Lila 

Pablo tenía razón; revelarle a mis padres de una vez por todas que estaba embarazada me proporcionaría la paz necesaria para continuar con mi día a día. En el momento en que compartí la noticia con ellos, mi mente se aclaró, las pesadillas cesaron y pude respirar con alivio. Aunque los malestares aún persisten.

Quiero creer que después de mi confesión, todo lo demás será más sencillo, o al menos eso espero. Aún me falta que mi nueva jefa se entere de mi embarazo y descubrir su reacción. No sé si me despedirá; solo anhelo que me comprenda y me permita continuar desempeñando alguna función, ya que no quiero perder el juicio.

Debo confesar que, en ocasiones, la tristeza me invade. Extraño mucho a Antonio, y el simple hecho de saber que tendré un hijo suyo me llena de nostalgia por lo que pudo ser y no será. Intento distraerme realizando diversas actividades y evitando pensar en él, en dónde estará y las razones por las que me engañó.

También, por respeto a Pablo, me esfuerzo para que no sea evidente. Realmente quiero darme una oportunidad con él, pero no sé cómo empezar, ni cómo dar el paso, ni cómo pedirle que sea paciente y me espere. Tampoco sé cómo dejar de sentirme culpable porque siento que traiciono a Antonio y siento que engaño a Pablo. 

Nunca imaginé que mi vida amorosa llegara a este punto, envuelta en desastres y decisiones constantes. Solo anhelaba enamorarme y vivir una historia hermosa, al estilo de mis abuelos. Una narrativa memorable que no se asemejara a un drama de novela.

Ahora, mientras me recupero, he decidido enfocarme en mi embarazo, en mi nueva vida y en mi trabajo. Espero que todo lo demás se vaya acomodando con el tiempo, incluyendo mis sentimientos por Pablo y las decisiones que tome respecto a nuestra relación. 

Así que, para terminar este ciclo de confesiones, hoy por la mañana, después de volver el estómago hasta el cansancio y de que Pablo, me preparara el único remedio que hace que mi estómago se asiente: agua mineral con limón y sal. Salí al trabajo con mi secreto en los labios y con la única misión de confesarle todo a Rosa. 

⎯Estoy embarazada. 

Ella se encuentra aún con las manos en la puerta, ya que justo le confieso todo antes de decirle buenos días y entrar al taller. 

⎯Ya lo sabía ⎯responde, sin darle importancia. 

⎯¿Cómo? 

⎯Ya he estado embarazada antes, ¿recuerdas?, sé como se ve una mujer embarazada y con síntomas que desearía jamás tener. 

⎯Y, ¿qué piensas? ⎯le pregunto, bastante interesada. 

⎯¿Es del guapo que se acaba de ir? ⎯inquiere, mientras voltea a ver a Pablo que acaba de dar vuelta a la esquina. 

Él todas las mañanas me acompaña al trabajo y por las tardes me espera afuera para regresar al piso. 

⎯No. Es una historia larga que contar. 

⎯¡Ah!, entiendo… estuve con un “historia larga que contar”. 

⎯¿Entonces?, ¿no me despedirás? 

⎯Despedirte… ¿Por qué? Mira, que vas a necesitar dinero para mantener a esa criatura, lo que significa que debes trabajar. Además, eres mi mejor costurera, por no decir la única, tenemos mucho trabajo y para levantarte el ánimo, tus vestidos para niñas son altamente solicitados. Con decirte que el fin de semana te dejaron varios encargos y solicitudes. 

Paso al local y noto como hay varios papeles sobre la vitrina. La mayoría son peticiones de vestidos para niñas que van a cumplir tres años o que quieren vestidos para sus cumpleaños. 

⎯¿Todo esto es para mí? 

⎯Así es. Al parecer, tus diseños originales han gustado mucho y se corrió la voz. Tienes demasiado trabajo, Lila, así que no puedo dejarte ir, sobre todo porque desde que llegaste a mi vida he tenido la mejor de las suertes. 

⎯Bueno, me alegra escuchar eso. ⎯Admito. Al menos para Rosa no soy un ave de mal agüero.

Supongo que la frase suerte en el dinero, mala suerte en el amor me queda en este instante. 

⎯Gracias. Te prometo que no faltaré ningún día y que me esforzaré al doble. No habrá… 

⎯Tranquila… no quiero que le pase algo a tu bebé por matarte trabajando. Cuando quieras puedes llevarte el trabajo a tu casa y hacerlo desde allá, sobre todo porque acá no tengo tanto espacio. 

Sonrío. Al parecer todo ha salido bien y este bebé trae torta bajo el brazo, como diría mi madre. 

