Karl 

Dos días después.

Cierro la maleta, dándole una vuelta completa al cierre para después bajarla de la cama y ponerla sobre el suelo. Reviso con la mirada el resto de la habitación buscando si hay algo que dejé fuera, o algún documento importante que me deba llevar. 

⎯Bien, creo que tengo todo: dinero, maletas, móvil, pasaporte, permiso de trabajo, visa.⎯ Repaso, ordenándolo alfabéticamente como lo suelo hacer todos los días antes de salir de casa⎯¡Llaves! ⎯ expreso, al recordar que las he olvidado. 

Una vez más, vuelvo a repasar todo el mi mente. 

⎯ Dinero, llaves, maletas, móvil, pasaporte, permiso de trabajo, visa.⎯ Termino y respiro profundo. 

Debo confesar que estoy, en verdad, preocupado por lo que ha pasado con Lila Canarias. Alegra se fue muy preocupada, incluso pensé que le daría un ataque de ansiedad. Me sentí realmente mal cuando me dijo que la acompañara, porque yo quería estar ahí para ella y ayudarla. Pero sé que tengo que respetar su espacio y sus tiempos, y que cuando ella me llame, yo responderé. 

Ahora, después de unos días bastante raras en la casa de mis padres, me regreso a Madrid para estar allá, en caso de que Alegra regrese o que yo tenga que ir hacia México; solo estoy en espera de instrucciones. 

⎯¡El permiso de Arqui! ⎯ Recuerdo, y abro la maleta para sacar la tarjeta de cartón que nos dieron en migración y que Alegra guardó en una de las bolsas de la maleta. 

⎯Entonces: Dinero, llaves, maletas, móvil… 

En eso escucho que tocan la puerta y me detengo, causándome un poco de molestia. Me molesta bastante cuando me interrumpen a la hora de hacer listas o estoy ordenando algo jerárquicamente. 

⎯Karl, ¿puedo pasar? ⎯ Escucho la voz de mi hermana.

Voy hacia la puerta. Pero siento en mi garganta esas ansias de continuar con lo que había iniciado. No me gusta que no termine como yo quiero. Por eso, cuando estoy con Alegra, si empiezo algo con ella, debo terminar… Literal. 

Abro la puerta y mi hermana me sonríe

⎯Karl, yo… ⎯ Le hago un gesto con la mano para que se detenga por un momento y digo: 

⎯ Pasaporte, permiso de Arqui, permiso de trabajo, visa.⎯ Finalizo. 

Ella sonríe. 

⎯Lo siento. No sabía que estabas ocupado. 

⎯No pasa nada. Entra. 

Mi hermana entra a la habitación y frunce los labios al notar las maletas. 

⎯¿En serio te vas? No hay forma de que te quedes un poco más. 

⎯No, no hay forma. Y si puedo ser honesto, creo que nunca debí haber venido. 

⎯¿Si puedes ser honesto? ⎯ habla mi hermana, en forma de broma. Lo hace así porque yo siempre lo soy ⎯. Sé que tú piensas que no debiste haber venido, pero yo no lo creo así. Alegra me encantó, me dio mucho gusto conocerla. No solo a mí, también a: Johan, Caly, Philippe y Freud. Creemos que es una mujer divertida y genial. Además de que vemos que te hace bien. 

⎯Muy bien.⎯ Rectifico. 

Mi hermana acaricia mi rostro con ternura.⎯ Te hace feliz, ¿no es cierto? 

⎯Muy feliz. Jamás había sentido esto por nadie. Ni por Cassandra o Helena, incluso ni por la madre de mi hija. Alegra y yo nos complementamos. Yo la entiendo y ella a mí. Es divertida, inteligente, sexi y simpática. No tienes idea lo mucho que la amo. Tanto que me establecí en Madrid por estar con ella y si me pide que nos vayamos al otro lado del mundo, la seguiré. 

Mi hermana me abraza, lo hace con tanta fuerza que siento que me quitará el aire. 

⎯Estoy tan feliz por ti. De verdad. Solo te deseo lo mejor Karl, siempre lo he hecho. 

⎯Lo sé, y sabes que te creo. 

Hanna suspira. 

⎯Dime que te veré ahora más seguido. 

⎯Claro que sí. Ya tengo un piso donde puedo recibirte. Y tú sabes que siempre eres bienvenida, al igual que Freud. Además, nos veremos en la boda de Caly y Johan, ¿no es así? 

⎯Pensé que ya no irías. Ya sabes, por lo de mamá, papá y Helena. Eso se me hace tan raro que no lo puedo creer ¿En qué momento mi papá se convirtió en esta persona? 

⎯Seamos honestos. Esas miradas que le daba a Helena no eran de un suegro amoroso. Además, creo que la relación de nuestros padres se había terminado mucho antes de que Helena entrara a nuestras vidas. Solo que aguantaron por las apariencias y porque papá estaba en servicio. Sin embargo, me alegro de que las máscaras se hayan caído y ahora todos sepamos pa verdad. 

⎯Eso sí ⎯ responde Hanna, para luego darme un cariño acariciando mi brazo ⎯. No te vayas sin hablar con mamá, ¿vale? 

⎯No deseo hablar con ella. 

⎯Te lo pido, Karl. Hazlo por mí. Creo que necesitas esta última plática con ella. Yo ya estuve con ella y está tranquila. No pasará nada. 

⎯Me insultó y rechazo a mi novia, ¿crees que tengo algo que platicar con ella? ⎯ inquiero, bastante molesto ⎯. Además, mi avión sale pronto y debo estar en el aeropuerto. 

Tomo mi abrigo y siento la mano de mi hermana apretando mi brazo, en señal de que quiera que me detenga. 

⎯Por favor, hermano. Sé que puedes ser un hombre con ciertas características que te hacen ver frío, aunque no lo eres. Y sé que no eres cruel. Solo ve, y deja que ella hable. Escúchala. Eres bueno escuchándola. 

Suspiro. La verdad lo que me está pidiendo mi hermana es algo que no me agrada en absoluto; pero lo haré por ella. 

⎯Vale, pero no más de diez minutos. 

⎯Cinco le bastarán. 

Dejo mi abrigo sobre la cama, y de su brazo, salgo de la habitación hacia la de mis padres. Después del escándalo, me enteré de que todo este tiempo mi padre había estado durmiendo en la casa de visitas, junto con Helena y que mi madre era quien se encontraba sola en su habitación. Supongo que tendré que ser yo quien le diga que es un tremendo cabrón; en algún momento terminaré haciéndolo. 

⎯Te quiero, Karl. 

⎯Por ti hago esto y por nadie más. Por Alegra lo haría también. 

⎯Alegra, Alegra, Alegra… hasta su nombre suena poético.⎯ Hanna me abraza y me da un beso sobre la mejilla⎯. Saldré con Freud a la ciudad para comprar algunas cosas. Nos vemos en Madrid. 

⎯Me dará gusto recibirte en mi casa ⎯ contesto. 

Hanna me sonríe. Después, se aleja caminando por el corredor y cuando que llega al final del corredor para bajar las escaleras hacia la sala, volteo a ver la puerta de la habitación de mis padres y suspiro. Yo no quiero estar aquí, pero a veces tengo que hacer cosa por la gente que amo, y no me puedo negar; no está en mi naturaleza. 

Así, toco la puerta tres veces, y escucho dentro como mi mamá suspira. Sabe que soy yo, porque siempre toco tres veces, anunciando mi llegada. 

⎯Adelante, Karl ⎯ me dice. 

Abro la puerta, y noto que la habitación está más vacía de lo normal. Al parecer, mi padre ha ido sacando sus cosas poco a poco, o tal vez será mi madre quien se vaya de aquí. No sé, y no me interesa, como queden en sus acuerdos. 

