Matías Noitte era un hombre arraigado a sus principios, una calidad que sin duda contribuía al éxito de sus negociaciones y relaciones. No obstante, en su ser coexistía un individuo amable, afectuoso y, sobre todo, propenso al enamoramiento.

Como cualquier otro hombre, Matías anhelaba encontrar al amor de su vida, a esa mujer que lo cautivara profundamente y con quien pudiera construir una familia. Aunque había tenido relaciones anteriores, ninguna había alcanzado el punto en el que sintiera que era el momento de formalizar. A pesar de su reputación de soltero codiciado, su imagen de mujeriego era infundada; en realidad, él era un hombre en búsqueda del amor genuino.

Matías no buscaba meras conexiones temporales; anhelaba una relación significativa. Por primera vez, sintió que este anhelo podría haber encontrado su respuesta. En Selene Grieff, finalmente, identificó un nombre y un rostro para ese concepto abstracto llamado amor.

Era la primera vez que Matías postergaba un evento de suma importancia para su familia en favor de otro que le interesaba personalmente, un hecho inusual considerando su enfoque prioritario en los negocios. Sentía una curiosidad genuina acerca de por qué los Grieff lo habían invitado, qué había despertado de repente su interés. Pero, sobre todo, ansiaba volver a ver a Selene, ya que sus encuentros anteriores, aunque esporádicos, siempre estuvieron imbuidos de una hermosa energía que lo transportaba a un mundo de ensueño.

Con la aprobación de su mejor amigo y socio, Matías se permitió el lujo de enviar a otra persona en su representación, a pesar de las posibles consecuencias que esto podría acarrear en el ámbito empresarial y personal. Quería asistir a esa fiesta, claramente organizada para agradarle a él y no solo para celebrar la recuperación de Alexander Grieff. Este gesto marcaba un cambio en sus prioridades, donde la curiosidad y el deseo personal eclipsaban momentáneamente las responsabilidades empresariales.

Cuando Matías llegó a la casa de los Grieff, la atención se centró exclusivamente en él, confirmando así sus sospechas. Aunque le habían mencionado que sería una cena sencilla, la residencia de los Grieff estaba adornada como si se tratara de un evento de gran, rebosante de lujo y opulencia.

El entorno ofrecía todo: vinos genuinamente lujosos y costosos, platillos de alta complejidad culinaria, un cuarteto de cuerdas que proporcionaba una elegante banda sonora a las conversaciones de los invitados, y las luces cuidadosamente dispuestas para resaltar los espacios más distinguidos de la casa. La ocasión no parecía limitarse a una cena; más bien, daba la impresión de ser una fiesta en honor a alguien que, en realidad, reposaba en su habitación, alejado de todo aquel esplendor o de un hombre que era la última y única opción de que los Grieff volvieran a ser una familia de renombre. 

⎯¡Matías! ⎯le saludó Victoria, tan solo lo vio en la entrada⎯, ¡qué honor contar con tu presencia! 

Matías estiró la mano para tomar la de ella, pero Victoria fue más allá, y con una familiaridad desconocida para él, le dio un beso sobre la mejilla. 

⎯Señora Kepp. 

⎯Dime Victoria. ⎯Le corrigió la mujer⎯. Pero, pasa, adelante, te estamos esperando. 

Enseguida, Victoria se tomó del brazo de Matías y ambos comenzaron a caminar hacia donde se encontraban los demás invitados. Matías, mientras iba hacia allá, no dejaba de buscar a Selene con la mirada, no obstante, al parecer, la joven no se encontraba aún ahí. 

⎯Te presento a mi hijo ⎯habló Victoria, pidiéndole que prestara atención a Lucas.

⎯Lucas Grieff, un placer. 

⎯Matías Noitte ⎯se presentó, con esa voz y presencia que siempre utilizaba en los negocios. 

⎯Es un placer que haya decidido acompañarnos ⎯le comentó Lucas, tratando de llevar la conversación. 

⎯Me da gusto que tu padre ya se siente mejor, ¿podrá acompañarnos en esta velada? 

⎯No, al parecer. Aún está un poco débil. 

⎯Vaya… ⎯expresó Matías, sin poder creer lo que escuchaba.  

⎯Pero, nosotros festejaremos su recuperación. Ya sabes lo que dice el dicho: El vivio al gozo y el paciente a la recuperación ⎯comentó, tratando de hacer el simpático. Son embargo, el comentario no le hizo mucha gracia a Matías. Incluso, el hermano de Selene expedía una vibra muy pesada, que le daba mala espina. 

Matías sonrío levemente, mientras que Victoria le festejaba la broma a su hijo, dándole una idea de cuál era la dinámica familiar y deseando que Selene no fuese así, si no, le rompería el corazón de cierta manera. 

⎯Vamos, te presentaré al resto de los invitados. ⎯Continuó Victoria, y aún atada a su brazo caminó con él por el resto de la casa. 

Con gracia, Matías saludó a cada uno de los invitados, escuchó atentamente las anécdotas compartidas y degustó sorbos mesurados del vino que le ofrecían. Mientras tanto, Victoria y Lucas desplegaban su estrategia de persuasión. Elogiaban a Matías con muy esmero y, poco a poco, extraían la información no solo sobre sus negocios, sino también sobre su vida personal. Sin embargo, lo que ignoraban era que Matías estaba plenamente consciente de sus intenciones, y la información que compartía era exactamente la que ellos deseaban que supiera.

⎯Entonces, ¿te haces cargo de los negocios de tu padre? ⎯Recapituló Lucas, mientras fumaba un puro con lo que él pensaba era gracia. 

⎯Sí. Mi padre dejó todo sumamente ordenado, pero, es mi deber continuar con su legado. Además, tengo que ver por el bienestar de mi familia. 

⎯Sí, sí, claro… no tienes idea de lo mucho que me identifico ⎯contestó Lucas, para luego darle una palmada en la espada como si ya fuesen amigos. 

Matías, claramente se molestó ante ese gesto. No le gustaba para nada la actitud del hermano de Selene, pero supo que no le quedaba otra más que aguantar. 

⎯Creo que debe ser complicado llevar un negocio así de grande a tan corta edad, ¿no crees? ⎯preguntó Victoria. 

⎯No, en realidad es demasiado fácil. Desde pequeño supe que tenía que hacerlo así que me preparé bien. 

⎯Bueno, eso sí. Pero, ¡qué pesado debe ser el no poder estudiar lo que se desea! ⎯insistió Lucas.

⎯Pues, yo sí estudié lo que deseo. Que no me dedique a eso es porque opino que la empresa es mucho más importante. 

⎯Y, ¿qué estudiaste? 

⎯Bellas Artes. 

⎯¿Bellas Artes? ⎯preguntó Lucas, para luego lanzar una carcajada. 

⎯¿Qué tiene de gracioso? ⎯inquirió Matías. 

⎯No nada, nada. Lo que sucede es que ya veo el porqué decides seguir con los negocios de tu padre. 

⎯¿Crees que me moriría de hambre? ⎯Continuó Matías.

⎯Pues… 

⎯Quiero que sepas que nuestra familia no proviene de una fortuna heredada; al contrario, enfrentamos prácticamente la pobreza total, y gracias a una gestión excepcional de inversiones logramos superar esa situación. La lección valiosa que aprendimos de todo esto es la efímera naturaleza del dinero y la importancia de la vida. También nos proporciona las herramientas necesarias para sobrevivir sin depender de una herencia familiar. Aunque pueda tener actualmente todo lo que deseo, entiendo que, en circunstancias adversas, podría mantener a mi familia trabajando arduamente. Porque, al final del día, lo que realmente importa es lo que uno sabe hacer, no simplemente lo que posee. ⎯habló Matías, dándole una lección a Lucas. 

⎯¿Estás insinuando algo? ⎯preguntó Lucas, bastante ofendido. 

⎯Solo digo lo que pienso, no sé si a ti te llegue el mensaje de otra forma ⎯respondió el invitado especial. 

Lucas apretó con fuerza el vaso de whisky, como si estuviera a punto de hacerlo añicos. No obstante, sintió la mano de su madre y le pidió que se moderara. En ese momento, Matías percibió que Lucas era un hombre impulsivo, orgulloso pero al mismo tiempo impulsivo, guiado más por su temperamento que por un razonamiento reflexivo.

⎯Pues esperemos que no pase nada de eso ⎯comentó Victoria. 

En ese instante, Matías pudo haber dicho que se retiraba, inventar un pretexto y salir huyendo de allí. Su instinto se lo decía, su cerebro se lo pedía, pero, el corazón le dijo que no sería posible, cuando vio entrar a Selene Grieff, por la puerta del salón. 

Su mirada se clavó completamente en ella, en su figura, en su belleza. Selene, al contrario de su madre y hermano, ella expedía una vibra de calma, de simpatía y ternura, que contrastaba completamente con el ambiente. 

Selene, era diferente, mucho muy diferente a su hermano y a su madre, y no tenía que decirlo para que Matías lo supiese. Era una joya escondida en el lodo, y él, había tenido la fortuna de encontrarla. 

⎯¡Selene, hija! ⎯Llamó su atención Victoria. 

Selene caminó hacia ellos y les regaló una sonrisa. 

⎯¿Por qué tardaste tanto?, te estábamos esperándo. 

⎯Lo siento, es que mi padre necesitaba algo y me quedé a atenderlo ⎯contestó. 

La mirada de Matías no se despegaba de ella, y por un instante, ella supo que la razón por la que él estaba ahí, era por ella.

⎯¿No vas a saludar a nuestro invitado especial? ⎯inquirió su madre. 

Tanto Matías como Selene se vieron a los ojos y se sonrieron. 

⎯Buenas noches. 

⎯Buenas noches, Selene. Al parecer, tienes vocación para la medicina ⎯le comentó, haciéndola a ella sonreír. 

⎯¿Crees? 

⎯Lo creo. Vas por la vida sanando, solo los doctores hacen eso. 

⎯Siempre he dicho que mi hermana debería ser enfermera… es muy buena en ello. ⎯Trató de halagarla su hermano, pero, de nuevo, salió mal. 

Matías volteó a ver a Lucas y sonrió levemente. 

⎯Tu hermana no se conformaría siendo enfermera, ella podría mover todo un imperio si se lo propusiera o si no hubiese preferencias personales. 

Victoria supo en ese instante lo que Matías insinuaba. Se supone que Lucas, al ser hombre, era quien debía heredar todo y hacerse cargo del legado de su padre. Sin embargo, su hijo no era un hombre de objetivos y menos de trabajo, todo lo contrario de su hija. 

⎯Lucas, ¿por qué no me acompañas?, tenemos que hablar algo con los Rais. 

⎯Sí, claro, madre… los dejamos. Atiende bien a nuestro invitado, hermanita ⎯habló Lucas, para luego tomar el brazo de su madre y alejarse de allí. 

Selene y Matías se quedaron solos, envueltos en esta aura desconocida pero agradable. Él le ofreció una copa y Selene la aceptó con amabilidad. Después de unos sorbos y de un intercambio de miradas. Fue Matías quien decidió iniciar la conversación, porque, al parecer, Selene era en verdad tímida. 

⎯¿Cómo está tu padre? 

⎯Bien. Cansado. Aún debe permanecer en cama y hacer un poco de rehabilitación. Sin embargo, él ya quiere ponerse de pie. Dice que tiene muchas cosas que hacer. Es la primera vez en años que mi padre no va a trabajar o hace algo. Así que entiendo su desesperación. 

⎯Eso pasa. Mi padre trabajó hasta el último día de su vida. 

⎯Creo que mi padre lo hará igual. La verdad me duele verlo así. Cuando uno está chica piensa que sus padres son invencibles, que van contra viento y marea y que nada puede tirarlos. Pero, de pronto uno crece y los nota débiles y apagados, y se rompe la ilusión de fortaleza. Después, uno se percata que ellos también tenían miedos, dolores y sin sabores, y que simplemente decidieron ignorarlos por el bien de su familia. 

