Lila 

Después de la pelea con Pablo, me quedé con una sensación en el corazón de angustia y culpa que aún no me puedo quitar. Deje que pasaran unos días para llamarle, pero por más que insistí él no me respondió. Lo entiendo, yo tampoco respondería. 

Reflexioné mucho lo que me dijo, como actué, y no me reconocí. Por primera vez, debo admitir que me siento perdida y, no sé por qué, ¿a caso el amor debería hacerte sentir así? No lo creo. 

Yo veo a Alegra y a Karl, tan felices y con un nivel de complicidad tan grande que se les nota que están enamorados. Ella ha aprendido a defender y a proteger a su hombre, ¿por qué yo no puedo con el mío?, ¿a caso debería escuchar lo que otros dice?, ¿qué están viendo que yo no puedo ver? 

Todas estas preguntas rondan por mi cabeza, mientras mis manos se encargan de darle los últimos detalles al vestido de Cassandra Karaggianis. Veo como la aguja entra en la tela y sale con facilidad. Siento la tela fina y suave entre mis dedos, y el dolor de mis manos por estar apretando la aguja. De pronto, un pinchazo me hace reaccionar, y suelto la tela para fijarme que tengo sangre en el dedo. 

Reviso de inmediato que la tela no se haya manchado, y solo noto una ligera y tenue mancha de sangre que puede salir fácilmente con un poco de quita manchas. Sin embargo, mi dedo sangra más de lo normal, así que me levanto para ir hacia el baño y lavarme. 

⎯ Concéntrate Alegra, concéntrate.⎯ Me regaño. Mientras el agua limpia la sangre del dedo. 

Cuando siento que la sangre ha dejado de fluir. Cierro la llave y tomo un poco de papel de baño para enredarlo en mi dedo. Lo aprieto con fuerza, y, mientras siento cómo el papel se mancha de sangre, me veo en el espejo, para ser el día más feliz de mi vida, me veo un poco… infeliz. 

Hoy, Antonio viajará para Madrid para conocer a mis padres. Hemos quedado de verlos en un restaurante de aquí de la ciudad. Lo que quiero es que, antes de llevarlo a la casa familiar, ellos puedan verlo en privado, y así platicar con él. 

Antonio vendrá directo al talle, de ahí nos iremos al restaurante y el resto será historia. Después, cuando mi hermana Alegra regrese de su viaje a Ámsterdam, lo invitaré a la casa para que conozca al resto de la familia y todo estará bien. 

⎯Todo estará bien.⎯ Repito frente al espejo del baño ⎯. Todo estará bien, ¿verdad? 

Es evidente que mi reflejo no me contestará, pero estoy deseando un poco de apoyo en esta situación. Sin embargo, como nadie sabe nada al respecto, no hay quien me la dé. Hoy, justamente hoy, me arrepiento de no haberle dicho a nadie, nada sobre mi relación con Antonio. 

⎯Tranquila, Lila.⎯ Me aliento, porque en este momento a la única persona que tengo es a mí misma; ojalá tuviese a mi hermana conmigo. 

La puerta del taller hace que salte asustada. La han tocado de una forma tan agresiva que siento me da miedo. Dejo el papel lleno de sangre y salgo del baño para dirigirme hacia allá. 

⎯¿Quién es? ⎯ pregunto. 

⎯¿Lila Canarias? ⎯ se escucha una voz de hombre. 

⎯¿Quién le busca? 

⎯Soy el chofer del joven Antonio, traigo un mensaje para usted.⎯ Y sin decirme más, avienta un sobre por debajo de la puerta. 

Me agacho a recogerlo, y cuando abro la puerta, solo veo cómo su figura se dirige al fondo del pasillo. El hombre abre la puerta de las escaleras de emergencia y desaparece. 

⎯Pensé que nos llevábamos bien ⎯ murmuro, jugando con el sobre entre mis manos. 

Cierro la puerta, y con ansias abro el sobre, «¿será una sorpresa previa a la vista?, ¿algún mensaje que me quiera dar antes de conocer a mis padres?»

De pronto, noto que es la invitación a una boda. En letras doradas veo escrito su nombre Antonio de Marruecos y al sacar por completo la tarjeta, mi corazón se paraliza al ver ese nombre escrito: Atenea Karagiannis. 

⎯¿Qué demonios? ⎯ pregunto. Mientras comienzo a leer. 

¡Celebremos el Amor!

Es con gran alegría que Antonio de Marruecos y Atenea Karaggianis, te invitan a compartir un momento de amor y unión en su Boda.

Esperamos que puedas unirte a nosotros en este día especial

para presenciar el intercambio de votos y celebrar el comienzo de

nuestra vida juntos.

Tu presencia será el mayor regalo para nosotros. Esperamos verte allí y compartir esta ocasión llena de amor y felicidad.

