Martes 

Lila

Después de semanas trabajando en el vestido de Cassandra, por fin, hoy haré la entrega de uno de sus primeros vestidos, el que según ella me comentó tiene menos jerarquía, pero es uno de los más importantes porque serán para su fiesta de compromiso. 

Esta vez, Cassandra no fue a mi taller, sino que me citó en el hotel donde se está hospedando, con el pretexto de que aquí tendríamos más espacio y el vestido no se maltrataría en el trayecto de mi taller al hotel. Así que una vez más me tocó tomar mis herramientas, y llevar al vestido acuestas hasta ese hotel que se encuentra en el centro de Madrid. 

Desde el momento en que entro al pasillo del hotel, noto que emana una atmósfera de elegancia y sofisticación. El vestíbulo me recibe con un amplio pasillo adornado con una lujosa alfombra de tonos cálidos y patrones intrincados. Cada paso que doy, suena el elegante suelo pulido, que refleja la suave luz de las lámparas de araña que están suspendidas en el alto techo. 

Las paredes del pasillo, están cubiertas con un papel pintado en tonos suaves y discretos que combinan con todo el lugar. Los marcos de las puertas son en verdad finas y le añaden al espacio un toque de glamur que solo Cassandra podría añorar. 

Me alegra que en mis manos lleve un paquete que esté a la altura de la situación. Una caja cubierta con un papel de seda blanco y un lazo de satén azul marino. El papel se ajusta perfectamente alrededor del paquete, revelando solo una pequeña parte de lo que se encuentra en el interior. 

Tal vez era algo exagerado que hubiese envuelto el vestido en un paquete tan detallado, pero mi abuela siempre decía que tanto el vestido como el paquete que lo contenían debían ser el reflejo de amor y la dedicación que uno como diseñadora ponía a sus trabajos; así que mis paquetes siguen esa regla. 

⎯ Bien Lila, todo saldrá bien ⎯ me digo a mí misma, para respirar hondo antes de tocar con delicadeza la puerta de la suite donde se hospeda Cassandra. 

No pasan ni siquiera cinco segundos, cuando la puerta se abre y veo a la misma Cassandra con ese porte elegante que tiene y esta vez con una sonrisa radiante que me sorprende un poco. 

⎯ Mena Caballero, te estaba esperando ⎯ me da la bienvenida. 

Ella se aleja de la puerta y desde el momento en que cruzo la puerta, quedo impresionada por la exquisitez y el buen gusto que hay en cada rincón de la habitación. El amplio espacio de la suite estaba dividido en diferentes áreas funcionales, pero todas ellas se fusionaban en un conjunto armonioso. El salón contaba con un sofá de diseño modero y elegante, tapizado de terciopelo gris perla y una mesa de centro de cristal complementaba el conjunto. 

En un rincón de la suite, se encontraba un pequeño comedor con una mesa de cristal y sillas tapizadas de terciopelo gris claro. Un candelabro de cristal colgaba sobre la mesa, agregando un toque de glamur y creando un ambiente íntimo a pesar de estar cerca del balcón. 

Quise asomarme a las otras áreas de la suite, pero, Cassandra me llevó directamente a la zona de descanso, donde la cama King— size, estaba llena de ropa que seguro se había estado probando antes de que yo llegara ⎯. Abriré la cortina, para que haya más luz ⎯ comenta. 

⎯ ¿Dónde? ⎯ pregunto para saber dónde pongo la caja, pero ella de inmediato me señala una mesa vacía y con un gesto de la mano me pide que lo ponga ahí. 

Coloco el pesado paquete sobre la mesa, y las manos de Cassandra aparecen de inmediato deshaciendo el lazo color azul, sin ni siquiera fijarse en los detalles. 

⎯ Mena Caballero, si mi vestido me encanta, el trabajo te lloverá con mis amigas ⎯ comenta. 

Sonrío por educación, no por gusto. Aunque el trabajo me conviene, no me gusta mucho ese tono pasivo— agresivo que siempre utiliza; no sé si solo conmigo o en general. Cassandra abre la caja, remueve el papel blanco tipo seda y de un tirón saca el vestido que he creado para ella. 

Ahí está, tan hermoso, tan elegante, una creación mía con corazón de mi abuela. Un vestido tal y como ella me lo pidió, de un corpiño ajustado confeccionado en un encaje francés exquisito. Este lleno de patrones delicados y detalles intrincados que se extiende sobre la piel con suavidad y feminidad. Las mangas largas, también de encaje, se funden con gracia con el corpiño, agregando ese toque romántico y sofisticado que me pidió. 

