Alegra
Siento que no puedo conmigo misma. Desde que estoy embarazada, las lágrimas afloran por cualquier cosa, a cualquier hora y en cualquier lugar. Cada pequeño acontecimiento se convierte en una batalla emocional. Nunca imaginé estar tan sentimental y, sobre todo, exponer al mundo una vulnerabilidad que ni siquiera me atrevo a mostrar ante mí misma.
Ayer lloré porque no encontraba la pluma que traía en la oreja. La busqué por todas partes, entre mis cosas y las del estudio, y nada. Me fui todo el metro llorando y, al llegar a casa, lo primero que hizo Karl fue quitarme la pluma de la oreja y enseñármela. Pasé del llanto a la risa y regresé al llanto, todo en menos de diez minutos.
El doctor me dice que es normal, que mis hormonas están tan a tope y que reacciones así deben suceder, y que debo sentirme afortunada porque algunas mujeres simplemente odian a su esposo y se la pasan enojadas. En pocas palabras, es mejor llorar.
Así que ahora, me paso los días como María Magdalena, entre llantos. Karl ya no sabe lo que me puede decir y lo que no, lo que me puede o no mostrar, y lo que puede hacer. Es horrible, siento que me tiene que tratar con pinzas, cuando antes nos tratábamos de forma ruda. Es más, hasta en el sexo debe tratarme diferente.
Se terminaron los baños de Karl, porque el agua caliente puede hacerme daño; esa fue la primera razón por la que lloré todo un día. También se acabó el sexo en la cocina, contra la pared y encima de la mesa. En pocas palabras se acabó lo divertido. Y, aunque tenemos relaciones casi todos los días, y me muero de placer, ahora termino llorando, diciéndole a Karl cosas que jamás pensé saldrían de mi boca. En pocas palabras, soy un caos.
Entonces, no tendré náuseas, ni dolores de cabeza y cansancio como mi hermana Lila, y tal vez no se me note el embarazo y aún mantenga mi figura esbelta y quepa en mis pantalones talla siete, pero lloro por todo, y ahora no sé si preferiría tener mejor náuseas.
En fin, mi embarazo va viento en popa, y mis bebés crecen cada día más; fuertes y sanos. Me encanta verlos, contar los dedos de sus manos, y ver a forma de su rostro. A veces siento que se parecen a Karl, otras veces siento que se parecen a mí.
Es increíble como el latido de mi corazón se congela cuando escucho los latidos de los suyos. Lo nerviosa que me pongo cuando me toca cita y debo averiguar como están, el miedo que me da que me den un mal diagnóstico y lo sentimental que termino al saber que están bien, que mis bebés son perfectos.
Karl y yo hemos empezado a hablar de nombres, ya que en la próxima visita averiguaremos su sexo. Si son niñas hemos decidido el nombre de Alegra y de Amada. El primero, porque quiero ponerle el nombre de mi abuela, al igual que Sila y Lila le pusieron el nombre de mis otras abuelas: Fátima y Ximena. Así que, ahora, las tres les haremos honor de cierta manera.
Amada será por la paciente de Karl que lleva ese nombre. Los dos acordamos que era un nombre precioso y que nos recordaba justamente al momento en que ambos habíamos caído en cuenta de que estábamos enamorados. Así que si son niñas estamos listos para llamarlas de esa manera.
Para los niños la selección fue un poco más difícil. Tuvimos que leer decenas de libros sobre nombres de bebés para poder decidirlos. Sin embargo, estos llegaron a nuestras vidas como magia. El primero, Maël, que significa príncipe. Lo escuchamos en una película y nos fascinó, así que quedó acordado.
El segundo, es un poco más sentimental: Davide. Una variación de David. Resulta que el abuelo paterno de Karl se llamaba Davide, y él lo quería mucho, y ahora el abuelo de su bebé se llamará David, por lo que decidimos llamarlo así.
Así que los nombres de Amada, Alegra, Maël y Davide están escogidos y listos para combinarse. Si son niño y niña no sabemos aun si serán Amada y Maël, o Alegra y Davide, existen varias combinaciones que podríamos hacer. Solo estamos esperando a verlos, a confirmar las sospechas que tenemos y así, comenzar a llamar por sus nombres nuestros bebés que llevarán como apellido Johansson Canarias.
Hemos esperado por días el momento de irlos a ver, y mañana será el día. Ayer mis padres llegaron de Madrid, por lo que hoy iremos a visitarlos al piso de mi tía Ainhoa, porque nos invitaron a desayunar, y nos pondremos de acuerdo para ir al doctor. Después, mis padres se irán a México a visitar a Lila, ya que ella también tiene su vista.
Ambas nos hemos coordinado así para que nuestros padres puedan vernos y no perderse ni un detalle de nuestros embarazos. Aunque parezca mentira, yo estoy unas semanas atrás de Lila, por lo que los acontecimientos casi van sucediendo al mismo tiempo. Ella, en su última visita, trató de saber qué sexo era su bebé, pero, no se dejó. Al parecer le gusta mantenerse en el anonimato, la próxima semana lo intentará de nuevo. Yo espero poder ver a los míos pronto, porque las ansias me carcomen, aunque lo que verdaderamente importa es que estén bien.
⎯¿Crees que tus padres sepan que Antonio de Marruecos fue a vistar a Lila esta semana y por eso tuvieron que venir acá primero? ⎯me pregunta Karl, mientras recorremos la ciudad en el metro.
Encojo los hombros.
⎯No sé. Todo depende de cómo esté mi padre hoy. Si está enojado o le comenta cosas a mi madre, quiere decir que si saben. Si está normal, solo mi madre lo sabe y él no. Lila siempre ha sido más comunicativa con mi mamá, así que lo más probable es que ella sepa.
⎯Bueno, pues lo averiguaremos.
⎯Así es.
Me pongo la mano en el vientre y lo acaricio. Muero porque mi embarazo se note para poder acariciar mi vientre todo el día, pero a la vez, deseo que nunca se vea, porque, gracias a eso, aún tengo libertad en el trabajo y me siguen enviando a diferentes locaciones sin considerar mi condición. Eso me hace pensar que puedo hacer de todo, solo que con precaución.
Las puertas del vagón se abren y Karl y yo salimos directo hacia las escaleras que nos llevarán a la calle. En cuánto salimos, nos quedamos un poco impactados al ver el lugar a nuestro alrededor. No cabe duda que el dinero se respira aquí, y la verdad es que no me extraña, ya que fue mi abuelo quien compró el piso.
⎯Dijiste que tu padre era sencillo ⎯me comenta Karl, mientras vamos accesando al recibido del edificio.
⎯Es sencillo, pero mi abuelo era magnífico. Le encantaba demostrar lo extraordinario que ella en muchas formas y una de esas era en los bienes raíces. Sus casas siempre fueron increíbles. Este piso se lo heredó a mi tía Ainhoa, y al parecer, mi padre ha comenzado a usarlo. Supongo por la frecuencia de sus viajes prefiere esto que pagar hotel.
Karl me toma de la mano, y cuándo entramos al elevador me dice, viéndome a los ojos.
⎯A veces me preocupa todo esto, ¿sabes?
⎯¿Por qué?
⎯Porque veo que estás acostumbrada a ciertos lujos que posiblemente yo no te puedo dar. Digo, no es que me caiga de pobre pero…
Entonces, cubriendo sus labios, le pido que no continúe hablando.
⎯Amor, me diste una casa, y es hermosa. Es todo lo que necesito, ¿vale?
⎯Vale ⎯ responde.
Así, el timbre del elevador nos anuncia que hemos llegado al piso 49. Las puertas se abren y en cuánto ponemos un pie afuera nos quedamos asombrados por lo que vemos. Ahí, frente a nosotros, está el Penthouse con la vista más hermosa que hemos visto hasta ahora.
El Penthouse tríplex de mi abuelo, es en verdad elegante y muy espacioso. Los suelos pulidos reflejan la luz de los enormes ventanales que se extienden desde el suelo hasta el techo, ofreciendo una vista imponente de los icónicos rascacielos de la ciudad.
A lo lejos, podemos ver una escalera en forma de caracol, que conecta tres plantas del Penthouse, haciéndolo ver como uno solo. En la segunda planta, hay una biblioteca con estanterías llenas de libros y objetos de arte. Grandes retratos familiares y fotografías, captan los momentos más emblemáticos de la familia.
En la tercera planta, se albergan los dormitorios, todos conectados por un balcón que tiene vista a toda la ciudad. Ahí, a pesar de estar en medio del caos, se puede respirar tranquilidad.
⎯¡GUAU! ⎯ expresa Karl y sé que es sincero.
⎯Lo sé. Este Penthouse es muy Canarias.
⎯¡Bienvenidos! ⎯Escucho la voz de mi padre, quien sale de la cocina⎯. No los escuchamos entrar.
⎯Hola, papá ⎯le saludo con alegría, mientras voy a sus brazos y me refugio en ellos.
Tan solo siento su calor, respiro su característico aroma y siento la fuerza de sus brazos, me suelto a llorar.
⎯¿Qué pasa, mi alegría?
⎯Es que te extrañé mucho ⎯me sincero.
⎯Mi amor, yo también, pero, aquí estoy ⎯me comenta.
Mi padre me da un beso sobre la cabeza y luego acaricia mi cabello. Yo me alejo de él y me seco las lágrimas.
⎯Lo siento, es que ando muy chillona. El embarazo me está drenando.
⎯Es bueno llorar, cura el alma y la mantiene limpia ⎯me responde, como cuando era pequeña y lloraba por alguna situación.
Recordar eso, hace que vuelva a llorar, y que las lágrimas no se detengan. Sin embargo, estas aumentan cuando mi madre aparece con su característica sonrisa, y ese aroma a lavanda que solo me recuerda a ella.
⎯¡Mamá! ⎯expreso, y como niña pequeña voy hacia sus brazos.
Mi madre me recibe y me abraza fuerte para comenzar a consolarme.
⎯¡Mi niña!, ¡qué bonita te ves! ⎯habla.
⎯Mamá, te extrañé mucho, ya deseaba verte. No tienes idea lo mucho que he llorado y deseado este momento.
⎯Esas hormonas. Recuerdo que cuando estaba embarazada de ustedes me la vivía enojada con tu padre.
⎯¿Eso es cierto? ⎯pregunta Karl, en un tono de simpatía.
⎯Sí, no me quería ver ni en fotografía. Incluso hubo varias noches que no soportaba mi olor y me enviaba a dormir en el sofá. Lo más gracioso, es que a la mitad de la noche iba por mí para que regresara a la cama. Tuvimos una relación bastante tóxica. Después, cuando se embarazó de David, no se quería despegar de mí. Ni siquiera me dejaba ir al baño.
Me río.
⎯¿Tú has tenido síntomas, Karl? ⎯pregunta mi padre.
⎯Sí, todo el tiempo quiero tener sexo con su hija.
⎯Y, se termina la conversación ⎯interrumpo, tomando a Karl del brazo⎯, ¿vamos a desayunar?, esos waffles huelen deliciosos.
⎯Sí, mejor vamos ⎯comenta mi padre, para luego hacer que lo sigamos.
Para mi fortuna, mis padres están enterados de la situación de Karl y encuentran graciosa y beneficiosa su sinceridad. Sin embargo, a veces, la información puede ser demasiado relevante.
⎯Karl… ⎯le reclamo.
⎯¿Qué?, él preguntó… ⎯ me contesta.
Todos entramos a la cocina, que está ubicada en el primer nivel, junto con la sala y el comedor. El diseño es completamente abierto, lo que hace que se vea un gran espacio y que se pueda contemplar la vista. Toda está equipada con lo último en electrodomésticos de alta gama, por lo que se podría cocinar un banquete sin problemas.
La mesa ya está servida, por lo que Karl y yo llegamos directo a sentarnos, minutos después, mis padres lo hacen y, después de un “buen provecho”, comenzamos a comer los deliciosos waffles.