Ambas pasamos a la trastienda y yo voy directo hacia donde está mi casillero y tomo mis cosas para comenzar a trabajar. Voy directo a un vestido azul que una niña me pidió, inspirado en una de sus caricaturas favoritas. Debo admitir, que diseñar vestidos de princesas y de fiesta para niñas es bastante agradable y me está comenzando a gustar, por lo que siento que me alejaré un poco de los vestidos de novia para explorar este nuevo mundo. 

⎯Entonces, ¿el guapo? ⎯me pregunta mi jefa, bastante interesada. 

⎯Pablo. 

⎯Pablo… ¿de dónde lo sacaste y por qué no me lo presentas? 

Me río. 

⎯Pablo es un amigo de la infancia… 

⎯Vaya. Pues a mí también me gusta tener amigos, ¿sabes? ⎯contesta con picardía⎯. Ese hombre tiene cuerpo de tentación y un rostro que te despierta confianza de inmediato, y, ¡qué sonrisa! 

⎯Lo sé… ⎯Admito⎯. Pablo es en verdad un hombre guapísimo y como persona es fantástico. Es confiable, simpático, fiel, honesto, inteligente y cariñoso. 

⎯¡Y se nota que lo traes cacheteando las banquetas! ⎯Lo hace notar, y aunque yo lo sé, no lo había escuchado de los labios de otra persona⎯. Ese hombre está enamorado de ti, y mucho. 

⎯Lo sé. ⎯Admito, una vez más. 

⎯Pero tú… 

La frase se queda en el aire, y sé que tampoco puedo contestarla. No quiero decir que no estoy enamorada de Pablo, pero, tampoco, puedo mentir diciendo que no me atrae. Entre él y yo siempre ha habido ese algo y sé que ahora es momento de explorarlo. 

⎯Es complicado… 

⎯¿Complicado por “es una historia larga de contar”? ⎯me pregunta, hablando de Antonio. 

⎯Complicado porque siento que he llegado a su vida con mucho caos, y mucho equipaje. Él, trató de advertirme sobre “es una historia larga de contar” y yo, no le creí. Después, huyendo, lo volví a encontrar y ahora, yo estoy embarazada, tengo una dinámica nueva y él… 

⎯Él se queda porque te quiere… ⎯contesta Rosa⎯. Créeme Lila, ningún hombre se queda con una mujer embarazada de otro porque le caigas bien. Si se quedó y te trata así, es porque te ama. Tal vez lo que para ti es un equipaje pesado y un caos, para él, es la oportunidad de su vida. Hay personas que son expertas manejando el caos, ¿sabes? Tal vez Pablo es tu persona vela. 

⎯¿Mi persona Vela? ⎯pregunto, y trato de no reírme⎯, eso cómo es. 

⎯Las personas vela son aquellas que mantienen una llama encendida. Son guías, proveedoras de luz y brindan paz. Las personas vela siempre están dispuestas a ayudarte y a encender de nuevo la llama que hay en ti. En pocas palabras, son seres de luz.

⎯Suena a algo que acabas de inventar. 

⎯No, no lo es y lo sabes. Pablo es tu persona vela, eso es obvio. te guía, te protege y te mantiene en paz. Sin embargo, las personas vela también necesitan cuidados. Si no se les cuida y se les protege, la llama se apaga, y suelen irse dejando todo en completa obscuridad. 

Es posible que lo que estoy escuchando por parte de Rosa sea un invento, o no, pero siento que tiene razón. Pablo siempre ha estado para mí, como esa vela encendida que colocas en un lugar especial y, luego, cuando la oscuridad llega, sabes que ese sitio siempre estará iluminado. Así es como me siento cada vez que lo veo.

⎯¿Qué me recomiendas? 

⎯Que mantengas la llama encendida de tu vela, mujer. Porque créeme, cuando esta se apaga, no hay peor oscuridad. Ese hombre es valioso. Es de los que ves y sabes que podrías tener una hermosa vida a su lado. Si lo quieres, díselo, y si no, también. Porque puede que un día llegue una vela apagada y, al estar cerca de él, se encienda, convirtiéndose en una llama gemela. Robándote esa luz por completo. 

Suspiro.

 ⎯Llamas Gemelas, yo pensé que ya tenía la mía. 

⎯Tal vez “es una historia larga de contar”, solo fue una hoguera donde te quemaste. Las Llamas Gemelas no queman, ni hieren, al contrario, son cálidas al tacto y despiertan la luz interior que siempre estuvo destinada a brillar a su lado. 

⎯Al parecer, sabes mucho sobre eso… 

⎯Me gusta leer todo sobre destinos, hechizos, entre otras cosas… creo que tengo un sexto sentido. Y mi sexto sentido me dice, que Pablo es un regalo del universo… 

Sonrío. 

⎯Sí, yo también lo creo ⎯confieso. 

⎯Así que dime, si no aceptas el regalo, yo lo acepto con mucho gusto. Un regalazo así no me caería mal. Y sobre todo porque la envoltura… ¡UFF! 

Me río. 

⎯Gracias, en verdad necesitaba esto. 

⎯De nada… Lila. ¿Sabes?, eres la mujer con más secretos que he conocido en toda mi vida. No me dices de dónde eres, ni dónde estudiaste, pero, de pronto, te apareces con un hombre así… Sin embargo, eres buena, cosiendo y simpática… 

⎯Algún día te diré lo que deseas. Ahora, si me disculpas, tengo muchos diseños que hacer y terminar este vestido ⎯le comento, para así dar por terminada la conversación y concentrarme en lo mío. 

Sin embargo, la conversación con Rosa me dejó reflexionando profundamente sobre Pablo y su papel en mi vida. Hasta ahora, él ha sido todo un caballero, respetando mi espacio, manteniéndose al margen y cuidándome. Aunque ha sido paciente y ha respetado mi deseo de pensar y estar sola, sé que esta dinámica no perdurará siempre. Soy consciente de que debo ser la persona que decida si le permito entrar con confianza o si lo mantengo afuera.

Así, paso el día entre las costuras y mis pensamientos. Casi sin darme cuenta, encuentro a Pablo afuera, sentado en las escaleras del local, esperándome como siempre. Hoy, trae una bebida en sus manos y, al abrir la puerta, me recibe con esa hermosa sonrisa que siempre logra dibujar una sonrisa en mi rostro.

⎯Buenas noches ⎯pronuncia, con esa bonita voz⎯. Te traje agua mineral con limón, para las náuseas. 

⎯Gracias ⎯contesto. 

Escucho como Rosa se aclara la garganta, haciéndome saber que está atrás. 

⎯Pablo, ella es mi jefa, Rosa. 

⎯Hola, mucho gusto. Pablo Estévez. 

⎯Ufff, y apellido de galán de telenovela ⎯comenta, para luego saludarlo de un beso en la mejilla. 

Los tres nos quedamos en silencio, esperándo el siguiente paso. En eso Rosa suspira y con una sonrisa me dice. 

⎯Bueno, nos vemos mañana, Lila. Mañana es día de entregas y las clientas vendrán a ver las propuestas de diseño. 

⎯Los tendré, te lo juro ⎯contesto. 

Rosa ve a Pablo. 

⎯Adiós…

⎯Hasta luego, un placer ⎯responde, y Rosa se sonroja. 

Ambos vemos como se aleja y cuando estamos solos, doy un suspiro profundo. 

⎯¿Cómo te fue hoy?, ¿te sentiste muy mal? ⎯inquere. 

⎯No, estuvo mejor que otros días. 

⎯Me alegra. Al parecer, la pequeña Mena te está dando algo de guerra. Estoy seguro de que será traviesa como la tía Alegra.

⎯¡Ay, no! ⎯ contesto, para luego reír. 

Pablo y yo comenzamos a caminar por la calle. Él con las manos metidas en las bolsas del pantalón y yo tomando las mías de frente. Los dos vamos con calma, escuchando los ruidos de la ciudad y sintiendo el aire fresco de un verano que está a punto de terminar. 

Entre más nos acercamos al centro, justo a la calle donde está el piso, más gente se une a nosotros, el ambiente comienza a avivarse y las luces ya cubren las fachadas por completo. Pablo, mi persona vela, camina a mi lado sin decirme nada, pero siempre al pendiente de cada paso que doy, protegiéndome con su cuerpo y la mirada. Siempre a mi lado, procurándome. 

⎯¿Qué hiciste hoy? ⎯pregunto. 

⎯Fui a la fundación. El fin de semana tendré que regresar a Madrid para pasarle los reportes a tu tía. Sin embargo, regresaré al terminar. No me gusta dejarte sola así, pero, sé que estarás bien. 

⎯Claro que lo estaré ⎯ contesto.

El edificio donde vivimos se presenta ante nosotros, y después de abrir la puerta, subimos las escaleras poco a poco hasta llegar al piso colorido. Al entrar, las luces ya están encendidas, haciendo que las fotografías que están en los muros se iluminen por completo. 

Pablo llega, se quita la chamarra que lleva encima, y la deja sobre el sofá. Después mueve el cuello de un lado para el otro y sé que es una señal de que le duele la espalda por estar durmiendo en el sofá desde hace semanas. 

