Pablo
El silencio es en verdad profundo entre los dos. Solo es escucha el sonido de la tormenta y las velas apenas e iluminan el rostro de Lila. De pronto, las lágrimas comienzan a correr por sus mejillas, y sin poderse contener, llora a mares. Es un llanto pesado, trágico y de desahogo. Yo simplemente la tomo entre mis brazos y ella se aferra a mí.
⎯No sé qué hacer, Pablo. Me siento verdaderamente perdida en estos momentos. No sabes cuánto he llorado.
⎯¿Desde cuándo lo sabes? ⎯inquiero.
⎯Desde que salí de Madrid. Se supone que esta era una noticia de felicidad para Antonio. Se lo iba a decir después de que conociera a mis padres y mira ahora. Él se casó con otra mujer, yo estoy en México llorando como imbécil y con un bebé de él en mi vientre.
⎯Lils ⎯murmuro.
⎯Además soy una madre muy irresponsable. Sabiendo que estoy embarazada, se me ocurrió ir a Garibaldi y tomar como si no hubiese mañana. Pensé que si lo hacía podría provocar una situación que me hiciera perder el bebé, pero, al parecer, ha llegado para quedarse.
⎯Y, ¿tú quieres que se quede? ⎯le pregunto, con tiento.
Ella levanta la mirada y asiente.
⎯Quiero que se quede. Lo he pensado mucho y no tengo el valor para ir por mi pie y perderlo. Quiero que esté conmigo, pero, que nadie más lo tenga… no sé si me entiendas.
⎯Lo entiendo.
⎯No les dije a mis padres porque sé que se preocuparían y me obligarían a regresar a Madrid y yo no quiero regresar. Deseo quedarme aquí, criarlo y vivir en México. Si voy a empezar de cero lo haré en este lugar.
Asiento con la cabeza. Sé que Lila está hablando en serio, la he visto tomar otras decisiones y son en verdad contundentes. La abrazo de nuevo, Lila se pega a mi pecho y yo acaricio su espalda con cariño. No nos decimos nada, solo nos quedamos ahí, en medio de la sala, iluminados por las velas y escuchando el sonido de la lluvia caer.
Mientras estamos así, a mi mente vienen los recuerdos de todo lo que he pesado con Lila y cómo siempre ha terminado en una pausa. Cuando conocía Lila era un crío, como todos los que hemos convivido con los Canarias o Ruiz de Con.
La conocí cuando vine a México a su casa en Puerto Vallarta para una de las tantas reuniones familiares. Desde el primer momento que la vi, me enamoró. Su cabello rizado, esa sonrisa sincera y tan bonita que iluminaba todo. Su manera de hablar.
Pensé que era un amor de infancia, no obstante, cuando ellos se mudaron a Madrid, Lila se volvió en el centro de todas mis inspiraciones. Ambos habíamos crecido, yo era un tonto adolescente que se sentía feo y ella era una de las chicas más populares de la escuela.
Yo tenía la ventaja de verla fuera del colegio y eso me hacía feliz, porque por ahí yo podía hablar con ella, convivir, conocerla a fondo y no teníamos que lidiar con los otros chicos que se le acercaban. Aunque Lila, donde estuviera siempre era la misma.
Un día de primavera, Lila me besó. Lo hizo como regalo de cumpleaños, ya que había olvidado el verdadero en su casa. Fue por un instante pero caló hondo. Fue un beso inocente pero lleno de cariño. Todavía recuerdo que me vio a los ojos, me dijo que no era buena besando pero que trataría. Lo que ella no sabía es que para mí era el primer beso de mi vida.
En ese momento pensé que tenía una oportunidad con ella y logré acercarme, pero nunca fue suficiente. Lila se enamoró de otro, y luego lo dejó, yo me enamoré y la dejé. Pusimos lo nuestro en pausa. Sin embargo, jamás nos alejamos. Éramos confidentes, una mezcla entre amigos y novios, porque de vez en cuándo nos tratábamos como tal.
Nos separamos. Yo me dediqué a hacer lo mío y ella a estudiar, dejando de nuevo todo en pausa, los sentimientos enfrascados y olvidados, los bocetos de un romance y besos guardados en los labios.
Lila y yo, no importa dónde estemos, siempre volvemos a encontrarnos. Nuestra historia no es algo continuo, son momentos, lapsos en el tiempo que van entrelazando formando una relación fuerte, algo que no desaparece. Sin embargo, no quisiera que esto que continúa vuelva a la pausa, quisiera que fuera una eterna continuación.
Tengo la teoría de que si Lila regresa a mi vida tantas veces es porque tengo una oportunidad, y que le podré demostrar lo mucho que la quiero y la apoyo o no sé, tal vez estoy equivocado.
⎯Lils, debemos ver cómo está el bebé, ¿vale? Me gustaría asegurarnos que todo esté bien y que no está en riesgo. Después, quieras o no, tenemos que decírselo a tus padres. Creo que ya basta de secretos por un rato.
⎯Sí, está bien.
Ella alza la vista y me sonríe.
⎯Sé que pensarás que me aprovecho de ti o algo, pero te juro que yo no sabía que estabas aquí.
Sonrío.
⎯Jamás lo he sentido así, Lila. Supongo que soy la persona adecuada para ti en este momento y me agrada la idea.
⎯Entonces, ¿te quedarás?
Beso su frente.
⎯Jamás me he ido Lila.
⎯Lo sé.
Lila se despega de mí y suspira.
⎯Perdón.
⎯¿Por qué?
⎯No lo sé. Solo siento que debes escucharlo.
⎯Lo que necesito escuchar es que estarás bien, y que seguirás adelante, ¿vale?
Ella asiente con la cabeza.
Un rayo cae a lo lejos, iluminando toda la habitación. Vemos la mesa de diseño recién armada y Lila la acaricia.
⎯Eso es algo que me gusta de ti, sabes.
⎯¿Qué?
⎯Que todo lo armas, lo reparas, le das una segunda oportunidad. No eres de los que desecha y compra algo nuevo.
⎯Mis padres me han enseñado lo valioso de las cosas. Lo que es conservar y mantener algo cuidado y bonito, o a alguien.
Al decir esas palabras, Lila sonríe. Me quedo observando su mirada, esa que refleja su alma y que siempre está llena de ternura y honestidad. A pesar del tiempo que ha pasado, su mirada sigue siendo inconfundible.
Debo admitirlo, sigo enamorado de ella, no importa cuántas estaciones hayan pasado, en esos ojos puedo encontrar la misma chispa de complicidad y amor de aquella niña que conocí.
⎯¿Crees que todos merecemos una segunda oportunidad?, o, ¿una tercera o cuarta? ⎯inquiere.
⎯Creo que a lo largo de la vida, todos tomamos y dejamos pasar oportunidades, y esas elecciones son las que, en última instancia, forjan nuestro destino. Somos, en cierto sentido, el resultado de las oportunidades que decidimos aprovechar. Por eso, no debemos lamentar en exceso las que dejamos escapar. Si en este momento estamos aquí, compartiendo este espacio y tiempo, es porque es exactamente donde debemos estar. Cada elección y oportunidad pasada nos ha llevado hasta este punto, y aquí encontramos nuestro propósito y significado en este instante.⎯recito.
Lila pone la mano sobre su vientre y sonríe.
⎯¿Me acompañarás en esta oportunidad que he tomado?
Yo asiento con la cabeza.
⎯Te acompaño, solo, no más secretos.
⎯No más secretos ⎯admite, para luego sonreír.
***
Al día siguiente
Siempre he deseado ser padre, formar una familia y vivir en paz en una pequeña casa. Despertarme con el sonido de la voz de mis hijos, ver a la mujer que amo recostada a mi lado y oler el aroma a café. He soñado con construir mi hogar, colgar las fotografías en los muros y salir a cortar el césped. He soñado con eso desde que era pequeño, desde que tuve el primer contacto con mis padres biológicos.
Mis padres, Ben y Xóchitl, tienen una adopción abierta, también en el caso de Marimar, lo que significa que yo convivo con mis padres biológicos, Juan y Hortensia, quienes me tuvieron cuando era muy joven y no me podían mantener. Así que prefirieron darme una mejor vida, dejándome en los brazos de mis padres adoptivos.
Desde mi infancia, he tenido la oportunidad de vivir junto a dos mundos diferentes y enriquecedores. Pasé largos veranos con mis hermanos en la modesta casa de adobe que Juan, con sus propias manos, construyó para todos nosotros. En esa etapa de mi vida, experimenté tanto la sencillez de comidas cocinadas sobre la leña como la elegancia de platos sofisticados que probé en Madrid. Aprendí a conocer la riqueza y la pobreza, a veces comprar todo lo que necesitaba en una tienda y otras veces tener que crearlo por falta de recursos.
Ben me brindó lecciones de ahorro y habilidades para gestionar mi dinero, mientras que Juan me enseñó habilidades prácticas, como reparar, armar y construir. Hortensia me inculcó la gratitud, y Xóchitl me inspiró a amar de manera incondicional. Estoy agradecido por haber absorbido lo mejor de cada uno de ellos.
La idea de una familia “construida” no me parece algo negativo, sino hermoso. En resumen, no me importaría quién sea el padre del bebé, siempre y cuando pueda compartir este momento con la mujer que amo. No estoy forjando ilusiones acerca de que Lila se quede conmigo y que yo lo adopte. Lo que intento expresar es que estoy dispuesto a estar con Lila y el bebé, brindarles mi apoyo y amor sin importar quién sea el padre biológico. Si Lila me lo permite, puedo estar ahí para ambos, ofreciendo lo mejor de mí, y si en algún punto decide que lo adoptemos, lo recibiré con los brazos abiertos. Por esta razón, estoy emocionado mientras espero en la sala del médico, ansioso por la siguiente consulta.
Lila, se encuentra a mi lado, moviendo la pierna nerviosa y viendo fijamente a la puerta del médico. La tomo de la mano y ella reacciona con un pequeño sobresalto.
⎯Traquila, todo estará bien ⎯le digo.
⎯Eso espero. Ahora que lo dije en voz alta, todo se ha vuelto tan real que no sé cómo reaccionar. También estoy pensando en mis padres, el cómo les diré y cómo lo tomarán.
Sonrío.
⎯Un paso a la vez, Lils. Primero veremos si el bebé está bien y luego vemos lo otro.
Ella aprieta mi mano y la besa.
⎯Gracias.
⎯No hay nada que agradecer ⎯le respondo.
La puerta del consultorio se abrió y una de las enfermeras llamó a Lila por su nombre completo:
⎯Lila Canarias Ruiz de Con.
⎯¡Soy yo! ⎯expresa, nerviosa.
⎯Pasa.
⎯¿Puede pasar él? ⎯Le pide, mientras me señala.
⎯Sí claro.
Ambos nos levantamos y entramos a la consulta del médico. Lo primero que vemos es un monitor de ultrasonido y al doctor esperando por nosotros. Tan solo dar un paso adelante, la atmósfera se cargó de anticipación y ansiedad.
⎯Pasen, bienvenidos ⎯nos dijo el doctor, con un marcado acento chilango ⎯ ¿cómo se ha sentido señora Canarias? ⎯le pregunta.
⎯Mal, las náuseas no me dejan en paz y los dolores de cabeza me traen loca.
⎯¿Desde cuándo siente los síntomas? ⎯Continúa el médico.
⎯Desde semanas atrás. Como unas cinco o seis.
⎯Entonces, tiene bastante tiempo. Venga, súbase a la camilla.
Con los ojos llenos de emoción y una sonrisa nerviosa, Lila se recuesta en la camilla y, de inmediato, me toma la mano con ternura.
⎯Aquí estoy.
⎯Lo sé ⎯contesta.
Así, ambos observamos el monitor que, por ahora, se encuentra vacío, pero, después de que el médico mueve el transductor suavemente por el vientre de Lila, sonreímos ante lo que estamos viendo. Un pequeño destello aparece en la pantalla. Aún no tiene forma, no se ve como un bebé, pero el sonido que sale de las bocinas nos indica que está vivo.
⎯¡Ahí está!, su pequeño corazón está latiendo ⎯habla el doctor.
El sonido de los latidos del corazón resuena por toda la sala y tanto Lila como yo lo observamos con una mezcla de alegría y asombro. Ese latido parece música de la vida, la confirmación de una oportunidad tomada pero, también, el resultado de un amor vivido… en pocas palabras, es el amor mismo.
Lila comienza a llorar. No sé si lo hace de emoción o al acordarse, de que ese bebé, tiene una historia detrás, una que no tuvo el final feliz que ella esperaba.
⎯¿Está bien? ⎯pregunta Lila, bastante preocupada.
⎯Está perfecto. Muy bien colocado, de los centímetros adecuados y su corazón late normal. En pocas palabras, señora Canarias, usted tiene entre 6 a 7 semanas de embarazo.
⎯Los hamptons ⎯murmura ⎯. Te hice junto al mar.
Mientras el médico continúa explicando el desarrollo del bebé, yo sostengo la mano de Lila con más fuerza, incapaz de apartar la vista del monitor. A medida que la conversación avanza, mis ojos se llenan de un amor profundo que jamás había sentido y de pronto, mi corazón, abraza la idea de ser padre.
⎯Si todo sale bien, nos veremos la próxima cita. ⎯Escucho al médico, saliendo de mi trance.
Lila se incorpora y yo le ayudó a sentarse sobre la camilla. El miedo se ha ido, ya pasó, ahora, llegan nuevos sentimientos.
⎯¿Todo bien?
⎯Estoy feliz ⎯me responde, y se acaricia el vientre ⎯. Estoy muy feliz. Quiero hacer todo por él o ella, darle mi amor y mi vida entera.
⎯Y, eso lo harás.
Lila suspira.
⎯No estoy sola, ¿cierto?
⎯Claro que no. Tienes a tu familia. Imagínate cómo se pondrán tus padres al saber que tendrán un nieto o nieta… ¡Imagínate a Alegra! ⎯hablo con entusiasmo.
⎯Me refería a ti ⎯comenta, y yo esbozo una ligera mueca con forma de sonrisa.
⎯Si tú deseas que me quede, lo haré.
⎯Entonces quédate. No sé a dónde lleve esto Pablo, pero sé que es una oportunidad que no debo dejar pasar. Quédate.
Asiento con la cabeza, confirmado mi compromiso de apoyarnos mutuamente en esta nueva fase de la vida, entrelazando aún más, nuestro destino.
Que triste tanta ilusión de Pablo queriendo estabilizar algo con Lila, para que ella quede con Antonio… ojalá no haya mucho dolor ni decepción.