Daniel Ruiz de Con Canarias, director del área de finanzas del conglomerado CanCon. Después de mi abuelo, soy el hombre más joven en ocupar este puesto, y juro que estoy feliz. Jamás pensé que llegaría a serlo. De pequeño solo era un sueño, ahora, es una realidad. 

Debo admitir que necesitaba este golpe de autoestima en mi vida. Desde hace años atrás, siento que todo va lento, que la vida no me sonríe y que la ansiedad se está volviendo mi amiga; una constante que si no aparece en la semana, me preocupo. 

Mi psicóloga me ha dicho que pensar en la ansiedad, es en sí ansiedad y que debo seguir yendo a terapia y haciendo mis ejercicios para que esta se vaya. Juro que ya no sé lo que es una vida sin ella, pero me gustaría volver a averiguarlo. 

Espero que con este nuevo nombramiento pueda hacer una vida normal. Que enfocarme en las cifras y en los números dé un impacto positivo en mi día a día. Necesito hacer a un lado los fantasmas, olvidarme de los miedos, quiero a Daniel Ruiz de Con de vuelta. 

***

Una semana después del nombramiento. 

Llegó a las 8:00 am en punto al Conglomerado como suelo hacerlo diario. Se supone que la entrada oficial es a las nueve, pero a mí me gusta llegar antes para poder tomar el té a gusto y leer los artículos de finanzas en el iPad sin que nadie me moleste. 

Desde que asumí mi nuevo cargo, he dado un giro completo a mi estilo. He renovado mi vestuario, adquiriendo prendas nuevas, conjuntos y trajes a medida que se adaptan perfectamente a mi posición actual. Incluso he actualizado mis anteojos para lograr una imagen coherente con mi nuevo estatus.

 Hoy me siento realmente magnífico, gracias a mi elección de un traje formal de verano confeccionado en una tela ligera y elegante, de un azul marino clásico y atemporal, tal como mi abuelo solía elogiar. Este traje no solo destaca por su estética, sino que también proporciona un confort inigualable. 

Además, los sutiles detalles en los botones y las mancuernillas de mi camisa agregan un toque distintivo a mi atuendo. Para completar mi look, he seleccionado una corbata de seda azul con un patrón discreto que añade un nivel adicional de elegancia.

Parece que mi elección de vestimenta ha sido todo un acierto, ya que desde el momento en que puse un pie en el edificio, las miradas se han posado sobre mí y he recibido elogios por parte de mis colegas. El azul siempre ha sido mi color favorito, y hoy lo llevo con más confianza que nunca en mi vida.

⎯Buenos días, señor Ruiz de Con.⎯ Me da la bienvenida Marlen, la antigua asistente de mi tío Robert y ahora mía. Quise que se quedara conmigo por su experiencia y sobre todo, por su sabiduría en el área. 

⎯Buenos días ⎯respondo, caminando hacia el elevador ⎯, ¿qué no se supone que entras a las nueve? 

⎯Sí, entro. Lo que pasa es que me enteré de que usted entra a las ocho y me sentí mal entrando tarde. 

⎯¿Tarde?, si tu entrada es a las nueve, ¿cómo es que entras tarde? ⎯inquiero. 

Ella sonríe. 

⎯Bueno, costumbres. Usted déjeme entrar a las ocho y asunto arreglado. 

Las puertas del elevador se abren y veo como dos jóvenes del aseo me sonríen. 

⎯Eres más guapo en persona que en la foto ⎯comenta uno. 

⎯Gracias  ⎯respondo confundido. Al parecer el artículo donde hablan sobre mi nombramiento ya ha salido y yo no me he enterado. 

Marlen y yo esperamos a que las puertas cierren, bajo las miradas de ambos. Cuando estas se cierran, volteo a ver a mi asistente. 

⎯¿Ya salió mi artículo? 

⎯No que yo sepa, señor. 

⎯Ya te dije que me llames Daniel. Si me hablas de señor o de usted me haces sentir viejo. Yo no soy mi tío. Cuando venga mi tío le dices como estás acostumbrada ⎯le pido. 

⎯Bueno, está bien se… Daniel.⎯Cambia de parecer. 

⎯Bien. En lo que estábamos. Si yo llego a las ocho es porque quiero hacer cosas antes de que el día comience. Cosas en soledad. 

⎯¿Cosas en soledad? ⎯pregunta. 

⎯Sí, hay cosas que me gustan hacer en soledad antes de que lleguen todos los pendientes del día. Así que, Marlen, queda prohibido que llegues a las ocho, ¿está claro? 

⎯¿Ocho treinta? ⎯ negocia. 

Las puertas del elevador se abren, y ambos salimos a paso firme hacia mi oficina. 

⎯No es cuestión de negociar, es cuestión de que tienes un contrato y un horario y debes seguirlo. Nueve de la mañana y que no se diga más.⎯ Finalizo, para luego abrir la puerta de mi oficina y entrar. 

Como todas las mañanas, dejo mi mochila sobre el sofá, voy directo hacia las cortinas y las abro, dando paso a la luz del sol. Después, cojo el teléfono, marco la extensión de la cafetería y pido mi té. 

⎯Yo podría tenerlo listo ⎯ habla Marlen, al escuchar mi conversación con la joven de la cafetería. 

⎯No, Marlen. 

⎯¡Dios!, usted es tan necio.⎯ Se queja, para luego salir de mi oficina. 

⎯¡Tú!, ¡tú eres tan necio! ⎯Le corrijo. 

Voy hacia mi mochila, saco el Ipad y abro la suscripción del periódico para que me dé las noticias actualizadas. Me voy directo al área de finanzas, saltándose el resto de las noticias del día. No es que no me interesen, pero tengo el tiempo tan medido que prefiero dejarlas para después. 

Cuando todo está listo, la tomo y salgo de la oficina, solo para encontrarme a Marlen sentada en su escritorio. 

⎯¿A dónde quiere que vaya si en 40 minutos entro? ⎯ me pregunta. 

⎯Ven, vamos a la cafetería. Te invito un café ⎯ le respondo. 

Marlen se pone de pie para caminar conmigo hacia el elevador y, una vez más, volver a bajar. Esta vez lo hacemos en silencio, ya que yo vengo revisando el móvil y actualizándome en el grupo familiar. Al parecer hay noticias de Estados Unidos, y unas muy buenas que me hacen sonreír. 

Las puertas del elevador se abren y al salir, me encuentro con uno de los becarios que trabajan en el área de marketing. Lo sé, porque en el gafete donde dice su nombre, abajo viene el área donde se encuentra ubicado. Cada vez que veo un gafete así, me acuerdo de cuando yo lo usaba, al venir a trabajar con mi tío. 

El chico me sonríe. 

⎯Buenos días. 

⎯Buenos días ⎯respondo con amabilidad. 

Él se me queda viendo y cuando nuestras miradas se cruzan levemente. 

⎯¿Necesitas algo? ⎯ inquiero. 

⎯No, no, nada ⎯contesta, para luego revisar algo en su móvil y sonreír. 

Después, sin más, entra al elevador y desaparece. 

⎯Y ahora, ¿qué les pasa? ⎯ le pregunto a Marlen. 

⎯¿Qué pasa de qué? 

⎯Es el segundo chico que me encuentro este día que tiene esa reacción tan extraña conmigo. 

⎯¡Ah!, pues tal vez es porque usted es un Ruiz de Con o porque es guapo. Por donde le veas, Daniel, eres popular. 

⎯He venido por una semana y jamás había pasado como hoy. Debe haber algo raro. 

⎯Pues si tú lo dices… ⎯habla Marlen, sin importarle nada de lo que está sucediendo a mi alrededor. 

Ambos vamos hacia la cafetería y en el camino me encuentro con miradas de nuevo sobre mí. Hombres, que en mi vida había visto o que me habían hecho caso, ahora me sonríen, me saludan y me dicen piropos leves, apropiados para el trabajo. 

Decido no hacerles caso, tal vez, la foto que me tomó mi tía Luz, salió genial en el artículo y por eso soy un poco popular este día. Debería pedirle a Marlen que me consiga una copia. Llegamos a la cafetería y después de pedir el café de mi asistente, ambos nos sentamos en la mesa que deseamos, porque la mayoría están desocupadas y esperamos por nuestra orden. Mientras llega, yo abro el ipad y comienzo a leer. 

