⎯Jeremy Covarrubias, treinta y dos años, peso setenta kilos, mide un metro setenta y cinco, nacionalidad española, de Madrid. Empresario y filántropo. Amante de los animales, le gusta hacer ejercicio, es fundador de su propia empresa y  en su tiempo libre, disfruta de actividades sencillas como pasear por el parque, hacer senderismo o simplemente relajarse con un buen libro. Siempre ha creído que la vida es un equilibrio entre el trabajo y el disfrute de las cosas simples. ⎯Leo en voz alta, mientras voy en la camioneta hacia el lugar de la cita. 

⎯No se escucha mal ⎯me dice la voz de David, que viene en el alta voz⎯, aunque un poco chaparro, pensando que tú mides 1. 90 centímetros. 

⎯Bueno, tampoco es que busque la perfección. 

⎯Te quedará de llavero, pero en fin. Sí te gustó. 

⎯Es filántropo. 

⎯¡Guau! ⎯expresa David, que en realidad no está feliz por mi prospecto porque piensa que hay mejores⎯. Mi padre también lo es, y está más guapo. 

⎯Basta… solo déjame conocerlo.

⎯¿Me pasarás el chisme? ⎯inquiere. 

Me río. 

⎯No Canarias, no habrá chisme…

⎯No, espera… ⎯Corto la llamada y guardo el móvil en mi bolsa. 

⎯Llegamos, joven Ruiz de Con ⎯me dice Abelardo. 

⎯¿Me veo bien? ⎯le pregunto, ya que él me conoce desde que soy un niño y ha vivido de todo conmigo. 

⎯Se ve guapo y bien. ¿Quiere que lo espere? 

⎯No, no… tomaré un taxi. Ve por mi hermano al ensayo.

⎯Perfecto. Mucha suerte, joven Daniel. 

⎯Gracias ⎯le contesto, para luego abrir la puerta del auto y salir de ahí.

El restaurante que escogió Jo es uno de sus favoritos, ya que es uno de los tantos restaurantes que tiene su novio y que, como siempre, les quiere hacer promoción. Debo admitir que Xes Santander no tiene mal gusto, para nada, y que incluso sus restaurantes son excelentes. Sin embargo, a veces siento que Jo los utiliza para mantenernos vigilados de una forma u otra. 

Aun así, sabiendo todo esto, entro al restaurante y de inmediato me dan la bienvenida y me llevan hacia la mesa. Según lo que me dicen, fue el mismo Xes quien se encargó de seleccionar la mejor mesa del lugar, así como el vino que en este momento me están ofreciendo; evidentemente todo cosecha Santander. 

⎯En un momento viene el mesero a atenderle ⎯me dice la joven, conserje, para luego alejarse y dejarme solo. 

El restaurante Xes Santander es un auténtico reflejo del refinado gusto y la visión de su propietario. Está situado en una de las calles más exclusivas de Madrid. El diseño interior es un testimonio de su estilo y buen gusto. Con líneas limpias y contemporáneas, detalles de lujo como la madera pulida y el mármol, y una iluminación cuidadosamente seleccionada, el restaurante irradia sofisticación clásica con un toque moderno. 

En pocas palabras, Xes sabe de restaurantes, sabe de gastronomía y sobre todo, sabe como hacer que todos se enamoren del lugar. Ese hombre sí que sabe de negocios, aunque mi tío Robert diga que no tiene ni idea de lo que está haciendo. 

Mientras yo pierdo mi mirada, viendo hacia la puerta en espera de Jeremy, un menú, cae entre mis manos, haciendo que yo pierda la concentración. Cuando alzo la mirada, veo a un hombre rubio, bastante algo y con una sonrisa bastante familiar. 

⎯¿Vas a querer una entrada? ⎯me pregunta. 

⎯¡Jon!, ¿qué demonios haces aquí?, ¿no se supone que andas en una misión? 

⎯Jo me dijo que te vigilara, que estabas medio dudoso y ahora soy mesero encubierto? ⎯me contesta. 

⎯¿Vigilarme?, no… ¡Vete!, me pondrás más nervioso. 

⎯¿Por qué me corres? ⎯inquiere, mientras hace como que apunta algo en la libreta. 

⎯Porque… porque… ⎯ trato de explicar, pero de pronto, mi vista se cruza con la de un hombre de cabello rizado, barba y sonrisa sincera, que tan solo verme se dige hacia mí⎯. Solo vete. 

⎯Yo te cuido primo, no te preocupes. Si te sientes en peligro parpadea dos veces, si quieres que te rescate llámame y pide un Sex on the beach y yo haré el resto. 

⎯¿Sex on the beach?, ni siquiera me gustan los cocteles. 

⎯Pues por eso… en fin… espero que te gusten los ravioles con espinacas y queso, porque eso ordenaste. 

⎯¡Qué! ⎯ expreso, y solo veo como Jon se aleja y se pierde con el staff. 

Yo me pongo de pie, me arreglo el traje y cuando Jeremy se acerca, le sonrío. 

⎯Daniel, ¿cierto? ⎯me pregunta, con una voz muy cortes. 

⎯Sí, ¿Jeremy? 

⎯Así es… ⎯ contesta con simpatía⎯, gusto en conocerte. 

⎯El gusto es mío ⎯respondo, y después, ambos, nos sentamos en nuestros lugares. 

Por un momento me quedo en silencio, admirando al hombre que tengo frente a mí. La verdad es que pensé que estas aplicaciones de citas eran una estafa, pero ahora que lo veo, creo que no estará tan mal. 

⎯Debo admitir que eres mucho más guapo en persona que en fotografías ⎯me interrumpe. 

Me sonrojo un poco.

⎯Gracias… puedo decir lo mismo. ⎯Añado, y me acabo de dar cuenta que estoy bastante oxidado en esto de las citas. 

⎯¿Vino? ⎯Escucho la voz de Jon y al subir la mirada lo veo frente a mí. 

⎯Gracias ⎯digo entre dientes, mientras veo como lo descorcha. 

⎯Debo admitir, Manuel, que jamás había visto un perfil como el tuyo en la aplicación. Eso quiere decir que recientemente te animaste a publicarlo, ¿cierto? 

⎯Cierto ⎯respondo, deseando que Jon se vaya para que no escuche nada. Sin embargo, el hombre rubio, de ojos azules, de altura y cuerpo impresionantes, no se aparta. 

⎯Y, ¿qué te hizo ponerlo? 

Me quedo en silencio, mientras veo como el vino cae en la copa de Jeremy. Al parecer, Jon lo hace con una lentitud para escuchar mi respuesta. 

⎯Pues… ⎯Inicio, luego volteo mi mirada hacia Jon y le pido con una señal discreta que se vaya. Él sonríe. 

⎯En unos momentos le tomo la orden ⎯responde, para irse de ahí. 

⎯¿Pues? 

⎯En realidad, lo hice porque…

«No digas por qué estabas desesperado, por favor», pienso. 

⎯Porque quería darle un poco de diversidad a mi vida amorosa. 

Jeremy alza las cejas, en señal de que está bastante sorprendido con mi respuesta. 

⎯¿Diversidad? 

⎯Sí, ya sabes. Eso de conocer a un hombre en un club o por la calle, ya no es garantía ⎯contesto.

⎯¿Y la aplicación, sí? 

⎯Estamos aquí, ¿no es cierto? ⎯contesto, para luego tomar un sorbo de vino casi terminándome la copa. 

⎯Sí, aquí estamos ⎯responde con curiosidad. 

Si puedo ser honesto, no tenía respuesta ante esa pregunta y sé que no tendré para las siguientes que me haga, así que le llamo al mesero, Jon, para que me sirva un poco más de vino. Él se acerca, y me sirve la copa normal. 

⎯Un poco más. ⎯Le pido. 

