MARTES 

Por fin, después de una semana de espera y mucho trabajo, llegó el martes, el día que vería a Antonio. De nuevo, les dije a mis padres que me quedaría hasta tarde en el taller trabajando, solo que esta vez me hice una pequeña maleta, desde la mañana, con todo lo que iba a usar en mi arreglo. 

Así, pasé todo el día trabajando en los vestidos de Cassandra y riéndome con los audios de mis primos y hermanos, para después cerrar el taller a las ocho de la noche y comenzar a arreglarme. 

Es evidente que vestiría el regalo que él me dio, así que solo le hice unos arreglos para que me quedara justo y se viera bonito. Le puse los accesorios indicados y un peinado de media cola que dejara mis rizos caer sobre mis hombros. Para la hora indicada, estaba lista y viendo por la ventana esperando que no me dejara plantada. 

El timbre de la puerta suena justo a las 9:00 de la noche y yo me dirijo hacia la puerta para, al abrirla, ver al chofer de Antonio frente a mí. 

⎯ ¿Señorita Lila? ⎯ me pregunta y yo asiento con la cabeza ⎯ ¿está lista? 

⎯ Sí, estoy lista ⎯ comento, para luego apagar la luz del taller y salir. 

⎯ El señor Antonio se disculpa porque no pudo venir por usted, pero le está esperando en el hotel. Tuvo una junta de último momento. 

⎯ Está bien ⎯ contesto ⎯, no hay problema. 

Así, sigo al chofer, bajamos por el elevador y llegamos al recibidor donde me encuentro al portero que me sonríe. 

⎯ Saldré con un amigo ⎯ le informo. 

⎯ Que tenga bonita noche ⎯ me contesta y yo sonrió. 

No sé aún por qué debo justificarle al portero donde voy, sin embargo, me hace sentir segura al respecto. 

Entonces, me dirijo hacia la lujosa camioneta y con seguridad me subo. El chofer cierra la puerta y en unos minutos partimos hacia nuestro destino. 

⎯ ¿Qué hotel es? ⎯ pregunto, con miedo, de que sea uno de los hoteles de mi tío Nadir. 

⎯ Es el Four Seasons ⎯ me habla. 

Suspiro, al menos sé que no me encontraré una cara conocida, tan solo pase las puertas de la entrada. 

Así que me dejo llevar, veo la ciudad de noche, siento el viento del verano en mi rostro, y cuando menos lo espero, el auto se para enfrente de la puerta del lujoso Four seasons y su increíble fachada. La puerta se abre y me ayudan a bajar. 

⎯ ¿Señorita Lila? ⎯ me pregunta el concierge. 

⎯ Sí. 

⎯ La llevaré a la suite ⎯ me informa, y me pide que pase para luego seguirme por el recibidor. 

Ambos caminamos hacia el elevador, las puertas se abren y subimos de inmediato hasta el nivel donde se encuentra la suite. 

⎯ La están esperando ⎯ me dice, para luego desaparecer. 

Me quedo sola en el corredor sintiendo el aire acondicionado y los nervios recorriendo mi cuerpo. 

Comienzo a caminar hacia la puerta, arreglando mi cabello, y el vestido, y cuando toco la puerta suspiro. Momentos después la puerta se abre y lo veo frente a mí 

Para esta noche, Antonio trae un traje de lino, color azul claro y una camisa blanca. Su cabello está suelto, por lo que sus rizos caen de una forma despeinada, pero que le hace ver guapísimo. Sus ojos verdes brillan y yo no dejo de sonreír. 

⎯ Bella Lila ⎯ me dice ⎯ bienvenida. 

⎯ Hola, Antonio ⎯ apenas puedo pronunciar, ya que estoy nerviosa. 

⎯ Pasa, espera, no te moleste que te vea aquí. Mi intención era cerrar la avenida del Prado y hacerte una cena y que viéramos un espectáculo, pero, no conseguí ningún espectáculo ⎯ bromea. 

Me río.⎯ Está bien, me agrada esta idea, accedo. 

Entro hacia la elegante invitación y puedo ver todos los lujos que están frente a mí. 

Antonio cerra la puerta y me hace con la mano que pasemos y me dirige a la terraza de la habitación. Ahí, veo una mesa servida con todo tipo de platillos y botellas de vino, otras de champán. 

Creo que sacó a artillería pesada, pienso, al ver la hermosa ciudad. 

⎯ Al parecer, esta noche no habrá lluvia ⎯ me comenta. 

⎯ Al parecer ⎯ contesto. 

Antonio se posa detrás de mí para luego mostrarme un ramo de flores, esta vez son girasoles. 

⎯ No son lilas ahora. 

⎯ Amo los girasoles ⎯ le respondo, tomando el ramo ⎯ el amarillo es mi color favorito. 

