Lila

En el centro y sur de México, el clima sigue un patrón bastante claro: la primavera es calurosa, mientras que el verano trae las lluvias. A partir de julio hasta casi el final de octubre, estas regiones experimentan lluvias frecuentes, y a veces incluso continúan en noviembre, aunque de manera menos constante.

Durante agosto, cuando se acerca septiembre, hay una semana en la que la lluvia cae sin parar, día y noche, sin dar tregua. Empieza con lluvia y termina igual, hasta que un día vuelve a salir el sol y la lluvia se limita a la noche, como una especie de canción suave que te ayuda a dormir.

Esta semana de lluvia fue justo como me sentí en esta última semana, una que pase en cama llorando hasta quedarme dormida y despertar para llorar de nuevo. Fue una semana gris, pero al mismo tiempo hermosa, donde tuve que pensar en cómo continuar mi vida después de todo lo que había sucedido.

Estoy consciente de todas las cosas que he hecho, no solo con respecto a mi familia, a Antonio y ahora a Pablo. Agradezco que él haya comprendido que estaba confundida, y que, por un momento, pensé que ese beso arreglaría todos mis problemas del corazón. 

También pensé que, después de lo sucedido, Pablo dejaría de hablarme o cambiaría su actitud conmigo, pero, fue todo lo contrario. Siguió igual, tratando de levantarme, apoyándome en lo que podía y dejándome llorar. Permitiendo que descargara todo este sentimiento que sentía, como las nubes que descargan el agua toda la semana. 

Entonces, al igual que ocurre después de una semana de lluvia, anoche el llanto, se detuvo, y en mi habitación se hizo el silencio. Ya no quedaba más, había llorado cada lágrima que tenía dentro de mí, y ahora me sentía mejor, con mi alma en calma, mi mente clara y mis metas definidas. Era hora de recuperar mi verdadero yo, levantarme y seguir adelante.

Hoy, por la mañana, me desperté temprano y tomé una larga ducha que parecía lavar toda la tristeza que aún quedaba en mi ser. Luego, fui a mi habitación y elegí uno de los vestidos que Marimar me prestó. Mientras me arreglaba, no pude evitar notar que esta versión de Lila que veía en el espejo era muy diferente a la que solía ser. Por un momento, sentí que la mirada soñadora que solía tener había sido reemplazada por una mirada más realista, y que la tristeza me había envejecido unos años. Todo había cambiado en mí, menos una cosa: el querer cumplir mis sueños. 

 ⎯Bien, Lila. Ya sabemos el siguiente paso, ahora… debes salir a buscarlo ⎯me digo, mientras arreglo mi cabello frente al espejo. 

Antes de salir de la habitación, noto las grandes y profundas ojeras que este rompimiento me ha dejado. Aún me duele la cabeza del llanto y posiblemente tenga recaídas. Pero ya no volveré a pasar lo que pasé durante semanas, ya no puedo, es indispensable que me ponga de pie y continúe. 

Abro la puerta de la habitación y un delicioso aroma a café llega a mi nariz de inmediato. Cierro los ojos disfrutándolo, y sonrío al escuchar que Pablo canta mientras prepara el desayuno que yo he ido aceptando día a día. 

Sin que mis pasos se escuchen, camino hacia la cocina, para encontrármelo cocinando unos huevos revueltos con pan tostado. Un desayuno rápido y sencillo antes de irse a la fundación. Él, viste de camisa blanca y pantalones de vestir azul marino, que realzan muy bien su físico. El cabello lo tiene perfectamente peinado para atrás, y, al parecer, se ha quitado la barba. 

 ⎯Buenos días  ⎯le digo, haciendo que él voltee a verme. 

 Pablo sonríe. 

 ⎯Lila, ¡qué gusto! Pensé que aún seguías dormida. 

 ⎯No, ya no. Sé que después de la salida a Garibaldi, volví a caer en esta depresión, pero, ya no más. Es indispensable que me levante. 

Pablo asiente con la cabeza. 

 ⎯Así me gusta. Esa es la Lila que conozco. Entonces, ¿quiere decir que ya tienes un plan?

 ⎯Pues, quiero buscar trabajo, ver si puedo conseguir algo mientras veo si revivo mi marca o simplemente me olvido de ella. 