⎯No cree que ya es mucho, ¿señor? ⎯me pregunta, haciendo que tanto Jeremy como yo lo veamos. 

⎯Yo diré cuándo es demasiado, solo sírveme. ⎯Insisto. 

Jon me sirve un poco más y luego se aleja para dejarme solo. Yo tomo otro sorbo y continúo. 

⎯En fin… dime, ¿por qué estás tú en la aplicación? 

⎯Pues, últimamente mis citas no han sido las esperadas. 

⎯¿Ah si? 

⎯Sí. Conozco a alguien y cuando me conoce más a fondo… huye. No sé qué pasa, así que he decidido meterme a esta aplicación, al menos para saber si puedo tener sexo casual. 

Escupo el vino. No sé por qué, pero, lo escupo tan fuerte hacia el suelo que luego comienzo a toser. Me quedo con la cabeza agachada, tratando de tranquilizarme, cuando el mesero Jon me acerca una servilleta de tela. 

⎯¿Todo bien, señor? 

⎯Todo perfecto ⎯contesto, para limpiarme el rostro. 

Levanto la cara y veo al chico con una sonrisa. 

⎯¿Qué?, ¿dije algo malo? 

⎯No, no… simplemente… 

De pronto, veo a lo lejos que Jon me está llamando con la mano, pidiéndome que vaya hacia allá. 

“No”, hago con la mirada, pero es tan insistente que no hago más que ponerme de pie.  

⎯Vengo en un minuto ⎯le digo. 

Así, me pongo de pie voy hacia allá. La sorpresa se hace más grande cuando veo a Jo con él. 

⎯¡Qué demonios fue eso! ⎯expresa mi prima. 

⎯¡Qué demonios es esto!, ¿me están espiando? ⎯inquiero. 

⎯Vigilando, te estamos vigilando, primo ⎯responde Jon. 

⎯Si no me dejan de vigilar, seguiré cometiendo errores.

⎯¿Ahora es nuestra culpa que escupas el vino? ⎯me pregunta Jo⎯, a caso no sabes comportarte ya en una cita. 

⎯No lo sé. ¿Qué me pueden decir ustedes que no tienen citas? Tú ya tienes a tu novio y tú te echas a las misiones ⎯les digo. 

⎯Se llaman amores, se llaman amores… y tengo muchos, no lo puedo negar. 

⎯¡Ash, ya cállate! ⎯le contesto. 

Por un instante nos quedamos en silencio y luego los tres estallamos en risas como cuando solíamos ser pequeños. Lo hacemos para desahogar los nervios, para tratar de arreglar todo lo que salga o pueda salir mal esta noche. 

⎯Bueno, ya… déjenme en paz y ya manda a otro mesero que Jon es pésimo. 

⎯Claro que no, eres pésimo comensal…

Así, me arreglo a corbata y les digo:

⎯Basta, solo basta. Ya no quiero que me vigilen. Váyanse a casa, no sé, a ver televisión. 

⎯¿Televisión?, ¿a caso tenemos doce años? ⎯pregunta Jo.

⎯Pues parece… ⎯Sentencio, para luego regresar a la mesa y sentarme de nuevo con Jeremy⎯. Lo siento.

⎯No pasa nada. Creo que al parecer el mesero me está tratando de bajar a mi cita. ⎯Bromea. 

⎯No, no… ⎯Niego. 

⎯Aunque, si te gusta con dos al mismo tiempo… 

⎯No, mejor platícame sobre ti. ¿En qué trabajas? 

⎯Bueno, soy dueño de mi propia empresa. Me dedico a las innovaciones tecnológicas que puedan servir tanto a los seres humanos como a los animales. 

⎯¡Vaya! 

⎯Y, ¿tú? 

⎯Soy jefe del departamento de finanzas del Conglomerado CanCon.

⎯¡Vaya! Entonces tengo a un geniecillo de las matemáticas frente a mí. 

