Karl
Más noche
La cena familiar para mi anuncio, no oficial, fue una de las mejores que he tenido en mi vida. Lo digo, no solo porque ahora mi suegro es mi jefe, sino por el nivel de complicidad que ellos tienen. Jamás en mi vida vi tanta unión, escuché tantas anécdotas y vi tanta felicidad en una mesa. En realidad la cena familiar no se sintió como una normal, sino como una fiesta que fácilmente podría terminar a las seis de la mañana del siguiente día.
Ahora comprendo lo que Cho y Moríns me decían cuando jugaba mis cartas por Alegra. Que la familia Ruiz de Con y Canarias, es grande, pero no por su nivel de poder, influencias o dinero, sino por su unión y su cercanía. Y que si a ti no te agrada o simplemente no te adaptas, puedes sufrir bastante; lo bueno es que por mí no hay problema porque me encanta lo que ahora estoy viviendo.
Dicen que cuando uno se casa o en este caso se va a vivir con una mujer, también se casa o se une a una familia. Mi padre también dice que si quiero saber cómo es mi futura esposa, analice a su familia, ya que es el reflejo de su vida, su educación y sus principios. Por lo que concluyo que Alegra es la indicada para mí y que debo de estar feliz por la familia que tiene.
Así, después de cenar una deliciosa comida preparada, sorprendentemente, por David Canarias, padre, y de tomar una que otra bebida para festejar mi nuevo puesto. La hora de regresar llegó y una vez más Alegra y yo nos encontramos de regreso a nuestro piso, con el estómago lleno, unos cuantos caballitos de tequila y en mi caso con un nuevo trabajo que entrará en vigor la próxima semana, después de que la Junta del hospital dé el anuncio oficial.
⎯ ¿Todo bien? ⎯ le pregunto a Alegra, quién ha estado un poco más callada de lo normal.
⎯ Sí, ¿por qué? ⎯ me responde, volteando a verme.
⎯ Bueno, porque llevas desde que salimos de casa de tus padres, en silencio. Y no has puesto la radio o me has propuesto algo que estoy seguro de que accederé en cuánto lleguemos a casa. No sé si recuerdas, pero, mañana es mi día libre.
⎯ Lo sé ⎯ responde.
⎯ Y, creo que ya sabes lo que eso significa ⎯ insisto, para ver si reacciona mejor.
Alegra sonríe ⎯. Claro que sé lo que eso significa.
⎯ Pues no te veo del todo emocionada o bueno, al menos feliz.
⎯ Solo estoy cansada ⎯ responde, para luego recargar la cabeza sobre el asiento y cerrar los ojos.
⎯ Vale ⎯ le digo, y guardo silencio para dejarla descansar.
Entonces sigo manejando por la ciudad, viendo las calles casi vacías, las luces encendidas de los faros y algunas personas caminando por las aceras. Después de unos minutos, detengo el auto y lo apago, provocando que Alegra abra los ojos de inmediato.
⎯ Llegamos ⎯ le digo, y me bajo del auto para ir de su lado.
Al abrir la puerta, ella se percata de que no estamos en nuestro barrio y mucho menos cerca del edificio donde vivimos ⎯. Espera, este no es el piso.
⎯ No, no lo es.
⎯ ¿Qué hacemos aquí? ⎯ inquiere, al ver que estamos en el Parque del Cerro del Tío Pío.
⎯ Pues, decidí desviarme un poco, ¿me acompañas? ⎯ y diciendo esto le ofrezco mi mano para que baje.
Alegra la toma con un poco de dudas y baja del auto algo desorientada. Yo le acomodo el abrigo y le ayudo a ponerse el gorrito de tela sobre sus hermosos rizos perfectamente definidos que, como siempre, caen sobre sus hombros. Cuando estamos abrigados, la tomo de la mano y ambos comenzamos a caminar hacia el parque, para encontrar un buen lugar y ver el amanecer.
⎯ Hace algo de frío ⎯ se queja Alegra, y yo la abrazo para seguir caminando.
⎯ Venga, ya casi llegamos. Te prometo que no nos tardaremos tanto.
⎯ ¿Seguro? ⎯ pregunta, insegura.
⎯ Será menos de tres minutos o bueno, démosle cinco.
Alegra suspira, y continúa caminando a mi lado, aunque por momentos parece que la vengo jalando. Sé que algo le pasa, y la he traído aquí porque ella odia que la cuestionen en algún sitio cerrado. Siempre me dice que sus padres, cuando ella hacia una travesura, la regañaban en el jardín de su casa, porque si lo hacían en el auto o dentro de su habitación le daba ansiedad.
Así, después de unos pasos, Alegra y yo llegamos a un sitio donde podemos platicar y al mismo tiempo ver la hermosa e iluminada ciudad. Yo me siento en una de las bancas cercanas, pero, ella se aleja un poco para respirar el aire frío.
⎯ ¿Me vas a decir qué tienes? ⎯ le pregunto.
