Antonio 

Al día siguiente de la fiesta 

La fiesta de mi padre y mi sobrino en verdad fue un gran acontecimiento. En todo este tiempo que llevo de festejar con mi familia, jamás había asistido a un evento como el que sucedió ayer, tan lleno de opulencia, bebidas e invitados. 

Desde que mi madre murió, mi familia y yo dejamos de festejar de esta manera. Incluso, puedo decir que nuestra casa cayó en una especie de luto prolongado donde todo estaba prohibido. Crecer así, fue difícil, sobre todo cuando sientes que tú fuiste el culpable de que tu madre se muriera, aunque no fuese verdad. 

Entonces, desde su partida, todo tipo de festejo, por muy pequeño que fuese, se redujo a algo mínimo y sin importancia. Ni siquiera las bodas de mis hermanas tuvieron el mismo presupuesto que la fiesta de mi sobrino, por lo que infiero que Nadja aprovechó el momento para hacer el evento que le hubiese gustado para ella. Creo que ayer inauguramos, de nuevo, las fiestas grandes con derroche de todo tipo, así que presiento que esto no será de una única vez. 

Sin embargo, aunque mi cuerpo estuvo presente en la fiesta, y disfrutó de la bebida, de la comida y la de la música. Mi mente no pudo dejar de pensar en Lila, en mi hermosa mujer de ojos brillantes y sonrisa que conquista. Jamás me había enamorado así, o más bien, nunca. Ella es la primera mujer que veo como mi primer amor y mi única esposa, como la madre de mis hijos pero, sobre todo, como mi compañera de vida. Por lo que es momento de tomar medidas. 

Hoy he decidido hablar con mi padre y contarle mis planes. Quiero confesarle que he encontrado a la mujer con la que me quiero casar para que me dé permiso de hacerlo. Sé que suena un poco anticuado para un hombre de treinta y cinco años, pero son tradiciones que debo seguir y ni siquiera yo me las puedo saltar. Además, Lila no es un amor pasajero. Ella es la mujer con la que quiero pasar el resto de mis días, así que es precioso que las cosas se hagan bien desde un principio. 

Con esto en mente, hoy, me he despertado muy temprano para bajar a desayunar solo con mi padre, porque él tiene el hábito de levantarse con el sol y tomar sus alimentos en la soledad, antes de que mis ruidosas hermanas vayan al comedor y lo distraigan. Así que las siete de la mañana es el momento perfecto para hablar con él sin interrupciones. 

⎯ Buenos días, papá ⎯ lo saludo, justo cuando entro al comedor y cierro detrás de mí la gran puerta de madera tallada, tan pesada que es imposible no anunciar tu presencia al entrar. 

⎯ Buenos días. ¡Qué sorpresa verte aquí!, pensé que ayer te habías ido. Según yo tienes que ir a Portugal. 

⎯ Sí, pero no es hoy, es mañana. Así que solo paso unas horas más aquí y tomo el avión para irme ⎯ le aviso. Una de las mujeres del personal se acerca a mí y, sin preguntarme nada, me pone un servicio y llena la taza con café ⎯. Muchas gracias. 

⎯ Estoy para servirle, joven de Marruecos ⎯ contesta muy propia ⎯. En unos momentos le traigo su desayuno. 

Esta vez solo asiento mi cabeza para indicarle que he entendido y veo como se aleja del comedor para desaparecer detrás de la puerta que lleva directamente a la cocina. Mi padre está absorto leyendo las noticias en el iPad. Observo como de forma automática, y sin despegar la vista de la pantalla, toma la taza de café y se la lleva a la boca para tomar un sorbo. 

⎯ Espero que ese café sea descafeinado ⎯ hablo. 

Él baja el dispositivo y me lanza una mirada de pocos amigos. Sé que no le gusta que le recuerden las indicaciones del médico, pero su condición me impulsa a hacerlo, aunque sé que puede tener como consecuencia un enojo. 

⎯ Lo es ⎯ miente. 

En este momento podría decirle a mi padre que sé que está mintiendo, y enrollarme en una discusión que podría llevarme años ganar, debido a su necedad. Pero, hoy, no es el día. Tengo otro objetivo para este momento y no es precisamente discutir sobre su salud. 

La mujer del personal vuelve a entrar por al comedor, cargando una bandeja con el desayuno que ha sido programado para hoy, y lo sirve dejando el plato sobre la mesa. Mi padre hoy desayunará avena, y sé que es algo que lo pondrá de mal humor. 

⎯ Gracias. 

⎯ De nada ⎯ responde, abandonando el sitio. 

Tomo la cuchara y comienzo a revolver la avena con lentitud. Mientras lo hago, observo a mi padre, tratando de leer su rostro y saber si está de buen humor o si las noticias del periódico lo han hecho enojar. 

⎯ Dime, Antonio ⎯ habla, sin despegar los ojos del iPad. 

Aclaro mi garganta, tomo un sorbo de café y sin mucho lío le digo ⎯. Estoy enamorado papá. 

De pronto un silencio invade la habitación, haciendo que la tensión crezca más. No es que me lleve mal con mi padre, incluso tenemos la mejor relación que un padre e hijo podrían llevar. Sin embargo, en ciertas cosas, llegamos a sentir todo esto que se presenta ahora. 

⎯ ¿Enamorado? ⎯ pregunta, bajando el dispositivo. 

Asiento con la cabeza ⎯. Sí, lo estoy. Muy enamorado. 

 ⎯ Y, ¿se puede saber quién es?

⎯ Su nombre es Lila. Vive en Madrid y es diseñadora. 

Mi padre toma otro sorbo de café mientras su mirada no se despega de mi rostro ⎯. ¿Diseñadora dices? 

⎯ Así es. La conocí hace poco y, fue amor a primera vista. Planeo pedirle que sea mi novia y después casarme con ella ⎯ hablo seguro. 

El hombre de casi setenta y cinco años suspira profundo. Puedo ver cómo su bigote se levanta ligeramente con el aire. Él acaricia su barba perfectamente arreglada, mientras que noto en sus pupilas como está procesando la información. 

⎯ Bueno, te digo todo esto porque, tú y yo tenemos un acuerdo, ¿recuerdas? ⎯ continúo hablando ⎯. Me dijiste hace años que si lograba levantar la empresa y mantenerla así durante mucho tiempo. Me darías la libertad de escoger a mi esposa. 

⎯ Lo recuerdo. 

⎯ Y creo que lo he hecho, lo he cumplido. Dejé mis sueños a los dieciséis años para poder ayudarte con la empresa. Ahora, es momento de que respetes el acuerdo que hiciste, ese que te firmé con toda la fe del mundo. 

Un suspiro se escapa de su boca ⎯. Es verdad, la empresa va mejor que nunca. Las exportaciones han aumentado y no he escuchado quejas al respecto. Has cumplido todo al pie de la letra. 

⎯ Y seguiré así ⎯ entonces, en un impulso, me pongo de pie y voy hacia él para arrodillarme a su lado. Tomo su mano con delicadeza y la acaricio ⎯. Padre, sé que la decisión que vas a tomar es importante, pero, tú me lo prometiste ⎯ le ruego ⎯, y sé que tú cumples lo que prometes. 

Con el rostro viendo hacia la hermosa y fina alfombra, puedo sentir cómo mi corazón late agitado en espera de su respuesta. Es muy importante que él me diga que sí. Porque en caso de recibir una negativa, tendría que hacer las cosas a la mala y eso traería muchas consecuencias para mis tradiciones, mi familia e incluso, para mí mismo. 

⎯ Está bien ⎯  contesta. Al escuchar esas palabras, levanto el rostro y lo veo a directamente a los ojos ⎯. Le diré al abogado que prepare los documentos y hablaré con las personas involucradas. 

⎯ ¡Gracias, padre!, ¡muchas gracias! ⎯ respondo emocionado, mientras beso su mano con fervor ⎯. Me has hecho el hombre más feliz del mundo. Tan solo se arregle todo, traeré a Lila para que la conozcas y nos des tu bendición. 

Mi padre se ríe ⎯. Contrólate Antonio. Solo estoy cumpliendo una promesa que te hice hace tiempo. Los hombres de esta familia cumplen lo que prometen y se mantienen firmes. Además, hasta ahora te has apegado a las tradiciones, protegido a tus hermanas y bueno, en pocas palabras, eres un buen hijo. 

⎯ Y lo seguiré siendo, solo que ahora más feliz ⎯ concluyo. 

Entonces me pongo de pie, y voy a sentarme a mi lugar ⎯. Solo recuerda, no la puedes traer, ni presentarla a la familia, hasta que esté todo arreglado y firmado, ¿vale? 

⎯ Lo prometo ⎯ respondo. 

⎯ Bien. Ahora comeré este horrible avena ⎯ finaliza, y una vez más vuelve a quedarse absorto en la pantalla. 

Yo, no puedo dejar de sonreír. Solo con saber que mi padre me ha dado el permiso para poder escoger a Lila como mi esposa me hace inmensamente feliz. Pronto, podré presentarle a mi familia, dejar de verla en la clandestinidad y lo más importante, amarla sin que nada me lo prohíba. 

Espera un poco Lila. Pronto podremos despertar juntos con el sol del amanecer, como tanto lo he añorado desde la primera vez que te vi, pienso, con un grado es esperanza que, por primera vez, me doy permiso de tener. 

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