⎯Algo así… ⎯Presumo⎯. También leí que eras filántropo. 

⎯Tengo un refugio de animales. Me gusta rescatar a los animales de la calle. Perros, gatos… en especial gatos. Me gustan. ¿A ti te gustan? 

⎯Sí, bueno, no tanto. Toda la vida he tenido perros. No me he atrevido a adoptar un gato. 

⎯Pues, deberías… son bastante independientes. Sabías que hay un tipo de gato para cada persona. 

⎯¿Ah sí? 

⎯Sí, por ejemplo: los gatos siameses  Son conocidos por ser activos, comunicativos y afectuosos. Suelen llevarse bien con dueños que disfrutan de la interacción y el compromiso con su mascota. Personas extrovertidas a menudo se llevan bien con ellos. 

⎯Entonces ya sé qué regalarle a mi primo Tristán. 

⎯Los gatos persas: son tranquilos, cariñosos y tienden a ser menos activos que otras razas. Los dueños que prefieren un ambiente más tranquilo y son más hogareños pueden encontrar compañía perfecta en un gato persa.

⎯Vaya…

Me interrumpe. 

⎯Los gatos maine coon, son grandes, amigables y sociables. Son ideales para dueños activos y amantes de los gatos que desean una compañía juguetona y afectuosa.

⎯Vale.. 

⎯Gatos Ragdoll, son muy relajados, dóciles y cariñosos. Son ideales para dueños que desean un compañero tranquilo y afectuoso.

De pronto, Jeremy terminó dándome una cátedra sobre tres diferentes razas de gatos más. Los de bengala, los Scottish Fold, y los sphynx. 

⎯Los últimos son ideales para las personas que…

⎯¿No tienen cabello? ⎯bromeo, ya que me ha dicho que no tienen pelo. 

⎯No, Daniel, para los que sufren alergias ⎯responde serio. 

⎯Era broma… 

De pronto, un mensaje de Tristán me llega, y noto que hemos pasado horas hablando de gatos más que de otra cosa. 

⎯¿Qué pasa? ⎯pregunta, al ver que dirijo mi mirada hacia el móvil. 

⎯Nada, es un mensaje de mi primo. No lo contestaré. 

⎯Bien… entonces, ¿qué te parece si vamos a mi piso a tomar una copa?, está cerca de aquí. ⎯Me invita, en un osado movimiento⎯. Si gustas, puedes traerte al mesero, está guapo. 

Suspiro. 

⎯El mesero no irá ⎯contesto. 

⎯Y, ¿tú sí? ⎯inquiere. 

De pronto, me quedo en silencio. No sé si ir, incluso, todos mis sentidos se han puesto alertas ante la propuesta. Tengo años que no voy solo al piso de alguien, menos de un desconocido. No sé qué pueda pasar, o en qué circunstancias termine. No sé si quisiera un ataque de ansiedad en este instante. 

⎯¡Ey!, solo será una copa ⎯me comenta⎯, no más. 

⎯Está bien… vamos ⎯le contesto. 

Llamo al mesero, Jon, y él se acerca con una sonrisa. 

⎯¿Diga? 

⎯La cuenta, por favor. 

⎯La cuenta, ya he sido pagada por aquel hombre ⎯contesta Jon, y al voltear, veo que es Xes Santander. 

⎯¡Ah!, gracias… ⎯contesto. 

⎯¡Guau!, tú sí que tienes algo, Daniel ⎯me dice Jeremy. 

«Sí, una familia llena de chismosos», pienso. 

⎯Al parecer… ⎯hablo. 

Así, ambos nos ponemos de pie y Jon me sonríe. Después me hace una seña de que todo estará bien y se desaparece. 

⎯Para ser agente encubierto es demasiado obvio ⎯murmullo. 

⎯¿Cómo? ⎯me pregunta Jeremy. 

⎯No, nada. Que espero tengas un poco de café porque el vino me está haciendo efecto. 