⎯¿Quieres algo de cenar? 

⎯No, gracias. ⎯Rechazo⎯. Tengo sueño, creo que me iré a dormir ya.  

⎯Bueno, entonces, que descanses ⎯me dice, para luego dirigirse a la cocina y prepararse algo de cenar. 

Yo entro a la habitación y, al cerrar la puerta, me quito la ropa. Me doy una ducha rápida bajo el agua caliente, para relajar los músculos y acariciar mi vientre, que ya se siente abultado. 

⎯Falta poquito para volver a verte, menita ⎯le hablo con ternura. 

Después de salir de la ducha, me coloco el camisón de algodón y me hago una trenza en el cabello. Finalmente, me deslizo bajo las sábanas y me arropo. Aunque la habitación está envuelta en silencio, el bullicio en mi cabeza persiste, impidiéndome conciliar el sueño.

No estoy segura si Rosa ha conjurado algún hechizo sobre mí, pero sus palabras parecen estar incrustadas en mi mente, tal vez la señal que necesito para dar el siguiente paso en mi vida.

Decidida, me levanto y me dirijo cautelosamente hacia la puerta de la habitación. La abro con suavidad y descubro a Pablo recostado en el sofá, ya vestido con su pijama, absorto en la lectura de un libro. Está tan concentrado que ni siquiera ha notado mi presencia.

Me acerco sin hacer ruido y sonrío al leer el título del libro.

⎯¿Destinos entrelazados: Antología de cuentos de hadas Modernos?, ¿de qué se trata? 

⎯Lila, ¿todo bien? ⎯me responde Pablo, mientras baja el libro y se levanta. 

⎯Sí, todo bien, no te preocupes. ¿De qué trata el libro? 

⎯Al parecer, una de las tantas personas que usa el piso de Airb&b lo dejó. Está interesante. Es una reescritura de los cuentos de hadas clásicos, solo que las princesas no son damiselas en apuros y los príncipes tienen dilemas morales y expresan sus sentimientos. 

⎯¡Vaya! ⎯expreso. 

Ambos nos quedamos en silencio. La mirada de Pablo está posada sobre mí, esperando a que yo diga lo que he venido a decir. No sé si estoy haciendo bien, o si lo estoy haciendo mal. Si es muy pronto o no, pero creo que es momento de dejarle a Pablo la puerta abierta y que él entre libremente. 

⎯¿Qué te parece si lees el libro en la habitación? ⎯le pregunto. 

⎯¿Cómo? ⎯contesta, bastante confundido. 

Entonces, tomo su libro y después lo tomo de la mano. Ambos comenzamos a caminar hacia la habitación y él me sigue sin decir ni una palabra. Al llegar, le hago una señal de que puede subir a la cama. 

⎯¿Segura? ⎯inquere. 

Yo asiento con la cabeza. 

⎯Segura. Si gustas, puedes dormir a mi lado a partir de hoy. 

Pablo sonríe. Con una ternura indescriptible, acaricia mi mejilla y luego recorre mi trenza con su mano. 

⎯Eso quiere decir… 

⎯Quiere decir que quiero que estés conmigo, Pablo. A mi lado. Solo te pido que no vayamos de prisa… yo. 

⎯Solo dormiré a tu lado… ⎯Me tranquiliza. 

Él se acerca a mí, me da un beso sobre la frente y yo me sonrojo. Definitivamente, Pablo es mi persona vela, la que me da calor y luz, y de verdad espero, que al encenderme a mí de nuevo, yo pueda llegar a ser su llama gemela, ¿quién no quisiera vivir enamorada de un hombre cómo él? 

Así, ambos nos subimos a la cama. Al fin el otro lado se siente tibio y no frío. Él se acomoda y me invita a que me refugie entre sus brazos. Tan solo mi cuerpo siente su calor, mi mente se apaga, y mi cuerpo comienza a relajarse. 

⎯Descansa, Lils, yo te cuido ⎯me murmura al oído, depositando un beso sobre mi cabello. 

Yo cierro los ojos y me dejo llevar. Lástima que en mis sueños “es una historia larga que contar”. 

One Response

  1. Ay no, estoy confundida.
    Por un momento pienso que así estarán bien Antonio & Thea, Lila & Pablo… pero luego pienso que los Canarias no esconderian o aíslan un hijo de su padre y que Menita crecerá con sus padres biológicos
    Pero también pienso en Thea… si está embarazada de ese infeliz, sería bueno tener apoyo, no qiedarse otra vez solita y en manos de los karagannis

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