*Boda de Sila*

La música se escucha a todo volumen en el salón de fiestas y como siempre toda mi familia se encuentra bailando sin parar en medio de la pista. Mi abuelo Tristán era uno de los principales promotores de que todos bailaran en los festejos, sobre todo si eran de la familia, ya que decía que para eso eran, para disfrutarse. 

Así que mientras veo a mis padres bailando al ritmo de “Suavemente” una canción tan latina que es inevitable no pararse a bailar, no paro de reír. Mi familia es mitad española, mitad mexicana, una cuarta parte gringa, gracias a mi tío Robert, que ya parece más mexicano que otra cosa.  

Sin embargo, no se quedó eso así y tiempo después decidimos que un asiático nos daría más variedad y Cho se nos unió, y ahora, se une Moríns, un mexicano que enamoró a mi hermana desde la infancia y por los que ahora festejamos, no solo su amor de infancia, sino un amor que perduró más allá que todas las cosas. 

La verdad, que en esta familia casi multicultural no se sabe quién se unirá. Empezó por la unión de una mexicana con un español, luego trajeron más españoles, y ahora mi hermana Sila se casó con un mexicano y así va creciendo esto. 

Algunos nos hacen burla, dicen que somos la familia de los un y mil apellidos porque hay de todo un poco, pero no nos importa, somos felices y eso nos ha dado a mis primos, hermanos y a mí de escoger a nuestro ser amado, lo que nos da una libertad increíble. Ya que sabemos que no importa lo que escojamos, ellos serán bienvenidos. 

Así que ver a todos bailar y festejar en familia, es algo tan común para mí como para todos los que estamos dentro de estos apellidos. Parecemos manda, siempre juntos, sea lo que sea, hasta los niños pequeños están incluidos, así que no verás a nadie fuera, siempre todos dentro. 

⎯ ¡Venga Lila! ⎯ escucho la voz de mi prima Sabina, que justo está atrás mío. 

⎯ Espera, ya me cansé de bailar ⎯ le comento. Y es cierto, ya que los zapatos que me puse en combinación con el vestido son una verdadera tortura. 

⎯ Todos estamos en la pista ⎯ me comenta. 

⎯ Y estaré en unos minutos, solo déjame ir por agua y posiblemente vea donde dejé mis zapatos cómodos. 

Veo como Adrián Cho, su esposo, la toma de la mano y la jala ⎯ ¡venga mujer!, que no dejaré que esta pieza se me pase contigo. 

Sabina entra caminando junto con él, con esa sonrisa en el rostro que la caracteriza y yo sonrío con ella. En mi familia, todos creen que el amor se encuentra solamente una vez y se vive con él para toda la vida. No creen en segundos amores, solo en uno y eso es por culpa de mis abuelos, aunque por parte de los Canarias, eso no aplica. 

Según mi abuelo, David Canarias, somos la familia de las oportunidades. Podríamos tener las que deseáramos con la única condición de aprender de las primeras fallas para no volver a repetirlas. Él tuvo la suerte de tener dos mujeres que le amaran, supongo que eso nos deja esperanza a los demás. 

Entonces, cuando el ritmo de la música termina, camino hacia la barra para pedir algo de beber. No quiero nada de alcohol, solo un vaso con agua y hielos, muchos hielos, ya que siento que el calor es infernal. 

Me acerco con el barman y él de inmediato me sirve lo que le pido. De un sorbo tomo el agua y le vuelvo a pedir más. Él asiente y me sonríe. 

⎯¡Ey hermano! ⎯ escucho a un hombre a mi lado, con un acento tan raro que llama mi atención ⎯, ¿me sirves otra de estas?, están buenísimas. 

Recibo mi vaso con agua y vuelvo a darle un gran sorbo. Cierro los ojos para disfrutar del frescor de los hielos y de cómo refresca mi cuerpo. 

⎯ Mejor hubiese pedido de lo que estás tomando ⎯  lo vuelvo a escuchar. 

Volteo a verlo y casi escupo el agua del impacto. Ante mí, está uno de los hombres más guapos que he visto. Un hombre alto, de cabello rizado y largo, de barba arreglada y unos ojos verdes que destacan en su rostro; su piel bronceada solo hace que estos brillen aún más. 

⎯  ¿Perdona? ⎯ pregunto, y me arreglo un poco el cabello. 

⎯  Que parece que disfrutas mucho eso que tomas. 

⎯  Solo es agua ⎯  respondo. 

Él me sonríe. Lo veo de pies a cabeza y noto que viene vestido formal pero no como el código de vestimenta de la fiesta. 

⎯ Tú, no perteneces aquí ⎯  me atrevo a decir. 

⎯  ¿Crees?, ¿piensas que soy de otro mundo?  ⎯  contesta simpático. 

Sonrío. ⎯ No, digo que no eres invitado a la fiesta. 

⎯  ¿En serio? ⎯  inquiere, y toma una llamarada Cho, y bebe un sorbo. 

⎯  Venga, no puedes estar aquí ⎯ le digo y veo hacia la puerta. 

Él deja la bebida sobre la barra, me quita el vaso de la mano y luego toma ambas para que nuestras miradas se queden fijas ⎯  ¿cómo sabes que no estoy invitado?, tal vez no me viste en la lista. 

⎯  Lo sé por muchas características, empezando por tu ropa. 

⎯  ¿Qué tiene mi ropa? ⎯  pregunta, y comienza a revisarse. 

Que te verías mejor sin ella, me viene a la mente y me reprocho de inmediato. 

⎯ Es uno de mis mejores trajes, e indicado para estar boda tan bonita. Creo que todo es bonito aquí ⎯ comenta y me ve a los ojos, haciéndome sonrojar. 

⎯  ¿Cómo se llaman? 

⎯  ¿Quiénes? ⎯  pregunta. 

⎯  Los novios. 

Él voltea de inmediato a la entrada y yo en un impulso le cubro los ojos con la mano para que no vea. Él se ríe. 

⎯  ¿Qué haces? 

⎯  Harás trampa… 

⎯ Claro que no… 

⎯  Venga, ¿de quién es la boda? 

Él sonríe, y noto que su sonrisa es igual de bonita que su mirada. 

⎯  ¿Es la boda de Sara y Franco?

⎯  Es tu última respuesta ⎯ le comento. 

⎯  ¿Tengo oportunidades? ⎯  me pregunta, para luego quitar mi mano y verme a los ojos ⎯, eso no me lo dijiste. 

⎯  Te daré otra ⎯  hablo simpática. 

⎯  Vale. 

Esta vez él cierra los ojos, y luego toma mi mano para que los cubra. Sonrío. 

⎯  Es la boda de… Sarai y Fer…

⎯  Ves cómo no perteneces ⎯  comento, bajando la mano. 

Él se ríe.⎯ No, espera, espera… te juro que lo sé. 

⎯  Le diré a seguridad que venga por ti ⎯ comento, decidida. 

⎯  No, no espera ⎯  me ruega, y me toma del brazo para que no me vaya. Me voltea hacia él y sus ojos verdes me ven como nadie en la vida me había visto. ⎯ Vale, no estoy invitado a esta boda, pero, me encanta. Es mejor que en el evento donde estaba. 

⎯  Y, ¿qué evento era? ⎯  cuestiono. 

⎯  Una conferencia de telas. 

⎯ ¿Telas?, ¿qué tipo de telas? 

⎯  Telas, no creo que te interese. 

⎯  Créeme, me interesa más de lo que crees… ⎯ contesto. 

⎯  Estas telas no. 

⎯  Solo vete… no estás invitado. 

Él me toma de las manos y me sonríe ⎯  Venga hermosa, no me dejes ir… te prometo que solo me he tomado tres de esas bebidas deliciosas y ya, ni siquiera he tocado la comida. Puedo pagar por lo que he bebido. 

⎯ No es eso, lo que pasa es que es un evento cerrado, y sigo sin entender cómo entraste sin invitación. 

⎯  Bueno, ¿qué te parece si bailamos y te digo? ⎯  pregunta, cuando una canción lenta comienza a tocar. Sonrío, porque no puedo creer que me está convenciendo. 

⎯  Vale, pero no en la pista. 

⎯  ¿Por qué? ⎯  pregunta, mientras una de sus manos acaricia la mía. 

⎯  Porque no quiero que todos vean cuando te corra de aquí. 

⎯  Bien… es válido. 

Juntos caminamos hacia un lugar despejado y solitario, donde estoy segura de que nadie de mi familia está viendo. Él me toma de la cintura, me acerca a él y juntos comenzamos a movernos ante el ritmo de la música lenta. 

⎯  ¿Cómo te llamas? ⎯ me pregunta. 

⎯  Soy… La dama de honor ⎯  respondo, ya que no quiero que sepa mi nombre. 

⎯  Dama de honor, que bello nombre.

⎯  Y ¿tú? 

⎯ Pues, soy el gitano de las bodas. Me dedico a colarme a bodas que no son mías para divertirme ⎯ se sincera, y yo sonrío. 

⎯  Gitano, es un nombre que te va. 

⎯  ¿Lo dices por mi desfachatez?, ¿mi acento? 

⎯  Tu arreglo personal, si pareces uno. 

Él se ríe. ⎯ Puede que mi arreglo personal no quede, pero, juro que he tenido mejores días donde me veo bien. 

⎯  Yo, nunca dije que te veías mal ⎯  admito, y él sonríe. 

Bailamos un momento más al ritmo de esa canción tan tranquila y no dejamos de vernos a los ojos. La mirada del gitano expresa tanto, sonríe, hace que me quede prendida a ella sin ningún tipo de salvación. Incluso, ni siquiera sé si alguien me está observando o buscando. 

Él me pega cómodamente a su cuerpo, y puedo sentir cómo sus manos suaves acarician las mías. 

⎯  Tienes manos muy bonitas y finas ⎯  me comenta, viéndolas ⎯  puedo adivinar lo que haces con solo tocarlas. 

⎯  ¿Ah si? ⎯  pregunto. 

⎯  Si, y creo que eres toda una artista, y una muy talentosa. 

⎯  Algo así… ⎯ le digo ⎯ yo también puedo adivinar lo que haces con solo verte. 

⎯  ¿A ver? 

⎯  Eres un seductor ⎯  me atrevo a decir, y él sonríe. Creo que las copas de más me están haciendo efecto.

⎯  ¿Seductor? 

⎯  Así es… un total seductor. No sé para qué, pero, así, obtienes lo que quieres. 

⎯  Tal vez soy un gigoló y fui contratado por alguien de la fiesta para venir a hacer acto de presencia, o un stripper. 

⎯  No eres un stripper, ni gigoló ⎯  le aseguro. 

⎯  ¿No?, ¿cómo lo sabes? 

⎯  Bueno, traes un traje hecho a la medida, de tres piezas, de una tela de algodón bastante fino que ayuda a la transpiración de la piel. La camisa que traes abajo es igual de fina, me atrevo a adivinar que esta fue comprada, no hecha a la medida, y que te la pusiste porque te sienta cómoda. Las mancuernillas son heredadas, ya que son algo toscas, pero bonitas y no tan modernas como las actuales ⎯  las toco ⎯  son de oro, así que eso ayuda a mi teoría. Por último, tus zapatos son igual, hechos para ti, no comprados y si calculamos precios, un stripper no gastaría la cantidad de dinero que tú invertiste en este traje ⎯ concluyo. 

Él sonríe ⎯ Tal vez lo robé ⎯ responde en un murmullo. 

⎯  Entonces, creo que deberías reconsiderar tu carrera de ladrón, porque ese traje ya perdió su valor porque lo usaste. La mancuernillas son las que me preocupan. 

El gitano se ríe, luego lleva sus manos hacia mi rostro y acaricia mis mejillas ⎯ ¿Qué tal si dejamos de adivinar qué somos y mejor, averiguamos qué podemos ser? ⎯ me pregunta. 

Me sonrojo de inmediato. Esto que está pasando en el momento no es normal para mí. Posiblemente, le pase a Alegra o a Sabina, pero a mí es casi imposible, por lo que no sé qué decir. 

⎯  ¿Qué te parece si te invito un trago y lo descubrimos? 

Volteo a ver a mi alrededor, noto que mi familia sigue en la fiesta, que nadie está viendo y que esta oportunidad puede ser única ⎯, pero, solo uno. 

⎯  Solo uno… y ya ⎯  me promete. 

Asiento con la cabeza y él me lleva hacia la barra para pedir una bebida. Cuando nos la sirven, él levanta la copa y con una sonrisa me dice ⎯ ¿brindamos? 

⎯  ¿Por qué habríamos de brindar? ⎯  pregunto entre risas. 

⎯  Por lo que está pasando en este momento, dama de honor ⎯  me asegura. 

⎯  Y, ¿qué es lo que está pasando? ⎯  pregunto, mientras me pierdo en su mirada. 

Él se acerca a mí y me dice al oído. ⎯  Lo que desees que pase… Dama de honor… Te juro que no me opondré ⎯ confiesa, haciéndome sonreír y sonrojar a la vez. 

Mi papá dice que todos sus hijos tenemos algo picaflor en la piel, y solo se necesita el perfecto detonante para que este aparezca. El gitano fue el mío. 

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