⎯Me encanta el efecto del vino ⎯contesta, coqueto. 

Los dos salimos del restaurante y yo le sigo por toda la acera. Jeremy camina a mi lado y me lanza miradas coquetas que yo simplemente respondo con una sonrisa. No puedo creer que se nota mi poca experiencia en citas y que llevo un rato sin salir con nadie, ya que no tengo ni idea de lo que estoy haciendo en este momento. 

⎯Espero que te guste el café que tengo, es uno traído de Colombia. 

⎯Si, estoy seguro de que me gustará ⎯respondo.

⎯Y, ¿tal vez me puedas contar un poco más sobre tí?, ya sabes, tus pasatiempos, tu vida… en fin. 

⎯Estoy seguro de que se podrá dar la plática ⎯hablo. 

Después de caminar unas cuadras, llegamos al edificio donde se encuentra el piso de Jeremy. Este se encuentra completamente iluminado, siendo el último, el oscuro, donde vive él. 

⎯Me lo heredó mi abuela ⎯responde, cuando le pregunto sobre cómo consiguió un piso tan grande⎯. Prácticamente, son dos pisos juntos. Me encanta, porque tengo acceso al techo y he puesto un lugar para pasar ahí los veranos, además de que mis gatos pueden subir a refrescarse. 

⎯¡Claro! ⎯comento. 

Comenzamos a subir las escaleras. Al ser un edificio viejo no hay elevador para poder acceder hasta su piso. Así que cuando llegamos hasta arriba, siento que mi corazón está por salirse de mi pecho. 

⎯¿Cardio no es así? 

⎯Mucho… 

⎯Y si te animas, podemos hacer más ⎯habla seguro. 

Me río, porque no hay nada más que pueda hacer. 

Así, al fin llegamos a su piso, y veo que solo hay una puerta en todo el sitio. Al parecer, él vive solo acá arriba, sin vecinos. 

«¿A caso debería preocuparme?»

⎯Adelante ⎯me dice, mientras me invita a que pase. 

Sin embargo, cuando abre la puerta me llevo una de las sorpresas más grandes de mi vida y algo que no me esperaba. 

⎯¡Guau! ⎯expreso. 

⎯¿Es la vista, cierto? A mí también me encanta ⎯comenta, ya que tiene unas ventanas que dan una vista hermosa a la ciudad. 

Sin embargo, yo no hablo de la vista, sino de los miles de torres que tiene para gatos en su sala. Hay tantas que ni siquiera sé por donde empezar a contar. Además, de que el sitio huele a gato y se ve que hay pelos por todas partes. 

⎯¿Cuántos gatos tienes? ⎯pregunto. 

⎯Pues, tengo cuarenta y cinco. 

⎯¡Qué! ⎯expreso, sin poder contener mi asombro. 

⎯Sí, te dije que tengo un refugio de gatos. 

⎯¡Vaya!, yo pensé que era un edificio aparte. 

⎯Bueno, es que aún no consigo uno bastante grande y si te soy honesto, me da pena dejarlos en otro lado. Aquí me hacen compañía y puedo revisar que todo esté bien. Pero no te preocupes, a mi habitación no entran… ellos lo saben. Si al final gustas llevarte uno. 

⎯Ok. 

⎯Es más, limpiaré los areneros mientras tú pones el café, ¿te parece? 

«Pero, por supuesto que no me parece», pienso, al notar como los gatos comienzan a salir de una habitación y a pasarse por mis piernas. 

⎯Sí, claro. 

Entonces, mientras él se distrae, cojo mi móvil y mando un mensaje. 

Daniel

Canarias, llámame. 

Canarias

¿Para qué? 

Daniel

Por una chingada, solo llámame. 

Segundos después, el móvil suena y yo lo responde de inmediato. 

⎯¿Diga? ⎯contesto. 

⎯¿Qué quieres?, estoy algo ocupado. 

⎯¿Cómo?, no puede ser eso. 

⎯¿Quieres que te explique cómo?

