Alegra

“Ya está despertando” 

Escucho la voz de Karl, cerca de mi oído. 

“Ale, amor… ¿Me escuchas?”

“¿Qué persona se desmaya y dura 20 minutos sin despertar?”, habla Moríns. 

“El impacto fue bastante grande”, responde Karl. 

“¿Qué le dijiste que se desmayó de tal manera? 

“Pues le dije…”

⎯¡NADA! ⎯Despierto gritando, asustando a todos los que están a mi alrededor⎯. Nada, no me dijo nada. 

⎯Alegra, despertaste, ya nos tenías preocupados ⎯dice Moríns. 

Volteo a mi alrededor y noto que sigo en el parque. Mi hermana y Moríns están justo a mi lado y Karl aún me tiene entre sus brazos. 

⎯¿Qué les has dicho? ⎯pregunto, viéndole a los ojos. 

⎯Nada, bueno, que te desmayaste de pronto cuando me dijiste los resultados de tus análisis. 

⎯¿Y ya? ⎯pregunto preocupada, ya que al saber que Karl no puede mentir es probable que les haya contado lo del supuesto embarazo. 

⎯Sí. 

⎯Justo le estábamos preguntándole eso y te despertaste ⎯comenta, Sila. 

⎯Me desmayé porque no desayuné bien. ⎯Miento. 

Karl se queda en silencio y creo que ya entendió que no quiere que se sepa lo del supuesto embarazo, por lo que guarda silencio. 

⎯¿No desayunaste bien? ⎯inquiere, Moríns. 

Su mirada se clava en la mía y sé que está tratando de leer mi mente y averiguar todo como cuando era pequeña. No hay persona con mejor intuición y que explore mejor los secretos que Moríns. 

⎯¿Eso vino en tus análisis? 

⎯¡SÍ!, sí, sí… ⎯ hablo apurada y trato de levantarme, pero Karl me mantiene aún tomada entre sus brazos. 

⎯Relajate, Alegra. Puede que te marees.⎯ Me pide Sila. 

⎯Estoy bien, muy bien… me siento bien. ⎯Repito, y no sé cuántas veces he dicho la palabra “bien”. 

⎯¿Segura?, te ves algo acelerada. ⎯Continúa hablando. 

⎯Todo bien… es más, ¿crees que podamos ir a desayunar Karl? ⎯le pregunto a mi novio, que prácticamente se ha quedado en silencio. 

⎯Pues, ¿qué pasó con ir al piso y…? 

⎯A desayunar… ⎯le interrumpo y me pongo de pie como puedo. 

Mi hermana y Moríns me ayudan y me sientan en una banca cercana. De inmediato, Sila comienza a tomarme los signos vitales y revisar que esté bien. 

⎯¿Te sientes mareada? 

⎯No.

⎯Te sientes con náuseas. 

⎯No. 

⎯¿Te golpeaste en algún lado? ⎯insiste. 

⎯No. Solo me desmayé, Sila. No pasa nada ⎯contesto⎯, por cierto, ¿qué hacen por aquí? 

⎯Pues justo íbamos a almorzar cuando vimos como te desmayaste y corrimos. Estuvímos a punto de llevarte al hospital porque no despertabas. 

⎯¡NO!, ahí está papá ⎯hablo y Sila se hace para atrás asustada. 

⎯¿Todo bien? 

⎯Sí, sí, todo bien… ¿Nos vamos Karl? ⎯Lo tomo de la mano y me pongo de pie. 

⎯¿No quieren ir a comer con nosotros?, digo, si el desmayo es por el desayuno. ⎯Sugiere Moríns. 

⎯No, no, no… no, no, no… ⎯Repito tantas veces que no sé como parar. 

⎯Yo me encargo, no se preocupen ⎯habla Karl, para luego cargarme entre sus brazos y llevarme lejos de ahí. 

⎯¡Cualquier cosa me marcas! ⎯grita Sila. 

⎯¡SI! ⎯ respondo, para luego dejarme llevar por Karl. 

Ambos caminamos en silencio y entramos al estacionamiento del hospital. Llegamos a su auto y él me baja para poder abrir la puerta. Yo me subo, cierro la puerta, saco el sobre de la bolsa y los abro buscando el bendito hCG. Karl entra del otro lado y se une a la búsqueda. 

⎯¡Ves!, ¡positivo! ⎯le digo, para luego llevarme las manos hacia la frente. 

Karl toma la hoja y comienza a leer. 

⎯¡Ay, Dios Karl!, ¿cómo pasó esto? 

⎯Pues… para ser hija de un doctor, dudo que… 

⎯Sé cómo se hacen los bebés, amor. Lo que digo es que ¿cómo?, si yo tomo la píldora anticonceptiva. 

⎯Bueno, las píldoras anticonceptivas, cuando se toman de manera adecuada y consistente, son uno de los métodos anticonceptivos más efectivos para prevenir el embarazo. Sin embargo, ningún método anticonceptivo es absolutamente infalible. Existen algunas circunstancias en las que es posible quedar embarazada. 

Volteo a ver a Karl, al escuchar lo que me está diciendo. 

⎯Amor, adoro lo que me enseñas, solo dime las razones y ahórrate la teoría. ⎯Le pido. 

Karl asiente con la cabeza. 

⎯Pues, puede ser interacciones medicamentosas, problemas gastrointestinales, no seguiste las instrucciones, el médico, variaciones hormonales individuales u olvido o retraso en la toma de la píldora. 

 Al escuchar la última frase me quiero morir, porque decenas de imágenes se vienen a mi mente: el cambio de piso, el visitar a la madre de Karl, lo de mi hermana. En algún punto de esos momentos sé que olvidé tomarme la pastilla por un tiempo, y ahora, aquí están las consecuencias. 

⎯No puedo creerlo, no puedo creerlo… 

⎯Tranquila, debemos tranquilizarnos y… ⎯me dice Karl, mientras sigue leyendo los análisis.

⎯¿Cómo quieres que me tranquilice?, no, debes ser un error… ⎯le comento, y sin que él lo espere, le quito los análisis de las manos, me bajo del auto y comienzo a caminar hacia el elevador. 

⎯¡Ale!, ¡Ale!, ¡Ale! ⎯Escucho mi nombre a lo lejos, mientras yo corro hacia allá. 

⎯Debe ser un error… yo… 

Presiono el botón que me llevará hacia el área de laboratorios y, antes de que se cierre la puerta, la mano de Karl impide que pase. Luego pasa su alto y fornido cuerpo por ahí y entra conmigo. 

⎯Mi amor. Sé que esto es algo inesperado, pero, no debemos entrar en pánico ⎯habla, para después darme un rostro de preocupación. 

⎯¡Cómo de que no!, si vamos a ser papás y yo… 

En ese instante siento como comienza a faltarme el aire. 

⎯Creo que me dará un ataque de pánico, creo que me dará un ataque de pánico ⎯le comunico, mientras quiero salir del elevador, pero en este instante no puedo. 

Comienzo a dar vueltas con desesperación, apoyando mi mano en el vientre bajo y otro en mi pecho. Intento abrir la puerta del elevador con mis manos temblorosas, pero, es en vano. No puedo salir de aquí. 

En ese preciso instante, cuando la desesperación está a punto de tomar el control, siento cómo los brazos fuertes de Karl me rodean apretándome con fuerza y a la vez ternura. De inmediato, siento como ellos actúan como un escudo contra el miedo, como si estuviesen dispuestos a protegerme de cualquier cosa que pudiese hacerme daño. 

Esto es como la calma antes de que se desatara la tormenta. La luz en la obscuridad y justo lo que necesito para poder tranquilizarme. 

⎯Sígue mi respiración ⎯me murmura al oído. 

En ese instante comienza a respirar de una forma que me hace recobrar el ritmo de la mía. Gradualmente, la agitación se va, y comienzo a sentir mis respiraciones normales. 

⎯Aprieta mi mano con fuerza. Con toda la que tengas. 

En eso, saco una de mis manos y entrelazando mi mano con la suya, la aprieto con fuerza. 

⎯Libera. ⎯Me pide, en un murmullo. 

Dejo de hacerlo y me pide que repita el ejercicio, hasta que mi mente se concentra en liberar y apretar la mano y se aleja de lo que me causó el pánico. 