La falda, que confeccione con varias capas de tul y organza, cae en cascada desde la cintura hasta el suelo en un flujo etéreo. Cada capa de tela está meticulosamente cortada y cosida a mano, creando un efecto voluminoso y ligero a la vez. Los detalles del encaje se repiten a lo largo de la falda, dejando así, el mi sello. 

⎯ Mena Caballero, esta es una obra de arte ⎯ expresa, y por primera vez siento que es sincera ⎯. Eres en verdad talentosa, es un vestido único y completamente original. Todos me tendrán envidia. 

⎯ Por supuesto ⎯ contesto. 

⎯ Me lo pondré ⎯  me dice emocionada, y lo jala hacia ella haciendo que la caja caiga al suelo. Después se dirige a la otra parte de la habitación donde hay un espejo de cuerpo completo. Deja el vestido sobre la cama y entra al baño. 

Me quedo de pie viendo curiosamente hacia el balcón, mientras espero a Cassandra, cuando de pronto, mi móvil vibra y al sacarlo de la bolsa veo el nombre de Antonio en la pantalla y me emociono. 

ANTONIO 

¡Hola, Cariño!, te extraño mucho. No puedo esperar para verte. Posiblemente, llegue antes de las ocho. 

Mientras lo leo siento cómo mi corazón late agitado. Una mezcla de emociones invade mi cuerpo y siento que en este momento no tengo tiempo para procesarlas todas. La puerta del baño se abre, y Cassandra sale vistiendo ropa interior del tono de su piel, lista para probarse el vestido. 

Lila 

Antes de las ocho, ¿a qué hora?, para saber si me pongo lista desde las seis. 

Respondo. 

⎯ Mena, ¿me ayudas? ⎯ me pregunta Cassandra, y yo guardo el móvil para ir hacia ella y comenzar a ponerle el vestido. 

Me acerco a ella y comienzo la ardua labor de colocar este hermoso vestido que se pega a su cuerpo como una segunda piel. Al verse frente al espejo, Cassandra sonríe, y de pronto entiendo que, no importa lo mal que me caiga, mi trabajo está hecho cuando a pesar de todo logro sacarle una sonrisa. 

⎯ Es aún más hermoso de lo que había imaginado ⎯ comenta, mientras pasa sus manos por la tela, tocando cada piedra y cada detalle. 

⎯ Muchas gracias. 

⎯ Espero que los demás vestidos sean mejores que este. No me vayas a quedar mal que yo quiero casarme viéndome como la diosa que soy ⎯ me comenta de nuevo con ese tono que odio. 

⎯ Haré todo lo posible para superar tus expectativas, Cassandra. Estoy comprometida a hacer de tu boda un evento verdaderamente inolvidable ⎯ aseguro con determinación ⎯. Cualquier cambio que quieras hacer en los otros vestidos, es tu momento de pedírmelo ⎯ le anuncio. 

⎯ No, gracias… ¡Atenea! ⎯ expresa Cassandra. 

Al voltear, veo a una mujer de belleza deslumbrante, con rasgos delicados y una apariencia cautivadora. Su cabello rubio cae en cascada sobre sus hombros, y bajo la luz de la habitación parecen hilos de oro. Sus ojos azules son grandes, brillantes y expresivos, que parecen reflejar la profundamente del océano. 

Ella se acerca a nosotros, mostrándonos una figura digna de admiración, con una estatura esbelta y elegante. Si Cassandra tiene confianza, Atenea, con el simple movimiento de su cuerpo, proyecta una elegancia natural que seguro atrae miradas. 

⎯ ¿Dónde estabas? ⎯ pregunta Cassandra. Luego voltea a verme ⎯. Ella es Atenea Karagiannis, mi hermana. 

⎯ Mucho gusto ⎯ saludo. 

⎯ Ella es Mena Caballero ⎯ me presenta. Y sé que es muy tarde para decirle a Cassandra que ese no es mi nombre. 

⎯ Un gusto ⎯ saluda Atenea, con una sonrisa ⎯. Lo siento, si llegué tarde. Me han contado algo terrible que puede obstaculizar mis planes ⎯ lamenta Atenea. 

⎯ Ella es mi hermana menor. Si te portas bien y haces tu trabajo como es debido, tal vez también hagas los vestidos de su boda ⎯ habla Cassandra, ignorando lo que le quiere decir su hermana ⎯. Tómame fotos, ¿quieres? Se las enviaré a mi rey. Necesito que me dé su visto bueno ⎯ le pide.

El móvil vibra. 

ANTONIO

Llegaré a las siete, así podremos aprovechar más la tarde. Aunque hoy tengo un día pesado, juro que llego a tiempo para estar contigo, bella Lila. 

⎯ ¿Crees que le guste este vestido a mi rey? ⎯ pregunta Cassandra, emocionada. 

⎯ Se va a morir. No puedo creer que ya te vayas a casar, después de tanto tiempo comprometidos. Aún no entiendo, ¿qué es lo que esperaba? ⎯ habla Atenea. 

⎯ No lo sé, pero, últimamente, está muy feliz. A pesar de todo lo que tiene que hacer. Supongo que ha de haber encontrado un hobby ⎯ supone Cassandra y ambas se ríen. 

Aprovechando que no me están prestando atención, le contesto el mensaje a Antonio. 

LILA 

Bien, entonces, termino con esta clienta y regreso al taller para cerrarlo y esperar por ti. Por cierto, festejaremos doble, porque mi clienta amó el vestido y no hubo más arreglos que hacerle. 

⎯ ¿Me permites Mena? ⎯ me distrae Cassandra ⎯. Le haré una videollamada a mi novio, quisiera que salieras de la habitación. 

⎯ Sí, claro ⎯ respondo. Y sin que me lo pida salgo de la habitación. Atenea cierra la puerta y yo siento el móvil vibrar de nuevo. 

ANTONIO 

Vi el diseño sobre la mesa de tu taller. Ya era hermoso en papel, ya me imagino en vivo. 

LILA 

Si quieres puedo tomarle una foto a mi clienta y te lo enseño, le quedó como guante. 

Escribo, para luego enviárselo. 

⎯ ¡Mi Rey! ⎯ escucho al otro lado de la puerta. 

Me quedo viendo el móvil, esperando por la respuesta de Antonio. Pero después de unos minutos esta no llega. Guardo mi móvil en mi bolso y comienzo a caminar por la pequeña sala de la habitación, tratando de distraerme y no escuchar la animada conversación que tiene lugar tras aquella puerta. 

Me acerco al balcón, y puedo ver la hermosa y cautivadora vista de la ciudad. Ya está cayendo la tarde y el sol, en su descenso hacia el horizonte, tiñe el cielo con tonalidades doradas y anaranjadas, creando un escenario tan mágico y encantador que me deja sin palabras. 

A lo lejos, los tejados de los edificios se extienden hasta donde alcanza mi vista, formando una sinfonía de líneas y formas que se entrelaza en un paisaje urbano de constante movimiento. Los automóviles que Transitan por la calle de abajo, se ven como pequeños puntos, como si estuvieran dentro de una maqueta. 

Desde que estoy enamorada de Antonio, lo único que hago es pensar si él ve estos atardeceres como lo hago yo. Supongo que busco la forma de compartir algo más con él que estos martes sagrados donde tenemos citas maravillosas una vez a la semana. 

Las puertas de la habitación se abren, y puedo ver a Atenea con una sonrisa. Después de diez minutos de videollamada sé que mi momento aquí está a punto de expirar ⎯. Ya puedes pasar, para que le quites el vestido a mi hermana. 

⎯ Sí, claro. 

Doy un paso y justo el móvil vuelve a vibrar. Al parecer a Antonio le tomó tiempo volverme a contestar. 

ANTONIO 

No, está bien. Prefiero que tú me modeles otra de tus creaciones. Te quiero, nos vemos al rato. 

Leo apurada. 

⎯ ¡A mi prometido le encantó el vestido, Mena! ⎯ me recibe Cassandra con mucha alegría. 

⎯ Me alegro. 

⎯ Ahora, quítamelo, que debe estar impecable para mi fiesta de compromiso en fin de semana. 

⎯ Claro ⎯ contesto, para comenzar a quitarlo bajo la mirada atenta de ambas. 

***

Más tarde 

Después de un día excelente con Cassandra Karagiannis, y con la aprobación total de su primer vestido y los otros dos que están en camino. Doy los últimos toques a mi peinado frente al espejo de cuerpo completo que tengo en taller. 