⎯¿El intercambio de activos? 

⎯¿Qué? ⎯pregunta Tristán⎯, ¿así lo llamas tú?, ¿tiene que ver con eso de que algunos son activos y otros pasivos?, porque créeme, yo soy muy activo. 

⎯Voy para allá ⎯hablo. 

⎯No, no es necesario, sé cómo intercambiar ⎯responde mi primo, sin entender mucho. 

⎯No sí… no puede esperar. 

⎯¿Vendrás conmigo y con Ana Caro a…? 

En eso corto la llamada y me volteo a verle. 

⎯Lo siento, hay un problema con el intercambio de activos con las subsidiarias del Conglomerado y tengo que ir a resolverlo. 

⎯¿A esta hora? ⎯inquiere. 

⎯Sí, esto no puede esperar. Pero, me debes el café… ¿vale? ⎯le contesto, para después darme la vuelta y salir del piso, sin dejarle contestar. 

Ya estando fuera en el pasillo, literal, corro escaleras abajo hasta llegar al recibidor y salir libre de ahí. 

⎯Ahora entiendo por qué no tiene los resultados esperados. Sentí que estaba en una película de Hitchcock. Demasiados gatos para mí. 

⎯¡Dónde crees que vas! ⎯Escucho una voz, y de pronto una mano me jala y me mete a una camioneta. 

Al recuperarme de lo que pasó noto que son Jon y Jo los que están ahí. 

⎯¿Qué hacen aquí? ⎯pregunto⎯, ¿qué hacen dentro de una van como si fueran secuestradores? 

⎯Pues, estamos viendo cómo te va. La van es del trabajo de Jon. 

⎯¿Cómo superior que…? Esera… ¡ME PUSISTE UN RASTEADOR! 

⎯No, cómo crees hombre, pero tenías un micrófono en la mesa y escuchamos donde iban y te seguimos.

⎯¿Tu igual, Jo? 

⎯Pues sí. Mi madre me dijo que tenía que pasar tiempo con mi hermano cuando nos visitara y aquí estoy… espiándote. Ahora, ¿por qué te fuiste?, pensamos que te gustaba. 

⎯Tiene cuarenta y cinco gatos en su piso… con eso lo digo todo. 

⎯Ups… ⎯hace Jon. 

⎯Debimos sospecharlo cuando habló una hora sobre los tipos de gatos y sus personalidades ⎯le dice Jo. 

⎯Están por todos lados y… ⎯Me quedo sin palabras. 

⎯Entonces, ¿no? ⎯pregunta Jo. 

⎯¡NO!, claro que no… borra lo de los candidatos, es más, bórrame a mí, no sirvo para esto. 

⎯No… me prometiste que serían tres citas. Llevas una. Que esto no defina tu vida amorosa. ⎯Me pide Jo. 

Suspiro. 

⎯Bien, pero la próxima te pido que verifiques que no estén locos por los gatos, ¿vale?, u otras cosas. 

⎯Hecho. 

Jon me da un abrazo fuerte. 

⎯Lo siento, parecía que hoy tendrías diversión y al parecer… no fue así. 

⎯Cállate y llévenme a mi casa. 

En eso, siento cómo me quita algo del saco y me percato que si tenía un rastreador pegado a él y no me di cuenta. 

⎯Dios, eres pésimo mesero pero buen agente. 

⎯Lo sé… ⎯contesta, para luego cerrar un ojo. 

Definitivamente, mi primera cita ha sido un desastre. Espero que la segunda me vaya mejor. 

9 Responses

  1. Hay no las ocurrencias de estos 4 me matan de risas 🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣 pobre Daniel con esa cita y tanto Gato 🤪🤪🤪

  2. Jajajajaja pobre Daniel, oxidado en las citas, y su primera cita no ayudó! jajaja que esto no defina Daniel! as seguir!!!

  3. jajajaja la cita salió mal pero la familia se mantiene perfectamente unida y divertida

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *