-Día siguiente- 

Son las 9:00 am y me encuentro en frente del refugio para mujeres. Llegué a las 7:00 am, y aún no me he bajado porque sigo pensando qué hacer. El entierro y la carta de Carolina me movieron mucho, hicieron que de nuevo tuviese pesadillas con la muerte de mi propia mujer, así que pasé una muy mala noche, aunque reflexiva. 

Observo que el chofer me ve de reojo por el espejo retrovisor, sé que está esperando órdenes, pero, no hay ninguna, solo esperar a que yo desee entrar y arreglar esta situación. La ventana suena, y yo salto de inmediato. 

La bajo y veo el rostro de Marietta del otro lado. Su cabello pintado de rojiza ceniza y esa base que lo hace tan rizado me impactan de inmediato. No cabe duda que las personas pueden cambiar solo de verlas en otro ambiente. 

⏤ Señor Caballero ⏤ me habla ⏤, ¿le puedo pedir que se baje del vehículo o se vaya de aquí?, mis chicas están nerviosas con su presencia. 

⏤ ¿Por qué? ⏤ pregunto, y creo que la duda es muy tonta porque hasta el chofer pone los ojos en blanco. 

⏤ Es un refugio para mujeres, la mayoría huyeron de sus maridos y piensan que usted está aquí buscando a alguna. 

⏤ ¡Ah cierto! ⏤ murmuro. Entonces abro la puerta y bajo por fin. Le pido al chofer que se estacione más adelante y me espere. 

El cielo esta mañana está nublado, volverá a llover y en dos horas tengo que reunirme con unos socios, así que tengo que acabar con esto antes para no llegar tarde. 

Marietta me hace que le siga al lugar. Al entrar, veo una que otra mirada asustada o aterrada. Secreteos por todos lados invaden mis oídos, y solo una que otra mujer se atreve a caminar por el mismo corredor que yo. 

⏤ Debe disculparlas, como sabe… 

⏤ No se preocupe, tampoco me quedaré tanto tiempo como para aterrarlas ⏤ contesto. 

Marietta me lleva en seguida al fondo del pasillo, a una oficina tan pequeña que apenas cabemos ella y yo con el escritorio. 

⏤ Tomo asiento ⏤ me pide, para luego abrir la única ventana que hay en el lugar. ⏤ Se tomó su tiempo para entrar. 

⏤ Lo hice ⏤ respondo. 

⏤ Supongo que viene a decirme su decisión ⏤ habla directa, y como yo creo que no tiene mucho tiempo. 

⏤ Así es… 

Marietta y yo guardamos silencio, uno que nos pone nerviosos o tensos a los dos. Tomo un suspiro y ella con su mirada me pide que continúe. 

⏤ Leí la carta de Carolina, muy conmovedora ⏤ inicio la conversación ⏤, aún no entiendo el porqué quiere que un hombre como yo tome en adopción a la niña. 

⏤ ¿Un hombre como usted? ⏤ pregunta Marietta, tratando de comprender. 

⏤ Sí. Sé que soy un hombre rico. 

⏤ Señor Caballero, no se trata de dinero… ⏤ y le hago una señal de que guarde silencio. 

⏤ Pero soy solitario. Vivo en una casa grande pero solitaria, trabajo de lunes a domingo, a veces por horas. Viajo mucho, y puedo hasta decirle que olvido comer por ocasiones ⏤ explico. 

⏤ Ya veo. 

⏤ Por lo tanto, he tomado la decisión de apadrinar a la niña, pero no adoptarla ⏤ doy mi decisión. 

El rostro de Marietta cambia de repente, y después de un suspiro toma un cigarrillo y lo enciende, como si fuera una especie de calmante antes de contestarme. 

Huelo el humo del cigarrillo que, por un instante, me tranquiliza a mí también. ¿Qué no me dirá nada?, ¿o simplemente dejo el fajo de dinero y me voy? 

Estoy dispuesto a pagarle a la niña su educación en las mejores escuelas, ropa, comida… 

⏤ No es eso… ⏤ interrumpe Marietta finalmente después de una larga pausa. 

⏤ ¿Entonces? 

⏤ Que las órdenes de la señora Carolina fueron cortantes. O la adopta o nada. 

⏤ ¿Pero?, ella me dijo que podría apadrinarla y ya. 

⏤ Sí, pero aquí dejó otras instrucciones, supongo que ella tenía un plan. Aquí dijo que era adoptada por usted o enviada a una casa de cuna. 

⏤ No puede ser esto tan radical ⏤ hablo, para luego reír bajito. 

⏤ En este caso lo es. Así que si no quiere adoptarla, simplemente Mía se irá a una casa de cuna esta tarde. Ya no podemos mantenerla aquí, como ve, no es un lugar muy apto para una niña de seis meses. 

Suspiro. ¡Ay Carolina!, ¿qué es lo que tramas?,

En ese instante, Marietta abre un cajón, apaga el cigarrillo en uno de los ceniceros que tiene escondidos ahí, y cuando se asegura de que hoy hay peligro, lo cierra. 

⏤ Señor Caballero, si ya tomó su decisión entonces le pido que se retire, tengo muchas cosas que hacer ⏤ Marietta se pone de pie y con la mano me pide que salga de ahí.

⏤¿Entonces es todo?, no hay más. 

⏤ Lo siento, Carolina era muy querida aquí y le prometimos que era todo o nada… 

Me pongo de pie. De pronto me encuentro enojado o molesto, pero a la vez algo intrigado por la decisión tan radical. Salgo de la oficina y veo el lugar en el que estoy. Es una casa limpia y con varias habitaciones, pero, en cada una, varias camas apiladas una sobre otra donde duermen las mujeres. Escucho las conversaciones, veo los rostros de algunas, y me percato que este lugar es seguro para ellas, pero no para una niña de seis meses.  

No puedo creer que Carolina haya pasado sus últimos días aquí. No es que sea prejuicioso, pero, creo que pudo haber escogido un sitio mejor. 

⏤ ¿Puedo preguntar quién cuida de la niña? ⏤ le digo al fin. 

⏤ Una de mis chicas que tiene un bebé recién nacido se está haciendo cargo de ella ⏤ me responde, llevándome a la entrada. 

⏤ Vale ⏤ murmuro. 

Marietta abre la puerta y el fresco aire me pega en el rostro, dándome un poco de respiro. 

⏤ Gracias por todo, señor Caballero ⏤ me despide y me pide que salga para irme de aquí. 

La puerta se cierra y yo me quedo de nuevo en medio del patio solitario. De pronto, veo al cielo y encojo los hombros. 

⏤ Traté ⏤ pronuncio. 

Un rayo atraviesa el cielo y luego se escucha el trueno, haciéndome reír un poco. 

⏤ Te dije que le ayudaría como fuera, y tenía un plan. Yo solo dije la verdad, Carolina, soy un hombre solitario, adicto al trabajo, yo… ⏤ y me siento como un idiota hablando a la nada ⏤, yo no sé si puedo hacerlo, no sé si pueda hacerlo. No sé si pueda ser padre, no sé si… 

⏤ ¿Por qué no la ve? ⏤ escucho de nuevo la voz de Marietta, detrás de mí.  

Volteo y la veo en la puerta del refugio, invitándome a entrar. Yo asiento con la cabeza y la sigo. Esta vez, nos vamos por otro corredor, uno casi vacío, donde los rostros de mujeres más jóvenes se cruzan con el mío. Marietta me lleva a una de las habitaciones, y veo a una mujer de unos veinticuatro años, con un bebé en brazos dormido plácidamente. Lo impactante es que el rostro de ella está cubierto de un vendaje. 

⏤ Sara, escapó de su casa cuando su marido le echó aceite hirviendo en el rostro ⏤ me murmura Marietta.⏤ Mía está allá. 

En eso, señala a una niña que, a pesar de tener seis meses de vida, parece de menos. Ella se encuentra profundamente dormida en una cuna improvisada y cubierta de una cobija tejida de color blanco con su nombre. 

Me acerco lentamente hacia allá. Y noto qué, a pesar de todo, la niña está bien cuidada y sin ningún rastro de que haya pasado algún tipo de herida sobre su cuerpo. 

Me quito el guante de piel y acaricio su cabello, uno de color tan rojizo que parece pintado con pintura. Al sentir mi tacto, la niña se mueve y con una mueca comienza a despertar. 

⏤ Lo siento, yo… ⏤ murmuro, y al voltear me percato que me han dejado solo en la habitación con ella. Mía se sigue moviendo, hasta que, al fin, abre los ojos y un destello azul resalta, haciéndome sonreír. La bebé se encuentra con mi mirada y una leve mueca sale de sus labios.⏤ Mía ⏤ pronuncio su nombre y la niña ahora si sonríe. 

Y como si todo estuviera escrito o como si Carolina hubiese organizado esto, siento una enorme ternura recorriendo mi cuerpo. Como buen hombre de negocios, trato por todos los medios que mis sentimientos no interrumpan mis decisiones, pero esta vez, no tengo juicio para hacerlo y me está sobrepasando. 

Acaricio la cobija en la que está envuelta y noto que es de buena calidad, demasiada, para ser verdad. Y mientras lo hago, la mano de Mía toma mi dedo con una fuerza que me paraliza por completo; ella no quiere que me vaya. 

⏤ Eres injusta, Carolina ⏤ murmuro, mientras sonrío levemente. Para después tomar a la bebé entre mis brazos y arroparla.⏤ Eres muy injusta ⏤ finalizo, mientras la mirada de la bebé y la mía se cruzan. Supongo que la decisión está tomada. 

3 Responses

  1. Se vale morir de ternura con ese par?
    Que crueldad el destino de tantas mujeres que huyen de la violencia del hogar en el que deberían ser protegidas

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