Para esta cita con Antonio, he decidido amarar mi cabello rizado con una cola de caballo alta que deje al descubierto mis hombros y me dé un toque más sexi y no tan niña buena. Ya que el vestido que me he puesto hoy lo amerita, y debo combinarlo a la perfección. 

Hoy, llevo un vestido de verano rojo que abraza mis curvas de una forma sexi pero sofisticada. Esta vez, usé una suave y ligera tela de seda que se mueve con gracia al compás de mis pasos y manteniéndome lo más fresca posible. 

El diseño es bastante sencillo, no me rompí mucho la cabeza. Solo es un vestido de escote halter que deja al descubierto mis hombros y resalta mi cuello. Le puse unas firmas tiras que cruzan la parte posterior, dejando una pequeña porción de piel al descubierto. La parte de enfrente es un poco ceñida, resaltando mi busto y mi silueta. 

Tal vez es demasiado para la cita que tengo preparada hoy, pero, quería proyectar en mi ropa mi humor, y hoy me siento feliz y muy sensual, lista para darle la bienvenida como cada martes al amor de mi vida. 

Me giro dos veces para asegurar que el vestido esté acomodado perfectamente sobre mi cuerpo, y, al sentir que estoy lista suspiro ⎯. Hiciste muy bien en no darle este vestido a Alegra ⎯ comento para después reírme, porque estoy segura de que mi hermana hubiese amado este diseño. 

La tensión en mi taller flota en el aire, junto con la ansiedad de saber que pronto llegará Antonio. Mi taller despide este aroma a telas frescas y lavanda, y la luz tenue que se filtra por las ventanas destaca los diseños colgados en los maniquíes y las mesas repletas de materiales. Tal vez yo no sea fotógrafa como mi madre y hermana, pero juro que lo que veo a esta luz es digno de una postal. 

Mientras admiro todo como si estuviera enamorada, el sonido del timbre resuena en la habitación, interrumpiéndome el silencio y despertando en mí una mezcla de nerviosismo y emoción. Vuelvo a revisar mi conjunto y después camino hacia la puerta conteniendo la anticipación latiendo en mi pecho. 

Al abrirla, veo a Antonio de pie frente a mí. Nuestras miradas se encuentran en un instante y el tiempo parece detenerse. Los ojos de Antonio brillan, con una mezcla de alegría y deseo. Puedo sentir cómo me admira de pies a cabeza y un deseo incontrolable corre por mi cuerpo. 

Sin decir ni una palabra, ambos nos abrazamos con ternura, aferrándonos el uno al otro como si el mundo desapareciera a nuestro alrededor. El sentirlo, funcionado en este abrazo cálido y reconfortante, me da vida, y me hace saber que su ausencia ha valido la pena. 

⎯ Te he echado tanto de menos ⎯ me susurra al oído. Sus brazos me aprietan un poco más. Como si tratara de aferrarse. 

Me separo de él y sin dejar de tocar su cuerpo, lo miro a los ojos y respondo ⎯. También te he extrañado. 

Sin palabras, Antonio extiende su mano libre y acaricia con delicadeza mi mejilla como si quisiera grabar en su memoria cada línea y detalle de mi rostro. Suavemente, se acerca cada vez más a mis labios hasta que nos encontramos en un beso que hace vibrar el aire a nuestro alrededor. 

El tiempo se detiene, y solo puedo escuchar los latidos de mi corazón, gritando el nombre de Antonio. Nuestro beso es una mezcla de pasión y dulzura, un “te extrañé” que solo se comunica de esta manera y que da por respuesta un “ya estoy aquí”. 

Cuando finalmente nos separamos, nuestros ojos se encuentran de nuevo y reflejados en ellos, hay un brillo especial. Nuestras sonrisas se entrelazan, y así inauguramos unos de los tantos besos que nos daremos en esta tarde mágica. 

⎯  ¿Nos vamos? ⎯  me pregunta. Yo solo digo que sí. 

***

Para nuestra cita, escogí algo sencillo pero memorable para las dos. Una actividad y un lugar donde pudiésemos platicar un poco más y a la vez disfrutar de una rica comida sin que nadie nos estuviese molestando. Decidí que tendríamos un pícnic romántico en el Parque del Retiro, que para mí era un oasis verdes en medio de la bulliciosa ciudad de Madrid. 

Ahí le cuento a Antonio sobre mi familia. Cómo hemos vivido siempre entre dos continentes Americano y Europeo, y lo mágico que es tener el conocimiento y la sangre de dos culturas, así como las tradiciones. 

⎯ Cuando éramos pequeños, mi padre nos traía mucho aquí ⎯  le comento a Antonio, mientras nos encontramos a la sombra de un majestuoso árbol centenario. 

Él se encuentra sentada sobre la manta que hemos puesto sobre el césped y yo recostada, poniendo mi cabeza sobre sus piernas. A nuestro lado, tenemos un cesto de mimbre repleto de quesos, uvas, pan y una botella de vino tinto. 

⎯  Cuando vivíamos en México, él nos llevaba al malecón de Puerto Vallarta a andar en bicicleta o a caminar y siempre nos decía que un día lo haríamos en este parque ⎯  agrego. 

⎯ Y, ¿por qué le gusta tanto? ⎯  pregunta, Antonio. 

⎯  Bueno, porque mi madre y él solían venir mucho cuando eran jóvenes y al parecer lo hacían antes de hacerse novios. Es muy raro porque mis padres se conocen desde que son adolescentes, pero el amor les llegó ya de adultos. Antes se ignoraban por completo, y crecieron ambos en Ibiza. Sus padres eran amigos y socios. 

⎯  Sé lo que es eso ⎯  me responde ⎯. ¿Se casaron para formar alianza?.

Me río ⎯. No, se casaron por amor. 

⎯  Pero dijiste que les llegó el amor de adultos. Pensé que se habían casado jóvenes y después la costumbre llevó al amor. 

Volteo a verle ⎯. No, en mi familia todos se casan por amor, Antonio. No hay alianzas, ni clases sociales. Si mañana mi hermano se quiere casar con una maestra de yoga que conoció en Acapulco, si dice que es la indicada, se puede casar. 

⎯  ¡Vaya! ⎯  expresa. 

Antonio acaricia mi cabello, envolviendo mis rizos en sus dedos ⎯. ¿En serio crees que la costumbre lleve al amor? ⎯  pregunto, y tal vez es una duda muy inocente. 

Él encoge los hombros ⎯. No sé. Pero por experiencia propia siento que sí. He visto cómo muchas personas se casan sin amor y la costumbre los acerca y los hace enamorarse. 

⎯  Y tú, ¿te quieres casar por amor?

Antonio me ve ⎯. ¿Por qué lo preguntas? 

⎯  Por nada, solo es una pregunta. 

⎯  Y yo te tengo una respuesta… ⎯  y se dobla para darme un beso sobre los labios. 

El sonido de un trueno suena a lo lejos, y un relámpago se divisa en el cielo. De pronto la lluvia se desata, sin darnos oportunidad de poder refugiarnos. 

⎯  ¡Dios! ⎯  expreso, mientras me levanto y tomo la manta para protegernos. 

Antonio toma el cesto de mimbre para luego correr de ahí y tratar de encontrar un techo que nos resguarde ⎯. Creo que la lluvia ha arruinado nuestra cita en el parque ⎯  expresa él entre risas. 

⎯ Ya sé. Jamás pensé que llovería. 

⎯  No importa, siempre hay un plan B, ¿qué te parece si buscamos un lugar para refugiarnos de la lluvia? ⎯  me pregunta. 

Asiento, emocionada, para después sentir su mano en la mía. Posteriormente, nos echamos a correr por el parque, ya sin protegernos y simplemente cargando la manta y la canasta en la mano que tenemos libre. Salimos del paquete para adentrarnos en las calles de Madrid, buscando con la mirada un refugio. 

La luna ya ha salido, las luces de la calle se han encendido y nosotros ya nos dimos por vencidos. Ya no nos importa si nos mojamos o no, ya estamos del todo empapados. Así caminamos, entre la lluvia, entre risas y acercándonos cada vez que podemos para besarnos y sentirnos. 

Finalmente, encontramos un pequeño bar con las puertas abiertas, y entramos sin preguntar. El sonido de las guitarras de flamenco nos da la bienvenida, junto con el taconeo de los bailarines, que enseguida nos envuelve en un ambiente mágico. 

⎯  ¿Te parece bien? ⎯  me pregunta. Yo asiento con la cabeza. En verdad cualquier lugar ahora es mejor que la lluvia torrencial que cae afuera. 

Nos acomodamos en una mesa cerca del escenario, y comenzamos a disfrutar el espectáculo. El palpitar del compás flamenco vibra en el sitio y observamos la pasión con la que se entregan los bailarines y cantantes. 

