Antonio
Me quedo de pie frente a la puerta, incapaz de contener la ansiedad que me embarga. Después de tanto tiempo buscándola, aquí estoy, finalmente, en el umbral de su nuevo hogar. Mis latidos resuenan en mis oídos mientras levanto la mano para tocar la puerta, y aunque intento mantener la calma, la emoción se apodera de mí.
La puerta se abre lentamente, y ahí está ella. Lila, más hermosa de lo que recordaba. Su mirada se encuentra con la mía, y en ese instante, todo a mi alrededor desaparece. La sorpresa se refleja en sus ojos, y noto como frunce los labios.
⎯Lila ⎯pronuncio.
No puedo evitar mirarla de arriba abajo, absorbiendo cada detalle de su presencia. Su cabello, sus ojos, su sonrisa; todo es tan familiar y, al mismo tiempo, tan nuevo. Me doy cuenta de que ha cambiado, ha evolucionado, y me pregunto cuántas historias ha vivido desde que nos separamos.
⎯Lila, no sabes cuánto te he buscado. ⎯Mi voz traiciona la emoción que siento.
Ella todavía sigue procesando mi presencia. Nuestros ojos se encuentran, y en ese instante, sé que el amor que sentía por ella nunca se desvaneció. Está intacto, como un fuego que nunca dejó de arder.
⎯ Estás tan hermosa… ⎯murmuro, incapaz de contener el elogio.
Sin embargo, ella sigue sin contestarme. Desde que llegué no me ha dicho ni una palabra. De pronto, mis ojos se posan en su vientre. Un abultamiento apenas perceptible, pero que no pasa desapercibido para mí. La realidad golpea con fuerza: Lila está embarazada.
⎯¿Estás embarazada? ⎯pregunto, abriendo los ojos, en sorpresa.
La mano de Lila sube con una velocidad que la hace apenas perceptible y después siento un golpe en la mejilla, tan fuerte que hace que mi rostro se voltée.
⎯¡VETE! ⎯ me grita, para después empujarme fuera del umbral y cerrar la puerta en mi rostro.
⎯Lila, ¡estás embarazada!, ¡es mío!, ¡sé que es mío!
⎯¡LÁRGATE ANTONIO!, ¡DÉJAME TRANQUILA!
Acerco mi rostro a la puerta.
⎯No me iré, hoy menos que nunca, ¿entiendes? Estás esperando un bebé y sé que es mío. Es el resultado del amor que nos queremos, porque sabes que fue hecho con todo el amor del mundo. Yo te amo…
⎯¡SI ME AMARAS NO ME HUBIESES ENGAÑADO! ⎯grita del otro lado.
⎯Yo jamás te engañé, siempre te dije la verdad. Todo lo que pasó fue un malentendido y he venido a explicártelo. Te lo pido, déjame entrar, te prometo que…
⎯¡NO MÁS PROMESAS! ⎯me grita⎯ ¡ESTOY HARTA DE TUS PROMESAS! Me dijiste que me amabas y después me dejaste a la deriva. Aplastaste uno a uno mis sueños y después te burlaste de mí. No dejaré que jamás te acerques a mí o al bebé.
⎯No digas eso, te lo pido ⎯ruego⎯. Necesito explicarte, Lila. Déjame explicarte.
⎯¡NO! ⎯ escucho⎯ ¡No entrarás!
⎯Entonces me quedaré aquí hasta que salgas.
⎯Pues no saldré.
⎯Entonces aquí te esperaré. No me importa si tengo que dormir en las escaleras, días o meses, estaré aquí en el momento en que abras esa puerta. Porque un día la abrirás, lo sé.
Lila se queda en silencio. Aún puedo sentir el ardor de la bofetada en mi mejilla; debo admitir que ha sido bien merecida. Sin embargo, eso no ha quitado esta sensación de felicidad al saber que Lila está esperando un bebé mío, que seré padre con la persona que tanto anhelo, y, que de pronto, después de tanta oscuridad, la luz ha llegado.
⎯Está embarazada ⎯murmuro⎯ Lila está embarazada, y una sonrisa se refleja en mi rostro.
Me alejo de la puerta y volteo a ver las escaleras. Al parecer, estas serán mi habitación de hotel por un tiempo, hasta que Lila decida abrirme la puerta. No importa si ella es necia, yo soy más necia que ella, y así sufra de dolores de espalda, o no pueda dormir en meses, me quedaré aquí. No perderé esta oportunidad.
***
Día uno.
Un ruido horrible hace que me despierte de golpe. El corazón me late fuerte y siento un leve mareo al abrir los ojos. El jet-lag y la mala postura no son una buena combinación y, en este momento, yo sufro de los dos. Veo la pantalla de mi móvil y me percato que son las siete de la mañana. De nuevo, el golpe suena y me levanto solo para ver que la puerta de Lila sigue cerrada y que ese ruido es del portón de abajo; es día de escuela.
⎯Joder ⎯murmuro, moviendo el cuello de lado a lado para poder aliviar el dolor.
Tomo el móvil, una vez más, y leo el último mensaje que le envié a Théa:
Antonio:
Me voy para México, no sé cuándo regresaré. Cuídate y mantente a salvo.
⎯Dios, soy un patán. Ni siquiera le dije cuídate o te quiero ⎯murmuro.
Escucho un ruido dentro del piso de Lila, y de inmediato me pongo de pie y me acerco a la puerta⎯. Lila, ¿estás despierta?
Ella no me responde, pero sé que me escuchó, ya que puedo ver su sombra debajo de la ranura de la puerta.
⎯Sé que me escuchas. Solo quiero decirte buenos días, y hacerte saber que aquí sigo y no me moveré.
Lila no me responde, simplemente se queda de pie, para luego alejarse y dejarme en el pasillo.
«¿Cuánto tiempo pasará hasta que me deje entrar?, ¿A caso me dejará aquí para siempre?, ¿no habrá una manera de entrar abriendo desde a fuera?»
Después de pensar esto, reviso con mi mirada la puerta solo para ver si hay algo para poder abrir, algo con lo que pueda hacer una llave y abrir la chapa. Sin embargo, mi plan fracasa cuando noto que la puerta tiene una chapa inteligente, y que solo se abre con huella dactilar.
⎯¡Mierda! ⎯expreso⎯, ¿a quién se le ocurre esto?
Mi primer y único plan ha fallado. Así que regreso a la escalera y me siento a esperar. No tengo dónde ir. Además, me fui tan rápido de Madrid que no empaqué nada de ropa, una que ahora me serviría como cama improvisada. Así que me encuentro con la misma ropa de ayer, un traje de tres piezas, el cabello enmarañado, y seguro que muy mal aliento. Si Lila me abriera en este instante sería un desastre.
No tengo ni plan A, ni plan B, solo la verdad y mi terquedad, de las cuales confío todo en este momento. Lila tiene que abrir en algún momento, para algo, no se puede quedar ahí para siempre. «O tal vez, alguien venga a visitarla y podré pasar junto con ella».
⎯Deja de pensar tonterías ⎯me regaño.
Escucho de nuevo el portazo y sé que ese ruido se volverá mi enemigo. Solo espero que en algún punto del día, terminé.
***
Por la tarde.
El portazo de la puerta de la entrada vuelve a despertarme. Vuelvo a saltar asustado. Reviso mi móvil y, además de notar que son las seis de la tarde, me percato que tengo 15% de batería, por lo que pronto se terminará el único acceso que tengo a mi trabajo, a mi casa y a mi esposa.
⎯Mierda ⎯murmuro.
El sonido de mi estómago me recuerda que no he comido nada desde el desayuno de ayer, y ahora, muero de hambre. Cuando prometí que no me movería de aquí, olvidé por completo ese detalle.
Veo por debajo de la puerta que Lila ya ha encendido la luz, y una suave música se escucha dentro del piso. Recargo mi frente sobre la puerta y suspiro. No puedo creer que al fin la encontré y los obstáculos siguen desafiando mi paciencia.
⎯Lila ⎯pronuncio su nombre.
Fijo mi mirada en aquella sobre al otro lado de la puerta y, al ver que se acerca, hablo:
⎯Solo te recuerdo que sigo aquí. No me iré hasta que hable contigo.
Como la vez pasada, Lila no me responde. Solo se aleja de la puerta y continúa con lo que esté haciendo adentro. Me quedo un momento de pie frente a la puerta, esperanzado de que ella regrese y me abra, pero, no sucede así. Lila está decidida a dejarme afuera y yo, no encuentro la manera de convencerla de que me escuche.
¿A caso todo está perdido?, ¿tarde demasiado en encontrarla?, ¿me habrá olvidado tan rápido? Tan solo quiero hablar con ella, no quiero nada más, solo deseo que me escuche.
***
Día Dos.
Siento cómo un chorro de agua fría cae sobre mí, y yo me despierto de un salto, completamente alerta. Al recuperarme, veo a una mujer de unos cuarenta años para frente a mí con un balde de agua vacío.
⎯¡Qué demonios!
⎯¡No queremos vagabundos aquí!, ¡fuera!, ¡fuera!, ¡fuera! ⎯me exige, mientras me empuja con el palo de un trapeador.
⎯No, no espera…
⎯¡Vámonos!, ¡quién sabe quién te dejó entrar pero se terminó!
Los golpes del palo de madera provoca que me proteja con las manos para evitar que me toquen el rostro.
⎯No, espera, espera…
⎯¡Nada de espera!, ya estuvo bueno. Mira que te salvaste porque la cámara de este nivel no sirve, si no, ya te hubiese puesto de patitas en la calle.
⎯No, espera ⎯continuó, mientras toso como loco, ya que creo que he pasado la mitad del agua.
⎯Nada de espera, si no voy a llamar a la policía.
⎯¡NO!, te lo pido, solo te pido que me escuches ¿Por qué nadie quiere hacerlo?
⎯Este edificio es de alguien muy importante, na’ más te aviso, ¿eh?, de una familia que con el movimiento de un dedo te puede hacer añicos. Si no te vas le hablaré al señor Canarias, y le diré que haga algo…
⎯¡Canarias! ⎯expreso ⎯, yo conozco a los Canarias. Lila, ella vive ahí, ella es mi… bueno, era mi novia, y necesito hablar con ella.
⎯No me digas… La señorita no andaría con un mugroso vagabundo como tú. Ya estuvo bueno, le marcaré al señor Canarias, pa’ que te ponga de patitas en la calle.
En eso, la mujer saca un móvil, aprieta un botón y se lo pone en el oído. Mientras, me apunta con el palo de la escoba y continúa con ese rostro de pocos amigos.
⎯¿Sí?, señor Canarias, aquí hay un vagabundo que se coló al edificio, y pues… ¡OYE! ⎯ grita, en el momento que le quito el móvil y término la llamada ⎯¡Dámelo!, apenas y voy por el segundo pago, y lo saqué a veinticuatro meses sin intereses.
⎯Te lo regreso, si me dejas explicarte y dejas de darme palazos.
⎯¡Dámelo!
⎯Te lo pido, te juro que te lo regreso, es más, te lo pago, pero necesito que me escuches…
La mujer se queda callada, y me ve a los ojos.
⎯¿En serio me lo pagarás?
⎯Sí, claro. Yo te lo pagaré. Solo necesito que me escuches, ¿vale?
⎯¿Español?
⎯Sí.
⎯¡Chale!, le diré a David Canarias que deje de enviarme a sus compatriotas. Un día me caerá migración y no sabré qué hacer.
⎯¿Entonces?, ¿me escucharás?
Ella encoge los hombros, dándome la señal de que así será.
⎯Ta bien, pero pobre de ti que no me pagues el celular, ¿eh?
⎯Lo juro.
Le doy el móvil a la mujer y ella se quita una franela del hombro y me la da.
⎯Pa’ que te seques.
⎯Gracias…. ¿Cuál es tu nombre?
⎯Maggy. Soy la que cuida este edificio.
⎯Gusto en saludarte, yo soy Antonio de Marruecos.
⎯¡GUAU! ⎯expresa⎯. Suena muy nice.
Sonrió levemente.
Visiblemente cansado y derrotado, voy hacia la escalera y me siento para comenzar a secarme. Ahora la única ropa que tenía se ha empapado, y ya no tengo qué más ponerme. Supongo que tendré que arreglárselas.
Maggy se sienta a mi lado y me ve de los pies a la cabeza.
⎯Ahora que lo noto, no eres tan vagabundo.
⎯Claro que no lo soy.
⎯Aunque ahora hueles a una mezcla de sudor con fabuloso. Al menos es del floral.
Suspiro.
⎯¿Qué haces aquí?, ¿por qué razón Lila no te deja entrar?
⎯Es una larga historia por contar…
⎯Que me contarás para que no te corra, ¿cierto? ⎯Me recuerda.
⎯Así es…
⎯Pues dale… que todavía tengo que trapear el resto de los pisos. Resulta que el de mantenimiento me renunció hace dos días y ahora tengo que hacerlo yo.
Asiento con la cabeza.
⎯Vale, te contaré.
Así, vuelvo a contar todo lo que he vivido. Mi relación con Lila, la separación, lo que estuve obligado a hacer y de lo que me enteré hace poco. La razón por la que debo ver a Lila y el hecho de que no me moveré de las escaleras hasta que ella abra.
Termino mi relato y Maggy simplemente me ve a los ojos. Es buena escuchando, ya que todo este tiempo no dijo ni una palabra, sin embargo, pasan unos segundos y ella simplemente niega con la cabeza y se pone de pie.
⎯¿Qué pasa? ⎯inquiero, algo confundido.
⎯Ustedes los hombres son bien pendejos, se complican la vida bien cabrón. Ahora entiendo por qué jamás encuentran la cartera en la bolsa de una mujer.
⎯¿Cómo? ⎯pregunto, sin entender la mitad de lo que me está diciendo.
⎯Lila debería dejarte, no acá afuera, allá, en la calle, durmiendo en la jardinera con los teporochitos.
⎯¿Teporo…?
⎯¿Por qué no le dijiste nada, eh?, ¿qué te costaba mencionarle que estabas obligado a casarte?
⎯¡Qué no escuchaste mujer! Los Karagiannis podrían hacerle algo.
⎯Pfff, Kakagiannis ni que ocho cuartos, ¿qué no conoces a la familia de Lila?, ¡Nambre!, los Karagiannis les hacen los mandados. Si tú estás aquí afuera, es por pendejo.
⎯Puedes dejar de insultarme.
⎯No es insulto, es la verdad y lo sabes. Tal vez lo Kakagiannis pueden ser poderosos y no sé qué tanto, pero la familia de Lila pudo haber ayudado.
⎯Karagiannis. ⎯Corrijo.
⎯Da igual… ni los topo, ni me topan.
⎯Bueno, es que yo no sabía que eran así…
⎯Eso no te lo creo. Todo el mundo sabe quienes son los Canarias y los Ruiz de Con, al menos en este edificio y en España. Con que le hubieses dicho, todo arreglado. Y ahora no estarías como perro mojado esperando a que te abra.
Me quedo en silencio, me alegra que Maggy me haya escuchado, pero, ahora, me arrepiento de que lo haya hecho, al parecer, mis disculpas son tontas. No digo más, estoy cansado, mojado, tengo hambre y no he dormido bien. Sin embargo, cuando pienso que todo está perdido, Maggy se pone de pie y me da la mano.
⎯Ven.
⎯¿A dónde?, ¿qué no ves que no me puedo mover de aquí?, Lila pensará.
⎯Lila solo tiene una salida, y es por estas escaleras al portón, no se puede salir, por otro lado. Además, necesita tiempo para asimilar esto y estando afuera como un novio tóxico no arreglará nada.
Me pongo de pie.
⎯¿Dónde vamos?
⎯Iremos a mi piso a que te des un baño y te cambies de ropa. Si te quedas así, te dará una angina de pecho.
Dudo unos segundos. Volteo hacia la puerta y no veo la sombra debajo del borde. Al parecer, Lila no ha estado cerca para escuchar todo lo que le dije a Maggy o, al menos, eso parece.
⎯Lila, no me iré, sigo aquí, solo iré al piso de Maggy a cambiarme…
⎯Lila no está.
⎯¡QUÉ! ⎯expreso, bastante confundido.
⎯Salió temprano por la mañana.
⎯¿A dónde? ⎯pregunto, bastante alarmado.
⎯No sé, supongo que a trabajar ¿Qué te hizo pensar que no podría irse? Así que ahora vamos, antes de que me sienta peor por mojarte.
Entonces sigo a Maggy, todavía un poco desilusionado por lo que pasó. Estaba tan cansado que no me percaté de que Lila se había ido, y me pone triste que ella se halla escabullido sin llamar mi atención. Bajo las escaleras y al lado del portón de la entrada, entramos por una pequeña puerta donde se encuentra el piso de Maggy.
Tan solo entro, puedo oler la comida cocinándose en la olla express, escucho la televisión, en la antigua y pequeña sala, con las noticias a todo volumen, y veo varias cruces e imágenes de santos en las paredes.
⎯Pasa, te voy a dar café con pan, y te traeré ropa para que te bañes.
⎯Gracias ⎯respondo.
Maggy me sirve una taza de café, me acerca la leche en polvo y el azúcar y me pone un pan de color blanco de frente.
⎯Come, ahora vengo ⎯me comenta, para después desaparecer de la cocina.
Yo, tomo el pan y le doy una mordida, y de inmediato el sabor dulce me sabe a gloria. Le doy un sorbo al café, y una vez más repito la acción, llenando mi estómago vacío.
Maggy, momentos después, regresa con una playera de color rojo y unos vaqueros desgastados.
⎯Mira que te tendrás que poner los mismos calzones porque yo no tengo. Espero que te quede esto.
Tomo la playera y veo que tiene un nombre en blanco y una frase abajo.
⎯¿Enrique Peña Nieto, lo que prometo lo cumplo? ⎯pregunto.
⎯Esa playera nos la dieron hace años, cuando ese hombre hacía campaña para presidente, creo que la frase te queda, ¿no? ⎯Maggy, después de decir eso suelta una carcajada.
⎯Gracias ⎯agradezco.
⎯De nada. Ahora, desayuna que tienes que contarme tu estrategia. Lila se fue a trabajar y siempre regresa por ahí de las siete. Más vale que estés preparado. Si quieres, puedes dormirte en la sala, yo te despierto.
⎯Gracias ⎯digo, dándole otra mordida al pan.
⎯De nada… la verdad lo hago porque me vas a pagar mi teléfono. ⎯Admite, y yo, no tengo nada que reprochar.
***
Por la tarde.
Me encuentro de pie esperando a Lila al filo de las escaleras. Según los cálculos del Maggy, ella siempre viene de trabajar a la misma hora, así que, según el reloj, ella no debería de tardar.
Me siento completamente ridículo, vistiendo una playera de una campaña política, unos vaqueros viejos que no combinan para nada con mis zapatos hechos a la medida. Mi traje yace en una bolsa, oliendo a fabuloso floral y estoy seguro de que mi camisa está completamente arruinada.
Por lo menos, Maggy me permitió dormir algo en su sala, aunque es tan dura que el suelo hubiese sido lo mismo, y ya tengo en el estómago dos conchas, un café y unos tacos de arroz con pollo que me ofreció en la comida. Puedo decir que estoy mejor.
Ahora bien, le traté de explicar mi plan a Maggy, pero, creo que no le gustó, por lo que me sugirió que mejor actuara como Dios me diera a entender, y creo que eso suena bien. Lo único que tengo que lograr es que Lila me deje entrar o al menos no huya para que pueda explicarle.
Me ilusiono cuando escucho unos pasos en las escaleras. Me asomo un momento para ver la figura de una mujer, y me emociono al saber que está aquí. Tiene que ser Lila, ya que sigue subiendo y sé que este es el último nivel del edificio. Mi corazón se acelera, cuando veo que está a punto de dar la vuelta. Sin embargo, mis ilusiones se van, cuando noto que es otra mujer. Ella alza la vista y me sonríe.
⎯¿Sí?, ¿esperas a alguien?
⎯Sí, a Lila Canarias ⎯hablo firme.
⎯¿Lila? Ella se fue. ⎯Me avisa la mujer.
⎯¿Cómo que se fue?, ¿a dónde?
⎯Se fue a Puerto Vallarta. Dijo que no quería estar más aquí, renunció y se fue esta mañana.
⎯¿Eso es verdad? ⎯inquiero, mientras la adrenalina se apodera de mi cuerpo. Quiero escapar, irme de aquí para alcanzarla.
⎯Sí, yo soy su jefa, Rosa.
⎯Antonio.
⎯Gusto en conocerte.
⎯¿Segura que se fue?, ¿me puedes decir dónde?
⎯Pues, a Puerto Vallarta. Debes tomar un avión para ir hacia allá. Es todo lo que sé.
⎯Puerto Vallarta… vale, muchas gracias ⎯ contesto, y voy hacia las escaleras, y tomo la bolsa de plástico.
Debo admitir que me siento desilusionado, derrotado, pero, al menos, ahora sé concretamente dónde está y no debo buscarla con lupa. Volteo a ver a Rosa, que comienza a bajar las escaleras y yo bajo tras ella
⎯Y tú, ¿qué haces aquí?
⎯Vine a avisarle a Maggy lo de Lila, me pidió que lo hiciera. Y ella me comentó que alguien la estaba esperando arriba y quise informarte.
⎯¡Ah vale!, gracias.
Continuamos bajando hasta que llegamos al portón, y Rosa lo abre para salir.
⎯¡Adiós, Maggy!
⎯Adiós ⎯responde, para luego salir a verme⎯. Ni modo güero, se te fue viva la paloma.
⎯Supongo… ¿Sabes dónde vive en Puerto Vallarta? ⎯inquiero.
⎯No, ahí no le sé. Pero seguro que si preguntas por ella allá, te dicen.
⎯Gracias… por todo. ⎯Y señalo la ropa.
⎯De nada… después la puedes usar de franela para limpiar los autos, salen muy buenas.
Me río.
Así, y sin decir más, salgo del edificio y escucho cómo el portón se cierra detrás de mí. Mi viaje no fue en vano, pero, no se cumplió el objetivo, así que me voy bastante desilusionado.
¿Cómo pude perder a Lila de una forma tan tonta?, ¿a caso es el destino que se está empeñando en que no esté con ella?, ¡solo quiero que me escuche!
⎯Puerto Vallarta, necesito ir a Puerto Vallarta ⎯me digo a mí mismo, mientras comienzo a caminar hacia la calle para tomar un taxi que me lleve a un hotel y después, planear mi viaje hacia allá.
Sin embargo, me paro en medio de la acera, cuando noto que Rosa, más adelante, está hablando por móvil y moviéndose de una forma sospechosa. Minutos después, Lila aparece por la esquina y ambas se abrazan. Sonrío, al parecer el destino sí está de mi lado.
⎯Así que ese era el plan… buena movida, pero no está vez ⎯murmuro.
Así, antes de que me vea, me escondo, y espero a que pase Lila directo hacia el edificio. Cuando la veo entrar, voy hacia el portón y cuando pasan unos segundos, le toco a Maggy, quien me abre, sorprendiéndose de nuevo.
⎯¿Qué haces de nuevo aquí, güero? ⎯me pregunta. En su rostro se nota que sabe que lo he descubierto todo.
⎯Vaya, después de que te pagué tu móvil, ¿me haces esto? ⎯le reclamo.
⎯Lo siento, güero, lealtad es lealtad. Además, los Canarias me pagan y me dejan vivir aqui sin renta. Pero te juro que no volveré a tracionarte.
⎯¿Segura?
⎯Lo juro ⎯me dice. Y en ese momento se persigna⎯. Ahora, ¿qué vas a hacer?
⎯Dime dónde está el hotel más cercano. ⎯Le pido⎯ y no le digas a Lila que su plan falló.
Si Lila quiere que piense que se fue, yo le haré pensar que me fui. Y mañana, tendrá una sorpresa.
Muy dicertido el capítulo, imposible no recordar a Tristan con su mamá, mientras Mena no lo perdonaba.
Estas canarias son una mezcla de Caballero, Ruiz de Con y Canarias hermosos todos
Jajaja me recuerda un poco a Tristán y a lucha que fue su aliada desde el día 1