Crecí sintiéndome vacío, eso es evidente. Con un enorme hueco en el estómago desde que era pequeño que luego pasó a ser del corazón años después. Al principio, pensé que era normal, que todos crecían así. Sin embargo, al ver la interacción de los padres con sus hijos me percaté que lo que yo sentía no era normal, y que sería mi condena. 

En mi infancia no aparentaba mi estatus. Provenía de una de las familias más ricas de la región, pero yo parecía muerto de hambre pidiendo comida a otras personas. Pero esto se debía a que en mi casa la comida era horrible, y no me daba la gana comer ni un solo platillo. 

Mi madre tenía una afición terrible por la comida francesa. No me lo tomen a mal, hay comida que proviene de ese lugar que es en realidad exquisita, pero a mi madre le gustaba la más rara, exótica y que se notaba que había estado dentro de un animal o el animal en sí. 

Crecí en el menú con Escargot, Cuisses de Grenouille, Boudin Noir, Tête de Veau, Andouillette, Rognons de Veau, Ris de Veau, entre otros platos que en realidad a ningún niño le gustaban, así que comer en mi casa, no era una opción.

Mi solución, sobre todo en los veranos, era ir a comer a casa de Canarias, donde al menos tenían comida española por excelencia y que me ayudaba a calmar el hambre. Si no, prefería no comer. Y llegó un punto en que mi peso decayó bastante, sobre todo cuando llegaron los parientes de mi madre de allá y hubo solo rana en el menú. 

Se podría decir que para cualquier madre, el hecho de que tu hijo ya delgado esté aún mucho más, puede ser un signo de alarma. Sin embargo, para mi madre fue algo que le encantó, ya que no quería tener un hijo gordo, y el saber que su hijo estaba por debajo del peso le dio tranquilidad. 

“Así podrá comer lo que desea y si sube de peso, estará en su peso ideal”. 

Esas fueron sus palabras cuando una de las personas que vigilaba de mí en la casa le dijo que me veía pálido y demasiado delgado. Ahí entendí que delgado era símbolo a mi madre de éxito, así que, adem´´as de las adicciones, me enfrasqué en una anorexia que rigió mi adolescencia hasta que mi cuerpo me dijo: no más.

Se podría decir que me negué a uno de los placeres de la vida más increíbles que hay, pero que, más adelante, viviría hasta con creces y mi cuerpo sería nutrido de sabores, texturas y comidas, las cuales no cambiaría por nada. 

Mendigué mucha comida. Y la que probé no me gustó. Los Canarias tenían un chef increíble que cocinaba de todo y la única ventaja de ir a ver Bego a su casa, era que su refrigerador siempre contaba con opciones de todo tipo. Sin embargo, no me sentía lleno, ni pleno, solo comía por el acto de hacerlo, al igual que el sexo.

Yo solo supe qué era tener sexo, y lo supe a una edad bastante corta. La falta de cariño en mi vida me llevó a buscarlo en otras partes. Caí pronto en los brazos de Bego, mi novia, pensando que tal vez así podría sentir algo por ella y no hacer de nuestra relación un suplicio, pero, no fue así. 

Tratar de hacerle el amor a Bego fue como comer sin hambre: a fuerza y sin ganas. Ella tampoco se esforzó mucho, y cuando todo terminó solo hubo una fingida sonrisa que me hizo saber que posiblemente lo que había pasado era pésima idea. 

Evidentemente, regresé de nuevo, con el pretexto de mejorar, no sé si lo hice, ella jamás me lo mencionó, aunque las siguientes chicas con las que me acosté, de semental, no me bajaban. Era evidente que lo hacían porque podría hacerles favores. Sin embargo, para mi ego, fue algo indispensable y sobre todo para la seguridad que me faltó por muchos años. 

El sexo se volvió disfrutable después de varias veces practicando, pero, no era amor, situación que dejó de importarme. Dejé de buscarlo al no encontrarlo con Bego, y simplemente me dediqué al acto. 

Este pensamiento no lo compartía conmigo David Canarias. Él siempre dijo que si tendría sexo sería con alguien estable, alguien a quien amara y con la que pudiese tener descendencia. 

A los Canarias les importaba muchísimo la sangre, el dejar un legado, que su apellido pasara por generaciones y se hiciera saber que tenían un lugar en el mundo. Por eso la insistencia de David en no tener sexo por diversión y con cualquiera. 

A mí no me importaba nada de eso. Incluso me cuidaba mucho a la hora de tener sexo con cualquier chica que me siguiera después de una noche de copas. No quería ni sorpresas, ni chantajes, ni nada que me hiciera dejar descendencia. Porque, la verdad, no me sentía valioso para que alguien mezclara sus genes con los míos y que estos perduraran un poco más en la tierra. 

Incluso, el solo hecho de pensar que posiblemente tendría hijos con Bego, me estresaba. Si mis genes pudiesen, simplemente morir conmigo sería algo fenomenal. Pero, también estaba el hecho de que no había tenido un buen padre y yo por ende no me consideraba que sería uno. 

Apenas y podía hacerme cargo de mi vida, ¿cómo me haría cargo de la vida de otra persona?, y mucho peor, vivir una paternidad al lado de una persona que no amaba, era aún más difícil, por lo que estaba fuera de mis deseos y mis pensamientos el querer tener hijos. 

Así que tenía sentido el echarme a la fiesta y disfrutar cada momento que se me daba. El saber que estaba condenado a pasar hambre en un matrimonio sin amor y con una persona tan fastidiosa como Bego, me dio el pretexto perfecto para dejarme llevar por el hedonismo. 

Lo tenía todo: dinero, el tiempo y las ganas de no ser nada. La combinación era perfecta. Sin embargo, muy dentro de mí no era lo que deseaba. Yo, quería comerme al mundo, tener una razón para seguir adelante. Rogaba por una oportunidad que me dijera que todo estaría bien, rogaba por una persona, además de Canarias, que confiara en mí y me ayudara a vislumbrar el camino que por años había estado cubierto de tierra. 

⎯¡Qué tonterías piensas! ⎯me dijo una vez mi madre, cuando en uno de mis momentos de debilidad y de añorar su cariño, le comenté que deseaba tener una pasión y perseguirla⎯. No sé de qué te quejas tanto si ya lo tienes todo. Ya quisieran cientos de jóvenes como tú, tener las oportunidades que tú desas desperdiciar. 

¿Oportunidades?, el no hacer nada y llevar una vida sin futuro, ¿es una oportunidad?, ¿así le llamaban mis padres? La verdad es que no entiendo cómo es que la empresa de mi abuelo prosperó tanto con un pensamiento así, o, ¿a caso solo era lo que mi madre pensaba? 

Mi abuelo había construido un imperio desde la nada, una hazaña que desafiaba cualquier noción de “no hacer nada”. Frecuentemente, mi abuelo contaba la historia de como, con tenacidad y visión, había convertido un pequeño negocio en una empresa próspera. Por lo que no encajaba con la narrativa de la actitud conformista que mi madre deseaba que yo mantuviera. 

Me daba la impresión de que mi madre, inmersa en una rutina de mediocridad, repetía como mantra la idea de que la vida solo tenía un curso y teníamos que dejarnos llevar. Llegue a pensar que, tal vez como mi madre era infeliz, deseaba que alguien más lo fuese y yo había sido el indicado, lo que me hacía preguntarme constantemente: ¿realmente era esta la única forma de vivir? 

Me encontraba en una encrucijada, que por varios años fue mi compañera, entre hacerle caso a este pensamiento hedonista y simplemente dejar que se apoderara de mi vida, o la urgencia de controlar mi destino. Todos los días me enfrentaba al espejo con la esperanza de despertar y reconocer al hombre que pretendía ser, porque tal vez apareciendo frene a mí, podría tener el valor de escapar de todo esto. 

Sin embargo, no podía ver más allá. Siempre veía al mismo extraño, con los ojos cansados, delgado y sumamente dormido por todo lo que pasaba a mi alrededor. Era como si mi madre y Bego se hubiesen encargado de dejarme sin sueños, para entonces simplemente ser parte de los suyos. 

Quería desafearlas, lo necesitaba, pero no había una razón lo suficientemente fuerte para que yo pudiese hacerlo. Pero, encerrado en una rutina, en un modo de vida fácil y siempre viendo a las mismas personas y viviendo en el mismo lugar. Aunque yo lo hiciera, el resultado sería nulo, ya que siempre regresaría a los malos hábitos porque esos mueren lentamente. 

Sin embargo, Canarias de nuevo me daría una razón para comenzar a liberarme y que, años después, me haría encontrar la razón más grande de mi vida para dejar todo e irme de aquí. Ella, sería, mi persona faro, la que me guiaría más allá del horizonte y que, cambiaría todo este placer vacío, por un amor profundo que me nutriría con colores, sabores y una vida plena.

4 Responses

  1. Excelente zaga, me encanta ir profundizando e ir conociendo que hubo antes de los 180 dias. Eres excelente escritora tus historias me tienen fascinada

  2. Ay mi Tristán, qué difícil y triste vida llevas 🥺. Solo quiero que poco a poco el camino hacia el lugar que estás destinado a ir, se vaya despejando y te prepare de la mejor manera. Que el tiempo pase rápido. 🙃

  3. El momento más esperado está por llegar, que dicha saber que pronto será feliz, pese a tanto dolor, será feliz 💕

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