Lila
La clandestinidad nunca ha sido lo mío, ni mucho menos el misterio o los engaños. Sin embargo, desde que empecé a ver a Antonio, todo eso ha comenzado a ser parte de mi vida y me estresa el no saber cómo sobrellevarlo y mucho más cómo lidiarlo; porque en realidad no estoy acostumbrada a hacerlo.
Siempre me quejé de que Alegra fuera una experta en eso de esconder sus relaciones, lograr escapadas nocturnas y poder regresar por las mañanas como si nada hubiera pasado. Ahora, estoy a punto de pedirle que me dé unas lecciones de cómo hacerlo, para que yo pueda aplicarlo con Antonio y sus visitas.
Después de pasar una noche increíble con Antonio, de sentir sus besos una vez más y volver a tocar su piel. Me desperté en medio de mi taller abrazando a una almohada y con una postal de Nueva York con un mensaje escrito. Él ya se había ido. Como los amantes, se había ido antes del amanecer, dejándome solo los recuerdos y la promesa de que volveríamos a vernos, como cada martes lo hacemos.
Así que, tomé mis cosas, cerré el taller y me dirigí a mi casa para darme una ducha caliente y descansar un rato en mi cama, para después regresar de nuevo y ponerme a trabajar en los vestidos de Cassandra. Cuál fue mi sorpresa que, al abrir la puerta de mi casa, me encontré con todas las luces de la sala y el comedor encendidas y la televisión prendida con el telediario.
“Son las cinco de la mañana, hora local de Madrid y estas son las noticias del día”.
Escucho la voz de la conductora a lo lejos mientras cierro con mucho cuidado la puerta para no hacer ruido y lograr subir a mi habitación sin que nadie se dé cuenta. No obstante, cuando siento que lo he logrado y que podré salirme con la mía, escucho mi nombre de la voz de mi madre y me detengo de inmediato, como si al pronunciar “Lila”, me hubiese quedado congelada.
⎯ Lila ⎯ vuelve a pronunciar ⎯. Sé que estás ahí, te estoy viendo por el monitor de la cámara.
Cierto, las cámaras, me viene a la mente. Le hubiese dicho a Jo que las apagara por un segundo.
⎯ ¿Lila?
⎯ Voy mamá ⎯ respondo, con la voz más dulce que puedo hacer.
Dejo mi maleta sobre el suelo, cerca de las escaleras, y me dirijo hacia la sala, donde la encuentro en el comedor principal, observando atentamente las fotografías que ha acomodado a lo largo de la mesa. En una mano, tiene una taza con café, y en la otra un lápiz de color rojo, ese con el que se ayuda para marcar las imperfecciones en las fotos.
Tan solo llego ante su presencia, ella levanta la vista y me sonríe ⎯. Buenos días ⎯ me saluda ⎯ ¿Quieres café?
⎯ No, no gracias… ⎯ niego, ya que en este momento lo que menos necesito es cafeína, después de toda la adrenalina que sentí por un lapso de quince segundos ⎯ ¿Qué haces? ⎯ inquiero ⎯. Es muy temprano.
⎯ No podía dormir, así que me levanté a trabajar un poco. Casi se acerca mi exposición y estoy escogiendo las últimas fotos. Estás son un poco más recientes, las de nuestro viaje a América Latina y estoy tratando de ver cuáles van con la temática.
⎯ ¡Qué bien! ⎯ expreso, tratando de hacer conversación; aunque la verdad mi mente sigue en mi taller y en los recuerdos de mi noche con Antonio ⎯. Bueno, te dejo, me iré a dormir ⎯ y diciendo esto me doy la vuelta para regresar a las escaleras.
⎯ Lila, me estás ocultando algo ⎯ habla mi madre, mientras sigue viendo las fotos.
⎯ ¿Ocultando? ⎯ pregunto ⎯ ¿De qué hablas?
Los hermosos ojos de mi madre, esos que todos heredamos, se posan sobre los míos y con una sola mirada me dan ganas de confesar. ¡Qué poder tienen las madres sobre nosotros!, que no necesitan más para hacer que digamos todo lo que nos pasa; aunque mi madre debería de trabajar en el FBI.
⎯ Hablo de que soy madre de Alegra, Canarias, y que por años he desarrollado una técnica infalible para saber cuándo me mienten o me ocultan algo. Llevo muchos años de experiencia haciendo esto, y tú, mi niña, me estás ocultando algo.
⎯ No Ma, de verdad…
⎯ Lila… ⎯ Pronuncia mi nombre, y lo hace con una calma que no me tranquiliza, sino al contrario, me hace temblar ⎯. No me hagas averiguarlo por mi cuenta, te lo pido ⎯ suspiro hondo, tratando de pensar en una respuesta evasiva cuando, de nuevo, me toma por sorpresa ⎯ ¿Cuál es su nombre?
⎯ ¿Qué? ⎯ pregunto ⎯, ¿nombre de quién?
⎯ De la persona que estás viendo, ¿cuál es su nombre? ⎯ insiste.
⎯ Ma…
⎯ Lila… ⎯ contesta, y esa mirada me hace flaquear.
⎯ Antonio ⎯ pronuncio su nombre en voz alta y por una extraña razón siento cómo una peso se me quita de encima.
⎯ ¿Antonio? ⎯ cuestiona, y una leve sonrisa se escapa de sus labios ⎯ ¿Lo conocemos?
Niego con la cabeza ⎯. No, no lo conocen. Pero, puedo decirte que se coló en la boda de mi hermana. Ahí fue donde lo vi.
Mi madre baja la taza con café y la pone sobre el comedor ⎯ ¿Se coló?
⎯ Sí, y de ahí el resto es historia. Te juro mamá que es un hombre bueno y educado y…
⎯ Tranquila, mi amor ⎯ me interrumpe ⎯. Si no te estoy preguntando quién es para juzgarte o regañarte. Solo quería saber el porqué mi hija me está ocultado esto en lugar de decírmelo. Eso es lo que me preocupa ⎯ ella, da la vuelta a la mesa y se acerca a mí. Con ternura me envuelve entre sus brazos, tal y como lo hacía cuando estaba pequeña ⎯. Tú nunca has sido así, Lila.
⎯ Lo sé y lo siento ⎯ contesto, y siento cómo mi estrés baja por completo ⎯. Pensé que podía llevar esto hasta el final, que podría salirme con la mía un momento.
⎯ Pero, ¿por qué no me dijiste?
⎯ Es que… ⎯ suspiro ⎯ no quería que se hiciera un gran escándalo. Esta familia tiende a dar cosas por hecho antes de tiempo y yo solo quería disfrutar. Antonio es un buen hombre mamá, pero, aún no estoy preparada para venir a presentarlo. Solo quiero disfrutarlo más.
Mi madre sonríe ⎯. Esta familia puede ser bastante incómoda, ¿no es cierto?
⎯ No, no es eso. Yo los amo a todos, como somos y todo eso…
⎯ Tranquila, no necesitas justificar nada ⎯ contesta, para luego darme un beso sobre el cabello ⎯ Lila, solo te pido que tengas cuidado, mija. Una relación qué piensas que es mejor que esté escondida de tu familia, denota algo malo y eso no está bien. Llevas semanas mintiendo que te vas al taller a trabajar de noche y regresas a hurtadillas a la casa, ¿qué es lo que quieres que pensemos?
⎯ No miento. En verdad me voy al taller, no a trabajar, pero, estoy ahí ⎯ trato de consolarla.
⎯ Aun así, mentir es mentir y no me gusta eso, ni a tu padre… Mira que tenemos suficiente con Alegra.
⎯ Alegra tampoco miente, solo crea ficción con sus labios ⎯ respondo y mi madre se ríe de inmediato, ya que es una frase que mi hermana dice desde pequeña para justificar las mentiras que decía a la hora de hacer travesuras.
Mi madre acaricia mi cabello con ternura ⎯. No eres tu hermana, Lila. Siempre ha sido una niña honesta, pensante y comunicativa. Eres más reservada, sí, pero nunca nos habías mentido ⎯ suspira ⎯. Mira, no te pido que nos lo presentes o que lo traigas un sábado al desayuno familiar. Lo único que te pido es que no te escondas y tengas mucho cuidado. Confía en tu instinto y si ves que algo anda mal y que no te agrada…
⎯ No continuaré más, lo prometo ⎯ ahora la interrumpo yo.
Mi madre sonríe ⎯. Ten cuidado de quién te enamoras, Lila. No quiero que te rompan el corazón.
Niego con la cabeza ⎯. Te juro que no será así.
Ella asiente y después de darme otro abrazo, se aleja de mí para seguir viendo las fotos ⎯. Supongo que cada martes será lo mismo.
⎯ Por ahora ⎯ contesto con ilusión.
⎯ Bien, se lo comunicaré a tu padre. Está preocupado por ti, pero creo que solo puede lidiar con una gemela a la vez ⎯ comenta entre risas.
⎯ Dile que no se preocupe, que todo estará bien… y mamá ⎯ llamo su atención ⎯, te pido que no le digas a nadie, ¿sí?, ni siquiera a mi hermana, menos a la tía Ainhoa, te lo pido.
Mi madre accede ⎯. Lo de tu tía Ainhoa lo entiendo, pero, ¿Alegra?, si son literal uña y mugre, se dicen todo.
⎯ Lo sé, pero anda liada con lo del trabajo y con esa confusión que trae con Karl, ya sabes, se está decidiendo entre sí, le gusta un poco o le gusta mucho más de lo que piensa.
Mi mamá se ríe ⎯. La entiendo, me pasó lo mismo con tu padre. No cabe duda que el amor es complicado. En fin, ahora, ve a descansar un poco.
⎯ Gracias, Ma ⎯ le agradezco y antes de retirarme la abrazo ⎯. Prometo no volver a mentirte.
Y lo que digo es verdad. Nunca he sabido hacerlo y ahora que empecé a hacerlo me remordía la conciencia. Por lo menos, ya no tengo que mentir y el ver a Antonio no se sentirá como algo prohibido o que se tenga que vivir en la clandestinidad.
Entonces, después de ese abrazo, me alejo de mi madre y me dirijo hacia las escaleras para subir a mi habitación. Escucho a mi padre en su habitación, seguro preparándose para ir al gimnasio, como lo hace dogmáticamente por las mañanas desde que tengo memoria, y antes de encontrármelo y de que empiece otro cuestionamiento, acelero el paso y me meto a mi cuarto.
⎯ Lo siento, Pa, pero solo puedo lidiar con un padre a la vez ⎯ murmuro.
Me quito los zapatos y dejo la maleta al lado. Ni siquiera me pongo el pijama, solo voy hacia mi cama y me recuesto, sintiendo la frescura de las sábanas y el delicioso colchón, que, enseguida, me provoca sueño.
⎯ Extrañaré tus labios y todo lo atado a ellos ⎯ murmuro, para después abrazar la almohada y caer en un sueño profundo.
Un Marroquí con un nombre muy latino, encaja con la familia Canarias Ruiz de Con