Con el calor del ambiente, se nos olvida por completo el frío que empezábamos a sentir, o lo mojado de nuestras ropas. Nos sumergimos en la atmósfera única del flamenco, dejando que el fuego del escenario nos caliente y nos encienda con esa chispa que nos contagia. 

Tiempo después, el espectáculo llega a su fin. La lluvia torrencial sigue cayendo afuera, pero dentro del bar, la fiesta continúa. Tan solo se retiran los bailarines, el bar se convierte en un lugar de baile para todos, y un flamenco moderno se escucha en las bocinas. 

⎯ ¿Quieres coger más calor? ⎯  me dice Antonio. Él toma un sorbo de la cerveza que pidió, y luego me toma de la mano para invitarme a bailar. 

Sin pensarlo dos veces, me levanto y me dejo llevar hacia la pista, donde anteriormente habían estado los bailarines. Ahí, Antonio y yo nos encontramos frente a frente. Nuestras miradas se entrelazan, cargadas de complicidad y una atracción palpable. 

Antonio, en un gesto suave, pero decidido, me toma de la mano y me atrae hacia él, entrelazando nuestros cuerpos en una posición de baile. El roce de nuestras manos genera una corriente eléctrica que recorre nuestra espalda, intensificando aún más la conexión que tenemos. 

La música cambia, ahora es un ritmo más lento y sensual. Nosotros comenzamos a movernos con gracia y destreza, siguiéndolo, mientras el mundo a nuestro alrededor desaparece. Los cuerpos de ambos se fusionan en movimientos armoniosos y sensuales. 

Cada paso, cada giro, parece un lenguaje secreto entre los dos. La química es innegable y cada mirada y contacto físico se puede sentir la chispa y el deseo entre los dos. Ambos, nos movemos al unísono, y cada minuto que pasa, nuestro deseo se intensifica. 

El baile se prologa más de lo esperado, una eternidad. Cuando la música termina, nuestros ojos se vuelven a encontrar y Antonio me sonríe. Después me da un beso apasionado sobre los labios. 

⎯ ¿Qué te parece si seguimos esta fiesta en otro lado? ⎯  me propone. 

No respondo, solo tomo su mano y salimos de ahí. 

***

Llevamos la fiesta a ese espacio íntimo que hemos encontrado en mi taller. Tan solo la puerta se abre, ambos comenzamos a desvestirnos, para después, caer desnudos sobre la improvisada cama que es mi sofá. 

Entre besos, y caricias comenzamos a hacer el amor. A murmurarnos al oído cuánto nos extrañamos y nos queremos, para después dar paso a los gemidos que hacen competencia con los rayos y la tormenta que aún se disputa en la parte de afuera. 

En mi taller se siente la intensidad del amor en el aire. Solo somos él y yo, entregándonos por completo bajo esa luna que siempre es nuestro testigo. 

El contacto entre nosotros se intensifica, así como la conexión que hay entre los dos. No cabe duda, estamos enamorados, nos deseamos y no hay poder humano que nos detenga; él es para mí, yo soy para él. 

Ambos tocamos el cielo, tensamos nuestros cuerpos y después caemos desnudos sobre el sofá, para abrazarnos y dejar que la paz regrese a nuestro ser. Las manos de Antonio, acarician mi piel, mientras el sonido de la lluvia nos arrulla poco a poco. 

⎯ Lila ⎯ escucho su voz en mi oído. 

⎯ Aja ⎯ respondo, aun con el corazón latiendo a mil por hora. 

⎯ ¿Quieres ser mi novia? ⎯ me pregunta. 

Yo me alzo para que nuestras miradas queden a la misma altura. El destello esmeralda de los ojos de Antonio, hoy, brilla más que nunca, y al verme reflejada en ellos, me siento feliz… Estoy enamorada. 

⎯ Sí, sí quiero ser tu novia ⎯ respondo ilusionada. 

Para después, él envolverme entre sus brazos y volver a besarnos hasta que nuestros labios ya no pueden más.

3 Responses

  1. Esta Cassy es la misma que se casará con el hermano de Karl, la misma que vivirá en su apartamento y que trabajará en la clinica?
    Es digna arrogante nuera de la suegra, tal para cual

    1. Mmm no, la cuñada es Caly cierto.
      Ay no, el padre de Antonio esta casando a esta Cassy con él acaso?

  2. Las demás historias no las he leído pero presiento que es la tal Cassandra está comprometida con Antonio???

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