¡Con amor, Antonio y Atenea!

⎯No… ⎯ murmuró, mientras leo una y otra vez la invitación ⎯. No, claro que no. Esto es mentira, es una broma pesada. No. 

Desesperada, corro hacia mi bolsa y saco el móvil para llamarle a Antonio. El tono suena una y otra vez, pero no hay respuesta de su parte. 

⎯Vamos, contesta, contesta.⎯ Le exijo, mientras mi dedo mancha el fino cartón de la invitación. 

Vuelvo a llamarle. El móvil suena. Cada tono de llamado me desespera más que el otro. No puedo creer lo que está sucediendo, ¿qué fue lo que me perdí?, ¿qué no vi?, ¡que está pasando!, ¡Qué! 

⎯Vamos, Antonio. No me hagas creer que esto es verdad… te lo pido ⎯ ruego, mientras el tono de marcado suena, pero la llamada no es contestada. 

Lo intento una vez más. No contesta, solo el tono de llamado suena y suena, y suena sin cesar. Comienzo a desesperarme. Las lágrimas se van juntando en mis ojos, hasta que una cae sobre mi mejilla y sé que estoy perdida, completamente perdida. 

⎯No… ⎯ murmuro. 

Las palabras de Moríns y Pablo resuenan en mi cabeza. Comienzo a entrar en un lapso de locura. Esto debe ser mentira, no puede ser verdad. Antonio me ama, él me ama. 

Intento una vez más, y después de dos tonos, contesta la llamada.⎯¡Antonio!, ¡qué bueno que me respondes!, me llegó… 

⎯Deja de llamar, Lila Canarias ⎯ me dice una voz fría. 

⎯¿Qué? 

⎯Se te mandó la invitación de advertencia. Considéralo un gesto amable de mi parte para hacerte saber que Antonio es mío y de nadie más, ¿comprendes? 

⎯Pero, pero… ⎯ Tartamudeo, porque no encuentro las palabras para seguir expresándome. 

⎯Ya dejé que Antonio se divirtiera un poco, y que se desfogara contigo, pero, ya no más. Como ves, pronto nos vamos a casar y él se olvidará de ti. Solo fuiste un juego, Lila Canarias, ¿qué pensaste?, que todo lo que te dijo era verdad. Claro que no. 

No puedo creer lo que estoy escuchando. Las lágrimas no dejan de correr por mis mejillas, la mano me tiembla del coraje, de la rabia que me está comiendo por dentro. 

«Tantos misterios. Tantos días esperándolo. Tantas ausencias y todo tenía un porqué». 

⎯Lila, te recomiendo que te largues de Madrid, que te vayas lejos si no quieres que tu familia lo pague por ti. 

⎯¿Me estás amenazando? 

⎯No, te lo voy a cumplir. Sé quién es tu familia y lo que hacen, y los Karagiannis tenemos nuestros métodos para hacer entender a las personas que con nosotros no se pueden meter. Te lo advierto, si no te largas de Madrid hoy mismo me desquitaré con cualquiera que lleve tu apellido, ¿entiendes?

⎯Pero… Antonio ⎯ repito, porque aún no lo puedo creer… 

⎯Antonio, se casará conmigo. 

⎯Quiero que él me lo diga, ¿dónde está?, ¡pásale el teléfono!, ¡PASÁSELO! ⎯ Le exijo. 

De pronto, el ruido de la puerta me hace saltar, haciendo que casi tire el móvil al suelo. Otro sobre pasa por debajo de la puerta.⎯ Considera esto también una cortesía de nuestra parte. Le pedí a tu “novio” que te dejara un mensaje para que no fuera mal educado. Espero que eso te sirva para entender que Antonio se casará conmigo, y que tú solo fuiste el jueguito de los martes. Si supieras las carcajadas que mi hermana y yo nos echábamos cada vez que te veíamos. Pensábamos: pobre ilusa, si supiera lo que nosotros sabemos, no se vería tan feliz. 

Estoy en pleno llanto, uno tan fuerte que juro se puede escuchar más allá de las cuatro paredes de la habitación. ⎯ No… 

⎯Desaparece de su vida, te conviene, porque no querrás ser la amante de un hombre como él, Lila Canarias. 

La llamada se termina. El móvil se desliza de mis manos y cae al suelo. Mi mente no sabe qué pensar, mis labios tiemblan, mientras las lágrimas nublan mis ojos. El dolor y el enojo son tan grandes que me hace sentir náuseas, me dan ganas de volver el estómago. 

Voy hacia la puerta, y, como lo hice con el sobre anterior, lo tomo con las manos temblorosas. Lo abro enseguida, y claramente veo la letra de Antonio en una cuartilla. 

Querida Lila:

Espero que estas palabras te encuentren en un momento de serenidad, aunque intuyo que lo que tengo que decirte será difícil de asimilar. Te escribo con el corazón pesado y una sincera necesidad de ser honesto antes de que las cosas se vuelvan más complejas. Aunque temo que mi confesión pueda alejarte de mí, creo que la verdad merece ser conocida, incluso si ello significa enfrentar las consecuencias.

Sé que mis acciones han creado una conexión entre nosotros y que, al revelar esto, puedo cambiar todo irreversiblemente. Sin embargo, no puedo vivir con esta mentira, y quiero que entiendas las circunstancias en las que me encuentro. Estoy comprometido, una realidad que he tratado de ignorar y que ha llegado a un punto en el que no puedo continuar haciéndolo. 

Cuando pasé tiempo contigo, nunca pretendí que fuera un simple juego. Cada momento que compartimos fue genuino, y te aseguro que cada uno dejó su huella en mí. Quiero que sepas que valoro el tiempo que pasamos juntos, y nunca olvidaré los sentimientos que florecieron entre nosotros. Sin embargo, tengo deberes familiares que no puedo ignorar y que han llegado a un punto en el que no puedo aplazarlos más.

No me justifico, ni trato de minimizar lo que hemos compartido. Comprendo que mis palabras pueden parecer insuficientes y frías, pero quiero que entiendas que mi situación es más compleja de lo que puedo expresar. Las promesas que hice en momentos de pasión y emoción no pueden sostenerse en mi realidad actual.

Te pido que me permitas retirarme de tu vida, ya que cualquier otra cosa sería injusta tanto para ti como para mí. Te ruego que no intentes contactarme, pues estoy comprometido a seguir adelante con las decisiones que he tomado. No quiero que te aflijas tratando de entender mi situación, puesto que no es algo que pueda explicar con facilidad.

Te deseo sinceramente que encuentres la felicidad que mereces. Que cada uno de tus sueños y deseos se cumplan en el tiempo adecuado. Quiero que sepas que serás siempre recordada como alguien especial en mi vida, alguien que me enseñó a amar sin reservas.

Espero que puedas encontrar en tu corazón la comprensión para perdonarme algún día, y lamento profundamente el dolor que estas palabras puedan causarte.

Con pesar,

Antonio de Marruecos

Termino de leer la carta y una arqueada hace que corra al baño y vuelva el estómago. Lo hago con coraje, rasgándose la garganta de la fuerza con la que estoy vomitando. Mis manos se enrojecen por aferrarse a la taza. 

No lo puedo creer, todo era verdad. Cada sospecha, cada palabra, este sentimiento de incertidumbre, todo era verdad. Mi corazón lo sentía, mi cuerpo me lo decía y yo… decidí creer. Fui solo un juego, una amante, una mujer que sirvió de consuelo. 

Puedo sentir cómo mis sueños muere, como la historia de amor que había imaginado en mi cabeza se derrumba ante mis ojos, y mi mente me grita con fuerza: «La intuición es la maestra más grande, pues es tu corazón hablándote, guiándote; es la voz interna que te insta a ver más allá de lo que conoces». 

⎯Si estuvieras aquí abuelo, estarías muy decepcionado de mí ⎯ hablo, al fin, para después romper en llanto ⎯. Soy una tonta, ¡una tonta!. Yo te defendí y así me lo pagaste, ¡DIJISTE QUE ME AMABAS! 

En eso me pongo de pie y corro hacia el taller. Con las manos comienzo a arrancar las postales, las fotografías, todo lo que me recuerda a Antonio de Marruecos. Mi coraje se cuela a otros lados. Empiezo a destrozar los bocetos de los vestidos de novia que hice para Cassandra, a cortar las telas con coraje y empujar y destrozar todo a mi paso. 

Tengo un coraje tan grande en mí que no sé cómo canalizarlo, no sé cómo frenarlo. Al terminar, me hinco en medio de la sala, con las manos aun sangrando, con el aliento a vómito y las lágrimas mojando mi vestido. 

⎯Tengo que irme de aquí ⎯ murmuro ⎯. Tengo que desaparecer. 

Así, me pongo de pie, como si estuviera en trance, camino hacia mi bolsa y la abro. Veo mi pasaporte, no lo saqué desde la última vez que salí del país y sin decir ni una palabra, salgo de mi piso con el corazón destrozado. No quiero estar aquí, necesito huir. 

2 Responses

  1. Son malas y peligrosas estas karagiannis, desde cuando lo sabian… estará Antonia involucrada? El chófer… habrántraicionafo a Antonio?.
    Amenazar a los Canarias… pobre Lila.
    Algo no está encajando, Antonio feliz por los papeles /Antonio despidiéndose y Atenea respondiendo au móvil… Estará en peligro Antonio?
    Lila vuelve a cometer el mismo error, callar, no vonfiar o apoyarse en la familia. Imagino que huye a México siendo el lugar menos visitado por Antonio.

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