1 semanas después 

Ha pasado una semana desde que fue la boda de mi hermana, y también de lo que ocurrió y no puedo dejarlo pasar; me pregunto por qué no soy como Alegra, de que de plano ni siquiera sabe cómo era y solo continúa. 

La verdad, me siento como una tonta, acordándome de un hombre que apenas conocí y del cual no se nada, ni su nombre. Sin embargo, cierro los ojos y de inmediato sus ojos verdes vienen a mi mente. El príncipe marroquí me dio algo que nunca había probado y ahora quiero más. 

⎯ Señorita Canarias ⎯ escucho una voz que interrumpe mis pensamientos. 

Vuelvo en mí y me percato que es Loreto, la asistente de mi padre, quién está a mi lado tocando mi hombro. ⎯ disculpe que la interrumpa. 

⎯ No, está bien, Loreto. 

⎯ Su padre ya salió de la junta, ya puede subir. 

⎯ Gracias ⎯ murmuro, y de inmediato me pongo de pie. 

Decidí que la única manera de despejar la mente es ocupándola, y por eso me pondré manos a la obra en la creación de mi taller. Así que he venido a ver a mi padre para recoger las llaves del piso de La Latina donde mi madre y Sila solían vivir, ya que sé que es el lugar perfecto para instalarme y comenzar a trabajar. 

Subo hasta el nivel de maternidad y camino por estos conocidos pasillos. Loreto me sigue detrás y cuando llegamos a la oficina de mi padre, me deja pasar. 

⎯ Mi flor más hermosa ⎯ escucho la voz varonil de mi papá. 

Así siempre me ha llamado, a mi hermana Alegra le dice “la alegría del hogar”. Él abre los brazos y yo me refugio en ellos. Siempre nos abraza como si fuese la primera vez, y eso que ya me vio por la mañana. 

⎯ ¿Por qué no subes cómo todos lo hacen? ⎯ inquiere. 

⎯ Porque sé que estás ocupado y sabes que los hospitales no me gustan, así que prefiero esperarte en el lobby. 

Mi padre sonríe.⎯ Bueno, pero sabes que eres bienvenida, ¿cierto? 

⎯ Lo sé. 

Nos separamos y mi guapo padre se quita las gafas y sonríe. Siempre que lo veo imagino lo atractivo que era de joven, aunque las miles de fotos de mi madre creo que no le hacen justicia. 

⎯ ¿Vienes por las llaves? 

⎯ Así es ⎯ admito. 

⎯ ¿Segura que no quieres descansar unos días?, sabes que no me molestan los descansos. 

⎯ Pa’, soy una Canarias, ¿qué diría el abuelo si sabe que descansé? ⎯ le pregunto. 

Él se ríe bajito, porque sabe que mi abuelo no estaría de acuerdo. 

⎯ Un descanso no te hace daño, yo mismo me he tomado varios. 

⎯ Pero mira lo que tienes, yo apenas comienzo. 

Mi padre suspira, se acerca al cajón del escritorio, lo abre y saca las llaves; sonrío de inmediato. 

⎯ Gracias ⎯ le digo, mientras las tomo. 

⎯ De nada. Solo quiero que recuerdes que debes hacer el presupuesto para acondicionarlo. 

⎯ Papá ⎯ contesto, porque quiero hacer todo esto sola. 

⎯ Nada de papá, a todos mis hijos les he ayudado con lo que necesitan. Además, sabes que es mi regalo de graduación y lo vas a necesitar. Tu hermana tiene el mismo privilegio para su estudio. 

⎯ Gracias, Pa’, juro que será barato ⎯ comento. 

Él niega con la cabeza.⎯ Barato no, será genial. Por cierto, mamá te dejó ahí las fotos del taller de tu abuela. Logró restaurarlas y las enmarcó para que las pongas en los muros, como inspiración. 

⎯ Gracias ⎯ contesto, emocionada. 

Pongo las llaves en mi bolsa y le abrazo de nuevo; él besa mi cabello con ternura. 

⎯ Te deseo suerte en todo lo que hagas, Lila, y sabes que cuentas con nosotros, ¿cierto? 

Me separo de mi padre y le sonrío ⎯ Lo sé, te quiero. 

⎯ Te amo ⎯ responde. 

⎯ Ahora me tengo que ir, tengo un taller que planear y diseñar. 

⎯ Te acompaño, tengo rondas. Nos vemos en la cena. ⎯ Ambos salimos de la oficina, y antes de irse, del otro lado del corredor me guiñó el ojo. ⎯ Suerte hija, sé que lo lograrás. 

⎯ Te amo, nos vemos. 

Así vuelvo al elevador y al abrirse las puertas la figura de Johansson se aparece. 

⎯¡Ey!, Lila Canarias ⎯ me saluda con entusiasmo, mientras me detiene la puerta para que suba. 

⎯ ¿Cómo nos reconoces?, pensé que Moríns era el único que nos reconocía sin equivocarse, incluso nuestra familia se equivoca aún. 

⎯ Es fácil, la presencia, la ropa, la mirada. 

⎯ Claro ⎯ contesto sin creerle. 

⎯ Es verdad, para mí si hay diferencia, jamás las confundiría, ni siquiera de espaldas. 

Me río.⎯ Si tú lo dices. 

Karl suspira.⎯ Dice tu padre que pondrás tu taller pronto. 

⎯ Sí, justo voy para allá. 

⎯ Pues, ¿qué pasa si te digo que tengo una clienta para ti? 

⎯ ¿De verdad? ⎯ pregunto, sorprendida. 

Él asiente.⎯ Una amiga, justo está buscando una diseñadora para su vestido de novia. Quiero alguien nuevo y exclusivo para su vestido, no tan conocido, ella es griega y estoy seguro de que vendría acá si le gusta tu trabajo; si quieres puedo pasárselo. 

Lo miro a los ojos.⎯ ¿A cambio de qué? ⎯ inquiero. 

Johansson niega con la cabeza.⎯ Tómalo como un regalo adelantado, cuñada. 

⎯ ¿Así que hemos regresado al ruedo?, ¿eh? 

⎯ ¿Quieres el contacto o no? 

Las puertas se abre y él me acompaña hacia el lobby. 

⎯ Sabes que te metes con la más necia y testaruda de los Canarias. 

⎯ Justo mi tipo, ¿entonces? ⎯ insiste. 

⎯ Si logras que sea mi primera clienta, cuentas conmigo para algunos consejillos. 

⎯ Trato ⎯ responde y me da la mano para que cerremos el acuerdo. 

⎯ ¡Ay!, te metiste en terrenos peligrosos, cuñado. 

⎯ Lo sé, pero ya te dije, así me gustan, y así tengo más por explorar ⎯ contesta simpático. ⎯ Nos vemos, seguimos en contacto ⎯ me dice, para luego alejarse. 

Yo salgo del hospital y al sentir el calor del verano, sonrío. En mi bolsa tengo mi futuro y no pienso arruinarlo. Es hora de ponerme manos a la obra y hacer mi sueño realidad. 

Así, camino hacia el metro y me dirijo al barrio de la Latina, donde llego al hermoso edificio de departamentos que ya ha cambiado bastante. Subo hasta donde está el piso y al abrirlo, veo el lugar ideal para empezar todo. 

⎯ ¡Justo como lo imaginé! ⎯ hablo, al acomodar en mi mente como será mi taller con uno que otro arreglo y evidentemente con toda la inspiración de mi abuela. 

Tomo una de las fotografías que me dejó mi madre y al verla, sonrío. Ahí está, el taller de mi abuela, lleno de color y sobre todo de recuerdos. 

⎯ Verás cómo tu nombre estará con los mejores diseñadores. Te prometo abuela, que los diseños de Mena Caballero, serán los mejores en la industria ⎯ le digo, mientras veo su rostro sonriente. 

Este es mi sueño, su sueño, y yo me encargaré de hacerlo realidad… 

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