Matías sonrió. El discurso de Selene le impresionó. Al contrario de Lucas, que solo abría la boca para decir tonterías, ella tenía los pies bien puestos sobre la tierra y moderaba sus palabras de una forma magistral. Ahí, él supo que Selene no solo era hermosa, sino muy inteligente, y esa mezcla más la amabilidad y ternura que le despertaba, le atraía como un imán. 

⎯Tardaste porque en realidad no quieres estar aquí, ¿cierto? ⎯comentó Matías. 

⎯¿Se nota? ⎯preguntó Selene, entre sonrisas. 

Ambos comenzaron a caminar, alejándose completamente de los invitados y saliendo al balcón principal de la casa. De nuevo, la noche estaba fresca y despejada, con una luna llena impresionante que los bañaba de luz. 

⎯Bueno, a buen conocedor pocas palabras ⎯dijo él. 

Selene suspiró. 

⎯No soy fanática de las fiestas como mi madre y mi hermano. Eso de estar en medio de todos, de personas que apenas conozco y fingiendo que me interesa lo que dicen, no es lo mío. 

⎯¿Quieres decir que ahora estás fingiendo que te interesa lo que te digo? ⎯preguntó Matías, en un tono casual. 

⎯No, incluso la razón por la que decidí bajar, fue por ti. 

⎯¿En verdad? ⎯preguntó, impresionado. 

⎯Sí, pensé: “pobre hombre, no se merece esa clase de tortura”. 

Ambos se rieron. 

⎯Bueno, pues, gracias por rescatarme de nuevo. 

⎯No hay nada que agradecer, sé lo pesado que puede ser Lucas y mi madre, bueno… 

⎯Bueno… ⎯respondió Matías en un murmullo. 

Ambos se quedaron en silencio, viendo el paisaje y disfrutando de la bebida. Matías veía de reojo a Selene, tratando de averiguar qué pasaba por su mente en ese instante. Sin embargo, la dinámica cambió cuando ella volteó a verle y le sonrió. 

⎯¿Es verdad que preguntaste por mi padre en el hospital?

Matías asintió. 

⎯Sí. El señor Grieff es bastante conocido por mi familia y solo quería saber si se encontraba bien. 

⎯Gracias, de verdad. Creo que has sido el único que se ha preocupado por él de una manera honesta. 

⎯¿Hay otro tipo de preocupación? ⎯comentó Matías. 

⎯Sabes que sí… ⎯habló Selene⎯. Por eso es bueno encontrar a alguien que genuinamente se interese por las personas y no por el dinero que las mueve. 

⎯A ti, ¿no te interesa el dinero que las mueve? ⎯dijo Matías, ya en confianza. 

⎯No. Incluso creo que el dinero es un impedimento para ver la verdadera personalidad de las personas. Deslumbra y ciega. No se puede ver el fondo. Es como una pintura donde el brillo superficial puede eclipsar la verdadera expresión de la obra. El exceso de riqueza a menudo actúa como un velo que distorsiona las relaciones auténticas, ya que las personas pueden ser percibidas a través del filtro de su posición financiera en lugar de sus verdaderas cualidades. Como en una pintura, es necesario apartar las capas brillantes para apreciar la autenticidad que reside en lo más profundo.

⎯¡Guau! ⎯murmuró Matías, al escuchar el discurso de Selene. 

⎯Lo siento, no quería…

⎯¿Te gusta el arte? ⎯interrumpió Matías sus disculpas. 

⎯Sí, me encanta. Incluso estudio arte. 

Matías sonrío. 

⎯Yo también lo estudié. 

⎯Claro que no ⎯dijo Selene, entre sonrisas y bastante incrédula. 

⎯¿Qué?, ¿crees que hago todo esto para impresionarte? 

⎯Bueno… tú no tienes idea de lo que algunos han hecho para impresionarme. Sin embargo, no soy tan fácil de impresionar. 

⎯¿Qué se necesita para impresionarte?, ¿joyas?, ¿viajes? 

⎯Corazón… ⎯Fue ahora ella quien cortó las preguntas⎯. Se necesita corazón. 

⎯Corazón… ⎯repitió Matías, con una sonrisa. 

⎯Es difícil encontrar a alguien con corazón, sobre todo cuando eres Selene Grieff y sabes el poder que tienes sobre las personas. Estoy cansada de tener ese poder. Quiero que me vean como una pintura, que se aparten las capas brillantes y se percaten de la autenticidad que reside en el corazón. Lo digo porque así me gusta ver a las personas.

En ese instante, Matías supo que lo que sentía por Selene no era un simple enamoramiento, sino una conexión profunda. De pronto, en todo este mundo que le rodeaba, lleno de contratos, favores y estrategias, ella le daba un respiro y le brindaba un refugio donde podía ser él sin importar nada. 

⎯Solo un experto en arte puede apartar el brillo y ver la profundidad ⎯murmuró. 

⎯Entonces, posiblemente debería buscar al amor de mi vida en un museo. 

Ambos se rieron bajito, para después quedarse en silencio. El aura que los rodeaba los mantenía alejados de la fiesta llena de humo y risas fingidas. Los dos se daban un respiro, hacían una pausa en esa terraza, mientras la luz de la luna les iluminaba lo que era el comienzo de una historia con altos y bajos, con pozos de tristeza pero más picos de felicidad. Ellos no lo sabían, pero ese día, uno de los dos se enamoró profundamente y el otro conoció el amor que le cambiaría la vida. 

⎯¿Estarás mucho tiempo aquí? ⎯preguntó Selene. 

⎯No lo creo. Debo regresar a Madrid, tengo que ver cosas de la empresa y ver a mi familia. 

⎯Vaya… entonces, ¿ya no tendré que rescatarte en las fiestas? 

⎯No, creo que ya no. 

Selene sonrió y estiró la mano. 

⎯Te deseo mucha suerte, entonces. Espero que algún día nos volvamos a ver. 

⎯Gracias. Espero que sí. 

Selene asintió con la cabeza y, sin pronunciar palabra alguna, se encaminó hacia la puerta del balcón. En ese momento, Matías sintió un deseo intenso de tomarla del brazo y rogarle que no se fuera, que permaneciera con él el resto de la noche o, si así lo deseaba, para siempre. Sin embargo, no se atrevió a expresar nada; simplemente la dejó ir. Un silencio cargado de emociones colmó el espacio mientras ella se alejaba.

Selene era perfecta, pero aún dudaba de que algo entre los dos se pudiese dar, así que simplemente regresó la vista al balcón y con una sonrisa recordó las palabras que le había dicho. Entonces, un impulso lo envolvió, y volteó para seguirla, la alcanzó justo cuando ella subía las escaleras hacia las habitaciones. 

⎯Selene ⎯pronunció su nombre, y ella volteó de inmediato. 

⎯Dime. 

⎯Antes de irme a Madrid, tengo un evento en una galería. Es una amiga que está exponiendo su nuevo trabajo y pues no conozco a nadie más que esté interesado en el arte y quería saber si quieres ir conmigo y compartir opiniones. 

Selene sonrió. 

⎯¿Cuándo sería?

⎯En dos días. 

Selene dudó por un instante, sin embargo, se animó al ver que Matías podría ser un buen amigo y compartir con él esa pasión que tenía por el arte y la pintura. Hasta ahora, era con la única persona, además de Elías, con la que podía hablar de ello sin que la ignoraran o trataran de cambiar el tema. 

⎯Bueno, ¿por qué no? ⎯contestó. 

⎯Bien, entonces… paso por ti a las siete. 

⎯Sí, a las siete está bien. 

Ambos sonrieron. 

⎯Buenas noches, Selene. 

⎯Buenas noches, Matías. Espero que el resto de la noche te sea leve. 

⎯Espero… ⎯respondió él, para luego verla partir. 

«Me casaré con esa mujer», pensó Matías, mientras en su rostro se dibujaba una sonrisa, para después regresar a la fiesta, donde ya nada tuvo sentido. 

3 Responses

  1. Ohhhh, Mathias está siendo apuntado en la lista de mis personajes favoritos, hago lo que haga más adelante, será comprendido!!!
    Pobre Selene, sé que sufrirá mucho.

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