Antonio
Odio las reuniones familiares, y mucho más las fiestas, porque en estas es cuando la familia aprovecha para hacer todo tipo de observaciones, reclamos o reproches. Sin embargo, a esta, tengo que ir porque es la boda de Cassandra Karagiannis y ahora como esposo de Vera no tengo otro remedio.
La única ventaja es que mi esposa, Théa, también es vista como persona non grata, en este lugar, por lo que ahora somos dos los que podemos conversar e ignorar el resto del mundo. Sé que suena horrible decirlo, pero, al menos, ya no me sentiré tan raro y fuera de lugar, sobre todo ahora que nos sentaremos en mesa de los Karagiannis.
⎯¿Segura que me veo bien? ⎯me pregunta Théa, mientras se arregla el vestido al bajar de la camioneta.
⎯Te ves muy bien, muy bonita. ⎯La halago, y ella sonríe levemente.
Mi esposa viene terriblemente nerviosa porque es su primera aparición en un evento tan importante para los Karagiannis y piensa que se tiene que ver perfecta. Lo que ella no sabe, es que es la más bonita de todas sus hermanas, porque no se parecen en nada.
⎯¿Mi cabello? ⎯insisite.
Volteo a verla y sonrío.
⎯Théa, en verdad te ves muy bien. No deberías de estar nerviosa.
⎯Es que… ⎯Suspira⎯. Lo siento, Antonio. Sé que tal vez para ti no tenga importancia, pero para mí sí. Es la primera vez que tengo ventaja sobre ellas y no me gustaría arruinarlo, al contrario, quiero disfrutarlo.
Sonrío levemente.
⎯¿Ventaja?
⎯Me quedé con el chico, ¿sabes?, y traigo un vestido precioso. Quiero que Atenea muera de envidia, salir de aquí triunfal.
Sí, sé que es una tontería, pero, yo también quiero que Théa salga de aquí triunfal. Nos casamos por una alianza, pero, después de nuestra plática, hemos llegado a la conclusión de que si no nos ayudamos y divertimos nosotros, nada bueno saldrá de esto.
Entonces, la tomo de la mano y ella se sobresalta.
⎯Tranquila… vamos a disfrutar esto juntos.
Ella mira la mano y sonríe levemente.
⎯Nunca me habían tomado así de la mano ⎯confiesa.
⎯Creo que si somos esposos es normal, ¿no crees? Vamos, hagamos que Atenea se muera de envidia. ⎯Le propongo.
Théa y yo, entonces, entramos caminando al lugar donde es el evento, unos hermosos viñedos a las afueras de la ciudad, que han sido contratados y adecuados para una boda tan grande como la que es.
No sabemos ni quiénes son, pero, hay tantos invitados que no podemos pasar entre ellos y mucho menos caminar. Théa viene cuidando su precioso vestido y yo, trato de no decir, ni hacer nada que pueda meterme en problemas.
⎯¡Pero, a quién tenemos aquí! ⎯Escuchamos una voz y, al voltear, vemos a un hombre mayor, vestido de gala y con una mirada penetrante que juro que me cimbra por dentro.
Siento cómo Théa me aprieta la mano y trata de dar un paso atrás. Es él, el hombre con el que tenía que casarse y de la que yo salvé. Él posee una figura imponente que llena la habitación con su presencia intimidante. A pesar de su madurez, su rostro duro y poco agraciado parece haber sido esculpido por la vida dura que ha llevado.
Su mirada fría y penetrante parece capaz de atravesar el alma de cualquiera que se cruce en su camino. Los rasgos de su rostro, marcados por los años y las experiencias, le confieren una apariencia severa y sin concesiones.
Su porte, aunque poderoso, irradia una vibra tenebrosa y malévola que no pasa desapercibida, haciéndolo un hombre que infunde temor con solo su presencia.
⎯A los recién casados. ⎯Termina la frase. La mirada se posa sobre Théa y con una sonrisa le dice⎯. Te ves hermosa. Si te hubieses casado conmigo, no te dejaría salir así, puede que algo te pase.
⎯Basta, no le hables así a mi esposa. ⎯La defiendo, y hago mi cuerpo hacia delante.
⎯Tranquilo De Marruecos, solo estoy alabando la belleza de tu mujer. Deberías sentirte afortunado.
⎯Théa no necesita que la alabes, para eso estoy yo. Ahora, si me disculpas, tenemos cosas qué hacer.
Doy un paso hacia delante para que salgamos de aquí, sin embargo, él me toma del cuello y no me deja pasar.
⎯Te crees mucho porque lograste quitarme lo que es mío. Pero, te advierto, estoy acostumbrado a ganar y lo voy a hacer.
⎯Mi mujer jamás fue, ni será tuya ⎯contesto con firmeza⎯ . Así que te pido que te retires y nos dejes en paz.
El hombre toma un sorbo de la copa que trae entre sus manos y, después, la tira al suelo haciendo que esta se rompa.
⎯Hasta pronto… De Marruecos. ⎯Y al pronunciar mi nombre siento cómo la sangre se me hiela.
Théa sigue aferrada a mi brazo, al grado de que lo está apretando tan fuerte que siento que la circulación se corta.
⎯Théa… ⎯Le pido, y ella, al ver lo que está pasando, me suelta.
⎯Lo siento, es que ese hombre me pone muy nerviosa. Su personalidad no va con su nombre. Solo de pensar que pude caer en su poder me pone mal.
⎯No te preocupes, Chez Galán no te hará nada.
⎯Eso espero.
Me volteo y sin que ella se lo espere, la abrazo.
⎯Estamos juntos en esto, ¿no es así? Si te digo que no pasará nada es porque yo te protegeré, ¿confías en mí?
Théa asiente con la cabeza.
⎯Sí.
⎯Perfecto. Ahora vamos a enfrentar a la peor parte de la fiesta, tus hermanas y las mías. ⎯Bromeo, aunque dentro de lo que dije hay mucha verdad.
Théa y yo caminamos de la mano hacia dónde se encuentran las Karagiannis. Tan solo nos ven, Atenea pone un rostro de pocos amigos y deja de reírse con sus hermanas.
⎯Pero Antonio, ¡qué guapo te ves!, lástima de acompañante ⎯comenta.
Siento cómo Théa se hace pequeña, como le lastima el hecho de que sus hermanas le hablen así y, de pronto, la mujer que quería impresionar a todos y que sintiesen envidia, desaparece.
⎯¡Ay, Atenea!, siempre te destacas más por tus comentarios estúpidos que por tu personalidad. Que al final, es igual de hueca y horrible como lo son tus pensamientos ⎯respondo, con bastante seguridad.
Théa sonríe levemente. Ella debió de haber contestado así, pero, le faltó valor. Espero que después de esto lo tome.
Atenea suspira, la he dejado en silencio y no sabe muy bien que decirme. Así que toma otra copa y decide beberla de un sorbo.
⎯Sabes, ni tus hermanas, ni yo creemos que te hayas casado con Théa porque te gustaba, créemos que hay algo más que no nos quieres decir.
⎯¿Ah, sí?, ¿Cómo qué? ⎯inquiero.
Atenea suspira.
⎯Créemos que nos vas a traicionar. ⎯Voltea a ver a Théa⎯. Que ambos lo harán.
Thea voltea a verme, yo le sonrío.
⎯Pues, no sé de qué hablas, pero, Théa y yo nos gustábamos desde antes y ahora estamos mejor que nunca.
⎯Por supuesto que no ⎯responde.
⎯Por su puesto que sí ⎯habla al fin Théa, y sin previo aviso, toma mi rostro y roza mis labios de manera torpe y vacilante.
