaría, si sigue trabajando así para que le den el puesto, morirá antes de disfrutarlo ⎯ me habla con libertad Lu.
Las puertas del elevador se abren y ambos salimos hacia mi oficina. Ella se sienta en su puesto y yo le dejo las galletas. Abro la puerta y veo a la paciente acostada sobre la camilla de revisión.
⎯ Así que una arritmia ⎯ comento.
⎯ ¿Lo dije bien?, o, ¿es infarto?, es que no estoy muy familiarizada con los términos. Cierro la puerta del consultorio, voy hacia la camilla y ella se sienta quitándose la mascada y mostrándome su cuello. Se quita el abrigo y lo deja a un lado, para luego desabrocharse los primeros dos botones. ⎯¿Así o más descubierta? ⎯ me pide.
Tomo el estetoscopio, lo caliento un poco y luego lo pongo sobre su pecho, escucho su corazón latir tranquilo y sonrío. La miro a los ojos y Alegra sonríe coqueta.
⎯ ¿Una arritmia? ⎯ le pregunto, y ella sonríe.
⎯ Lo leí por ahí, en tus papeles que dejas sobre la mesa ⎯ me responde, para luego lanzarse a mis labios y darme un beso.
La tomo de la cintura y la acerco más a mí. Los labios de Alegra me causan adicción y cada vez que los pruebo no puedo dejar de besarlos, por eso no hacemos tantas demostraciones públicas porque siempre una cosa lleva a la otra.
Las manos de Alegra comienzan a quitar mi cinturón, y sé que está jugando con la idea de desabrochar mi pantalón.
⎯ Alegra…
⎯ Venga, llevo más de tres días sola, sin besarte, sin sentirte y tengo necesidades. Quiero al menos algo rápido antes de ir con mis padres.
⎯ ¿Rápido? ⎯ murmuro, mientras mis manos buscan debajo de su falda, rozando las medias y tratando de llegar a su intimidad ⎯, ¿desde cuándo esto ha sido rápido?
⎯ Es un decir, es un decir ⎯ contesta, para luego abrir su blusa y mostrarme su sostén. ⎯ Venga, ¿qué no quieres jugar a la paciente y al doctor? ⎯ comenta coqueta.
⎯ ¡Qué casualidad!, hace cinco minutos alguien más quería jugar también ⎯ contesto.
⎯ Ja, ja, ja, chistosito ⎯ me habla y de pronto, siento cómo mis pantalones se deslizan por mis piernas. ⎯ ¿Me das mi medicina ya? ⎯ me pregunta.
⎯ Te daré la dosis que quieras ⎯ respondo, y rompo levemente la media a la altura de su ropa interior para hacerme espacio.
⎯ ¡Doctor Johansson!, eso no es muy ético de su parte ⎯ dice en broma.
⎯ Esta inyección será especial, así que se requieren medidas especiales ⎯ contesto en el mismo tono, para luego inmiscuir mis dedos hacia su braga ⎯, ¿lista? ⎯ pregunto.
⎯ ¿Qué no tocas que lo estoy? ⎯ responde entre risas tímidas.
⎯ ¿Karl? ⎯ escucho la voz de David Canarias al otro lado de la puerta y, de pronto, veo cómo Alegra salta de inmediato de la camilla, y se cae, ya que se resbala con las medias. El golpe en el muslo es fuerte, y ella se queja.
⎯ ¿Karl?
⎯ ¡Voy! ⎯ respondo, subiéndome el pantalón y arreglándome lo mejor que puedo.
A tiempo lo hago, porque David ha entrado viendo unos papeles y un poco distraído. Alegra, se queda escondida detrás de la camilla en el suelo y yo aprovecho para aventar el abrigo, pues está sobre ella.
⎯ Dime ⎯ respondo serio.
David alza la mirada y me sonríe.
⎯ Vengo a comunicarte que Ben quiere hablar contigo, así que eso significa que hay buenas noticias.
⎯ O malas ⎯ hablo nervioso.
⎯ No, son buenas, créeme ⎯ me comenta, para luego darme una palmada sobre los hombros. ⎯ Hoy irá a la cena, así que posiblemente te dé la noticia delante de la familia y mañana oficialmente con la junta directiva del hospital. Felicidades por su nuevo puesto, Doctor Johansson.
⎯ Gracias, gracias ⎯ respondo, algo nervioso.
⎯ Ve a darte una ducha, descansa, nos vemos en la cena.
⎯ Lo haré ⎯ respondo.
⎯ También te veo en casa, Alegra ⎯ remata, mientras abre la puerta para salir.
⎯ Adiós, Pa ⎯ se escucha la voz apagada de Alegra, que sigue escondida.
David niega con la cabeza y suspira.
⎯ Te sacará canas verdes ⎯ me dice con una sonrisa, para luego salir.
Sonrío, para después voltear a ver a Alegra y morir de la risa al verla escondida debajo del abrigo. Voy hacia ella, lo levanto, y lo primero que veo son sus hermosos ojos color avellana.
⎯ Contigo todo es extremo, ¿cierto? ⎯ le pregunto, para después darle un beso. ⎯ Te amo.
⎯ Te amo más ⎯ responde, para luego volver a besarme.
Alegra y yo desde que nos fuimos a vivir juntos llevamos meses de esto, de puro amor, pura diversión, pero sobre todo, de complicidad. Supongo que esperar por ella fue lo correcto. ¿Qué nos deparará el futuro ahora que estamos juntos?, no sé, pero muero por averiguarlo.
Ay Alegra!!! Siempre con sus ocurrencias y David que todas se las pilla jajaja. Me encanta desde ya esta segunda parte.
Jajajajajajajajaja
Muero de la risa con esto dos me encanta como compaginan extrabaña leer este amor de tira y afloja
Gracias Ana
A ellos les encanta las situaciones extremas que se convierten en cómicas.
Me encanta David picaflor que no se le escapa una jajajaja
De cegatón nada el ex-picaflor