⎯Vine a hablar contigo porque Hanna me pidió ⎯ hablo. 

Ella, quien se encuentra recostada sobre la cama, con una toalla mojada sobre la frente y un antifaz de gel sobre los ojos, me llama con la mano y me pide que me siente sobre la cama. 

⎯Madre, tengo un vuelo que tomar…

⎯… ¡Por el amor de Dios, Karl! ⎯ expresa algo cansada ⎯. Solo siéntate, ¿quieres? 

Camino hacia la cama, y me siento en la orilla de esta, tal y como solía hacerlo cuando estaba pequeño. Mi madre se quita el antifaz de gel y se queda en silencio. 

Yo no tengo nada que decirle, así que el silencio se vuelve pesado entre los dos. Otro suspiro se escapa de sus labios. Sabe que si no me dice nada en unos minutos, simplemente me iré. Así que se quita la toalla, se levanta y se sienta. 

⎯Quiero pedirte una disculpa.⎯ Inicia. 

⎯¿Segura? 

⎯Solo déjame hablar, por favor ⎯ contesta.

Mi madre se pone de pie, y comienza a caminar de un lado a otro de la habitación. 

⎯Sé que hice mal en decir todas esas cosas en la fiesta. También que me comporté muy mal con Alegra, y que mis intenciones de separarte de ella, no fueron lo correcto. Me comporté con una mala madre y lo entiendo. 

⎯Madre, jamás has sido buena madre conmigo ⎯ le digo, y ella asiente con la cabeza⎯. Sabes que te respeto, y que si todo ha salido bien entre los dos es por la tolerancia que te he tenido. Pero, esta vez, te metiste con la mujer que amo y ahí no sé si pueda existir una tolerancia entre los dos. 

⎯Lo sé, lo sé.⎯Repite, mientras noto como comienza a llorar⎯. Es que, no sé por qué necesito que me entiendas, Karl. 

⎯No comprendo qué es lo que quieras que entienda. Solo sé que piensas que por mi condición, que ves con vergüenza desde que soy pequeño, una mujer como Alegra no puede amarme, y que en cierto modo no merezco ser feliz.

⎯Es que Karl, tú no sabes lo que es vivir con un niño que no puede mentir y dice lo que piensa sin filtro. Un niño que te esté recordando a cada rato lo mala madre que eres o corrigiendo cualquier defecto. Fuiste y eres un hombre difícil. 

⎯Tal vez soy así porque tú me alejaste. De mis hermanos fui el único que se fue a un internado. Regresaba los veranos para estar en una casa solo, y los inviernos te la pasabas de fiesta en fiesta. Si no aprendiste a tolerarme o al menos a lidiarme, fue porque nunca estuviste dispuesta a hacerlo. Me escondiste, así como estoy seguro escondiste miles de cosas más y por eso terminaste así. 

⎯¡Ay, Karl! ⎯ Se queja ⎯. Lo único malo de todo esto, es que tus palabras se me clavan como cuchillos en el corazón porque son toda la verdad y no la puedo negar. 

⎯Lo sé. Ahora, no entiendo, ¿qué tiene que ver esto con no poder ser amado?, ¿el tratar de separarme de Alegra? Si soy honesto, creo que fue solo un acto macabro de tu parte y nada más. Una distracción que te ayudó a desviar la atención del verdadero problema: tu divorcio del embajador. 

Ella asiente. 

⎯En realidad, no fue por eso. Es que…⎯ Duda antes de hablar ⎯… te tengo envidia.⎯ Complementa. 

⎯¿Envidia? 

⎯Porque incluso tú encontraste a alguien que te amara como lo hace Alegra. Cuando te llamé por teléfono y me dijiste que vivías con tu novia, en un piso propio y con un perro, sentí una gran envidia. Porque siempre pensé que tú te quedarías conmigo, que serías el hijo que al final me acompañaría. Después, vi a Alegra tan: guapa, joven, atractiva, simpática. Y tuve más por envidiar. Así que me aproveché la situación con Helena y le pedí que me ayudara. 

⎯¿Le pediste que viniera? ⎯ inquiero. 

⎯No, ella vive con tu padre en la casa de visitas desde hace meses. Tus hermanos tampoco lo sabían. 

⎯⎯Entonces, ¿pensaste que Alegra era celosa y decidiste actuar junto con ella? Todo para que me abandonara. Eso es bajo incluso para ti. Pues no te salió.

⎯¡Lo sé!, pero Helena me debía una, ¿sabes? He tenido que soportarla todo este tiempo haciendo planes a voz alta con tu padre sobre los viajes de “luna de miel” que harán. Yo me quedaré sola, Karl. Pensé que tú podrías decirme cómo lidiar con ello, ya que siempre te quedas solo. 

Sonrío levemente. No puedo creer los comentarios pasivos- agresivos de mi madre. Parece que se disculpa, pero a la vez me echa en cara nuestra relación. 

⎯Y te quedarás más sola si sigues así ⎯ hablo. 

Mi madre voltea a verme, ya que se ha cubierto el rostro con las manos. 

⎯Si sigues así, mamá, no habrá nadie que quiere venir a verte por placer. Todos lo haremos porque debemos. Y estoy seguro de que la única que vendrá será Hanna, porque es la que mejor te entiende por sus estudios. Philippe no se parará aquí, mientras no aceptes a su pareja, Étienne. Caly y Johan se instalará en España y posiblemente se olviden de todo y yo… sabes que no vendré porque, no tengo a qué. A nadie le gusta que le insulten y luego le pidan que vuelva. 

⎯Karl… 

⎯Madre. Alegra es una buena mujer, me ama y me respeta. Pudiste haber adoptado una hija, en lugar de terminar la semana perdiendo un hijo. Yo no soy como Philippe de tolerante. Si no aceptas a Alegra, yo no volveré. Es definitivo. 

Me pongo de pie de la cama y voy hacia la puerta. 

⎯Te deseo buena suerte, mamá. Espero que esto que pasó te ayude a reflexionar y cambiar. Tú sabes dónde buscarme, eres bienvenida cuando quieras, siempre y cuándo respetes a mi mujer, mi casa y mis decisiones. Hasta luego. 

Mi madre no me dice nada. No sé si se ha quedado sin palabras o, aún sigue llorando. Voy hacia la puerta de la habitación y la abro. Cuando paso el umbral, ella me llama: 

⎯¡Karl! 

Volteo a verla. 

⎯¿Algún día podrás perdonarme? 

Suspiro.

⎯ ¿De qué sirve que te perdone si no cambias?, volverías a hacer lo mismo y yo te volvería a perdonar. Mejor, perdónate primero y después hablamos. Cuídate madre. 

Después de decir esto, cierro la puerta y salgo al pasillo quedándome completamente solo. Sé que las palabras que le dije a mi madre le llegaron dentro, y que posiblemente la hice sentir mal. Pero, en todos estos años, aprendí, que la única manera de hablar con ella es así: directo, sin dramas y yendo al punto. 

Por ahora ella tiene mucho que pensar y resolver y yo, tengo mucho que ganar. Tengo a Alegra y a mi perro que son mi familia y que hacen mi hogar. Ahora solo tengo que concentrarme en eso, y nada más. 

En ese instante, el móvil suena. Lo saco de la bolsa y veo que es un mensaje de Alegra. 

Alegra:

Ya vamos de regreso a Madrid. Nos vemos en nuestro hogar. Te amo. 

Sonrío al leer su mensaje. 

Karl: 

Nos vemos en nuestro hogar. Te amo. 

Sonrío al leer la frase “nuestra casa”. Porque eso es lo que tengo ahora, mi propio hogar. 

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