La sorpresa inicial se refleja en mis ojos, mientras sus labios se encuentran en un primer beso incierto. Sin embargo, lo que comienza de manera desordenada y sorpresiva, pronto se convierte en algo maravilloso. La ternura y el cariño de Théa, comienza a fluir, y nuestros labios se funden en un beso apasionado y profundo, que me revive por completo.
Siento la mirada de Atenea sobre mí, mientras protagonizamos una escena que sé, quedará grabada en los ojos de todos los presentes, en especial de los que nos han invitado.
Nos separamos lentamente y se me escapa un “guau” leve, entre los labios. Théa se sonroja y después, titubeando, dice:
⎯Voy por algo de beber, ¿quieres algo de beber? ⎯me pregunta.
⎯Sí, yo te acompaño ⎯respondo, para después tomarla de la mano y salir de ahí.
Ambos nos movemos sin decir nada y, cuando llegamos a la barra, ella suspira hondo.
⎯Lo siento, es que…
⎯Está bien… ⎯hablo.
⎯Nunca pensé que besaría así ⎯me comenta⎯. Te prometo que no lo hice con intención de algo más, solo quería verle el rostro a Atenea y bueno… funcionó.
Sonrío.
⎯No te preocupes, lo comprendo. Además, si me preguntas, creo que fue un beso increíble.
⎯¿De verdad? ⎯pregunta, incrédula. A veces siento como si Théa en lugar de ser una mujer, fuese una niña.
⎯Sí, de verdad… la próxima vez avísame para que pueda hacerlo mejor.
Ella se ríe bajito.
⎯¡Antonio! ⎯Escucho la voz de mi hermana Nadja, y sé que ahora todo el panorama está completo.
Al voltear, veo a mis hermanas, Nadja y Ana, caminando hacia mí. Ambas vienen vestidas de gala, con unos conjuntos tan hermosos como tradicionales.
⎯Pensamos que no vendrías ⎯dice, con una sonrisa.
⎯¿Por qué no habría de venir? ⎯pregunto⎯, literal, es la fiesta de mi cuñada.
⎯Bueno, en eso tienes razón ⎯concluye, y luego le sonríe a Théa.
Lo hace de una forma tan incómoda que no sé cómo reaccionar.
⎯¿Crees que pueda hablar contigo? ⎯inquiere mi hermana Ana.
⎯No ahora ⎯contesto, para después, tomar a Théa de la mano⎯. La ceremonia está por comenzar, deberíamos ir a nuestros lugares.
Y sin decir más, nos dirigimos hacia el lugar donde será el enlace. Sin embargo, por más que nos alejamos de todo, no puedo dejar de sentir las miradas de los invitados, en especial la de Chez Galán que, a pesar de estar lejos de mí, puedo sentir cómo su mirada me pesa.
Tomo a Théa de la mano y ella me sonríe.
⎯¿Qué pasa? ⎯murmura.
⎯Nada, solo quiero tomarte de la mano.
Ella sonríe, para después apretarla con fuerza. Ese acto me hace recordar a Lila. Como solía comprar su palma de la mano con la mía, luego entrelazaba sus dedos y besaba mi mano con ternura.
Muchas noches he pasado pensando en esas caricias, en la manera en que me besaba, en sus frases de amor. Extraño verla a los ojos y notar su brillo. En pocas palabras, la extraño a ella.
⎯¿Antonio? ⎯me pregunta Théa, haciendo que salga de mi trance⎯, la ceremonia terminó, creo que deberíamos ir al salón.
⎯Sí, deberíamos ⎯contesto, para después ponerme de pie y caminar junto con ella.
Los dos caminamos hacia el salón y nos percatamos de que nuestra mesa está alejada un poco de las demás. Al parecer, a Cassandra Karagiannis no le agradó mucho que su media hermana se casara conmigo, y trata de alguna forma castigarnos.
Para los Karagiannis, que te sienten aparte de la familia es un símbolo de que no eres apreciado y que posiblemente estés en su lista de personas a las que hay que olvidar.
⎯Mejor para nosotros, ¿no crees? ⎯le digo a Théa, al sentarnos en la mesa casi junto a los baños.
Ambos nos quedamos observando la dinámica de la fiesta y nos percatamos que nadie de la familia ha entrado.
⎯Seguro que se están tomando las fotos de la boda.
⎯Seguro…
⎯¿Es una ironía, no crees? ⎯inquiere Théa, mientras da un sorbo a su bebida.
⎯¿Qué?
⎯Te casaste conmigo para poder “llevar las cosas en paz y no ser rechazado por tu familia”, y al final, acabamos en la mesa cerca del baño, rechazados y prácticamente olvidados. Así que, al menos para ti, dio lo mismo. Hubiese sido mejor que te quedaras con Lila porque, al parecer, este era tu destino.
Algo que me molesta de Théa es que siempre tiene razón en lo que dice. Es como si reflexionara todo el día qué palabras dar para hacerme sentir como la persona más estúpida del mundo. Sin embargo, al ver de nuevo la mirada de Chez Galán, siento que mi lugar, ahora, no es en vano.
⎯Dime lo que sabes de Chez Galán ⎯contesto.
Théa se pone nerviosa y, incluso, baja la mirada para evitar verme a los ojos. Yo la busco y le pido que me vuelva a ver.
⎯Vamos Théa.
⎯Bueno, Chez Galán, como sabes, es el socio de mi padre. Desde la primera vez que lo vi, me dio muy mala espina, pero no pude decir nada por qué su estatus es lo bastante alto como para que me crean. Mi papá, creo, tuvo un malentendido en los negocios con él y, para arreglarlo, le prometió que podría casarse con una de sus hijas. Me escogió a mí.
⎯No entiendo el afán de tu padre por regalar o intercambiar a sus hijas como si fueran monedas.
⎯Lo sé. Pero, imagínate que eres la moneda más devaluada y, de pronto, de un día para el otro eres la más valiosa. Eso me pasó a mí. Por una razón que desconozco, Galán se obsesionó conmigo, y le dijo a mi padre que me quería por esposa; sin decirme nada, aceptó. Lo malo es que hubiese sido la cuarta esposa de Galán.
⎯¿Cuarta?
⎯Sí, hay rumores de que mató a sus otras tres esposas, pero es tan poderoso que nadie lo puede tocar. Dicen que es maltratador, celoso y posesivo o más bien, lo es. Después de esos rumores, la única forma de casarse es mediante sus tratos y bueno, yo era uno de ellos.
⎯Ahora entiendo todo ⎯contesto, buscándo a Chez con la mirada.
⎯Es un hombre sumamente orgulloso y estoy segura de que está dolido porque mi padre te casó conmigo, lo tendrá que recompensar de alguna manera.
⎯¿Recompensar?
⎯Sí, recompensar. Todo puede pasar a partir de hoy. Pero, si te confieso, yo me encuentro sumamente feliz porque no terminé en brazos de ese hombre. De verdad compadezco a quién se case con él. No le deseo eso a nadie.
Théa toma mi mano y discretamente la besa. Después me ve a los ojos y sonríe.
⎯Siempre te estaré agradecida por lo que hiciste, Antonio de Marruecos. Me duele mucho que nuestra relación sea así. Creo, que en otra vida, hubiésemos sido buenos esposos.
⎯Yo también lo creo.
En ese instante, la familia entró al lugar y todos comenzaron a aplaudir. Veo que mis hermanas también fueron requeridas a la foto familiar y no puedo dejar de pensar en la traición. Desde que pasó con Lila, esa palabra se ha apoderado de mi mente y no sé cómo escaparme de ella.
Minutos después, los novios hacen acto de presencia en el lugar, y la segunda parte de la fiesta continúa. Las bebidas comienza a correr y la música a tocar y amenizar el festejo. No obstante, no importa cuánto presupuesto haya tenido, o el esfuerzo de los músicos, en el lugar se siente la tensión de estar ahí. Todos, absolutamente todos, estamos aquí porque debemos, no porque queremos.
⎯¡Antonio!, ¡Théa! ⎯Nos interrumpe Karagiannis, quien se ha acercado a nosotros⎯, ¿pero qué hacen hasta acá?
⎯Así nos acoodaron ⎯contesto.
⎯Es una tontería. Vengan, acérquense a la mesa familiar y brindemos por la nueva noticia.
⎯¿Nueva noticia? ⎯inquiere Théa.
⎯Vengan y la escucharán.
En realidad, ni Théa, ni yo deseamos acercarnos a la mesa. Sin embargo, al ser invitados personalmente por Karagiannis, no tenemos otro remedio. Así que nos ponemos de pie y caminamos hacia la larga y exclusiva mesa, donde también se encuentran mis hermanas. Las miradas se posan sobre nosotros cuando tomamos nuestros sitios.
⎯Théa, qué bueno que te uniste a nosotros, te extrañábamos ⎯habla Helena.
Mi esposa sonríe.
Volteo a ver a mis hermanas, que yacen sentadas en un solo lugar y los ojos de Ana se posan en mí; los ignoro de inmediato.
⎯Bueno, ahora sí estamos aquí todos reunidos. ⎯Comienza su discurso Karagiannis⎯. Este día está lleno de dicha y felicidad, no solo porque se casó una de mis hijas, si no por el anuncio que haré hoy que beneficiará a otra.
En eso, Karagiannis, le pide a Atenea que se ponga de pie y ella, un poco nerviosa, lo hace. Después la toma de la mano y la besa.
⎯Atenea, sabes que eres una de mis hijas favoritas y por eso es que he pensado en tu futuro más que en nadie.
Atenea sonríe, aún puedo sentir su mirada sobre mí.
⎯Por lo que he decidido darte un matrimonio sumamente ventajoso, y que sé te dará la vida que te mereces al ser una joya.
⎯Gracias, papá ⎯responde.
⎯Así que, anuncio oficialmente ante la familia, que Atenea se unirá en matrimonio con uno de mis socios más importantes y ricos: Chez Galán.
El rostro de Atenea cambia por completo y los ojos se abren de par en par. Todos nos quedamos en silencio, no sabemos qué decir o qué hacer, sobre todo, cuando vemos que la misma novia no está de acuerdo.
⎯¿Qué? ⎯murmura, al fin.
⎯Así es… ⎯Se escucha la voz del hombre, quien ha aparecido⎯ . Tu padre me ha concedido tu mano, y tendremos nuestra boda pronto, ¿qué no estás emocionada?
⎯Pero… ⎯ trata de hablar, y de pronto la mirada se posa sobre Théa.
Mi esposa se queda en silencio, aunque sé que por dentro, solo quiere festejar.
⎯¿Qué no te gusta, Atenea? ⎯pregunta su padre⎯. Querías un hombre que te pudiese dar lo que quieres y mantuviese tu estilo de vida y te lo di. Deberías estar más agradecida.
⎯Es que… ⎯contesta Atenea, y todos vemos cómo se guarda el llanto⎯. Tienes razón, debería…
Chez Galán la toma de la mano y la besa.
⎯Verás, Atenea, que te daré una vida de reina… ⎯habla.
⎯¡Pues salud por el nuevo matrimonio! ⎯Brinda Karagiannis, y todos levantamos nuestra copa.
Puedo sentir la mano de Théa tomando la mía y lo aliviada que está por haberse librado de todo esto. Al fin, alguno de los dos obtiene algo positivo por parte de sus familias.
Así, después del anuncio, todo continúa y al parecer, es en calma. Atenea simplemente no habla con nadie y su mirada se posa sobre nosotros. Para disimular, Théa y yo comenzamos a hablarnos al oído, a conversar bajito y de vez en cuándo, beso su frente en señal de ternura.
No voy a mentir, en verdad esto que estoy haciendo me agrada, porque no solo Théa es una mujer muy guapa, sino que es tierna, graciosa y muy inteligente. Como dice ella, si fuesen otras circunstancias, posiblemente hubiésemos sido felices.
⎯Iré al tocador ⎯me comenta, para después, ponerse de pie.
Le doy un ligero beso sobre los labios y ella sonríe.
⎯No tardes.
⎯Te prometo que no.
Théa se aleja de mí con una sonrisa, una tan grande que sé, es resultado de todo lo que hemos hecho juntos. La veo alejarse con ese precioso vestido verde esmeralda que se ha puesto y luego, desaparece entre la gente.
La imagen se ve interrumpida, cuando mi hermana Ana se acerca a mí y se pone de frente.
⎯Tenemos que hablar, Antonio.
⎯No tengo ganas…
⎯Te lo pido, es importante que lo hagamos. ⎯Y por su rostro, sé que es algo urgente.
Dudo un poco, la verdad, lo menos que deseo es hablar con mis hermanas y escuchar sus sermones. Sin embargo, a Ana, tengo que darle ese beneficio, porque a lo largo de su vida me ha dado muchos.
Me pongo de pie, y la invito a que se aleje de la mesa. Puedo sentir las miradas sobre nosotros o más bien, creo que estás no se han despegado desde el momento en que llegué.
Cuando siento que estamos lejos, casi cerca de las caballerizas, Ana me toma de la mano y me ve a los ojos.
⎯Antonio, tengo que decirte algo sumamente importante y quiero que prestes atención.
⎯¿Qué es lo que me podrías decir? ⎯pregunto, bastante molesto.
⎯Sé que piensas que yo tuve algo que ver con lo que pasó, pero te juro que no fue así como tú piensas. Siento que no tengo mucho tiempo para decírtelo así que lo diré de una vez porque ya no puedo más y es necesario que…
⎯¡Basta!, solo basta ⎯ le pido.
⎯Pero es que es importante que escuches…
⎯Ya lo hice, las escuché a todas, en especial a ti, y mira lo que pasó. Nada me quita de la cabeza que fuiste tú la que les dijo a las Karagiannis sobre Lila.
⎯No… escucha Antonio, es importante que…
De pronto, veo que un hombre rubio sale del baño con Théa entre sus brazos. Al parecer viene inconsciente.
⎯¡Théa! ⎯expreso, para comenzar a ir hacia allá.
Mi hermana me toma del brazo y me jala para que lo evite.
⎯¡Te lo pido!, ¡necesito que lo escuches! ⎯me implora, pero no me importa lo que me tenga que decir. Simplemente, corro hacia Théa que, sorpresivamente, viene entre los brazos de Karl Johansson.
⎯¡Théa! ⎯ expreso, al llegar a ellos⎯, ¿qué le pasó? ⎯ pregunto.
⎯No lo sé, la encontré aquí, al parecer un hombre quiso aprovecharse o se aprovechó de ella… ⎯pronuncia Karl.
Al escuchar esas palabras, la imagen de Chez Galán viene a mí.
«No, no, no. Tú no», me digo a mí mismo, al ver a mi esposa desmayada y posiblemente con otro tipo de heridas. «Tu no Théa», me lamento, al recordar que no pude salvar a Lila y le hicieron daño, y ahora, al parecer también a Théa.
⎯Vamos a una habitación ⎯le digo a Karl y él, me sigue.
Ese día, en el que nosotros pensamos que habíamos triunfado, la vida de Théa y la mía cambiaron por completo. Y aunque tratáramos de verlo por el lado positivo, siempre quedaría una mancha que por mucho tiempo no podríamos remover. La de Théa se aferró a su corazón y la mía, a mi mente porque 4 días después, mi hermana Ana, se quitó la vida.
Ay no, la violaría el infeliz. Como triunfa el mal, al final obtuvo de thea lonque quería.
Será que no fue suicidio sino asesinato… Antonia debe ser peligrosa
Cómo siempre un es tupido, ya no supo que le quería decir Ana