Karl no deja de abrazarme, de brindarme apoyo. Me siento plenamente rodeada de amor y cuidados y esa conexión que nos une sin duda alguna. Me recargo sobre su pecho y él besa mi frente con ternura. 

⎯¿Mejor? ⎯inquiere. 

⎯Mejor… ⎯Y los ojos se me llenan de lágrimas. 

⎯Aquí estoy… no me voy ⎯dice, y no sé por qué siento que necesitaba escuchar esas palabras. 

Las puertas del elevador se abren y la imagen de Karl y yo abrazados se hace presente ante el personal del hospital. Él, esta vez, me toma de la mano y yo temblorosa aún por lo que acaba de pasar, camino hacia los laboratorios. 

⎯Ale… ⎯murmura Karl a mi oído⎯, sin importar lo que ocurra, tus decisiones o tus pensamientos, estoy aquí. ⎯Me asegura con determinación.

Asiento con la cabeza. 

⎯¡Hola, Ale!, ¿qué pasó? ⎯me pregunta la joven de la recepción. 

⎯Hola ⎯hablo, tratando de que la voz quebrada desaparezca⎯ . No sé si estoy mal, pero, creo que me diste los análisis equivocados. 

Ella toma el sobre y asiente con la cabeza. 

⎯Tienes razón. No son tuyos. ⎯Y al escuchar eso siento como mi cuerpo se libera por completo, para después volver a sentir el peso⎯. Son de tu hermana, Lila. 

⎯¡QUÉ! ⎯expresamos Karl y yo sorprendidos. 

⎯Sí, son de Lila. Siempre las confundo. 

Volteo a ver a Karl que comparte mi rostro de sorpresa. 

⎯Lila está embarazada ⎯murmuro y él asiente con la cabeza. 

⎯No lo puedo creer… seré tía ⎯hablo emocionada. 

⎯Estos son los tuyos. ⎯Escucho la voz de la chica y un nuevo sobre se asoma⎯. Lo siento. ¿Quieres que le dé los de Lila a tu papá? 

⎯No, no, yo se los doy ⎯comento, para luego tomarlos y guardarlos en mi bolsa. 

Tomo igual los míos y segura de que vendrán correctos, los abro y comienzo a leerlos. Karl me ve atento, ansioso por leerlos también. Siento su mirada celeste sobre mí y cuando leo la parte que me interesa, tomo aire. 

⎯¿Qué, qué pasa? ⎯me pregunta. 

⎯Negativo ⎯pronuncio, para luego ver a los ojos a Karl⎯, el mío dice negativo. 

Karl esboza una leve sonrisa. Después me abraza y me pega a su pecho para darme un beso sobre el cabello. No me dice nada, simplemente nos quedamos así después de un caos que llegó como tsunami y luego se fue dejando huellas que jamás se podrán borrar. 

⎯¿Ya te sientes más tranquila? ⎯me pregunta. 

Asiento con la cabeza. 

⎯Entonces, vamos para la casa. Quiero recostarme a tu lado, abrazarte y llenarte de besos ⎯confiesa. 

⎯Pero… ¿Lila? ⎯inquiero. 

⎯Lila se lo dirá a tus padres cuando esté lista. No le quites ese derecho. Guárdale el secreto, tú que puedes. 

Le doy la razón. Creo que sería muy egoísta de mi parte decirle a mis padres antes que Lila, que está embarazada. Si ella ha estado guardando este secreto por tanto tiempo, es por una razón y, supongo, que yo también me enteraré después. 

Así, ambos salimos del edificio y nos subimos al auto, de nuevo sin decir nada. Creo que el saber que estaba embarazada nos cansó tanto que, al llegar al piso, Karl se dio un baño rápido, para luego recostarse sobre la cama y pedir que me acostara a su lado. 

Mientras estamos ahí, en medio del silencio, no puedo dejar de pensar en mi ataque de pánico y si fue exagerado o no. Sé que tener hijos es una gran responsabilidad, una para la que no me siento preparada, pero, jamás le he preguntado a Karl si él, en algún punto, los va a pedir. 

Me levanto tan rápido que él se asusta y me ve a los ojos. 

⎯¿Qué pasa? 

⎯¿Tú quieres tener hijos? ⎯le pregunto directo, y él arquea las cejas, sorprendido por mi pregunta. 

⎯¿A qué viene eso? 

⎯Pues. Hoy que nos enteramos del embarazo, no dijiste nada. Solo me dijiste que lo que yo quisiera hacer, tú lo apoyarías. Pero no te vi entusiasmado, ni triste, ni enojado. Solo fuiste tú. 

⎯Estaba tranquilo porque supe que necesitabas que lo estuviese. 

⎯Lo sé, pero, ¿hay algo más? Enojo, felicidad… ¿algo? ⎯Insisto. 

Karl suspira. Sé que me tiene que decir la verdad porque no puede mentir. 

⎯Ale, sabes que no soy muy bueno expresando pero, lo hice. 

⎯¿Cómo? 

⎯Sentí preocupación ⎯confiesa al fin. 

⎯¿Preocupación? ⎯reafirmo. De todas las palabras que me pudiese decir Karl, esta es la que menos esperaba⎯ ¿Por mí? 

⎯Por perderte. 

Sonrío levemente. 

⎯¿Por qué me perderías? 

⎯Porque la última vez que pasé una situación así, perdí a la mujer que, en ese entonces, consideré la mujer con la que tendría a mi hija y compartiría mi vida. Entonces, pasó lo de nuestra hija y la perdí. Además, la posibilidad de que si tenemos un hijo con TEA está latente, y no sé si quiere eso. 

Me quedo en silencio. En realidad yo no lo había pensado así y no me importaría si eso pasara. Es Karl, Dios mío, el hombre más genial, lindo, inteligente y guapo del mundo… ¡Qué mujer en este mundo no quisiera ser madre de sus hijos! 

⎯Karl… 

Él se levanta y nuestros rostros quedan a la altura que podemos compartir miradas. Él toma mi mano y la besa. 

⎯Yo, soy feliz contigo Alegra. Yo te sigo dónde vayas y quiero todo contigo y respeto lo que no quieres también. Estoy tranquilo por primera vez en mi vida, aunque en realidad parezca que eres un caos. 

Sonrío, porque nadie había abrazado mi caos tanto como lo hace Karl. 

⎯Soy feliz con lo que me das porque, solo me has dado cosas buenas y yo acepto de todo. ⎯Él quita un mechón de mi cabello de su frente⎯. Si deseas llevarme a Nueva York, estaré encantado de ir contigo. Si anhelas que formemos una familia juntos, estoy listo para dar la bienvenida a nuestros hijos. Y si simplemente quieres pasar el resto de tu vida tomándome de la mano, eso también es lo que deseo. Porque me amas tal como soy, incluso con el caos que a veces reina en mi mente y que, admitámoslo, ha causado más de un problema. Toleras mis explicaciones interminables y mi tendencia a la imprudencia en ocasiones, incluso cuando no puedo evitar decir la verdad. Te amo por ser tú, y eso es la Alegra que quiero tener siempre a mi lado. Si decides que no queremos tener hijos, estaré de acuerdo, porque para mí, lo más importante es tenerte a ti. Y si decides que sí queremos ser padres, enfrentaremos juntos esos nervios iniciales y después nos abrazaremos fuerte, porque sabemos que estamos en esto juntos. 

Las palabras de Karl me llenan los ojos de lágrimas y provocan que el nudo en la garganta que hay dentro de mí, se deshaga poco a poco hasta hacerme llorar tanto, como si quisiera desahogar lo que siento en el alma. 

⎯Tranquila, mi amor. Solo fue un susto ⎯contesta Karl⎯, todo estará bien. 

⎯No, no fue un susto. ⎯Admito⎯. No fue un susto. 

Karl deja de abrazarme y se aleja de mí. 

⎯¿De qué hablas? 

Entonces, meto la mano por debajo de la almohada y saco los análisis. Luego se los doy a Karl y espero a que los lea. Al terminar su mirada azul se cruza con la mía y esboza una sonrisa. 

⎯Esto… es bueno, ¿verdad? ⎯pregunta, mientras nuestros ojos brillan al unísono. 

Yo solo lo abrazo fuerte, porque sé que estaremos juntos en esto. 

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