Ya han pasado varios días y he decidido que no puedo dejar que Karl Johansson siga dominando mi vida, es hora de que esto pare porque a mí, Alegra Canarias, nadie me tiene jugando y mucho menos cayendo en provocaciones. Haré justo lo que mi hermana me dijo, cortaré de tajo, y ya no dejaré entrar a otro Karl a mi vida. 

Sin embargo, el único problema en el que me encuentro ahora es… que no sé cómo le diré. Las últimas veces me lo he encontrado por casualidad y solo una vez he planeado una salida con él, así que en este momento mi encuentro debe parecer casual, nada premeditado y mucho menos que él sepa que lo estoy buscando, en pocas palabras… espontáneo. 

Pero, ¿cómo hacer un encuentro espontáneo?, no sé, y créanme que he pasado bastante tiempo pensando como, es patético, pero, al parecer, no puedo dejar de pensarlo. Debería estar concentrándome en mi marca, en mi agencia, en estar moviéndome por todos lados buscando trabajo como fotógrafa, pero, sigo en el estudio de mi madre, tomando retratos y pensando como deshacerme de Karl. 

No me lo tomen a mal, amo trabajar con mi madre y si he aprendido de fotografía ha sido gracias a ella, pero, esta no es mi pasión y no quiero perder más tiempo entregándome a otra que no sea la que yo siento. Pero, primero lo primero, necesito sacar a Karl de mi vida… ahora y después, seguir con el segundo paso, consolidar mi marca. 

⎯¿Estás segura de que esa es la solución?⎯ me pregunta mi hermano David, mientras se sienta en la silla del restaurante donde fuimos a cenar. 

La verdad queremos un poco de paz, ya que nuestros sobrinos han estado un poco inquietos y decidimos escaparnos los tres para poder comer sin tener de fondo esas cancionistas de la TV o de plano a Eva llorando. Los amamos, de verdad lo hacemos, pero, una niña de cinco, dos de tres y una de casi dos años extrañando a sus padres, no es precisamente el paraíso; de verdad admiramos a nuestros padres al habernos cuidado a nosotros. 

⎯¡Lo es!, ¿lo dudas?⎯ inquiero algo indignada. 

David voltea a ver a Lila y ella encoge los hombros, después voltea a verme y sonríe.⎯ Pues, si eso quieres. 

⎯Lo haré, ya saben cómo soy… si se me mete algo en la cabeza no me detengo⎯ admito, y él sonríe. 

⎯Y, ¿cómo se lo vas a decir?⎯ pregunta Lila, quién ya ha empezado a ver el menú. 

⎯Pues… eso precisamente es lo que no sé, ¿alguna recomendación? 

⎯Ve al hospital y dícelo⎯ contesta mi hermana ⎯, actúas como si no supieras dónde encontrarlo. 

⎯Pffff… eso se ve en realidad muy hecho, mejor, háblale por teléfono y solo coméntaselo… listo⎯ responde David, para luego recibir de la mesera nuestras bebidas. 

Después de que ella se va con nuestra orden, volvemos a retomar la conversación entre los tres⎯ ¿Hablarle por teléfono?

⎯Sí, mira… las mujeres se complican mucho… los hombres somos más directos, si no quieres algo solo dilo y ya, ¿para qué andas haciendo todo un plan?, al final, entre más complicado todo, menos captamos, entiendes. 

⎯¿Así que…?, déjame entender… si una mujer a ti te insinúa que quiere tener sexo contigo, tú de plano no entiendes… 

David niega⎯ podría entender, pero, ¿qué tal si lo malinterpreto?, por ese directo y seguro es mejor: “quiero follar”, si o no… fácil. Quiero comer pizza, vamos… sí o no… fácil, ya no quiero verte, está bien… fácil.

Lila asiente con la cabeza, mientras toma un sorbo de la margarita que está tomando⎯ el hermano menor tiene razón⎯ comenta⎯, pero la idea de hacerlo por teléfono no se me hace muy viable… deberías ir al hospital. 

⎯O… deberías invitarlo a un lugar y de pronto… llego yo⎯ expreso y David levanta la ceja tal como lo hace mi papá cuando no entiende algo. 

⎯¿Yo?, ¿invitarlo?

⎯Sí, pues son amigos, ¿no?, hasta tienes su móvil, háblale y dile que…⎯ comienzo a idear.

⎯Que lo invitas al bar de Cho⎯ interrumpe Lila. 

⎯¿Qué?⎯ pregunta sin poder creerlo. 

⎯Sí, al bar de Cho, a una copa para platicar de cosas que ustedes suelen platicar…⎯ insisto. 

⎯¡Ay, Dios mío!⎯ se queja. 

⎯Es un excelente plan… hazlo⎯ le pide Lila y David nos mira como si no pudiera creer lo que sucede. 

⎯¿Es en serio?

⎯¡Sí!⎯ contestamos las dos al unísono. 

⎯¿Ahora? 

⎯¡Qué sí!⎯ volvemos a responder.

⎯Estamos siendo directas, ¿en qué forma no entiendes?⎯ le digo. 

⎯A ver… recapitulo… quieren que le hable a Karl, en este instante, para invitarlo al bar del Cho para platicar de cosas que solemos hablar, pero en realidad es para que tú hables con él. 

⎯Entendiste… ahora marca⎯ le pido y hago un ademán con la mano. 

David saca su móvil y niega con la cabeza⎯ con razón jamás han tenido una buena relación… tú eres muy tú⎯ me dice a mí ⎯ y tú, ¿cómo no se te ocurrió preguntarle a ese hombre su nombre? 

⎯No eres el mejor consejero de relaciones David Tristán Canarias Ruíz de Con ⎯ habla Lila. 

⎯Lo sé, pero, al menos, mis relaciones duran… no que ustedes… bueno, Alegra ni relaciones tiene. 

⎯Solo habla…⎯ le insisto. 

David marca el número de Karl y momentos después comienza a hablar⎯¿Karl?, hola, soy David. Muy bien gracias. Oye, quisiera saber si te apetece ir al bar de Cho a beber algo… es que, Moríns se fue y quiero hablar sobre dos mujeres que me traen loco con sus planes absurdos.⎯Lila y yo le lanzamos una mirada de “te voy a matar” y él sonríe⎯ bien, perfecto, te veo en dos horas en el bar de Cho… saludos. 

Él termina la llamada y luego me ve⎯ listo, ya hice lo que me pediste ahora… más te vale que no lo arruines, Alegra⎯ me advierta, para después empezar a comer. 

⎯Claro que no lo arruinaré, tengo justo en mi mente lo que le voy a decir y hoy será la última noche que vuelva a ver a Karl Johansson en mis planes y en mi vida⎯ aseguro, para después beber un sorbo de mi bebida. 

[…] 

-Al día siguiente- 

El intenso dolor de cabeza provoca que todo mi cuerpo reaccione. Poco a poco comienzo a escuchar el ruido de afuera, los autos pasando por la calle y a sentir el calor del sol de verano sobre mi piel. Muevo mis manos, mis piernas y volteo mi tronco para percatarme que estoy sobre una cama. 

⎯Mierda⎯ murmuro, al sentir el peso de lo que sé fue el alcohol. 

Abro los ojos y al ver el techo de la habitación me percato que no me es conocido para nada, por lo que me enderezo de inmediato asegurándome que no estoy en mi cuarto. 

⎯No de nuevo⎯ murmuro. 

Me descubro de la ligera, pero fina sábana y me percato que estoy en una camisa que dice Harvard Medical School, pero, al parecer solo me cambié de ropa. Volteo a la mesita de al lado y noto que mi móvil está conectado a la corriente, completamente cargado y que también mi cartera y mis llaves están ahí. 

⎯¡Dios Alegra!, ¿dónde te metiste?⎯ pregunto, para después ponerme de pie y caminar por un precioso piso de madera que aún huele a nuevo. 

La cabeza me duele a horrores, pero, aun así, me esfuerzo por encontrar mi vestido y mis zapatos para irme de aquí, sin embargo, no hay señal de ellos, ni siquiera sobre el sofá que hay dentro de la habitación. 

⎯¡Te lo dijo tu padre!, ¡te lo dijo!⎯ me repito mientras me agacho para ver debajo de la cama⎯ dijo, es peligroso, pero, como siempre, te vale y les vale a tus hermanos… cuando los vea me la van a pagar, ambos, los mataré y luego los voy a revivir para volverlos a matar y así hasta que quede satisfecha.

⎯¿Con quién hablas?⎯ escucho una voz en frente de mí y al ver al otro lado de la cama noto el rostro de Karl Johansson. 

Vuelvo a gritar como histérica, moviendo la cabeza hacia arriba y sintiendo un golpe fuerte en la cabeza que de inmediato hace que mi vista se nuble por completo.

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