 ⎯Creo que deberías revivirla. ⎯Pablo se aleja de la estufa para ir hacia mí. Él toma mis manos y las besa  ⎯. Eres la mujer más talentosa que conozco, Lila Canarias, y sería una lástima que por una situación así dejaras de crear.

 ⎯Lo sé. Pero si te soy honesta, se me han ido las ganas por completo de crear vestidos de novias. No sé si vuelva a ese rubro. 

 ⎯¿Entonces? 

 ⎯No lo sé. Solo iré a buscar trabajo y empezaré a generar mi propio dinero. Sé que mi padre me está depositando la mesada mensual, pero, no quiero solo vivir de eso. Así que iré, buscaré trabajo, ocuparé mi mente y después iré a comprarme ropa. Los vestidos de Marimar me aprietan mucho del pecho y del vientre. 

 ⎯Es que Marimar es demasiado delgada. Aunque, según ella, era la más robusta de las bailarinas en la clase de tu tía Ainhoa. 

Sonrío. 

⎯No comprendo cómo eso puede ser posible. 

⎯Bueno, son bailarinas, supongo que en su mundo eso sí es posible. 

⎯Tienes razón. En fin, después iré a comprar ropa y comida. Creo que nuestra alacena se está quedando sin nada. 

Pablo voltea a ver el mueble de la alacena y suspira. 

⎯Lo siento, he estado muy ocupado con la fundación y con cosas de mis negocios, no he podido ir al supermercado. Además, últimamente no comes mucho, así que he pedido muchas cosas a domicilio. 

⎯Lo sé, no te preocupes. No he sido la mejor “roomate” de todas, pero, te prometo que voy a cambiar. 

Pablo, me da un beso sobre la frente, y después acaricia mi mejilla. 

⎯De verdad, me da gusto que estés mejor. Debo confesar que por un momento pensé que te perdería. Ahora, prométeme que de aquí solo verás hacia adelante. 

⎯Lo prometo. Te juro que las cosas cambiaran tanto que estas semanas pasarán completamente desapercibidas.⎯ Suspiro ⎯. Ahora, ¿crees que podamos desayunar?, muero de hambre y tengo antojo de un delicioso jugo de naranja. 

⎯Concedido… ⎯ contesta Pablo, para después ir hacia la cocina y comenzar a preparar todo. 

***

Después de un vasto desayuno que, en verdad, me supo a gloria. Salí a recorrer las calles en busca de aclarar mis ideas y saber cómo empezar a buscar trabajo. Sé que sonará muy idiota de mi parte, pero yo jamás he buscado trabajo. Desde antes de salir de la escuela, siempre me he autoempleado por lo que ahora, no sé muy bien por donde empezar. 

Pablo me dijo que podría buscar en internet algo, hacer mi curriculum y comenzar a enviarlo a todos los lugares donde soliciten mi perfil. Creo que es buena idea, sin embargo, ahora que me encuentro sentada, una de las cafeterías del centro histórico, tratando de actualizar mi curriculum, no sé muy bien por donde empezar. 

⎯Lila Canarias Ruiz de Con. Edad: veintiséis años, nacionalidad: Mexico – Española, o, ¿solo pongo mexicana?, o ¿ambas? ⎯ me pregunto. 

Borro lo que acabo de escribir y vuelvo a empezar. 

⎯Lila Canarias Ruiz de Con, edad 26 años, nacionalidad, mexicana. Pero, ¿se preguntará por qué hablo como española?, ¡Dios! ⎯exclamo, para luego borrar todo de nuevo ⎯. No puedo creer que algo tan sencillo se me complique, ¿a caso me he vuelto tonta hasta para pedir trabajo? 

Entonces, cierro la tablet y la guardo de nuevo en la bolsa. Tomo el café que he pedido para poder estar ahí sentada, y comienzo a caminar sin rumbo por las calles del Centro Histórico. Lo hago disfrutando de todo lo que está a mi alrededor: los aromas, los edificios, los sonidos, el caminar de prisa de los transeúntes. 

Así, después de unas horas, llego a la famosa calle de las novias, el lugar que vio nacer la historia de amor de mis abuelos. Este lugar, ubicado en el corazón del Centro histórico, aún conserva su sitio emblemático y su encanto de tradición pintoresco. De pronto, me imagino a mi abuela caminando por aquí todos los días, por las calles empedradas y rodeadas de edificios coloniales. 

Observo los escaparates de las tiendas, mostrando los vestidos de novia y los accesorios. Los ramilletes, los tocados brillantes y la tristeza se apodera de nuevo de mí. Yo tenía un sueño que cumplirle a Ximena Caballero y ahora, quedó enterrado entre los comentarios horribles y la mala reputación que le dieron las Karagiannis. 

Me acerco, entonces, al antiguo local de mi abuela, que se encuentra en uno de los edificios coloniales con la fachada más antigua y sonrío al notar que la fachada está enmarcada por flores coloridas, especialmente rosas, que hacen contraste con el tono crema cálido de la pared. 

La curiosidad me gana, así que me dirijo hacia allá, para abrir la puerta del local y encontrarme con un espacio lleno de encanto y autenticidad. Las paredes de adobe están decoradas con fotografías de modelos luciendo vestidos de fiesta, de quince años y niños con ropones de bautizo. Los estantes exhiben delicados vestidos y trajes, con detalles exquisitos y encajes finamente trabajados. El sonido suave de las máquinas de coser crea una sinfonía de creatividad, y el olor a telas frescas llena el aire.

De pronto, siento un vínculo tangible con mi abuela, y me la imagino a ella, sentada en la trastienda, cociendo cada uno de los vestidos que diseñó desde cero y después confeccionó a mano. 

⎯Supongo que mi abuelo se quedó igual de impactado al ver este lugar ⎯murmuro. 

⎯¿Vienes por lo del trabajo? ⎯Escucho una voz al fondo, y, minutos después, sale una joven de mi edad, vestida con un precioso vestido de flores y el cabello lacio amarrado con un lápiz. 

⎯¿El trabajo? 

⎯Sí, el trabajo. El que dice el letrero de la vitrina. 

Así, voy hacia la entrada de nuevo y noto un letrero con un mensaje escrito con letras molde de color negro: 

Se busca costurera experimentada. 

⎯Dime que vienes por el trabajo, te lo pido. No tienes idea la de pedidos que tengo y me estoy volviendo loca. 

⎯Bueno, yo… 

⎯¿Tienes la solicitud de empleo? ⎯inquiere la mujer, y Lila solo niega con la cabeza ⎯. Es en serio, ¿viniste a buscar trabajo sin solicitud? 

⎯Bueno yo. 

⎯Mira, estoy muy desesperada para ponerme los moños, solo dime: ¿Sabes tomar medidas? 

⎯Sí. 

⎯¿Cortar tela, coser a mano, coser en máquina, interpretar patrones, diseñar patrones, modificarlos, costura de prendas desde cero, planchado, combinación de telas, costura de encajes y detalles? 

⎯Sí, sé hacer todo eso. 

⎯Bien, entonces si lo quieres, el trabajo es tuyo. Vamos. 

⎯Pero espera, ¿es todo? 

⎯¡Ah sí!, la paga… mira, este lugar tiene poco tiempo, pero tiene mucho potencial. Lo que sucedió es que mi socia se fue, quiso venderle la parte a otra persona y yo se la compré porque, bueno, es este es mi sueño. Tengo mucho trabajo, pero, no he podido sacarlo porque no tengo horas que me alcancen ni manos. La paga no será muy buena al principio, sin embargo, te prometo que mejorará. Si hoy me ayudas a sacar los siguientes pedidos, te puedo dar una lana. Y si mañana vuelves y me ayudas a sacar todos antes del fin de semana, te juro que te doy más dinero. Solo dime que te quedas, ¿sí? 

Me quedo en silencio. De pronto, siento que esta es una señal por parte del destino para comenzar de algún punto y el antiguo local de mi abuela, es el mejor sitio de todos. Además, aquí escondida en este diminuto lugar, la tristeza y el dolor del recuerdo de Antonio no me alcanzarán y estoy segura de que tampoco el amor lo hará. 

⎯Me quedo ⎯hablo al fin.  

⎯¡Excelente!, ¿cómo te llamas? 

⎯Lila Canarias ⎯ digo segura. 

⎯Yo soy Rosaura Castellanos, pero me dicen Rosa o Rosi.

⎯Gusto en conocerte, Rosi. Ya veo porque las flores en la fachada. 

⎯Sí, es parte de la marca que estoy tratando de lanzar. En fin, espero que el gusto sea mío, que mira, no prometo tantas cosas, pero, tengo la corazonada de que eres buena en todo esto. Ahora, manos a la obra, que de verdad el trabajo es mucho. 

Así, sigo a Rosi hacia la trastienda y, al entrar, veo varios maquis con modelos listos para ser coser y dar los últimos toques. La mayoría, son vestidos para niñas, uno que otro de quince años. También noto que hay uno que otro vestido de novia esperando por ser entregado. 

⎯Pasa, pasa. Mira, solo tengo una máquina por ahora, así que te ocuparás de coser a mano los detalles de los vestidos que yo te diga, ¿está bien? 

⎯Sí claro ⎯ respondo, bastante emocionada.  

⎯Como ves, nuestro mercado es diferente al de los vestidos de novias, pero, como dije, tenemos potencial. 

⎯¿Tú los diseñaste? ⎯ pregunto, mientras los observo con atención. 

⎯Sí, ¿tú diseñas? ⎯ me dice. 

⎯Uno que otro garabato ⎯miento. 

⎯Bueno, yo estudié diseño de modas en la UNAM, ¿tú estudiaste? 

En eso me quedo en silencio. No sé si decirle a Rosi que estudié en una de las mejores escuelas de diseño de Nueva York sea buena idea. Así que simplemente digo: 

⎯Me enseñó mi abuela. Ella solía trabajar en esto y yo le aprendí todo. Ya sabes, es como talento heredado. 

⎯Pues, espero que seas muy talentosa… vamos, comienza, que se nos hace tarde. 

Entonces, me puse manos a la obra y cuando menos me di cuenta, ya había entablado una amistad con mi nueva jefa. Entre zurcidos y cortes, Rosi me comentó como había empezado su marca junto con su mejor amiga, y como ella se alejó del negocio, influenciada por su novio. Llevaban más de catorce años de amistad, y por un hombre se habían separado. 

Ahora ella trataba de sacar a flote su sueño y su negocio, porque era lo único que tenía para mantenerse a ella y a su pequeña hija, Larissa que apenas contaba con la edad de cuatro años y que era cuidada por su madre. 

Me dijo que era difícil ser madre soltera, pero que prefería eso a estarle rogando al cabrón que la embarazo a que se hiciese cargo de ella. Después me preguntó sobre mi vida, le di algunos detalles omitiendo los orígenes de mi familia y mi apellido. Cuando menos me di cuenta, ya eran las nueve de la noche y yo, estaba cansada, pero feliz. 

⎯Mejor vete antes de que caiga la tormenta, ¿quieres que te dé un aventón a tu casa? ⎯ Me ofrece Rosi, mientras apaga las luces del local. 

⎯No, puedo irme caminando. No te preocupes. 

⎯Bien. ⎯Entonces, Rosi saca unos billetes y me los entrega ⎯. Trabajas bien, Lila, estás contratada. Mañana te veo a las diez de la mañana, antes de abrir tenemos que hacer una junta de jefa y personal. 

⎯¿Junta de jefa y persona? ⎯ pregunto, con curiosidad. 

⎯Sí, cafecito y chisme mientras vemos por el escaparate. Yo sé lo que te digo. 

Me río. 

⎯Está bien… aquí estaré. 

⎯Excelente. 

Ambas salimos del local y ella cierra la reja y le pone llave. 

⎯Hasta mañana, Rosi. 

⎯Hasta mañana, Lila. 

Me voy feliz, cansada de tanto trabajar, pero muy feliz. Cuando pensé que el día sería terrible, resultó ser el mejor de todos. No solo trabajo en el antiguo local de mi abuela, sino que mi jefa es agradable y estoy haciendo justo lo que sé hacer. Tal vez la paga, por ahora, no es de lo mejor, pero, si soy honesta, no lo necesito. Lo haré cuando le diga a mi padre que ya tengo trabajo y él me guarde la mesada solo para emergencias. 

Camino por la calle feliz. Voy a paso apresurado porque no tengo móvil y no me he podido comunicar con Pablo todo el día. Sin embargo, paso a un minisupermercado, compro algunas cosas para la lacena y paso a la farmacia para comprar otras. 

A unos pasos de mi piso, la tormenta comienza a caer, y yo corro hacia el edificio para entrar y evitar mojarme. Justo cuando voy entrando al piso, la luz se va. 

⎯¿Lila? ⎯ me pregunta Pablo. 

⎯Sí, soy yo. 

⎯Me tenías preocupado. Saliste temprano en la mañana y me dijo Maggy que no habías regresado. 

⎯Estoy bien, incluso, tengo muchas cosas que contarte. 

Cierro la puerta y, momentos después, las velas comienzan a inundar la habitación, iluminándola por completo. De nuevo la figura de Pablo se acerca a mí y me sonríe. 

⎯Cuéntame ⎯me dice ⎯. Soy todo oídos. 

Suspiro. 

⎯Conseguí trabajo. 

⎯¿De verdad? 

⎯Sí. Es justo en el antiguo local de mi abuela. Se llama Rosaura y es diseñadora de vestidos para eventos, pero se centra en niños. Pasé todo el día cosiendo y arreglando. Mañana volveré a las diez de la mañana. Me siento feliz. Sé que no es lo que imaginaste para mi Pablo, pero creo que es un buen inicio, ¿no crees? 

⎯Creo que es el mejor de los inicios  ⎯responde ⎯. Entonces, ¿quiere decir que mi regalo te va a ayudar? 

⎯¿Tu regalo? ⎯ pregunto. 

Así, Pablo me toma de la mano y me lleva hacia la sala. 

⎯Te diría que cierres los ojos, pero, ya está muy obscuro. 

Me río. 

En eso, él mueve una sábana y descubre una preciosa mesa de madera de diseño, una completamente nueva. 

⎯¡Qué! ⎯ expreso, bastante sorprendida ⎯ ¿Cómo? 

⎯Bueno, pensé que te puede servir para comenzar de nuevo. En el piso no hay un lugar donde puedas sentarte cómodamente a diseñar, así que vi esta y la compré, pasé parte de la tarde armándola. 

⎯Me encanta. 

⎯Ni siquiera la ves bien⎯ bromea. 

Me río de nuevo. 

⎯No, en realidad me encanta. Puedo verla con la luz tenue de las velas. 

Pablo pasa su mano por ella, la acaricia orgulloso, como si estuviera feliz de saber que él la armó y que es un regalo digno de una persona como yo. 

⎯Sé que aún no te animas a diseñar, pero, quiero que no tengas pretextos cuando una gran idea se te ocurra. Te compraría el material, pero, no tengo mucho conocimiento sobre el tema. 

⎯No te preocupes, ya hiciste mucho con la mesa ⎯ comento. 

Él me regala una sonrisa, y, a través de la obscuridad, puedo ver su mirada brillante e intensa. Pablo, es mi persona faro, no solo porque puedo ver la luz en su mirada, sino porque siento que él me guía a través de lo desconocido y yo me siento tranquila. 

⎯Gracias por quedarte conmigo, Pablo. Sé que tienes una vida y negocios que atender, pero, aun así, aquí estás acompañándome en esto que aún no sé qué es… ⎯ hablo, en un murmullo. 

⎯¿Llamémoslo borrón y cuenta nueva, quieres? ⎯ Me sugiere. 

Sin embargo, yo niego con la cabeza. 

⎯No, no puede ser así. 

⎯¿Por qué?, ¿estás en México, tienes trabajo?, y poco a poco saldrás de todo esto. Estoy seguro de que todo será un recuerdo y… 

⎯No ⎯ le interrumpo. 

⎯¿No? 

Suspiro. El ruido de la lluvia me acompaña en este momento, uno que había evitado desde hace semanas atrás, pero, que era hora de enfrentar. 

⎯Pablo. Tal vez, después de esto, te quieras ir y lo comprendo. Pero es un secreto que necesito decir ya por qué, pronto ya no lo será. 

⎯¿De qué hablas, Lila? ⎯ me pregunta, bastante preocupado. 

Paso saliva. 

⎯Pablo, estoy embarazada ⎯lo digo en alto, y después, solo se escucha la lluvia. 

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