Alegra voltea a verme y en sus ojos sé que le pasa algo, pero que teme decírmelo ⎯. Nada.
⎯ Sé que sucede algo, te conozco mejor de lo que crees.
⎯ Y lo sé, lo sé ⎯ me responde, tranquila ⎯, sé que me conoces mucho mejor de lo que yo me conozco, solo que estoy buscando mi respuesta porque no quiero arruinarlo.
⎯ ¿Arruinar qué? ⎯ pregunto con bastante curiosidad.
Alegra camina hacia mí y se para de frente. Sé que traerla al parque funcionó porque no le está dando ansiedad, pero, también siento que no fue nueva idea hacerlo, no obstante, no sé por qué.
⎯ Karl, no, no lo hagas ⎯ me ruega.
⎯ ¿Hacer qué?
⎯ Lo que sea que estás pensando en hacer ⎯ habla rápido ⎯. Te lo pido, no lo hagas. Mira, yo te amo, en verdad lo hago. Estoy muy feliz contigo, compartiendo mis días y mi vida a tu lado, te soy fiel hasta en el pensamiento y todo es perfecto así como está. Sé que lo del trabajo nuevo nos dará más estabilidad y a ti un mejor salario, y que posiblemente por tu mente estén pasando miles de pensamientos como lo que quieres hacer hoy, pero, no lo hagas.
Me pongo de pie y voy hacia ella ⎯. ¿Hacer qué? ⎯ insisto, viéndola a los ojos.
Alegra, ignora mi mirada, dirige la suya hacia el pasto y en un murmullo me dice ⎯. Pedirme matrimonio.
⎯ ¿Qué? ⎯ pregunto.
⎯ ¡Ay, Karl!
⎯ No te escuché.
Ella levanta el rostro y habla ⎯. Pedirme matrimonio.
⎯ ¿Yo haré eso? ⎯ inquiero ⎯, ¿cuándo?
⎯ Pues, ahora… ⎯ responde confundida ⎯ Digo, estamos en el lugar perfecto, aquí nos hicimos novios, en esta misma banca nos sentamos y pues…
La envuelvo entre mis brazos y le doy un beso en la cabeza ⎯. ¿De dónde sacaste esa idea?
⎯ Bueno, es que mi Tía Ainhoa…
⎯ ¡Ah!, la Tía Ainhoa ⎯ contesto, y ella levanta su rostro. Sus ojos color avellana me miran un poco más tranquilos.
⎯ Ella…
⎯ Lo sé. Pero le estás haciendo caso a la tía que está obsesionada con las bodas y los matrimonios. Me lo dijo tu abuela Fátima, la última vez que fue a revisión. Solo anda buscando a quién casar. Si no fuera bailarina, fuera casamentera ⎯ contesto.
⎯ Entonces… no.
Niego con la cabeza ⎯. No amor, claro que no.
Ella suspira aliviada, pero luego vuelve a tensarse ⎯. No me lo tomes a mal, mira que yo…
⎯ Lo sé. Cuando empezamos esta relación, justo en esa banca me dijiste que no querías casarte, ni hijos y… yo accedí.
Alegra vuelve a relajarse ⎯. Pero sabes que te amo, ¿cierto?
⎯ Lo sé, yo no tengo duda de eso ⎯ contesto, para luego besar sus labios.
⎯ Y, dime que aceptaste el trabajo porque es uno muy bueno ⎯ continúa hablando, mientras nuestros labios están el uno sobre el otro.
Me separo de ella ⎯ Lo es. Lo acepté porque es un gran trabajo por el que luché. Nos dará más estabilidad, tendré vacaciones y bueno, el salario es lo mejor ⎯ le aclaro ⎯. Amor, estabilidad no significa hijos y matrimonio. Significa que tú y yo estemos bien, felices y sanos. Nuestra historia de amor, por más diferente que sea, se merece un final tipo “y vivieron felices, comiendo perdices”. Y, aunque sé que eres vegetariana y que jamás comeremos perdices, yo soy feliz contigo tal y como estamos. Eres perfecta para mí Alegra.
Alegra se ríe, para luego lanzarse a mi cuello. Yo la cargo entre mis brazos y cuando nuestros rostros están a la altura, me besa transmitiéndome su felicidad y sobre todo, tranquilidad.
⎯ ¿Más tranquila?
⎯ Sí. Lo siento si no hablé mucho en el camino. Es que te juro que trataba de encontrar las palabras exactas para explicarte esto porque, no te quiero perder. No quiero que pienses que soy una mujer egoísta que no te permite hacer lo que deseas o no sé.
⎯ Alegra, relájate. Ahora entiendo cuando tu hermana dice que me hice novio de tu papá.
⎯ ¿Qué? ⎯ pregunta, para luego aguantarse la risa ⎯ ¿cuál hermana?
⎯ Sila.
⎯ ¡Guau!, el burro hablando de orejas ⎯ responde.
⎯ ¡Qué! ⎯ pregunto entre risas.
⎯ Que mira de quién viene. Si hay alguien estresado en la casa es Sila.
⎯ Bueno, admite que eres sumamente estresada, como él, y que ambos hacen unos escenarios catastróficos, que están buenos para hacer una serie. Relájate, pisa pasto.
⎯ Literal quieres que lo pise, ¿quieres que me baje?
Y ahora soy yo quién se ríe ⎯ ¡Ay, Alegra!, en verdad me haces muy feliz ⎯ contesto.
Ella acaricia mi rostro ⎯. Oye, ¿entonces que eso que me querías decir? ⎯ me pregunta ⎯, ¿algo importante?
⎯ Ahora entiendo el pánico, y no sé si sea el mejor momento para decírtelo después de lo que pasó.
⎯ No, no, no… Dime, ¿sí? ⎯ me pide como niña pequeña.
Bajo a Alegra de mis brazos y meto la mano en el bolsillo de mi abrigo ⎯. Que mira que tu tía Ainhoa me arruinó en numerito.
⎯ Olvídate de mi tía, tú hazlo como si yo no hubiese caído en pánico, ¿quieres? ⎯ me ruega.
⎯ Vale, entonces, ahí va ⎯ así, saco de mi abrigo una caja pequeña, como si fuera de un anillo y ella se ríe.
⎯ ¿Es en serio?
⎯ Muy en serio. Te dije que Ainhoa lo había arruinado. Ahora te pregunto, ¿confías en mí?
⎯ Sí ⎯ responde, sin dudas.
Suspiro ⎯. Bueno, esto es algo que siempre había querido hacer, pero no encontraba a la mujer ideal. Sin embargo, ahora que estoy contigo, estoy seguro de que si lo hago, funcionará. Alegra, unas de las razones por las que acepté el trabajo fue para podernos dar la vida que nos merecemos, pero, hace falta un pequeño detalle que solo la estabilidad nos puede dar ⎯ entonces, me pongo sobre una rodilla, la miro a los ojos y abro la pequeña caja ⎯. Alegra Canarias Ruiz de Con, me harías el honor de adoptar un perro conmigo.
Así, Alegra ve en la caja una placa en forma de hueso, brillando con las luces del parque. Ella asiente con la cabeza y sumamente emocionada me responde.
⎯ ¡Sí!, ¡claro que acepto!
⎯ ¡Bien! ⎯ contesto aliviado, para después ponerme de pie y abrazarla ⎯. No sabía si aceptarías, pero tomé el riesgo.
⎯ ¿Por qué? ⎯ pregunta entre sonrisas.
⎯ Bueno, tu familia no tiene mascotas y pensé que posiblemente no te gustaban o algo. Pero yo muero por uno, que por mis constantes mudanzas nunca había podido tenerlo, y bueno… ahora que tengo un piso, espacio, una hermosa novia.
Alegra se ríe y tomando mi rostro me da un beso sobre los labios ⎯. Me encanta a idea. Y sí, lo acepto mil veces.
⎯ Pues qué bueno, porque dentro de unas horas tenemos cita en la perrera ⎯ y le pongo el pequeño anillo de metal de la placa en el dedo anular.
Mi novia vuelve a reír y la manera en que lo hace, me vuelve muy feliz. Aún no puedo creer que sigo en las nubes con ella, que haya aceptado ser mi novia y que ahora vivamos juntos y vayamos a tener un perro.
⎯ Te amo, Karl. No sabes lo mucho que te amo. Quiero pasar el tiempo que desees contigo.
⎯ Pues te aviso que deseo pasar toda mi vida contigo, así que prepárate ⎯ contesto, y la beso sobre los labios.
Alegra se cuelga de mi cuello, y comienza a besarme llena de pasión; supongo que los diez tequilas ya han surtido efecto en su cuerpo, y yo sé que pasa cuando lo hacen.
Alegra se separa y dándome esa mirada coqueta, habla ⎯. Dices que mañana no tienes trabajo ⎯ y mientras lo hace acaricia mi pecho.
⎯ Así es… ⎯ admito.
⎯ Y, ¿a qué hora debemos ir a la perrera?
Miro mi reloj de pulsera ⎯. Exactamente en diez horas.
⎯ Y, ¿estás muy casado? ⎯ inquiere, para luego esbozar una sonrisa.
⎯ Pues… ⎯ contesto, para sorprenderla cargándola entre mis brazos y haciéndola reír ⎯ ¿Creo que dejé algo pendiente, hace rato, no?
⎯ No, no lo recuerdo ⎯ contesta entre risas.
⎯ Pues vamos a recordarlo, porque yo creo que es muy importante ⎯ respondo, para luego besar sus labios y comenzar a caminar hacia el auto.
😄😄😄😄 la tía Ainhoa sembrando el terror en Alegra, espero que algún día se decida a casarse, apuesto que se vería muy bonito en un vestido de novia, aunque sea para la foto 🤭. Karl, eres bello, la entiendes perfecto!
PD. Al final yo creí que si era el anillo jajajaja.😅