⎯Aquí está su té, señor Ruiz de Con. ⎯Escucho unos momentos después. Al subir la vista, veo que el mismo barista ha venido a traerme el té. 

⎯Gracias. 

⎯De nada. Y solo quiero decirle, que a mí también me agrada mucho spider man, incluso es mi superhéroe favorito. 

⎯¡Ah!, pues qué bien ⎯respondo. 

⎯Incluso, en mi casa tengo toda la colección, si gusta, un día puede ir a checarla. 

Me quedo en silencio, tratando de sobrellevar toda la información que me acaba de dar.

 «¿A caso me está proponiendo que vaya a su casa?»

⎯Pues, lo pensaré. 

⎯Piénselo. Verá que no se arrepentirá ⎯, y después de decir esto, me deja una servilleta y se va. 

Marlen la toma de inmediato y al voltearla, sonríe. 

⎯Al parecer, estás de suerte hoy, Daniel. 

⎯¿De qué hablas? 

Ella me muestra la servilleta y veo un número de teléfono y una “Llámame, arañita”, en la parte de abajo. 

⎯Jamás pensé que el barista fuera gay. Está guapísimo , ¿por qué no le llama? 

⎯Porque no es apropiado. 

⎯¿Apropiado? 

⎯Es un empleado del conglomerado y yo, también. 

⎯¡Ash!, esas son tonterías. Cuántos no hay que son esposos y novios. A mí me late que no le gustó. 

⎯Es que no estoy buscando a nadie.⎯ Recalco⎯. Ahora, si me permites, empezaré a leer. 

Así, tomo mi iPad y comienzo a leer las noticias del día. Sin embargo, me veo constantemente interrumpido por notificaciones en mis redes sociales de personas que no tengo ni idea de quienes son.  Al parecer, el artículo me ha dado más popularidad de la que yo esperaba. 

Lucho quitándolas de la pantalla, porque no me dejan leer, y después de un tiempo, opto por cerrar mi Instagram para que me dejen en paz. Sin embargo, el móvil sigue vibrando y las notificaciones cada vez son más. 

⎯¿Qué demonios? ⎯ me pregunto. 

Abro el móvil y noto que pasé de 30 solicitudes de amistad, al doble en unos quince minutos.  Veo los perfiles, y noto que no tengo ni idea de quién son y que ellos no tienen amigos en común con algunos de los míos. 

Mientras sigo eliminando solicitudes, llegan más, y termino por hacer lo mismo que hice en el Ipad, lo cierro. 

⎯Señor, ya son las nueve, iré a mi escritorio. 

⎯Yo voy contigo ⎯contesto. 

Me pongo de pie y así, olvidándome de la locura que acaba de suceder, voy hacia mi oficina para comenzar a trabajar en mis pendientes. 

***

El día ha sido un verdadero tormento, y no por el trabajo, sino por todo lo que sucede a mi alrededor. Toda la mañana he recibido cafés gratis del barista, que han tenido que ser regalados a otros colegas porque por mi ansiedad no puedo tomarlos. También he recibido números de teléfono de empleados del lugar, piropos cuando voy por los pasillos y una que otra invitación que no he comprendido. 

No sé qué sucede o si esto es parte de algún experimento o novatada que hacen en el conglomerado, pero estoy cansado de no poder salir a gusto de mi oficina o de recibir llamadas preguntando por mí o recados con números telefónicos. Algo está pasando, si tan solo supiera qué. 

⎯¿Estás segura de que no ha salido ningún artículo? 

⎯Segura, Daniel. Muy segura. 

⎯Revisa bien… tiene que haber una explicación para todo esto ⎯ insisto, en tono desesperado ⎯. Te pido que ya no me pases llamadas excepto que sean en verdad importantes o de mi familia. 

⎯Sí, Daniel ⎯me responde Marlen. Yo me encierro en la oficina para tratar de leer el último informe de finanzas del conglomerado, porque en dos días, tengo una junta con la mesa directiva y les tengo que dar santo y seña de lo que sucede. 

Tomo las hojas y una a una las comienzo a revisar. No obstante, el tono de mi móvil, hace que pierda la concentración. 

Canarias, Canarias, Canarias, suena. Lo tomo y contesto:

⎯¿Dime? 

⎯Tienes que bajar a la cafetería, ¡ahora!

⎯¿Qué? 

⎯Estoy en la cafetería del conglomerado, ¡baja ahora! 

⎯Vale, pero, no te enojes. 

⎯Solo baja. ⎯Insiste, David. 

Así, sin perder el tiempo, salgo de la oficina y me dirijo hacia las escaleras de emergencia para bajar hacia la primera planta. Ya no quiero ir por el elevador, porque siento claustrofobia cada vez que me encuentro a uno de los tantos chicos que quieren algo de mí. 

Al salir a la primera planta, David se encuentra viendo su móvil. Cuando se percata que estoy ahí, corre, mostrándome la pantalla. 

⎯¿Qué? 

⎯¡Por qué no me dijiste que ya habías salido al ruedo, eh! ⎯ comenta. 

⎯¿Ruedo? 

⎯¡Sí!, me hubieses dicho y mejor vamos a ese bar que tanto te gusta. 

Suspiro. 

⎯¿De qué demonios hablas? 

⎯De tu cuenta, en Rainbow Romance

⎯¡QUÉ! ⎯ expreso, en verdad impactado. 

Tomo el móvil de mi primo y noto que tengo un perfil en una app para citas LGBTQ+, un perfil que yo jamás hice. 

⎯No, ese no soy yo.⎯ Dudo. 

⎯¡Claro que eres tú!, leí tu biografía y eres tú. Incluso me impresionó la manera en que te describiste. 

Leo con atención: 

⎯Soy un hombre en busca del amor, pero no de paso. Un hombre de familia que busca al hombre ideal para presentárselo a su madre. Me encanta leer, la música de concierto, aunque también te bailo un reggaeton. Fan de Starwars y de Spider man. Me gustan las series, los paseos por el parque y la fiesta en Ibiza. Soy guapo, alto, de buen cuerpo y de unos 20 cm por debajo de la cintura. Tengo dinero, pero no mantengo. Agréguenme en mis redes sociales o mándenme su perfil por aquí. No acepto acostones. 

Término de leer sin saber qué demonios está sucediendo. 

⎯¿No crees que 20 cm es bastante exagerado?, ¿serán de grosor? ⎯ inquiere David. 

⎯Yo jamás pondría esto, ¿qué demonios está pasando? Ahora entiendo por qué toda la mañana me han estado agregando a Instagram, enviándome regalos, entrando llamadas y dándome números telefónicos ¡Estoy en un app para buscar citas! 

⎯Y, ¿qué tiene? ⎯ responde mi primo, como si nada ⎯. Cada quien hace su luchita. 

⎯No, no estoy haciendo luchita, ¡quita eso!

⎯Y, ¿cómo demonios quieres que lo quite?, yo solo soy un usuario más. 

⎯¿Un usuario? 

⎯Sí, baje la app para saber cuál era la situación. Hugo, me dijo que te encontró hace unos momentos. 

⎯¡QUÉ! 

De pronto, comienzo a sentir como mi cuerpo se agita y creo que un ataque de ansiedad está a punto de comenzar ¿Cómo es posible que alguien haya suplantado mi identidad? Camino hacia uno de los ventanales y trato de respirar profundo. 

⎯Tranquilo, primo, ni que fuera algo malo o de otro mundo. 

⎯No, es que no sabes lo que significa esto. Ahora todos piensan que estoy listo para tener una cita y no, no lo estoy. 

⎯Llevas años sin estar listo, tal vez esta sea la señal. La persona que suplantó tu identidad está haciendo un magnífico trabajo. Incluso, parece que te conoce a la perfección ⎯ recita. 

De pronto, levanto el rostro y mi mirada se cruza con la de David, y como si pudiésemos leernos la mente, pronunciamos un solo nombre. 

⎯¡JO! 

⎯Jo lo hizo ⎯ repito con seguridad, y sin perder el tiempo, salimos de ahí, para tratar de arreglar el desastre, aunque éste, ya está fuera de mi control. 

5 Responses

  1. El problema es que te suelten al ruedo sin estar listo pero quizá es lo que necesitas Danielito

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