Lila 

He pasado este tiempo entre la compañía y la soledad, así podría llamar a esta fase, y juro que nunca en mi vida me había sentido tan feliz. Pablo, debido a cuestiones laborales, ha viajado a Madrid y tendrá que hacerlo cada mes por una semana, ya que debe supervisar los bares como uno de sus socios y mano derecha, responsabilidades que le encomendó para velar por sus intereses.

Además, él trabaja para mi tía Julie, lo que implica viajar entre la sede de la fundación en México y la de Madrid. Así que aprovecha para reunirse con ella y de paso visitar a su familia. Sin embargo, Pablo no me ha dejado sola. Me llama por las tardes, pregunta cómo estoy, si han disminuido los malestares y si he estado comiendo; gestos que considero los más tiernos que he experimentado.

Él y yo estamos juntos en este momento, o al menos eso espero que él entienda. Desde que lo invité a la habitación, hemos compartido la cama y ha acomodado su ropa en su parte del armario. Ahora convivimos más. Nos damos pequeños besos de vez en cuando, pero no hemos apresurado el proceso de la relación, es decir, no hemos llegado al punto de tener relaciones íntimas.

Por ahora, estamos bien, conociéndonos, hablando sinceramente y tratando de llevar las cosas con tranquilidad. Además, en este instante estamos más concentrados en el embarazo. Él ha comenzado a arreglar la casa, mientras yo trabajo en la confección de la ropa, que también planeo enviarle a mi hermana Alegra.

Podríamos decir que Pablo y yo estamos preparando el nido para el bebé, y me alegra que lo estemos haciendo juntos y en armonía. Esto era lo que deseaba: felicidad, tener la mente en lo importante y no estar angustiada constantemente. Me gusta que lo haya logrado, y lo que más me gusta es que Pablo esté en la misma sintonía y que hasta en eso estemos de acuerdo. Este hombre es verdaderamente maravilloso.

Por otro lado, disfruto de mi tiempo a solas, ya que me brinda la oportunidad de sumergirme en mi proceso creativo. He comenzado a diseñar nuevos vestidos para niñas, ya que este parece ser el público que frecuenta más el taller. He dejado atrás los vestidos de novia y he reinventado mi marca, ahora con un nuevo propósito y una nueva socia: mi jefa, Rosa. Me he dedicado a crear un portafolio y a plasmar las ideas para que ella las evalúe y decida si desea emprender nuevos negocios conmigo. Estoy consciente de que si acepta, me esperará un proyecto emocionante y que, a pesar de la reciente adversidad, volveré a triunfar. Solo necesito que ella se una a esta nueva travesía.

Así que hoy he invitado a Rosa a que venga a mi piso y así mostrarle todo lo que he planeado porque, desde hace unos días, me he sentido bastante mal de las náuseas, y he estado trabajando desde casa para estar un poco más cómoda. Además de que aquí tengo más espacio para moverme, ya que mi vientre ya ha crecido y, al parecer, la bebé viene grande porque ya nada me queda. Supongo que será alta, tiene la genética. 

Entonces, justo a las seis de la tarde, el timbre suena y yo me levanto de mi mesa para ir a abrir. Pongo la mano sobre mi vientre, como ya tengo por costumbre y camino hacia la puerta para abrirla. Tan solo Rosa entra, sonríe al ver el piso, una reacción bastante común cuando entran aquí. 

Los colores son lo primero que impacta, después viene la decoración y finalmente las fotografías en los muros. 

⎯¡Guau!, ¡pero qué bonito! ⎯ expresa, entrando directamente hacia los muros de fotografías⎯. Alguien es fanática de las fotos. 

⎯Mi madre y mi hermana son fotógrafas. Incluso hay más fotos de dónde vinieron estas. 

Rosa se acerca a una foto familiar, la última que nos hemos tomado, la más actualizada y al hacerlo sonríe. 

⎯¡Guau!, demasiados buenos genes aquí. 

Me acerco. 

⎯Te presento a mi familia. Ella es mi madre Luz, él es mi hermano David, ella mi hermana gemela Alegra, mi hermana Sila y su esposo, Francisco Moríns. Él, es mi padre. 

⎯LIla, lila, lila… sí que me has puesto en un dilema. 

⎯¿Por? ⎯inquiero. 

⎯De pronto no sé si ser tu cuñada, tu concuña o tu madrastra. Creo que me iré por la madrastra…

⎯Basta… 

⎯Tu padre no se ve tan grande, ¿cuántos años tiene? 

⎯Cincuenta y algo… 

⎯¡Guau!, ese hombre debe tomar una pócima mágica porque se ve muy joven. En verdad no me importaría que me llamaras mami. Aunque tu hermano… colágeno nuevo. 

⎯¡Rosa! 

⎯¿Qué?, es tu culpa por tener tan buenos candidatos. 

⎯Y eso que no has visto a la pareja de mi hermana, Karl. 

⎯¿Tienes foto? 

Así, tomo mi móvil y busco una foto de Karl y Alegra, la última que me enviaron en Centra Park. Mi hermana, a pesar de que su embarazo ya está avanzado y son dos, no se le nota el vientre, al contrario, sigue igual de plana del abdomen que siempre. Se la muestro y ella sonríe. 

⎯Así que a ella le gustó el güerito y a ti el morenito… 

Me río ante el comentario. 

⎯¿Por cierto?, ¿dónde está pablito bombón? 

⎯No está. Se fue de viaje, pero pronto regresará. 

⎯Y, ¿qué ha pasado con él?, ¿ya dejaron de jugar a la manita sudada y van a comenzar a jugar a la casita? 

Suspiro. 

⎯Estamos juntos… 

⎯¡Vamos Lila!, ese bombón necesita que lo fundan en besos, que le arranquen la camisa y lo besen hasta que los labios se les desgasten. Necesita sexo, ¡SEXO! 

⎯Basta… estamos bien. 

⎯Claro que no lo están, tú también lo necesitas. Se nota que Pablo te desea y mucho, lo he visto como te mira. 

⎯Lo sé, pero… 

⎯¿No me digas que tú no lo deseas? 

⎯Claro que sí, solo que soy yo quien no se siente atractiva para quitarse la ropa y tener sexo. Me siento gorda, cansada y creo que mi aliento huele mal de todo lo que vomito. 

Rosa se ríe, lo hace con alto, haciendo que su risa rebote en los muros del lugar y salga disparada por el balcón. 

⎯¡Ay, Lila!, un hombre que te quiere pasará por alto todo… menos el aliento, pero dudo que te huela el aliento. Creo que es una parte importante para tu relación. 

⎯Lo sé, pero, no tengo ganas… nada de ganas. 

Confieso, y en ese instante me acuerdo de que Alegra me contó que anda tan prendida que el pobre Karl no se da abasto con la cantidad de sexo que tienen. Quiero pensar que mi deseo sexual se fue con Antonio o de plano escudarme en que todos los embarazos son los diferentes y el mío es así. 

Rosa sonríe. 

⎯¡Ay, mujer! Espero que después de que te alivies le des huelo a la hilacha con pablito, si no, pues me avisas. 

Me río bajito. 

⎯Créeme… me la daré. En fin, no te traje aquí para que hablemos de mi vida sexual. 

⎯¿De cuál?, ¡Si no tienes mujer! 

⎯Vine aquí para hablarte de negocios. 

Rosa guarda silencio de repente, alza una ceja y después me pregunta: 

⎯¿Negocios? 

⎯Sí. Negocios. Quiero que seas mi socia en una marca que estoy a punto de renovar. 

⎯¿Renovar?, ¿significa que ya tenías una? 

Niego. La verdad que no quiero que sepa de mi fracaso con los vestidos de novia. 

⎯Mi abuela, ella tenía una marca de ropa para niños llamada “Caballeritos”. Diseñaba ropa exclusiva para niños, con esa vestía a mi Tío Manuel cuando era pequeño. En fin, mi abuela me dejó la marca a mí y yo no había tenido idea de qué hacer con ella hasta que comencé a trabajar contigo. Así que te quiero proponer que la rescatemos, le demos exposición y la renovemos. 

Rosa sonríe. 

⎯O.K, me interesa. 

Entonces, tomo el portafolios que arme y se lo muestro. 

⎯La llamaremos Rosa y Lila. Será ropa para niñas. Empezaremos con vestidos para fiestas y eventos, después nos expandiremos a ropa de uso diario, con la esperanza de abarcar más mercados. Comenzaremos a distribuirla en negocios locales de ropa y en venta por internet. Después, cuando la marca se consolide, podremos hablar una tienda exclusiva en un lugar de la ciudad popular, y de ahí… haremos lo que se nos dé la gana. 

⎯¡Guau!, sí que eres de sueños grandes ⎯comenta, mientras ve mis diseños. 

⎯Claro. Porque sé que podemos. 

Rosa suspira. 

⎯Solo una pregunta, ¿con qué dinero piensas que haremos todo esto? Con lo que tengo, apenas y puedo pagar la renta del local y mis cosas, y pagarte a ti. 

⎯Pues, he ahorrado y tengo dinero para esto. ⎯Miento. 

⎯¿Ahorrado?, ¿de lo que yo te he pagado?, ¿cómo le haces cuando vives en un lugar así? 

No le quiero mentir, pero, tampoco le quiero decir la verdad ahora, así que pienso rápido y le respondo: 

⎯Mi abuelo, él era muy bueno con los números y las finanzas y me enseñó a manejar mi dinero desde pequeña. 

«Mentira no es». 

Rosa sonríe, me ve a los ojos y luego se muerde el labio. 

⎯Me gusta tu idea… de verdad me gusta. Solo que no sé cómo le haremos para poder iniciar esto sin que dejemos de trabajar. 

⎯Ya lo tengo arreglado. Mira, puedo invertir parte del dinero ahorrado en el taller, contratar personal, capacitarlos y ayudarnos de ellos. Yo puedo capacitarlos si gustas. Mientas, así, podemos ver lo de los diseños, probarlos y todo lo que conlleva.  

⎯Se nota que no tienes sexo con pablito bombón, tienes mucho tiempo para pensar. 

⎯Concéntrate… 

⎯Lo siento… 

⎯¿Entonces?, ¿qué dices? 

No estoy segura si fue porque sintió que casi estaba suplicando, o si en realidad Rosa notó la ilusión y la seguridad en mí, pero ella extiende la mano y con una sonrisa dice:

⎯Socia… le entro. 

⎯¿En serio? ⎯pregunto, completamente emocionada. 

⎯Sí, tengo una corazonada de que nos irá muy bien. Además, desde que llegaste a mi vida las ventas han mejorado, tus diseños son buenos y eres talentosa. Sospecho que hay una parte de ti que puede sorprenderme. 

Sonrío de verdad feliz. Me siento lista para diseñar, me siento lista para ser de nuevo yo, para dejar el miedo y ser la mujer que debo ser.

⎯Gracias, muchas gracias ⎯respondo, y la abrazo con fuerza.

⎯De nada… 

⎯Te prometo que será un éxito… me esforzaré y tendremos todo lo que deseamos. 

⎯Te creo… ⎯ contesta. 

Me alejo de ella y observo su sonrisa. Rosa tiene fe en mí, y yo en ella. Creo que una de las razones por las que mi otra marca no funcionó como esperaba es que no tenía una socia, alguien que me respaldara y mantuviera mis pies en la tierra. Estoy segura de que con Rosa eso no sucederá, y que juntas llegaremos lejos.

Sin embargo, sé que entre más avancemos en este negocio y esta amistad, tendré que decirle quién soy y las grandes ventajas que tengo. No quiero que piense que la estoy engañando. 

⎯¿Quieres quedarte a festejar? ⎯le pregunto. 

Rosa sonríe. 

⎯No lo sé. La verdad me siento bastante cansada, y quiero regresar a casa a estar con mi hija. 

⎯¿Segura?, Pablo compró un tequila. 

⎯Me encanta el tequila y Pablo, pero en realidad estoy cansada. 

⎯Vale… 

Rosa saca de su bolso una carpeta y me la entrega. 

⎯Por cierto, tienes más diseños… 

⎯Te prometo que los tendré pronto… 

⎯Muchas promesas, yo quiero acción… como Pablo. 

⎯¡Basta con Pablo!, ¿está bien? 

⎯Bueno… pero retomaré el tema más adelante. ⎯Pone la mano sobre mi vientre⎯. Me voy Menita… espero que si seas niña porque serás la modelo de nuestra marca. 

⎯Pronto lo sabré… sé que es niña. Lo siento. 

Rosa me da un abrazo. 

⎯Cualquier me avisas… ¿Está bien? 

⎯Claro… 

Abro la puerta y Rosa sale. 

⎯Y, piensa lo de pablito… ese hombre necesita clavar su clavito. 

⎯Rosa, no… no me quites esta felicidad. 

⎯Bien… nos vemos ⎯contesta.

Rosa sale por la puerta y yo la despido con una sonrisa. La veo dar los primeros pasos para bajar las escaleras y yo cierro la puerta para quedar de nuevo a solas. 

Estoy feliz, muy feliz. Presiento que esta es una de las mejores ideas que se me han ocurrido y que Rosa y yo haremos muy buen equipo. Veo nuestra marca en lugares importantes, tiendas departamentales y sobre todo, ciudades, sello de la moda. Sé que vamos a lograrlo. 

Así, regreso a mi mesa y abro la carpeta llena de pedidos. Me he dado cuenta de que mi vestido insignia, el de princesa, es uno de los más pedidos, así que creo que será el primero que patentaré. 

De nuevo el timbre suena, y volteo a ver hacia la puerta. Tal vez Rosa se arrepintió de no tomar el tequila o seguro se le olvidó algo. 

⎯¡Voy! ⎯ anuncio en un grito, y me encamino hacia la puerta. Giro el picaporte, lo abro y digo: 

⎯¿Entonces te quedas por el tequila aunque no esté Pablo? 

El silencio entre nosotros se hace palpable, como si estuviera lleno de palabras no dichas y de emociones no resueltas. En un instante, mi estado de ánimo oscila de la alegría al enojo, como una montaña rusa emocional que me lleva de un extremo a otro. Me encuentro paralizada, atrapada entre el pasado y el presente, mientras la figura de Antonio permanece inmutable en el umbral de la puerta.

2 Responses

  1. Antonio… Nonpuedo creer que Pablo tenga que ver en esto… sería tan adorable Pablo de hacer algo así.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *