Antonio

En la penumbra de mi habitación, me encuentro vestido con un impecable traje negro, y el cabello recogido, reflejo externo del luto que llevo por dentro. El silencio es mi compañero sombrío, uno que solo es roto por el suave tintero de las velas que se han puesto en un rincón, al parecer ellas también están en duelo. 

La estancia parece estar suspendida en el tiempo, atrapada en este momento sin que me pueda escapar. Aún no me puedo dejar de pensar en las miradas de mis hermanas cuando regresé de Madrid: frías, molestas y calculadoras. Echándome la culpa de la muerte de nuestro padre. 

Mis ojos verdes, unos que siempre están llenos de chispa y determinación, ahora están opacados por el dolor. Mi rostro expresa sensaciones entrelazadas: tristeza, frustración, desesperación. Hoy yo estoy de luto por partida doble. Perdí a mi padre, un hombre que representaba no solo la figura paterna, sino también un apoyo inquebrantable, que deja un hueco en mi vida que difícilmente se podrá llenar. 

Por otro lado, estaba la perdida de mi bella Lila, la mujer de la que estoy enamorado, que cautivó mi corazón, quien iluminó mi vida con una luz única, pero, se esfumó sin dejar rastro. 

¿Dónde está?, ¿dónde se fue?, ¿qué habrá pasado que tomó esa decisión? Su abandono es un puñal clavado en mi corazón que se clava con cada respiración que doy. Ella era mi único motivo para renunciar a todo e irme de aquí. Para aferrarme a la promesa de mi padre, y, ahora, siento que ya no tiene sentido. Me ha enterrado en esta vida y ya no puedo salir. 

⏤¿Señor? ⏤ Me interrumpe la voz de mi chofer. Aún me cuesta verlo al rostro después de todas las cosas que le dije cuando llegamos al taller de Lila y no la encontré. 

⏤Dime, ¿la encontraste? 

⏤No. No hay rastro de ella. Esperé ahí, como usted me lo pidió y la joven Lila no llegó. 

⏤Vaya… ⏤ murmuro. 

⏤Lo siento mucho, joven De Marruecos. 

⏤Yo lo siento más ⏤ pronuncio, y me pongo de pie. 

⏤¿Quiere que vaya al hospital de su padre?, ¿a su casa? 

⏤¿Para qué?, ¿para que Fátima Lafuente salga y nos corra como perros? ⏤ le pregunto, y al decir eso, recuerdo las fuertes palabras que me dijo su abuela, cuando insensatamente fui a buscar a Lila a su casa. 

⏤¿Entonces, qué hará? 

Suspiro. Me pongo de pie, me arreglo el saco y la corbata.⏤ Lo que he tratado de hacer desde hace tiempo… cumplir mi palabra. 

El chofer abre la puerta de mi habitación y, enseguida, salgo al corredor que, por los ritos funerarios, está iluminado solo de velas. El olor a incienso y flores invade el lugar y entre más, me acerco a dónde se encuentra el ataúd de mi padre, el aroma se hace más fuerte. Tan solo se abre las puertas del salón, veo a mis hermanas y mis cuñados. A Karagiannis y a sus hijas, todo esperando por mí. 

Al parecer, soy la estrella de la fiesta, le he quitado protagonismo a mi propio padre y solo porque desean saber lo que he decidido, y en qué manos quedará mi herencia y los destinos de mis hermanas. 

⏤¡Por fin!, te estábamos esperando ⏤ habla Antonia. 

La veo de reojo. No sé si en mi vida podré volverla a ver de frente después de todo lo que me dijo al regresar de Madrid, y lo que sospecho hizo para que no me casara con Lila; aunque ella lo niega. 

⏤Pensé que tendría que decidirlo después de los ritos funerarios, en quince días. 

⏤Karagiannis quiere… 

⏤Karagiannis puede hablar por sí solo, ¿no es así Antonia? ⏤ La callo, y ella frunce los labios en señal de frustración. Volteo a verle ⏤. Dime, ¿qué es lo que tanto te urge? 

⏤A mi no, sin embargo, el trato está establecido y a la muerte de tu padre, tenía que cumplirse. Ahora, después de lo que presencié horas atrás, creo que necesito una garantía de que sucederá. 

Volteo a ver a mis hermanas, todas vestidas de negro, cubiertas de la cabeza a los pies. Se sienten completamente afligidas por la muerte de mi padre, pero, hasta ahora, ninguna ha mostrado piedad sobre mí. Ni siquiera Ana, quién pensé sería mi apoyo en estos momentos. 

⏤Queremos que nos digas si te casarás o no.⏤ Se escucha la voz de mi hermana Antonia. En un tono más bajo que la vez anterior. 

Observo con detenimiento el ataúd de mi padre, de color café brillante con detalles en oro. Con él murió mi felicidad, mis esperanzas, todo a lo que yo me aferraba. Entre las sombras, la mirada de Atenea se posa sobre la mía y veo una leve sonrisa que hace mi cuerpo estremecer. 

⏤Leí el contrato que hiciste con mi padre y todo está correcto ⏤ hablo, viendo a la mujer rubia de veinte años, con la piel tan blanca como la nieve. 

⏤Claro que está correcto.⏤ Se enorgullece Karagiannis. 

⏤Y he decidido que me voy a casar ⏤ pronuncio. Un leve suspiro de alivio se hace en la habitación por el lado de mis hermanas, y, aunque las Karaggianis no se inmutan, veo en sus rostros una leve sonrisa ⏤. Pero no me casaré con Atenea.⏤ Agrego. 

⏤¡Qué! ⏤  expresa la mujer, mientras da un paso hacia delante. Sus ojos azules se encuentran llenos de sorpresa y sus movimientos denotan molestia. 

⏤No puedes escoger con quién te casarás ⏤ habla Karagiannis, conteniendo a Atenea. 

⏤ Claro que puedo y lo voy a hacer. No solo me aferro a la idea de salirme con la mía, al menos, sino que leí bien el contrato y ahí dice que debo casarme con una de tus hijas, más no especifica con quién. 

De nuevo el asombro se siente en el aire. Mi hermana Nadja se acerca y me toma del brazo.⏤ Antonio ⏤ murmura, y yo le doy una mirada para que me deje en paz. 

⏤El acuerdo de que fuera Atenea, fue de palabra con tu padre ⏤ habla Karagiannis. 

⏤Pero, como ve, la persona que le dio su palabra yace muerto en ese ataúd, y por lo que yo sé, su palabra ahora no cuenta nada. Es la mía contra la suya… tómela o déjela ⏤ hablo con seriedad y firmeza. 

⏤¿Y qué?, ¿si no lo acepto no te casarás?⏤ pregunta entre risas⏤. Lo perderían todo. 

⏤A lo que a mí me consta, yo ya lo hice. Me da igual si lo pierdo todo o no. Puedes hacer y deshacer lo que se te da la gana, pero, sabes que no te conviene. Los socios de mi padre solo confían en mí, y mantendrán sus alianzas si yo estoy a frente. Tu reputación y tus malos tratos te ha pasado factura y, no puedes darte el lujo de perder, ¿cierto?

Ahora es Karagiannis quien aprieta el puño, y trata de tranquilizarse. Atenea sigue tomada del brazo de Cassandra, mientras las demás hermanas miran atentas la situación. 

⏤Está bien. 

⏤Papá ⏤ murmura Atenea. 

⏤Dime, ¿con quién te quieres casar? 

Así, volteo a ver al resto de las Karagiannis y clavo mi mirada en ella ⏤. Me casaré con Thea. 

⏤¿Cómo? ⏤ preguntan todas, impactadas. 

Thea, la hermanastra de las Karagiannis da un paso al frente y me ve con sus ojos grandes y negros, mientras que juega con su cabello largo y rizado que cae sobre sus hombros. 

⏤Thea ni siquiera es una Karagiannis ⏤ habla en voz alta Cassandra, a la defensiva. 

Volteo a ver a su padre.⏤ Dime, Thea es tu hija, ¿qué no?.⏤ El hombre asiente con la cabeza ⏤. Tu sangre corre por sus venas, ¿no es así? ⏤ inquiero. 

⏤Lo es… ⏤ responde el hombre. 

⏤Bien, entonces, en lo que a mí me consta, es una Karagiannis. Si no es Thea, no será con nadie.⏤ Sentencio, con una frialdad que me sorprende. 

Atenea niega con la cabeza, mientras le pide a su padre que no dé el permiso. Las demás hermanas se quedan impactadas ante la escena, mientras que Thea sigue sin poder creer lo que está sucediendo. 

⏤Padre. Atenea era la indicada para esto. Durante años se lo dijeron y se preparó. Está lista para ser esposa de Antonio, no puedes decir que sí a la situación ⏤ habla Cassandra, en defensa de su hermana menor. 

Mis ojos se clavan en los de Karagiannis, y momentos después, él accede.⏤ Te casarás con Thea, después de quince días, al término de los ritos funerarios ⏤habla. 

⏤Te doy mi palabra ⏤ respondo, y estiro la mano para cerrar el trato con Karagiannis. 

La habitación se queda en silencio. Ni siquiera mis hermanas pueden pronunciar palabra. Me hubiese gustado que esta situación hubiese sido diferente, pero, al parecer, mi vida no acepta cambios drásticos como: un matrimonio por amor, sabiendo que la mujer que amo es el amor de mi vida y queriendo estar con ella voluntariamente. Al menos lo último, lo lograré con Thea. 

⏤Thea, ve a conocer a tu próximo esposo.⏤ Le pide Karagiannis. 

La mujer, de figura esbelta y cabello largo, camina hacia mí. Los brazos llenos de brazaletes dorados, hacen un tintineo, mientras brillan a la luz de las velas. Ella se detiene frente a mí y me regala una leve sonrisa. 

⏤Yo no… ⏤ comienza a hablar, pero le pido con amabilidad que guarde silencio. 

⏤Cuando estemos solos ⏤ le pido. Alzo mi rostro y ve a Karagiannis ⏤. La boda será sencilla, no quiero una fiesta grande y pueden escoger ustedes el lugar del enlace. Ahora, si me lo permiten, tengo que hacer unas cosas antes del funeral. 

La mirada de Cassandra y Atenea me funde por completo, y ahora me arrepiento de haber hecho mi elección por Thea de manera pública, porque sé, de buena fuente, que la pobre se la pasará mal hasta que haya salido de ese clan. 

Me doy la vuelta, y a pasos agigantados salgo del salón. Momentos después, escucho unos pasos detrás mío; mis hermanas han salido junto conmigo. 

⏤¡Antonio! ⏤ La voz de mi hermana Antonia me alcanza ⏤.¿Cómo te atreves a hacer algo así?, ¿de faltarme al respeto?, ¿de cambiar los tratos que nuestro padre ya tenía? 

⏤¡BASTA!⏤ grito, furioso, mientras me detengo y volteo a verlas. Mis hermanas se detienen con los ojos abiertos de tanto asombro ⏤.¿Qué más quieren de mí?, ¡Díganme! Ya hice todo lo que ustedes querían, ¿no me pueden dejar en paz? 

Todas están en silencio, e incluso Nadja se esconde detrás de Ana, como si estuviera protegiéndose de un monstruo o alguien peor. Yo no me reconozco. Estoy furioso, triste, vengativo. Quiero gritar a los cuatro vientos que estoy herido y que no me repondré jamás de esto. 

⏤No sé lo que pasó con Lila, pero, tengo la ligera sensación de que una de ustedes tuvo algo que ver. 

⏤¡Cómo te atreves a dudar de tu familia! ⏤ grita Antonia. 

⏤¡Cómo te atreves a exigirme tú a mí!. Ahora soy yo quien manda en esta casa y se van a tener que aguantar. Ya tienen lo que quieren, la familia no se desintegrará, no morirán de hambre y podrán seguir disfrutando de los privilegios… ¡Qué más quieren!, ¡que más!. A partir de ahora, no quiero quejas, ni peticiones, ni reclamos, ¿está claro? 

Un silencio denso se cierne sobre nosotros. Mi mirada se encuentra atrapada en las de ellas, como si en sus ojos pudiera hallar la respuesta a mi propia transformación. Me duele enfrentar la verdad: en cuestión de días, he pasado de ser el hombre más dichoso a un tirano que apenas reconozco. 

La comparación entre el Antonio de hace tan poco y el que tengo ante mí es desoladora. Como si la felicidad que irradiaba antes se hubiera esfumado con la partida de Lila, dejando a este Antonio oscuro y sombrío en su lugar. Me pesa la distancia abismal entre estas dos versiones de mí mismo, como si fueran polos opuestos y la dicha de ayer fuera un sueño efímero.

El vacío, que su partida ha dejado, se refleja en cada rincón de mi ser, y el anhelo por recuperar la versión pasada de mí mismo es abrumadora. Pero aunque desee con todas mis fuerzas recuperar la felicidad que tenía tengo que enfrentar la realidad: esa versión de mí desapareció, y esta versión de mí debe luchar por sobrevivir.  

⏤No nos puedes tratar así ⏤ habla al fin Ana ⏤, nosotros que culpa tenemos de… 

⏤Toda la culpa ⏤ interrumpo ⏤. Es más, creo que tú fuiste la principal culpable.⏤Y al decir esto hago mi cuerpo hacia delante para gradualmente hacerla hacia atrás y que quede arrinconada entre mi cuerpo y la pared. 

⏤No, claro que no. 

⏤ Tú sabías dónde trabajaba, sobre el anillo, mis escapadas. Yo confié en ti y tú me traicionaste. Pensé que estábamos juntos en esto y me pagaste con la peor de las monedas, Ana. 

⏤ Yo no fui, ¿cómo puedes pensar eso? ⏤ me pregunta entre lágrimas. 

⏤Me traicionaste. Al igual que todas ustedes.⏤ Y volteo a ver a mis hermanas ⏤. Ana fue el títere, pero alguien debió mover los hilos. Jamás las perdonaré, jamás. 

⏤Deja de decir idioteces Antonio, que te arrepentirás ⏤ habla Antonia. 

⏤Y tú, seguro que fuiste a decirle algo a las Karagiannis, porque a mí no se me quita de la cabeza que Atenea y Cassandra tuvieron algo que ver con todo esto. 

⏤Tal vez tu noviecita, simplemente te dejó porque es una mujer sensata y sabe a lo que se enfrentaba. ⏤ Remata Antonia ⏤. O tal vez no te amaba tanto como te decía. 

⏤¡Cállate!, tus palabras son puro veneno. Tú no sabes nada de promesas y no sabes nada de amor. No puedes hablar de lo que desconoces. Si esto se hubiese hecho por las buenas, yo te hubiese dejado que estuvieses con ella. 

Mi hermana se muerde los labios, pidiéndome que guarde silencio. Mis otras hermanas se encuentran en un silencio sepulcral, que hoy, va con el tono del ambiente. 

⏤Ahora, si me disculpan, tengo cosas que hacer.⏤ Finalizo. 

Ana permanece sumida en un mar de lágrimas, mientras que Antonia lucha por encontrar las palabras adecuadas en medio de este torbellino emocional. Si alguna vez pensaron que tras esta situación me mantendría inmutable, han subestimado la magnitud del cambio que ha tenido lugar en mí. A partir de este momento, rechazo ser el mismo Antonio que era en el pasado. 

La convicción con la que afirmo que ya no seré el mismo resuena en la habitación, y sé que el eco de mis palabras tiene el poder de transformar el curso de nuestras vidas.  La oscuridad de este momento amenaza con perdurar, pero no estoy dispuesto a ser víctima de su sombra, porque, aun así, me aferro a salirme con la mía. Cuando has transitado por la sombra mucho tiempo, aprendes los atajos hacia la claridad. 

Así, cuando llego a la oficina, en un solo movimiento tiro las fotografías que hay sobre el escritorio, junto con todos los papeles que yacían ahí. Como loco comienzo a gritar y a desfogar todo este enojo. 

⏤¡Yo los vi!, ¡yo los firmé! ⏤ expreso, para después tomar el anillo que llevo en el cuello ⏤. Cada martes te esperaré sin falta, eso es una promesa. Pero debes saber que mi amor por ti no conoce días ni horas, está presente todos los días de la semana. Te amo, Lila. 

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