Antonio 

Abro los ojos poco a poco, al sentir el frío sobre mi piel, la luna brillante, con su luz resplandeciente, ilumina toda la habitación, dándole un toque de misterio y romance al momento. Cuando tomo conciencia, veo a Lila profundamente dormida a mi lado, aferrada a mi pecho y tan pacífica que me da una pena despertarla. Con cuidado, logro liberar uno de mis brazos y veo mi reloj de pulsera, son las tres de la mañana y desgraciadamente es hora de partir. Me gustaría quedarme, pero, no es posible, no por ahora. 

⎯ Lila, me tengo que ir ⎯ murmuro. 

Ella, aun si abrir los ojos, asiente con la cabeza, y se acomoda sobre la almohada, luego la abraza y cae dormida. La cubro con la tela que tomamos por manta, y después, me dedico a buscar por todo el lugar mi ropa. 

A la luz de la luna, encuentro mis prendas y comienzo a vestirme tratando de no hacer ruido. Cuando estoy listo, saco de la bolsa interior de mi saco la postal que le compré a Lila en Nueva York y con la pluma que siempre traigo conmigo, escribo un mensaje. 

Extrañaré tus labios y todo lo atado a ellos. Nos vemos el próximo martes. 

Te quiere, 

AM 

Para luego firmarla y dejarla sobre la mesa que está al lado del sofá cama donde hemos dormido. Antes de irme, beso su frente, luego bajo a sus labios, esos que ahora se encuentran tibios y acaricio su rostro haciendo que ella esboce una sonrisa. 

⎯ Hasta pronto, bella Lila ⎯ murmuro, y con todo el pesar que siento en mi cuerpo, especialmente en las piernas, abandono el lugar, pero solo físicamente, porque mi corazón se queda con ella desde hace semanas atrás. 

Así, cierro la puerta del taller, y como un si fuese un ladrón, me voy de ahí, sintiendo en mi piel los besos que ella me dio y las caricias que nos llevaron a hacer el amor dos veces esta noche. La luz de la luna me recibe cuando las puertas del elevador se abren y atravieso el recibidor para salir del edificio. 

Tan solo piso los escalones, mi chofer sale del auto y se dirige hacia la puerta del pasajero para abrirla. 

⎯ Señor ⎯ me saluda. 

⎯ Vamos, que tengo que estar listo para las seis de la mañana ⎯ le comento, y él asiente con la cabeza. 

Me subo al auto de un salto, y en cuanto la puerta se cierra doy un último vistazo al edificio de Lila. La puedo imaginar dormida, caliente entre esas telas. Aún puedo oler la lavanda de su piel y escuchar en mi mente su voz, sus tiernas palabras y esos gemidos suaves que se escaparon de sus labios cada vez que la tocaba. 

Observo la luna llena, alumbrando el cielo, y sonrío ⎯. ¿Cuídala, quieres?, dile todos los días que la quiero y la extraño ⎯ murmuro, para después alejarme del lugar añorando jamás irme de su lado. 

***

Horas más tarde 

La puerta del avión se abre, y de pronto el fuerte ruido de los motores apagándose invade el sitio. Doy unos pasos al frente, acomodo mi saco y me aseguro de que mi cabello esté perfectamente bien arreglado. Alzo la mirada, y noto que la elegante camioneta negra, ya está esperando por mí. 

⎯ Bienvenido a casa, señor ⎯ me dice la sobrecargo, y yo solo asiento con la cabeza y comienzo a bajar las escaleras. 

Es la primera vez, en tres meses, que regreso a mi casa en Marruecos y parece que para todos es una ocasión muy especial, ya que han enviado la carrocería pesada y el chofer de mi padre ya está esperando por mí. 

Hoy, en la familia es un día muy especial, puesto que es el cumpleaños de mi padre y a la vez de mi pequeño sobrino, el hijo de Nadja, Hakim. Al ser un festejo doble, y el primero de mi sobrino, han decido hacer una fiesta en grande, tirando prácticamente la casa por la ventana e invitando a todos los que se dejen invitar; por lo que no podía faltar. 

⎯ Joven de marruecos ⎯ me saluda el chofer, cuando me acerco a la camioneta. 

⎯ Amin ⎯ pronuncio su nombre. 

Él abre la puerta, y momentos después veo cómo traen mi equipaje para que lo suban en la cajuela. 

⎯ Es un honor que haya venido ⎯ habla ⎯, sus hermanas temían que no lo lograría. 

⎯ ¿Crees que me iba a perder esto? ⎯ inquiero ⎯, primero me cortan una mano antes de dejarme libre de este tipo de compromisos. 

Amin sonríe, él sabe muy bien de lo que hablo, porque ha estado en la familia desde antes de que yo naciera. Él sabe lo tradicional y cuadrada que son todos, y como es que algunas cosas que se dicen y hacen son más bien dogmas que mantienen vivo mi apellido. 

⎯ Se la pasará bien ⎯ contesta. 

Él arranca el auto y me ve por el espejo retrovisor ⎯. Aunque, al parecer, usted se la pasa mejor ⎯ sonrío levemente, y sin remedio, recuerdo a Lila, sus besos, caricias y sobre todo esa sonrisa y ojos que me conmueven al instante ⎯.¿Cómo se llama? 

⎯ Por su seguridad es mejor que no te diga nada ⎯ respondo, cambiando de tono. 

Amin encoge los hombros ⎯. Usted sabe que de mis labios no saldrá nada. 

⎯ Lo sé, pero, aun así, no te diré nada ⎯ insisto ⎯, confórmate con saber leer mis expresiones, no todos tienen ese don. 

Amin, asiente con la cabeza ⎯. Lo siento, joven, no era mi lugar. 

⎯ Sabes que no se trata de eso, Amin. Solo quiero ser discreto y guardar esto lo que más pueda conmigo. Cuando llegue el momento de hablar, lo haré, ¿está bien? 

⎯ Como usted diga. 

⎯ Ahora, vamos, que la fiesta ya empezó y si no hago acto de presencia empezarán a preguntar por mí. 

Amin, pisa el acelerador y pronto nos ponemos en camino hacia mi casa. Mientras observo por la ventana los bonitos paisajes del sitio que me vio nacer, en mi mente solo puedo ver a Lila. No llevo ni un día lejos de ella y ya la extraño. Sin embargo, el estar aquí también me recuerda muchas de las cosas que no van conmigo, que me hacen infeliz y que, por desgracia, no encajan con Lila, ni el amor que siento por ella, o los sueños que posiblemente yo podría construir a su lado. 

⎯ Joven, ¿quiere que lo deje en la entrada? ⎯ me pregunta Amin, interrumpiendo lo que pensaba. 

⎯ No, por atrás, no quiero que se enteren todavía que he llegado ⎯ le ruego. 

⎯ Bien. 

Así, veo cómo Amin pasa la reja de la entrada y se mete por la vereda que lleva directamente al garaje que está detrás de la casa. Abro la ventana y puedo escuchar la música, y alguna que otra risa de los invitados que de seguro ya están bebiendo y disfrutando la comida de mi padre. 

Cuando la camioneta se estaciona, bajo del auto, sin esperar a que alguien del servicio lo haga, y después de agradecerle a Amin, camino hacia la casa para esconderme entre los grandes y frescos muros antes de salir al caos. Puede que ser un hombre de negocios, con facilidad de palabra y extrovertido. Pero, en realidad, me gusta mucho el silencio, la soledad, la calma y sobre todo, pasar momentos conmigo mismo, donde puedo escuchar mi mente claramente. 

A paso apurado, entro al corredor donde se encuentra mi habitación y tan solo abro la puerta, escucho una voz que hace que me detenga. 

⎯ No vienes en tres meses y ahora pretendes entrar como los ladrones ⎯ volteo y la veo de pie, con esa sonrisa que siempre me conmueve y hace que le diga que sí a todo ⎯, ¿qué no me vas a saludar? ⎯ pregunta. 

Asiento con la cabeza, y alejándome de la puerta, voy hacia ella.⎯ Pensé que ya estarías afuera en la fiesta, Nadja ⎯ saludo a mi hermana, quién quita ese rostro de seriedad y me abraza con fuerza. 

⎯ ¡Mi príncipe! ⎯ contesta, para luego darme un beso sobre las mejillas. 

Mi hermana Nadja, que parece más bien mi gemela en lugar de mi hermana mayor, se ve hermosa con ese vestido tradicional, con esas telas brillantes y finas, decoradas con la mejor pedrería. Ella no suele vestirse así todo el tiempo, pero cuando se viste de gala, se ve preciosa. 

⎯ Perdón por llegar tarde, pero algo se atravesó ⎯ miento. 

Ella se aleja de mí y me ve a los ojos ⎯. Lo importante es que llegaste, ¿me acompañas a ver a Hakim?, la niñera se lo llevo porque estaba un poco incómodo afuera, sabes que no le gusta la gente. 

⎯ Por eso es mi sobrino favorito ⎯ respondo, para acompañar a mi hermana a la habitación. 

Tan solo entrar, miles de recuerdos vienen a mi mente de todas las noches que pase ahí con ella, jugando, haciendo los deberes o cuando moría de miedo y me dejaba dormir en su cama. 

Nadja, se casó muy joven como suelen hacerlo las mujeres de familias como las mías, pero se esperó años para poder tener un bebé, como una forma de rebeldía hacia mi padre y su esposo. 

La sonrisa de mi sobrino se hace presente cuando me ve entrar, y, enseguida, voy hacia él para cargarlo y llenarlo a besos ⎯.¿A caso eres el niño más guapo del mundo? ⎯ le pregunto, y él se ríe alegremente. 

⎯ Hakim te extraña, le duele que ya no vayas a visitarlo; antes solías hacerlo muy seguido. 

⎯ ¿A Hakim o a ti? ⎯ inquiero. 

⎯ A ambos ⎯ responde, para luego pedirle a la niñera que salga de la habitación para dejarnos solos ⎯. Antonio, sé que mi marido te cae mal, y lo comprendo, no conociste su mejor comportamiento, pero, debes entender que nuestro enlace no fue en las condiciones ideales. 

⎯ ¿Eso crees? ⎯ le pregunto, en tono de sarcasmo. 

⎯ Pero ya no es así. Hemos hablado, nos llevamos mejor y ahora que Hakim nació todo es diferente. Si la razón por la que dejaste de ir a visitarme fue él, te pido, lo reconsideres, sobre todo por mi hijo ⎯ habla con propiedad mi hermana. 

Suspiro, y al ver el hermoso rostro de mi sobrino, con esos ojos verdes brillante, enmarcados por las pestañas tan grandes que tiene, me imagino como sería un hijo mío si lo tuviera con Lila. 

⎯ ¿Antonio? ⎯ insiste mi hermana. 

Volteo a ver a la entrada y al percatarme que si estamos solos, veo a mi hermana al rostro ⎯. No es por eso. 

⎯ ¿Entonces? 

⎯ Es que… Nadja, estoy enamorado. 

Mi hermana abre los ojos, pero, enseguida, trata de esconder el rostro de asombro ⎯.¿Cómo qué enamorado? 

⎯ Así es… Conocí a alguien, una hermosa española, que me trae colgando de un ala. 

Nadja sonríe levemente que, para mí, es una sonrisa sincera porque ella no suele ser muy expresiva ⎯. ¿De verdad?, ¿dónde?, ¿cuándo? 

⎯ No puedo contarte ahora todo, pero, algo ten por seguro, esto va en serio y planeo hacer un futuro con ella, casarme, tener hijos y… 

⎯ ¿Papá ya lo sabe? ⎯ me interrumpe y yo niego con la cabeza. 

⎯ Se lo diré, pronto, pero se lo diré ⎯ le aseguro ⎯, solo quiero saber cómo se encuentra y bueno, esperaré a que pasen los festejos. 

Nadja me abraza. Lo hace con fuerza, demostrando ese amor maternal que siempre ha sido parte de ella ⎯. Me alegro ⎯ murmura. 

⎯ Gracias. Solo te pido que no le digas a nadie, ¿quieres? 

⎯ Prometo que no ⎯ me asegura, para luego tomar a mi sobrino entre sus brazos ⎯, ¿qué te parece si mejor nos vamos?, creo que ya he estado mucho rato ausente y se empezaran a preguntar por mí. 

⎯ Sí, claro, ve. Yo iré a mi habitación a asearme rápidamente y luego saldré ⎯ le aseguro. 

Nadja, me sonríe ⎯, dile adiós a tu tío ⎯ le pide al niño, y mi sobrino agita la mano diciendo adiós. 

Mi hermana sale de su habitación y yo, casando, me siento sobre la cama para luego recostarme, sintiendo el firme colchón sobre mi espalda. Estoy completamente rendido de tantos viajes y tanto movimiento, y aunque sé que no puedo parar, lo deseo con todo mi corazón. 

Sin embargo, lo que más deseo ahora es regresar a ese piso, a los brazos de Lila, besarla hasta que los labios se me desgasten y decirle al oído que estoy perdidamente enamorado de ella, y que si ella acepta, le pediré que se case conmigo. 

Aunque primero, antes de soñar y de hacer realidad el sueño de una vida a su lado, hay cosas que debo arreglar, y si regresé a Marruecos, a la casa de mi padre, es porque tengo la esperanza de que lo podré hacer. Y que pronto, esos martes se convertirán en días, semanas, meses y años juntos, unos donde ella y yo viviremos felices, tal y como siempre lo he deseado. 

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