Mi padre comienza a conversar con Karl acerca de su trabajo. Le comenta de las cosas que hacen falta en la clínica, de los avances y sobre todo, del ambiente que se respira ahí. Sé que es bastante peligroso, pero, al parecer, Karl se ha vuelto respetado y las personas lo protegen, aunque eso no me deja de preocupar.
Después, seguimos comiendo y hablando de todo un poco, al parecer, mis padres no están enterados de la visita de Antonio, por lo que Karl y yo no comentamos nada. Finalmente, terminamos y mi madre, con un gesto amoroso, me pregunta.
⎯¿Están emocionados por el día de mañana?
⎯Mucho. Ya quiero saber ⎯confieso, mientras me acaricio el vientre.
⎯No puedo creer lo perfecta que te ves. Vemos a Lila que solo tiene uno, y parece que ella es la de los gemelos.
Ambas nos reímos.
⎯Quiero pensar que tiene que ver con la genética por parte del padre. Antonio es algo.
Hmmm, hace mi padre, para después tomar un sorbo de café.
Mi madre voltea a ver a mi padre.
⎯¿Te imaginaste, mi Picaflor, que seríamos abuelos cuando nos conocimos hace años en aquella fiesta de Ainhoa?
Mi padre sonríe.
⎯No me pasó ni por la mente. Sin embargo, ahora nos estamos llenando de nietos y no me puedo imaginar una mejor vida. Mi padre siempre quiso tener una familia grande y, resulta que, ahora soy yo quien la tendrá.
⎯Los deseos y los talentos, siempre se saltan una generación… ⎯Bromea mi madre.
Nos reímos todos, y de pronto, el tono se pone serio. Ambos se ven a los ojos y asienten.
⎯Nosotros, queremos deciles algo imporante ⎯habla mi padre.
⎯¿Qué es? ⎯pregunto, algo nerviosa⎯ ¿todo bien?
⎯Si claro, no pasa nada ⎯contesta mi madre.
Mi padre suspira.
⎯No te queríamos decir nada, ni a Lila, pero, Esme falleció la semana pasada.
⎯¡ESME! ⎯expreso, y siento cómo las lágrimas mojan mis ojos.
Esmeralda, la compañía de mi abuela, su mejor amiga, se había ido.
⎯Se fue tranquila, en paz. Pero tu abuela está destrozada. Sabes que Esme fue su compañera toda la vida. No les queríamos decir por qué no queríamos alterarlas. Sin embargo, ahora con la noticia que les vamos a dar, es indispensable que lo sepan.
⎯¿Qué noticia? ⎯pregunto, bastante preocupada.
Karl me toma de la mano y la besa con ternura, al ver que comienzo a alterarme.
⎯Tu abuela está mal. Después de la caída y de perder la movilidad, ahora con lo de Esme se ha puesto más enferma. Así que, se regresará a Ibiza, no quiere estar en Madrid con nosotros.
⎯Mi abue ⎯murmuro, comenzado a llorar.
⎯Por lo que, tu padre y yo hemos tomado la decisión de irnos con ella. Para cuidarla y estar con ella. Hasta que… ⎯Y antes de decir algo, mi madre deja la frase a la deriva, sabiendo que todos entendemos.
Al escuchar eso, abro los ojos sorprendida, y no dudo en preguntar:
⎯¿Nos iremos?, ¿cómo?
⎯Así es. Compré la casa donde mi padre y mi madre vivieron antes de que yo naciera. Por lo que tu madre y yo tomamos la decisión de irnos a vivir para allá, cuidar a tu abuela Fátima, y comenzar a ver por nuestra vejez y el futuro. Lo que significa que…
⎯¿Se retirará? ⎯Intuye Karl.
⎯¿Retirarte? ⎯pregunto, ya con lágrimas en los ojos.
Mi padre asiente.
⎯Sé que aún es muy pronto, y que posiblemente podía retirarme del hospital en unos diez años más. Sin embargo, creo que las señales están claras y es momento de hacerlo. Vamos, que tengo la vida resulta desde que nací y creo que es momento de disfrutar de esa gran ventaja. Tu abuelo se retiró muy tarde, y poco pudo disfrutar antes de enfermar. Yo quiero poder hacerlo, disfrutar los años que me quedan con tu madre, viajar, conocer, estar en paz en la casa, disfrutar a mis nietos.
⎯Lo pensamos mucho y creo que es lo correcto. Sila ya está mejor y podrá quedarse con el puesto de tu padre, el hospital marcha bien… y…
Entonces, siento cómo las lágrimas corren por mis mejillas, y, sin que lo desee, comienzo a llorar como niña pequeña. Creo que fueron muchas noticias para mí: Esme se murió, mi abuela está enferma, mi padre y mi madre se van a vivir a Ibiza y mi padre ya no será pediatra.
⎯Pero, ¿quién va a cuidar a mis hijos cuando estén enfermos? ⎯pregunto, entre lágrimas⎯. Siempre pensé que tú lo serías. ¿Quién les aplicará las inyecciones sin que se den cuenta?, ¿o les dirá que escuchen su corazón con el estetoscopio?, o, ¿quién estará en el parto cuando nazcan?
Mi padre sonríe.
⎯Pues, me retiro del trabajo, no de ser pediatra, mi amor.
⎯Y luego se irán a vivir a Ibiza, y está muy lejos de Nueva York y…
Karl me abraza. Al parecer de nuevo estoy en lágrimas.
⎯Tranquila mi vida, todo estará bien. Tu padre cuidará de los bebés como te cuidó a ti y a tus hermanos ⎯me dice, a pesar de que él también es doctor y puede hacerlo a la perfección.
⎯Mi Ale, solo piensa que esto que hace tu padre es para pasar más tiempo con ustedes. Ahora que se retira podrá viajar más, y estará en todos los momentos importantes de sus vidas y las de sus nietos. Además, llega un punto en la vida donde se debe parar y pensar en la siguiente etapa ⎯explica mi madre.
⎯Lo sé, y no sé por qué lloro.
Y en realidad no tengo ni idea de por qué lo hago. Me siento ridícula, incluso, creo que estoy haciendo un drama por nada, pero, necesito llorar, no sé por qué, pero, lo necesito.
⎯Lo odio, porque siento que me pasaré todo el embarazo llorando.
⎯Posiblemente… ⎯contesta mi padre.
⎯Ahora, la próxima noticia ⎯anuncia mi madre, para después tomar un poco de café.
⎯¿Más?
⎯Sí, más… Como vamos a cambiar de vida, pues, hay muchas cosas que debemos dejar claras, incluyendo testamentos.
⎯¿A caso pasa algo y no me quieren decir? ⎯pregunto.
⎯¿Cómo?
⎯¿A caso alguno de ustedes va a morir?, así le hizo el abuelo David, cuando iba a morir.
⎯Ale…
⎯No amor, no pasará nada… ⎯me consuela mi madre.
Pero es demasiado tarde. El llanto es incontrolable y me suelto a llorar. Los brazos de Karl consolándome y como mi madre y mi padre me ven con un rostro lleno de ternura.
Definitivamente, soy otra. La Alegra de hoy no es igual a la de ayer. El embarazo me ha cambiado la química del cerebro y ahora experimento una amalgama de emociones que nunca había sentido. Los cambios hormonales me dan sensaciones intensas y a veces contradictorias. Desde la felicidad radiante hasta la vulnerabilidad extrema, cada día es una montaña rusa emocional.
A veces me encuentro llorando sin razón aparente, y otras, riendo a carcajadas ante las cosas más simples. Hoy en la mañana me encontraba feliz, y ahora, lo único que puedo pensar es en mis padres, que están envejeciendo y que en algún punto de la vida, ya no estarán a mi lado. Yo quiero que están para mí toda la vida.
⎯Mi amor, te juro que estaos bien, estamos sanos. Solo hay cosas que se tienen que hacer, es todo. Queramos o no.
⎯¿Seguros?
⎯Sí, seguros. Jamás te mentiríamos así.
⎯Solo que hemos decidido que la casa de Madrid se quede a tu nombre ⎯pronuncia mi madre.
⎯¿Cómo?
⎯Eres la única que apreciará una casa con un estudio de fotografía completo. Así que hemos decidido que será para ti. Es todo.
Una vez más me suelto a llorar. Lo hago con tanto esmero que provoco que Karl me abrace de nuevo, lo que provoca que quiera llorar aún más.
⎯¡Ay perdón!, lo siento, pero es que…
Mi madre me toma de la mano y mi papá se pone de pie para darme un beso sobre la frente.
⎯¿Ha estado llorando mucho? ⎯pregunta mi madre.
⎯Todo el tiempo y por todo. Ayer lloró porque no encontraba sus gafas de sol… ⎯Contesta Karl.
⎯¿Lloró porque pensó que las había perdido?
⎯No, lloró porque las encontró y no pudo comprarse otras.
Mi padre se ríe.
⎯No te rías. ⎯Le pido.
⎯Lo siento, lo siento. Pero eso es tan tú.
⎯Creo que debíamos decírselo primero a Lila ⎯le dice mi madre a mi padre.
⎯No, yo puedo con todo, solo primero, voy a llorar ⎯comento, para seguir haciéndolo.
Mis padres me dejan hacerlo y yo simplemente me dejo llorar. Supongo que escuchar todas esas noticias me han alterado, y ahora que estoy a punto de ser madre, hay detalles en los que me fijo y que antes pasaba por alto. De pronto pienso que, madurar, es darte cuenta de que tus padres están envejeciendo y que algún día ya no estarán contigo. Que los padres jóvenes que antes pensaba eran invencibles e inmortales, ahora se enfrentan a los desafíos del tiempo.
⎯¿Cuándo se irán a Ibiza? ⎯pregunto, ya más tranquila.
⎯A principios del próximo año. Pasaremos una última Navidad en Madrid y después, nos iremos ⎯contesta mi padre.
⎯¿Será la última de la abuela? ⎯inquiero.
⎯No lo sé. Eso no se sabe.
⎯Entonces iremos… ⎯le prometo⎯, ¿estás segura de que no estás enfermo?, ¿qué no te vas a ir?, ¿mamá está bien?
⎯No, estaremos dando problemas por aquí mucho tiempo. No te preocupes.
⎯Te creo ⎯murmuro, para luego recibir un abrazo de mi papá.
Respiro, al parecer, el momento de llanto ha pasado… por ahora.
⎯Lo siento, no sé qué me pasa…
⎯Te entendemos. No te preocupes, todo estará bien y mañana vamos a ver a los bebés y seremos felices, todos seremos felices ⎯me comenta mi madre.
La miro a los ojos.
⎯Dime que me durarás para siempre.
Sus ojos llenos de amor y comprensión se unen a los míos.
⎯Estaré contigo hasta dónde las fuerzas me den y la vida me permita. Después, me encontrarás en las fotografías de cada muro de nuestras casas y sonreirás.
Y de nuevo, al pensarme sin mi madre, me suelto a llorar.
Me entró la nostalgia, Alegra me transportarse tu alteración de hormonas
Que difícil ver q tus papas ya no son eternos pero que acertados que lo quieran disfrutar con sus hijos y nietos
Jajajaja porque no se pudo comprar unas nuevas…
Descansa Esme, gracias por cuidar a Fátima🤧♥️
Ay no casi termino llorando también jejeje
Cuando salí embarazada, le agarre rabia la papá de mi hija y fue tanto que me separé de él y no lo quise ver más nunca y ya van 20 años de eso. Claro tambien pasaron otras cosas
Ay!! Pobre Alegra, el embarazo la ha transformado… Por suerte, tiene a Karl y a sus padres para acompañarla en el proceso
Estoy tan hormonal como Alegra solo que sin polizón. Recuerdo el día que partió Tristan y Ximena, no me alcanzaron los klenex.
Ahora, Karl diciéndole a su suegro sus deseos sexuales por su hija jajaja