Abro los ojos y enseguida estiro la mano para buscar mis anteojos para ver. De pronto, me sorprendo al percatarme que estoy durmiendo en mi habitación de la infancia y no en el piso donde vivo. Gradualmente, me voy acordando, que después de la cita, Jo, Jon y yo nos fuimos de copas y que al final decidieron que lo mejor sería traerme a casa de mis padres.
⎯Dios, ¡qué jaqueca! ⎯me quejo, mientras me levanto de la cama y me siento en la orilla.
Me cubro los ojos con las manos, porque la luz del sol está entrando bastante fuerte por la ventana de la habitación, intensificando el dolor aún más⎯ ¿Qué fue lo que tomé? Creo que fue esa bebida hecha por Jon que parece veneno.
Me levanto con cuidado, y camino para buscar algo de ropa. El olor a wafles llega a mí y es tan dulce que en este momento no me cae nada bien. Sin embargo, e inesperadamente, se me antojan bastante y despierta el hambre en mí.
Como puedo, tomo un pantalón de pijama y una playera vieja. Me alegro de verdad que mi madre me haya dicho que dejara algo de ropa en la casa, por si acaso la necesito. Después, entro al baño y voy directo a echarme agua fría sobre el rostro. Cuando termino, me veo en el espejo y noto que mis ojos están completamente rojos.
⎯Creo que me quité muy tarde las lentillas ⎯mumuro.
Mientras me veo los ojos, recuerdo la cita del día anterior. Los gatos, el piso que ni siquiera pude notar como era, la conversación sobre gatos y ahora que me percato, creo que él traía pelo de gato sobre el saco.
⎯Debí sospechar que me encontraría algo así ⎯digo. Mi rostro cambia, de pronto, y un suspiro se escapa de mis labios⎯. Jamás pensaste que llegarías a estos puntos, ¿cierto? Tal vez, deberías quedarte soltero y hacerte a la idea de que el amor no es para ti. Ser el tío soltero. Esperar a que Héctor tenga hijos y consentirlos. Después retirarte a una casa en la playa y vivir solo el resto de tus días.
Me río al terminar mi discurso. Claro que no deseo nada de eso, pero, a veces siento que es la única opción que me queda. He tratado de convencerme de que no me molestaría, pero si me molesta. Aunque poco a poco me doy cuenta de que no parece mal plan.
Me seco el rostro, y salgo del baño hacia la habitación. Reviso mi móvil y me percato que hoy tengo el día libre y que prácticamente puedo hacer lo que se me pega la gana, como: lavar la ropa, regar las plantas, limpiar el piso y probablemente ordenar una que otra cosa que hay en el piso. Después, podría ver películas y gastar mi tiempo frente al televisor.
Sin embargo, mis planes cambian de inmediato, cuando escucho la voz de Tristán en la parte de abajo, platicando alegremente. Sé que cuando él está aquí, es porque hay un plan que interrumpirá el resto de los míos.
⎯¡Pero a quién tenemos aquí! ⎯expresa, al verme llegar a la cocina con rostro de pocos amigos.
Noto que no solo está él en el comedor de la cocina, sino también Jo y Jon, junto con Ana Caro Santander. Mis padres aún no se encuentran en la fotografía y Héctor, está en la cocina haciendo los waffles.
⎯Hola, Ana Caro. ⎯Saludo.
⎯Hola ⎯responde, con una sonrisa.
⎯¿Qué haces aquí? ⎯pregunto, dirigiendo mi mirada a Tristán.
⎯¿Qué crees que hago aquí?, como waffles.
⎯Y qué, ¿no hay waffles en tu casa? ⎯inquiero, viendo a Jon y Jo.
⎯Nuestros padres vendrá a desayunar acá, solo están terminando de hacer algo.
⎯¡Ah!, ¿y tú? ⎯hablo, viendo a Tristán.
⎯Pues, vine a darle una vuelta a la casa de mis padres ⎯contesta, seguro.
⎯No te sabía tan dadivoso, Tristán. ⎯Escucho la voz de mi padre, quien va entrando a la cocina, con un libro en la mano y vestido de vaqueros y una camisa polo. Él se acerca a mí, y me acaricia la nuca⎯. Buenos días, me da gusto verte por aquí.
⎯Buenos días ⎯contesto.
Mi padre me da un beso sobre la mejilla y después ve a mi primo.
⎯¿No se supone que tienes tu propio piso? ⎯le pregunta.
⎯Ya les dije que vine a darle una vuelta a la casa de mis padres. Tengo que regar las plantas.
⎯Son de plástico, Tristán ⎯le reclama Jo.
⎯No todas… ⎯Se justifica.
⎯Todos saben que mi hermano tiene solo plantas de plástico dentro de la casa. Lo hace así desde que se fue a vivir solo. Así que es sospechoso que estés sentado en nuestro comedor ⎯habla mi madre, quien va entrando por la puerta de la cocina.
⎯Además, Alegra y Karl vienen a cada rato con sus hijos… ⎯insisto.
⎯Es que Héctor hace los mejores waffles ⎯responde.
⎯¿Seguro? ⎯inquiere mi papá.
David me ve a los ojos y yo sé que se le han terminado los pretextos, es momento de decir la verdad, y sé que no me gustará.
⎯La verdad, vine a que Daniel me cuente cómo le fue en su cita con el señor de los gatos.
⎯¿¡CITA!? ⎯expresan mis padres al mismo tiempo, en un tono de alegría que no me sorprende para nada.
⎯¿Tuviste una cita, Dan? ⎯me pregunta mi madre, abrazándome y reflejando una felicidad plena.
⎯Una cita como tal, no. Y no fue para tanto.
⎯Pero, ¿dónde lo conociste?, ¿cómo te fue? ⎯Comienzan los cuestionamientos de mi padre, quien al igual que mi madre se ha acercado aún más a mí para que le dé la información.
⎯Por ahí. ⎯Evado la pregunta.
⎯¿Por ahí?, ¿dónde?, ¿en el conglomerado?, ¿en el gimnasio? ⎯Insiste mi madre.
Me quedo en silencio. Todas las miras están sobre mí, pero destaca la sonrisa traviesa de Jo, que, por cierto, no ha dicho ninguna palabra.
⎯Bueno, lo conocí…
⎯Lo conoció en una aplicación de citas ⎯habla al fin Tristán, en cierta manera, ayudándome a que la conversación continúe.
Mis padres voltean al mismo tiempo, con los ojos abiertos y bastante sorprendidos.
⎯¿Aplicación de citas? ⎯pronuncian al mismo tiempo. Odio cuando ambos dicen la misma frase de esa forma. Aunque, si me pregunta, eso denota lo bien conectados que están desde que tienen ocho años de edad.
⎯Jo me hizo el perfil, no lo hice yo.
Mi madre voltea a ver a mi prima e inesperadamente, va y la abraza.
⎯Muchas gracias.
⎯De nada tía, Noah.
⎯¿La estás felicitando? ⎯pregunto, bastante sorprendido.
⎯Alguien tenía que darte un empujón. Sabíamos que Tristán no lo haría porque es demasiado respetuoso contigo, pero Jo, ella es la indicada ⎯habla mi madre.
⎯Y, ¿cómo te fue?, ¿cómo es él?, ¿lo traerás algún día? ⎯habla mi padre.
⎯Jamás lo verán por acá. No lo volveré a ver.
⎯¡POR QUÉ! ⎯ expresan ambos, asustándome un poco.
⎯Bueno, porque no era el indicado.
⎯¿Por qué no era el indicado? ⎯expresa mi madre, bastante sorprendida, para después pasar a la preocupación⎯ ¿Te trató mal?, ¿te hizo algo?, ¿era malo?
⎯No, ma, claro que no. ⎯La tranquilizo⎯. Era guapo y muy bueno, solo que no coincidimos en muchas cosas y decidimos que no continuaríamos con las citas.
⎯Y porque tenía cuarenta y cinco gatos. ⎯Agrega mi primo.
⎯¿Cuarenta y cinco gatos? ⎯pregunta mi padre.
⎯Sí, rescata gatos de la calle. Dijo que tenía un refugio, pero jamás me dijo que su casa era ese refugio.
De pronto, mi padre estalla en risas, contagiando a mis primos y a mi hermano.
⎯Dios, eso de las citas es tan raro. Me hubiese gustado vivir algo así.
⎯Pues si gustas, puedes empezar, Ruiz de Con ⎯responde mi madre, ligeramente enojada.
⎯Es un decir, Ainhoa ⎯responde mi padre.
⎯Lo mío también, es un decir… ⎯habla, para luego ir hacia mí y acariciar mi rostro⎯. Me da pena que no te haya gustado la cita.
⎯Está bien…
⎯Porque habrá más citas ⎯habla Tristán, haciendo que voltee a verlo con ojos de quererlo matar.
⎯¿Más?, ¿seguirás? ⎯inquiere mi papá.
Suspiro. Sabía que esto pasaría y, aunque en este momento quiero matar a David, al mismo tiempo le agradezco que sea tan Canarias en este asunto, porque siempre me ayuda a expresar lo que yo no puedo.
⎯Sí, le prometí a Jo que lo haría y cumpliré mi promesa. Ahora, si me disculpan, tomaré una taza de café cargado, y no contestaré más preguntas. ⎯Finalizo, y mi familia sabe que después de decir esa frase ya no habrá más cuestionamientos, por lo que me dejan en paz.
Sin embargo, mi madre se muerde los labios porque sé que quiere saber más o decir algo para complementar la plática. Pero, como siempre, guarda silencio y dirige su atención a su hijo menor, quien siempre ha sido un poco más fácil de lidiar y con el que tiene un poco más de conexión.
Así, voy hacia la cafetera, me sirvo una taza de café y dejo a mis primos en la mesa. Yo, me dirijo hacia el jardín, donde veo como los perros de mi tía Julie vienen corriendo hacia mí y dejan que los acaricie mientras me mueven la cola. A veces quisiera ser el perro de un Ruiz de Con o un Canarias. No solo están más consentidos que nada, sino que tienen un terreno de tres casas para correr, reciben amor y duermen todo el día; en pocas palabras, nadie los molesta.
Doy dos sorbos a mi café y me relajo. Siempre me ha gustado esta casa por el jardín y creo que mi padre también la compró por eso. Dicen que los Canarias están hechos para vivir al lado del mar, pero los Ruiz de Con nacimos para estar rodeados de la naturaleza. A veces, por eso, me dan ganas de dejar todo, comprarme una cabaña en el bosque y quedarme a vivir allá solo, de por vida. Después se me pasa cuando me percato que dejaría de ver a mis primos, escuchar el piano de mi hermano, o escuchar la angelical risa de mi madre… una que hace mucho no escucho.
⎯¿Te pudo acompañar? ⎯Escucho la voz de mi padre.
Volteo a verle y asiento con la cabeza. Él también trae una taza de café, así que supongo que compartiremos este momento. Mi padre siempre ha sido más cercano a mí, hemos tenido más conexión. No quiero decir que mi madre y yo no nos llevemos bien, solo que ella entiende mucho mejor a Héctor y conmigo, siempre he sido algo complicado. Eso sí, yo la amo y ella me ama, y en eso estamos totalmente de acuerdo.
Sin embargo, la relación con mi padre es más cercana debido a nuestras personalidades. Ambos somos más serios y callados, no como Héctor que es igual a mi madre, tan Canarias que no lo puede ocultar.
⎯¿Te quedas a comer hoy o tienes algo qué hacer? ⎯me pregunta.
⎯Supongo que me puedo quedar a comer ⎯hablo.
Mi padre pasa su brazo por mi espalda y me abraza.
⎯Me da gusto verte por acá, a veces te escondes tanto que es difícil encontrarte.
⎯Siempre sabes dónde encontrarme, papá ⎯le respondo, aun sin verlo a los ojos.
Desde que pasó lo del ataque, mi padre y yo no sabemos cómo conversar y eso, me duele en el alma. Antes solíamos hacerlo sin problemas, reírnos todo el tiempo y hablar de todo tipo de temas. Ahora, hablamos por minutos, en conversaciones tan cortas que no dicen nada. Si algo cambió el ataque en el club, fue la dinámica familiar, algo que jamás le perdonaré a la familia de Raúl.
Mi padre toma un sorbo de café y suspira.
⎯Sé que no te gusta que te diga nada, pero, me da gusto que vuelvas a salir.
⎯No fue nada, solo una promesa para Jo, no es en serio ⎯contesto, sin darle importancia.
⎯Aun así, me da gusto. Eso quiere decir que estás abierto a divertirte… aunque sea bajo las amenazas de Jo.
Me río.
⎯Es que sabes que no le puedo negar nada a ella.
⎯Nadie le niega nada a Jo, esa niña sabe cosas…
Ambos nos reímos.
⎯En fin, me gusta que sigas considerando el salir y conocer gente. A tu madre y a mí nos da mucho gusto. Supongo que tu madre ya tendrá un tema alegre que decir en terapia.
⎯¿Cómo va eso? ⎯inquiero.
⎯Mejor. Al menos ya no se despierta por las noches en un ataque de ansiedad.
Otra cosa que jamás le voy a perdonar a Raúl, es que haya convertido a mi madre de una mujer segura, a una niña asustadiza que tiene ataques de pánico y de ansiedad que apenas mi padre puede controlar.
⎯Yo te traje a este mundo para que seas feliz, Daniel, quiero que siempre recuerdes eso. Cuando estés en tu momento más oscuro, quiero que recuerdes que tu madre y yo te dimos la vida para que fueses feliz y nada más.
⎯Lo recuerdo, padre. ⎯Admito.
⎯Y que decidas lo que decidas, lo respetaremos.
⎯Gracias…
La conversación se termina, más rápido de lo que puedo imaginar y los recuerdos de cuándo mi padre y yo hablábamos por horas vienen a mi mente. La nostalgia me invade, me gustaba hablar con mi padre, que nuestra relación fuese cercana, confesarle de todo y saber que estaba en un lugar seguro. Ahora siento que si lo hago, los meteré en problemas, que mis decisiones los harán sufrir y por eso no les digo nada. Sin embargo, creo que si ya abrí la posibilidad de salir con alguien, puedo cambiar también eso, así que, antes de que mi padre se vaya y me deje solo, entendiendo que ya no quiero seguir conversando, lo detengo.
⎯¿De verdad te hubiese gustado tener más citas? ⎯inquiero y él niega con la cabeza.
⎯No. Amé a tu madre desde el primer momento en que la vi. Puede que suene ridículo porque teníamos ocho años, pero, cuando se siente, se siente. Simplemente que nuestra historia fue algo complicada y, no tuvimos muchas oportunidades como Héctor o tú. Ya sabes, de tener citas y todo eso.
Me río.
⎯¿Héctor tiene citas?
⎯Bueno, él también tiene una historia de amor complicada. Supongo que de esta parte de la familia, esa es la esencia de nuestras relaciones. No la tenemos tan fácil como los Canarias de la otra casa.
⎯Y de todos, yo me la compliqué más por mi orientación.
⎯No. No digas eso, ¿qué te he dicho?
⎯Que el amor no tiene género, solo tiene corazones. Lástima que no todos piensen como tú.
⎯También tus primos, tíos, sobrinos y hermano lo piensan así… y estoy seguro de que habrá alguien afuera que piense igual. Y que habrá alguien que te ame desde el primer momento que te vea. Que pensará en formar una familia contigo, y que te hará sentir a salvo. En pocas palabras. Cuando lo sientas, se sentirá, y no dudarás más.
⎯¿Crees que eso pase?
⎯Estoy seguro que pasará. Solo tienes que seguir insistiendo. Escondido en tu piso no llegará.
⎯Tal vez sí, ¿qué tal si es el chico de la pizza?
Mi padre sonríe.
⎯Sabes lo que te digo, ¿no es cierto?
Asiento con la cabeza.
Mi padre me da una palmada sobre la espalda y luego un beso en la mejilla.
⎯Te dejo. ⎯Él se pone de pie y camina hacia la puerta. Sin embargo, después regresa⎯. Por cierto, recuerda que la próxima semana tienes que ir al concierto en honor a tu abuela en nuestra representación. Tu madre y yo nos iremos a Italia, y tus tíos están en Francia con Lila. Y tu hermano tocará.
⎯Lo sé, ¿no puede ir Tristán en representación de la abuela?
⎯¿Tristán?, ¿tu primo?, ¿en un concierto de música clásica?
⎯O manda a Karl.
⎯Irás tú. Además, tú solías ir con tu abuela a la ópera, ¿recuerdas? No te cuesta nada, y ya te dije, tu hermano tocará y así también nos representarás.
Suspiro.
⎯Vale… iré.
⎯Gracias ⎯responde⎯, por cierto, suerte en tu próxima cita, ¿nos contarás?
Asiento con la cabeza.
⎯Les contaré ⎯hablo en tono de desilusión, como si supiera que ya se viene el desastre.
⎯Pero no lo digas así. Sabes, tengo la corazonada que estás a punto de encontrar al hombre de tu vida.
⎯Siempre tan romántico, papá.
⎯No puedo evitarlo… vivo del romance. Tengo dieciséis historias de amor escritas que te lo comprueban… muero por escribir la tuya.
⎯Pues espero no envejezcas más…
⎯Soy descendiente de Tristán Ruiz de Con. Envejezco lento y tengo paciencia… Sé que escribiré la tuya ⎯me contesta, para luego darme un beso sobre el cabello⎯. Te amo, hijo. Te amo mucho.
⎯También te amo, papá ⎯respondo, para después verlo partir.
Una vez más me quedo en silencio, solo y viendo hacia el jardín.
⎯Solo dos citas más… ¿Qué puede pasar? ⎯hablo en voz baja. Sabiendo que puede pasar de todo. Por lo que esbozo una ligera sonrisa. Veremos que me prepara la vida.
Aww amo esas conversaciones entre padre e hijo 🥰🥰 es lindo ver como toda la familia apoya a Daniel ❤️❤️
Siempre tan sabio, Manuel. Daniel es muy afortunado de tener una familia que lo apoya, lo respalda y que lo ama. 🥰
Espero que pronto su historia de amor comience 🫶🏼💘
Bien chismoseó David Tristán 🤣🤣🤣🤣 y se hace el loco 🤣🤣🤣
Me encanta como todos lo apoyan y aman tanto 💙💙
Mi Manu es tan bueno 💙💙💙
Manuel! más que un padre, es un gran consejero, un gran reflejo de la buena crianza de Tristan y Mena.
Me emociona mucho saber cómo son Manu y Ainhoa como padres, ese amor tan incondicional que le brindan a Daniel… Y ese toque de esperanza que le da al decir que tiene la corazonada 💜
Que familia más hermosa tiene Daniel ❤️❤️❤️, siempre deseando que encuentre su felicidad… 💞🥰
Manuelito siendo un espíritu romántico y hermoso.