⎯ Entonces, ¿atiné con el vestido? ⎯ me pregunta y yo asiento. 

⎯ Gracias… 

⎯ No, espera, también te traje esto ⎯ y Antonio entra a la habitación y sale con una bolsa de papel y me la entrega ⎯ para ti. 

⎯ ¿Para mí? ⎯ pregunto, como si me sorprendiera. 

Entonces me siento sobre una de las sillas y abro la bolsa sola para ver una caja elegante de terciopelo azul. 

⎯ Espero no se te haga muy cursi. 

⎯ Me gusta la cursi ⎯ defiendo, y al abrir la caja veo un brazalete de oro blanco y un pequeño dije en forma de A.

⎯ Es hermoso ⎯ murmuro. 

Él lo toma, para luego abrir el brazalete y ponerlo sobre mi muñeca.⎯ Es para que me recuerdes. 

⎯ Gracias, pero no necesito un regalo para recordarte ⎯ le comento, mientras lo veo a los ojos. 

Antonio, acaricia mi mano y luego la sube a mi mejilla y hace lo mismo. Sus ojos se centran en los míos y yo me sonrojo. 

⎯ ¿Qué hiciste en todo este tiempo que no estuve? ⎯ me pregunta. 

⎯ Coser, coser y coser ⎯ le respondo ⎯ tengo tres vestidos que hacer. Y, ¿tú? ⎯ inquiero. 

⎯ Cerrar negocios, juntas y juntas y pensar en ti. 

Me muerdo los labios con la última frase.⎯ ¿Pensar en mí? 

⎯ Así es… No puedo dejar de pensar en ti, bella Lila, pero no desde ahora, sino desde el primer momento en que te vi. Y te extrañé. 

⎯ ¿Cómo puedes extrañar a alguien que no conoces? ⎯ pregunto. 

⎯ No lo sé, pero, lo hago… Además, eso de conocernos se puede arreglar, ¿qué no? ⎯ me pregunta. 

Yo sonrío.⎯ Nos hemos visto tres veces, Antonio. 

⎯ Pero podemos vernos más, y conocernos, ¿no? 

Suspiro.⎯ ¿Qué propones?

⎯ Cada martes, este día, siempre hago una escala en Madrid. Nos vemos, aquí, en donde quieras, y pasamos el tiempo juntos. Nos conocemos y… nos dejamos de extrañar, ¿qué dices? 

⎯ ¿Quién dijo que yo te extrañé? ⎯ pregunto, y él es ahora quién se muerde los labios. 

⎯ ¿Ni un poquito? ⎯ pregunta, y yo sonrío. 

⎯ Bueno, tal vez un poco nada más… ⎯ contesto. 

Antonio se hace más hacia delante, echando su cuerpo y casi acorralándome contra la silla. Mi corazón empieza a latir rápido y mis nervios suben a tope. 

⎯ Me gustas ⎯ murmura ⎯, pero antes de todo quiero saber si yo te gusto también. 

⎯ ¿Qué pasa si digo que no? ⎯ pregunto curiosa. 

⎯ Pues, dejaría esto así y podrás irte… No quiero parecer un acosador. 

Asiento con la cabeza ⎯ claro que me gustas, si no, no estaría aquí ⎯ le digo. 

Antonio me da un ligero beso sobre la mejilla y siento cómo todo mi cuerpo se estremece ⎯ ¿Entonces?, ¿qué dices? 

Mi corazón late emocionado, pero, aún no sé qué decirle. Antonio me atrae, me gusta pero ¿verle solo los martes? 

⎯ No lo sé. Esta semana, literal, te desapareciste después de la llamada, no enviaste más mensajes y… 

⎯ Lo hice para no incomodarte, pero créeme, moría por hablarte. 

Subo la ceja tratando de creer lo que escucho. 

⎯ ¿Es verdad eso? 

⎯ Lo es, lo juro… ⎯ me promete, y pone la mano sobre el corazón.⎯ En vedad Lila, me encantas y quisiera que me dieses esta oportunidad. Te juro que no te arrepentirás. 

Suspiro, y dejándome llevar, acepto. ⎯ Está bien. 

Él sonríe.⎯ Es la mejor noticia que me han dado en toda la semana. 

⎯ No exageres…⎯ le reprocho entre risas. 

Entonces Antonio, sirve dos cosas con vino y me entrega una.⎯ Por cada martes ⎯ brinda. 

⎯ Por cada martes ⎯ respondo y hago que nuestras copas se junten, para después beber un sorbo.

Y así, mientras los ojos verdes de Antonio penetran en mi alma, yo cometo una locura tras otra. Primero fue estar con él ahora, verle cada martes a escondidas de mis padres y mi familia… Supongo que un poco de romance y misterio en mi vida no me caerá mal.

One Response

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *