Lila

Sé que cerrarle la puerta en la cara a Antonio no fue muy maduro de mi parte, pero de alguna manera tenía que sacar la rabia que provocó en mí hace unos meses. Admito que sí fue una sorpresa verle en el umbral de mi piso, y que solo quería ir a sus brazos y fundirme en él. Sin embargo, recuerdo que lo nuestro ya no es posible, que él está casado y que nuestro amor, solo existe ahora en mi vientre. 

No puedo pensar, no sé cómo hacerlo. Tengo demasiado fuego como para hablar con él, y eso no me ayuda a tener las cosas claras. Tengo demasiadas preguntas, muy pocas respuestas, y lo único que quiero es alejarme de aquí unos segundos para bajar la temperatura de mi cuerpo. 

Así, después de pasar una noche en vela, tratando de encontrar una solución a todo lo que siento, me despierto muy temprano para asegurarme de que Antonio aún sigue dormido en las escaleras. No puedo creer que lo haya logrado, que haya pasado la noche ahí. Supongo que sus ganas de explicarme todo, pueden más que el cansancio de once horas de vuelo. 

Me hago una trenza rápida, me pongo un vestido, ya que mis pantalones no me cierran, y salgo hacia la sala dispuesta a salir de piso. Antes de abrir la puerta, veo por la mira y me percato de que Antonio se encuentra completamente dormido. Admito que me duele que esté así, pero en este momento no tengo ganas de convivir con él, no hasta que me tranquilice y sepa cómo actuar. 

Con cuidado, abro la puerta del piso y la cierro sin hacer ruido. Bajo los escalones con mucho tiento, hasta que llego al nivel de abajo y puedo caminar normal. Es una tontería lo que estoy haciendo, pero si hoy me enfrento a Antonio, terminaré gritándole en el rostro y llorando desconsoladamente; ya me cansé de llorar. 

Antes de salir, toco la puerta de Maggie. Espero unos segundos hasta que veo la figura de ella acercandose a la pequeña ventana que tiene para mirar al pasillo. 

⎯Lila ⎯expresa, para luego salir por la puerta⎯ ¿cómo estás?, ¿cómo va el pequeño milagrito? 

⎯Bien, creciendo ⎯contesto, acariciando mi vientre. 

⎯Dime, ¿qué puedo hacer por ti? 

Veo hacia arriba y suspiro. 

⎯Hay un hombre hasta arriba durmiendo en las escaleras. 

⎯¿Cómo? 

⎯Es mi exnovio, ha venido a hablar conmigo. Pero en este momento no tengo mente para hablar con él, necesito pensar. Solo te pido que lo atiendas. 

⎯¿Atender? 

⎯Sí, deja que baje a bañarse a tu casa y dale algo de desayunar. Si puedes prestarle ropa. 

Maggie sonríe. 

⎯Al parecer alguien aún no lo supera. 

⎯Es complicado, solo haz eso, te lo pido. 

⎯Bien, lo haré… solo porque tú me agradas. 

⎯Gracias ⎯respondo, para luego, abrir el portón. 

⎯¿Si me pregunta sobre ti, qué le digo? 

⎯Que me fui a trabajar, luego ya veremos. 

⎯OK ⎯responde. 

Abro el portón, y de inmediato, salgo del edificio. El amanecer pinta el cielo con tonos suaves y cálidos. A esta hora temprana, se experimenta un momento fugaz de tranquilidad antes de que la rutina diaria comience.

Saco mi móvil y miro la hora. Sé que tal vez no es un buen momento para hablar, pero, necesito escuchar una voz familiar, alguien que pueda ayudarme. Presiono un botón y a los tres tonos escucho la voz de mi hermana, Sila. 

⎯Lila, ¿todo bien?, es muy temprano allá ⎯pregunta. 

⎯¿Estás ocupada? 

⎯No, no, para nada… ⎯Escucho como Sila cierra una puerta y el ruido del lugar desaparece⎯. Dime, ¿todo bien con el bebé? 

⎯Sí, todo perfecto. El bebé crece y la próxima semana no iremos a ver. 

⎯Me alegra… ⎯contesta. 

Me quedo en silencio, mi hermana está esperando a que comience a hablar, pero por alguna razón me da mucha pena. Cuando Sila dejó a Moríns en el altar hace unos años, fui algo severa con ella, diciéndole que el amor era algo casi sagrado. 

Sin embargo, ahora que me encuentro en esta situación, no sé si ella quiera escuchar mi mal de amores, cuando yo casi no escuché el de ella. Hoy me siento una pésima hermana. 

⎯Sila, solo quiero decirte que, hace años, era una ingenua con respecto a al amor y te pido perdón por haberte juzgado de manera tan severa cuando dejaste a Moríns en el altar. 

Sila suspira. 

⎯No te preocupes, te comprendo. El amor es intenso y mucho. Nos hace decir y hacer cosas que no todos entienden. Es que cada quien lo vive a su manera. 

⎯Lo sé ⎯admito. 

⎯Pero, ¿tu llamada no es solo para que me pidas perdón de algo que pasó hace mucho, o sí? 

⎯Bueno, en parte… la otra parte es que… Antonio está aquí. 

Sila hace una pausa, al parecer, la noticia le sorprende, porque nunca imaginó que él me encontrara en un lugar tan pequeño como el piso colorido. Sin embargo, y no sé cómo, puedo sentir que está tranquila, supongo que su respiración me lo revela. 

⎯¿Tú lo invitaste? 

⎯No, simplemente llegó. Literal está haciendo guardia afuera del piso. Ha dormido en las escaleras, no ha comido… 

⎯Vaya… 

⎯Quiere platicar conmigo. Darme las razones del porqué pasó lo que pasó. Y quiero escucharlo, necesito comprender, pero, estoy demasiado herida, muy enojada con él, y mi cuerpo simplemente quiere explotar de rabia y gritarle en el rostro, lo que sé que hará que la conversación suba de nivel. Ya me cansé de gritar, de llorar, de estar enojada… solo quiero paz. 

⎯Es entendible. 

⎯Sin embargo, no puedo pensar si sé que él está afuera. Necesito pensar. No soy como tú y Alegra de que pueden resolver todo  de inmediato, yo necesito ordenar mis ideas, y si sé que él está ahí… 

⎯Entonces, ¿me llamas para…? 

⎯¿Cómo hago para escucharlo sin querer ahorcarlo? ⎯confieso, y la risita de mi hermana me confirma que sabe que tengo razón⎯ ¿Cómo le habla sin tener ganas de reclamarle?, ¿cómo ves a los ojos a ese hombre que alguna vez amaste y reconocerlo?, ¿cómo le hago para dejar de preguntarme, por qué lo nuestro se acabó, si nos amábamos tanto? 

⎯Entiendo que te enfrentas a muchas preguntas, y lamento decirte que no poseo todas las respuestas, especialmente cuando se trata de un amor tan intenso como el que comparten. Lo único que puedo sugerirte es que ambos encuentren un terreno común por el bien del bebé. A pesar de las diferencias y tensiones, es esencial canalizar esas emociones intensas para mantener un ambiente pacífico. La llegada del bebé ahora debería ser la principal prioridad. Independientemente de las circunstancias entre ustedes, ese niño o niña representa la manifestación más grande del amor que compartieron. Conservar ese amor en un entorno saludable es crucial, incluso si implica dejar a un lado ciertas tensiones o resentimientos. Mi sobrino o sobrina merece crecer en un ambiente lleno de amor y armonía.

Sonrío, sé qué hice bien en hablarle a Sila. 

⎯Gracias… 

⎯De nada. Sabes que tu hermana mayor siempre está para ti. 

⎯Y, ¿ahora cómo hago para que Antonio me deje respirar un poco? ⎯le pregunto⎯. Creo que él también necesita despejarse un momento, descansar, bajar esa adrenalina que tiene por haberme encontrado. 

⎯Solo tú conoces a Antonio. Pero, ¿por qué no le hablas a Alegra?, ella sabe cómo escaparse de las incomodidades, ¿recuerdas? 

⎯Que si no… ⎯respondo, y ambos nos reímos. 

⎯Te quiero Lila. Y sé qué estás pasando por un momento terrible, dónde parece que todo lo sobreactúas y que todo es tu culpa. Pero, recuerda, no todos aman como tú, y no todos lidian con un corazón roto, cómo lo haces tú. Todos lo hacemos de diferente forma, y es más fácil juzgar que comprender. Recuerda que Antonio también lidia con esto a su manera. 

⎯Lo sé. 

⎯Me tengo que ir… te enviaré un regalo con mis papás la próxima semana, espero te guste. 

⎯Sé que me encantará ⎯contesto, para después terminar la llamada. 

Los consejos de Lila me han ayudado en verdad y, ahora, solo necesito tiempo para pensar y saber cómo enfrentar a Antonio con la cabeza fría, pero sabiendo que es el padre de mi bebé y que, quiera o no, compartimos esto para siempre. 

Sin embargo, necesito un día en paz, sin presiones y tendré que recurrir a la única persona en este mundo que sabe de planes de escape y ha salido victoriosa, por lo que mi siguiente llamada es a Alegra. Espero que su consejo, también me ayude. 

***

El truco del señuelo, Alegra y yo, lo practicamos durante años cuando éramos pequeñas. Nos ayudaba a escaparnos de las clases, permitía que ella asistiera a fiestas y nos sacaba de situaciones realmente incómodas. Debo confesar que tener una gemela hace las cosas más fáciles, así que tuve que ser un tanto imaginativa al aplicarlo con Antonio. Sé que no caerá tan fácilmente, que descifrará todo y regresará. Pero al menos quiero que pase una noche lejos de mí antes de enfrentarnos cara a cara y decir lo que debe ser dicho. Siento que cuanto más cerca estamos, las emociones están más al alcance, y podríamos terminar peleando y gritándonos. Es hora de hacer las paces.

Así que, esta vez, utilicé a Rosa mi jefa, prometiéndole que después le contaría todo y con detalle de mi relación con él y de cómo es que llegó hasta aquí. Para mi suerte, Rosa es una persona muy curiosa, así que no dudó en seguirme el juego y hacer su mejor papel. Además de que era una forma rápida de conocer a Antonio, verle y después darme su opinión al respecto. 

También, para esto, necesite a Maggie, y, aunque me comentó que le caía bien “el güero”, me dijo que también veía necesario que se despejara un poco y se alejara de las escaleras.

⎯Ni que fuera Harry Potter para vivir en ellas, ¿no? ⎯me dijo, cuando íbamos hacia el piso. 

⎯Solo dile que me fui a vivir a Puerto Vallarta y asegúrate de que salga. 

⎯Vale, lo haré. Solo tengo una pregunta. 

⎯Dime. 

⎯¿Si no se va? 

⎯No quiero que se vaya, quiero que se salga. Tanta presión me está volviendo loca. Solo quiero una noche a solas, sin tener perro guardián afuera. Estoy segura de que Antonio no caerá, y que mañana podré invitarlo al piso, pero ya más tranquila. 

⎯Vale… entonces voy. Pero quiero detalles. 

⎯Los tendrás. 

Así, Rosa camina hacia el edificio, y yo me quedo en la esquina observando cómo entra. Sé que suena a una niñería, pero si Antonio me ve de frente, me tomará del brazo y me obligará a escucharlo, y no quiero que eso suceda. Prefiero que me dé la oportunidad de escucharlo, y para eso, necesito que todas las pasiones se disipen.

Me quedo esperando, en medio de la acera, escuchando a las personas pasar y pensando en todo lo que le diré. Me hubiese gustado que Antonio no hubiese tomado las decisiones que tomó, al igual que yo. Mi papá siempre dice que: “Somos arquitectos de nuestro destino, forjados por nuestras decisiones; el tiempo revelará si fueron cimientos sólidos o efímeros castillos de arena.” Por lo que sé que, las decisiones que tomemos a partir de este momento, deben ser pensadas conscientemente, sobre todo por el bebé. 

Entonces, la llamada de Rosa entra a mi móvil y sé que ya se ha llevado a cabo el movimiento. 

 ⎯Dime… 

⎯¡DIOS!, es un bombón… tú de verdad que tienes que pasarme pegue… entre el Pablito y este… ya quisiera estar en medio. 

⎯Rosa…

⎯Es que es verdad. Ya salió, ¿dónde estás? 

⎯Me acerco.

Así, camino hacia donde está ella, y la veo de lejos. Rosa se acerca a mí y le doy un abrazo. 

⎯Gracias. 

⎯De nada. Espero te sirva y que hablen mañana. 

⎯Lo haremos, te lo juro. 

Así, me despido de ella, y después de todo un día fuera, evitando a Antonio y reflexionando sobre mis palabras, entro de nuevo al edificio y subo a mi piso. Sé que volveré a ver a Antonio, no soy tonta, solo que al menos una noche podré descansar, y mañana, enfrentarlo… es momento de ver a los ojos al hombre que alguna vez me enamoró y, después, me rompió el corazón. 

***

Día tres. 

Dormí, pero, no descansé. A las cinco de la mañana ya estaba despierta, tomando a sorbos el agua mineral con limón para lidiar con las náuseas y ordenando las ideas para hablar con Antonio. Espero que él también haya descansado y que se sienta mejor. Espero que la separación haya hecho lo suyo. 

Después de terminar el vaso, me meto a la ducha y me tardo un momento debajo del agua tibia. Me pongo todos los aceites sobre el vientre y acaricio a mi niña que cada día crece más. 

⎯Solo quiero que sepas que tu padre y yo te amamos como nadie en este mundo, y que jamás escucharás algo negativo de él. Que me haya roto el corazón, no quiere decir que sea un mal hombre ⎯le habla a Mena, que, aunque aún no sé si es niña, estoy segura de que lo será⎯. Fuiste hecha con el amor más bonito del mundo, eso te lo juro. 

Al salir de la ducha, me pongo un vestido sencillo y salgo a la sala. Creo que es momento de enfrentarlo, de verle a los ojos y escucharlo. Después de tanto tiempo estoy lista, tranquila y dispuesta a llegar a un acuerdo. 

Abro la puerta del piso, y me quedo esperando en la sala. Tengo las manos tomadas la una sobre la otra, apoyadas en mi vientre. Me quedo unos segundos esperando, y cuando veo la figura de Antonio en el umbral, suspiro tratando de no hacer ruido.

⎯¿Cómo sabías que estaba afuera?, ¿me viste llegar? ⎯me pregunta. 

Niego con la cabeza. 

⎯Sabía que no habías caído en el truco. 

⎯Entonces, ¿por qué lo hiciste? 

⎯Porque necesitaba pensar en lo que te iba a responder al verte de frente. ⎯Me sincero. 

Antonio entra al piso, cierra la puerta detrás de él y se dirige hacia mí. 

⎯Lo siento, pero el día que llegaste tenía mucho fuego dentro de mí y no estaba lista para hablar contigo. Al día siguiente, quise hacerlo, pero no sabía que te respondería. Me escapé, porque tu presencia me causaba mucha presión y no me dejaba concentrarme. Quería decirte algo que no estuviese lleno de rabia y enojo. Evitar los reclamos, porque creo que ya están de sobra. Hiciste lo que hiciste y yo hice lo que hice y debemos aceptarlo. 

⎯Te entiendo. 

⎯Ahora, sé que vienes a explicarme todo, y también a buscar explicaciones. Sin embargo, quiero que sepas, que sigo herida y mucho, y que en este instante eres mi persona menos favorita en el mundo. Aun así, te daré el derecho de réplica, y te escucharé. 

⎯Gracias, de verdad. 

⎯Te escucho… ⎯le digo, y dirijo mi mirada hacia la suya. 

Antonio pasa saliva, se queda en silencio y puedo ver en su mirada, como las ideas se ordenan en su cabeza. Sin embargo, en el momento en que va a hablar, cierra los ojos y me dice: 

⎯Venía con un discurso preparado. Durante meses lo pensé. Soñaba con el momento de encontrarme contigo y decirte todo, sin esconder nada. Sin embargo, ahora que lo he logrado, que te he encontrado, me percato que hemos cambiado, no solo físicamente sino, en actitud. Somos otros, definitivamente. 

⎯Lo mismo pienso ⎯contesto⎯. Mi discurso estaba lleno de rabia, de reclamos, de lágrimas, de insultos. Pero ahora que te veo, sé que ya no… 

⎯Vale la pena… ⎯Termina mi frase. Antonio suspira, se pasa la mano por el cabello largo y ondulado, y regresa su mirada para continuar hablando⎯. Las circunstancias que nos separaron, en parte fueron culpa mía. Y me arrepiento de haber pensado así y actuado de esa forma. Sin embargo, creí que te protegía, nunca pensé que sería yo quien te lastimaría más. Puedo explicarte todo en este instante, pero, prefiero enfocarme en el futuro que estancarme en el pasado. No obstante, quiero que sepas que te amé, te amo y te amaré siempre, y que solo me enfocaré en hacerte feliz, a mi manera, y ahora, todo lo que te pido, es que me dejes formar parte de la vida de nuestro bebé. No más. Juro que seré mejor padre que pareja. 

Me quedo en silencio. De nuevo, Antonio, ha hecho que mi corazón encuentre la paz. No quería escuchar sus excusas, no quería repetir los hechos en mi mente, solo quería que él me entendiera, que yo lo entendiera, y así, llegar a un trato. 

⎯Sé que con el tiempo saldrán las explicaciones, y tendremos la cabeza fría y el corazón cálido para aceptarlas y escucharlas. 

⎯Lo tendremos. Porque créeme, te explicaré. 

⎯Pero, si quieres dar alguna explicación la escucharé. 

⎯Mi explicación más sencilla es…quiero estar a tu lado, no importa cómo, pero quiero estar… 

Suspiro. Yo también deseo estar a su lado, pero supongo que ahora será como amigos. Tal vez eso siempre debimos ser.  

⎯Ahora, con respecto al embarazo, le he dado vueltas al asunto. He pensado en la posibilidad de tenerte lejos, en la de tenerte cerca, y en todo lo que eso conlleva. De primera instancia, te comento que no volveré a Madrid, no todavía. Me quedaré aquí porque estoy iniciando una nueva etapa en mi carrera y estoy concentrada en ello. Además de que aquí me siento feliz. 

⎯Lo entiendo. 

⎯Sin embargo, eres el papá de Menita, y ella…

⎯¿En niña? ⎯ me pregunta con los ojos brillando de emoción. 

⎯Aún no lo sé, pero, yo siento que sí. 

⎯Si tú lo sientes… debe ser así y, me encanta. Ya la amo. 

Su gesto me enternece, y por un momento me hace desear que esta situación fuese diferente. 

⎯Te decía, eres el padre de Menita y ella merece lo mejor de todo. Así que te propongo que nos llevemos bien y estemos en paz por ella. Que seamos buenos amigos y tengamos una co-crianza respetuosa. Ambos, somos responsables de su vida y tenemos que darle la mejor de ellas. 

⎯Estoy de acuerdo ⎯acuerda, con una sonrisa⎯. Si me permites, me gustaría venir a las pláticas con el doctor y también a visitarte y… 

⎯Puedes… solo que… ¿tu esposa? ⎯le pregunto y él cambia su rostro feliz a un semblante de tristeza. 

⎯Ella es una buena mujer, Lila. Es tan víctima de todo esto como tú y como yo. Ella comprende todo y sé que me apoyará. 

⎯Bien, es bueno saber que tu esposa te apoya. Parece una buena mujer.  

⎯Y, ¿Pablo y tú? 

⎯Estamos empezando una relación, pero supongo que está de acuerdo con que estemos cerca, ya que es la razón por la que estás aquí, ¿verdad? Fue él quien te lo dijo.

⎯Lo obligué. Ese hombre es demasiado fiel… no quería decirme nada. 

⎯Pablo es así… por eso, lo quiero. Me siento protegida a su lado. 

⎯Me agrada… es un buen hombre. 

Así, concluimos nuestra conversación. Nos miramos directamente a los ojos, buscando esa chispa que alguna vez nos delataba. Sin embargo, ahora en nuestras miradas, se refleja la tristeza, la desilusión y los vestigios de un amor que lamentablemente no pudo materializarse.

Antonio sonríe levemente y yo le respondo por igual. 

⎯¿Puedo? ⎯me pide, insinuando que quiere tocar mi vientre. 

⎯Adelante… 

Antonio coloca su mano, con cierto temor, sobre mi vientre, y de inmediato siento su calor, uno que se eleva hasta lo más profundo de mi ser y despierta en mí el deseo de llorar. Hago todo lo posible por contenerme, pues no quiero dejar que las lágrimas fluyan. No obstante, en un instante, mi mente se llena con miles de recuerdos de los momentos en que él y yo compartimos un amor sincero. Sin quererlo, una lágrima se escapa, abriendo paso a otras más.

Él se percata de lo que está pasando, y con esa confianza que siempre hubo, me abraza. Lo hace fuerte, provocando que me suelte a llorar como niña pequeña, al igual que él. 

⎯Lo siento mucho, Lila. De verdad que lo siento tanto ⎯me habla, mientras ambos lloramos. 

A partir de ese momento, las palabras desaparecen, dejando solo espacio para las lágrimas que revelan cuánto nos duele esta situación. Sin embargo, al mismo tiempo, expresan la felicidad que sentimos al saber que Mena nos conecta. Porque, sin importar dónde esté él, dónde esté yo, o con quién estemos, Antonio y yo siempre estaremos unidos por el amor hacia nuestra hija.

2 Responses

  1. Ay mis niños… como me duele su dolor, que Menita sane sus heridas mientras la llenan de amor

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