Después de la llegada de Mía a la casa, las preguntas surgieron, pero mi silencio las contestó todas. Nadie debía saber que esta niña había sido rescatada por mí por hacerle el favor a una amiga, y mucho menos de dónde venía. 

Yo ya sabía los antecedentes de la bebé gracias a Carolina, así que cuando Marietta me quiso explicar toda la historia, le pedí que la omitiera, ya no tenía caso que me la dijera. 

Así, después del recibimiento, la confusión y un desmayo gracias a un ataque de ansiedad. El verdadero trabajo comenzó para mí, uno para el que no estaba preparado y que me despertó de golpe a la una de la mañana, mostrándome una nueva realidad a la que tenía que acostumbrarme; ahora era padre. 

Mía comenzó a llorar sin parar y sin darme cuartel, inundando mi tranquila habitación y haciéndome saber, que el resultado de mis decisiones tomadas esta mañana, es esta sinfonía de sollozos que me han cimbrado y quitado la calma. 

Atolondrado, y un poco esquivo. Me pongo de pie para comenzar a ver lo que sucede, tratando de entender sus necesidades básicas y resolverlas lo más rápido posible. Mientras lo hago, no puedo dejar de pensar en mi esposa, en esos últimos meses de embarazo, donde decíamos que esto lo haríamos juntos y que seríamos un gran equipo y padres ejemplares; ahora no hay equipo, no hay nada más. 

Como puedo trato de preparar el biberón para dárselo, pero no sé si lo estoy haciendo bien. Reviso su pañal, si tiene cólicos, todo lo que el conocimiento del internet me ha dado en unas horas, pero, no sirve para nada, la niña no necesita nada de eso. 

Los llantos de Mía no cesan, y por más que la tomo entre mis brazos y la trato de calmar paseándolo o meciéndola, no paran. Camino por mi habitación a oscuras con el cuerpo tembloroso de la niña que hace un esfuerzo enorme para seguir llorando. 

⏤ Venga, Mía ⏤ le ruego, ya que mis brazos se han cansado de cargarla. 

Sin embargo, Mía no hace caso, con cada palabra que le digo el llanto aumenta más y con eso mi desesperación. Así, pongo a la bebé sobre la cama y me alejo un minuto para abrir la puerta de mi habitación y gritarle a María; ella no responde. 

De pronto, el llanto cesa y la niña se queda quieta sobre la cama, ilusionándome por completo. Escuchar el silencio después de una hora es raro, y trato de disfrutarlo lo más que puedo. 

⏤ ¿Será que ya puedo ir a dormir? ⏤ digo en un murmullo. 

Pero, no es así. Tan solo me acerco a ella, Mía lanza otro grito y de nuevo la sinfonía de llantos comienza. El dolor de cabeza aumenta, el cansancio no me deja, y lo único que quiero es volver a recostarme sobre mi cama y dormir, solo quiero dormir. 

⏤ Vamos, Mía, vamos ⏤ le ruego. 

La niña patalea sobre la cama, mueve sus brazos y piernas de arriba para abajo como si se estuviera ahogando, y se ha puesto tan roja de la piel que siento está a punto de explotar. 

⏤ ¡María! ⏤ grito por la puerta, pero al parecer, no era broma lo que me dijo cuando le pedí que me ayudara, así que me ha dejado solo. 

Mía llora desconsolada, y por ende, me hace perder la paciencia a mí. Así que colocando las manos sobre el colchón, la veo de frente y cometo algo que jamás pensé que haría. 

⏤ ¡Qué quieres! ⏤ digo en tono de frustración, mientras me acerco a ella para que me vea a los ojos ⏤, ¡Qué es lo que quieres! ⏤ le grito desesperado ⏤, ¡te doy todo!, comida, te cambio el pañal, me despierto contigo, ¡me estás volviendo loco!, ¡loco! ⏤ hablo con frustración y en un tono que no me conocía, por lo que la respuesta que me da la niña no es de mi agrado. 

Mía para de llorar, pero no porque entienda, sino porque en cierta manera la he regañado.  Sus ojos me expresan que está completamente asustada. Un puchero se le escapa, pero debido a mi reacción prefiere ya no llorar, solo quedarse quieta, mientras mi rostro se clava en ella. 

Entonces me percato que no estuvo bien lo que hice. Sus ojos me expresan más allá del miedo a mi persona, si no un miedo a la vida, al aquí y al ahora y en ese instante lo comprendo todo. 

Aquí está un hombre de casi cuarenta años, perdiendo la paciencia por un llanto, cuando en realidad la que ha perdido todo, es ella. Yo, ya tengo una vida hecha, tengo mis empresas, mis colegas y amigos. Tuve la fortuna de tener una esposa y por unos momentos una hija, pero, Mía, no tenía nada, ni a nadie. 

Ella a su corta edad había perdido a su madre de una forma en verdad cruel, su padre, estaba prófugo por haberla asesinado y había pasado los últimos meses en una casa de mujeres violentadas, siendo cargada por muchos brazos que no le trajeron ningún consuelo. 

La niña, no lloraba porque quisiera hacer berrinche, lloraba porque yo era un extraño, pues era un hombre que la había traído a una enorme casa, con olores y clima diferente. Porque mientras yo dormía en la tranquilidad de mi habitación, ella había despertado a mitad de la noche, en un lugar oscuro y extraño, y lo primero que le vino a la mente fue su madre, no yo. Ella estaba sola, y ahora yo, era su salvavidas. 

⏤ Lo siento mucho ⏤ murmuro, para después tomarla entre mis brazos, con todo el cariño del mundo ⏤, en verdad, lo siento, pero, es que no te entiendo ⏤ confieso. 

La niña aún está en silencio, viéndome fijamente como si en este momento supiera que estoy hablando con ella y quiero decirle un mensaje importante. 

⏤ Sé que estás asustada porque perdiste a tu madre, y lo entiendo. Yo sé lo que es perder a alguien muy amado y de pronto despertar y percatarte que ya no está, que su olor ha desaparecido y que tienes que luchar por llevarla bien. Lo siento, pero esto es abrumador, de pronto me convertí en padre soltero y no lo esperaba, yo no te espera a ti, Mía. 

En eso, Mía me toma el dedo con su mano y yo sonrío. Ella se aferra a mí, lo hace tan fuerte que puedo sentir la presión sobre mi piel. ⏤ Soy un hombre amargado y triste, ¿qué querría una niña tan bonita como yo de mí? ⏤ pregunto ⏤, tal vez necesitas una familia más amorosa Mía, más construida… ⏤ y mientras digo esto, Mía comienza a cerrar los ojos para quedarse dormida. Supongo que se siente en paz conmigo. ⏤ Disculpa si te grité, no era mi intención. Sin embargo, si queremos que esto funcione, tenemos que hacer un equipo, ¿vale? ⏤ le hablo ⏤ si tú me entiendes, yo te entenderé, si tú me ayudas, yo te ayudaré… y de antemano quiero que me disculpes por todos los errores que posiblemente haga. Pero una cosa, si te puedo asegurar, Mía, nunca te faltará nada y no te abandonaré, ¿vale?, jamás volverás a estar sola. 

Así, después de mi discurso, la niña cae rendida por completo y su respiración se hace profunda al caer en el sueño. No sé lo que hice ni como lo logré, pero mientras Mía se aferra a mi dedo solo puedo comprender una cosa: Ella jamás volvería a despertar asustada y yo, había encontrado una razón para vivir más allá de mi trabajo. 

Finalmente, tomo a la niña entre mis brazos, me acuesto sobre la cama y poniéndola en mi pecho la dejo descansar. ⏤ Soy padre ⏤ murmuro a la oscuridad, como cuando hablo con mi esposa ⏤ te pido que dondequiera que estés me ayudes a ser el mejor, ese que tú decías que sería cuando estabas a mi lado ⏤ y sin decir más, caigo rendido sintiendo dos corazones en mi pecho, el mío y el de Mía. 

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