Llegué a mi casa por mi cuenta, esta vez no quise que Karl me trajera, ya que habría sospechas. Tan solo entré por la puerta, escuché la música a todo volumen y a mis padres bailando en medio de la sala como si estuvieran festejando algo; supongo que a ellos también les alegra que Sila y Moríns llegaran hoy y ellos fueran “solteros” de nuevo.

⎯ ¡Guau!, ¿no podríamos ser más discretos? ⎯ les pregunto entre risas.

Mi papá deja a mi madre y se acerca hacia mí bailando ⎯ Tu madre y yo hemos decidido ir a Cuba de vacaciones, así que practicamos ⎯ me comenta, para luego tomar mi mano y hacer que baile con él.

⎯ ¿Segura no es porque serán solteros en unas horas?, ya que créeme, amamos a los niños, pero sabemos que se tienen que ir.

⎯ Shhhh, solo disfruta el momento ⎯ me comenta, mientras seguimos bailando.

La pieza termina, y mi padre me da una vuelta haciéndome reír ⎯ ¡Ay Davidsito, te quiero! ⎯ le digo a mi padre y él me besa en la frente.

⎯ Yo te amo más… Ahora ve a cambiarte que tus tíos y primos llegan en un momento, vamos a darle una cena sorpresa a Sila.

⎯ ¡Y hoy ya no dormiremos con el Pollo pin pollo de fondo! ⎯ comento aliviada, haciéndolo reír. Mi padre me deja sola y de nuevo regresa a mi madre para abrazarla y darle un beso sobre los labios para después decirle algo en el oído y hacerla reír. ⎯ Consíganse un cuarto ⎯ les bromeo, y mis padres solo niegan con la cabeza.

Así, subo hacia mi habitación y al entrar me tiro sobre la cama. No puedo creer lo que acabamos de hacer Karl y yo, y que hace horas atrás era la policía que lo castigaba y ahora vuelvo a ser yo. Veo la hora en mi móvil, percatándome que no es momento de fantasear y que debo ducharme y vestirme para la cena de bienvenida de mi hermana.

Abro la puerta del baño que comparto con Lila, y noto que ella se encuentra en la ducha ⎯ ¿Tardas mucho? ⎯ le pregunto.

⎯ No, pásame la bata ⎯ me pide, y yo voy hacia la puerta y le paso la bata blanca que tiene su inicial, una “L”, tejida que ella mismo hizo.

Desde que estamos pequeñas, Lila y yo hemos compartido baño, ella tiene su habitación y yo la mía, pero tenemos una puerta en nuestro cuarto que nos lleva al mismo baño, por lo que Lila optó por bordar iniciales en las toallas y batas para que se distinguieran.

Mi hermana sale de la ducha y me ve de los pies a la cabeza, para después levantar la ceja ⎯ ¿Qué? ⎯ pregunto.

⎯ No sé, hueles a sex shop ⎯ me dice, para luego salir hacia su habitación.

Me acerco al espejo para ver si no traigo algo que me delate, pero no hay nada, solo sé que Lila siempre quiere molestarme haciéndome creer que sabe cosas, aunque a veces estoy segura de que sí; es como bruja.

Así me doy una ducha rápida, y me visto de igual manera. Cuando abro la puerta de mi habitación puedo escuchar a mis tíos y a mis primos en la parte de abajo empezando la fiesta como siempre lo han hecho. Me encuentro a mi hermano en el pasillo, siendo de su habitación y arreglándose la camisa color azul marino.

⎯¿Qué dices?, ¿me veo bien? ⎯ me pregunta ⎯ Después de la cena iré a bailar con una chica, puede que sea la indicada.

⎯¿La indicada?, ¿crees que a tus 23 años alguien puede ser la indicada? ⎯ inquiero, arreglándole el cuello de la camisa.

⎯ Puede… no todos estamos negados a encontrar el amor, hermana. Otros somos unos románticos empedernidos.

⎯ Y por eso te rompen el corazón por andar de empedernido… ⎯ le reclamo.

Ambos caminamos por el pasillo para bajar las escaleras.⎯ Es mejor haber amado que ni siquiera intentarlo, hermana… ¿Quién dice que el amor de tu vida no puede entrar por la puerta? ⎯ comenta, para luego dejarme sola a la orilla de las escaleras.

Pongo los ojos en blanco, entre mi hermana y él a veces siento que vivo en una película de princesas donde siempre se encuentra al amor de maneras inesperadas. Sin prestarle más atención, me acerco al bar dónde Cho está sirviendo las bebidas, como siempre, mientras platica con Héctor de algunas cosas.

⎯¿Una llamarada Cho para ti? ⎯ me pregunta, para luego reírse.

⎯ Esas cosas deberían ser ilegales ⎯ le respondo, mientras tomo la botella de vino tinto y me sirvo una copa.

Cho sirve el trago a Héctor para que lo lleve a mi tío, y luego me ve ⎯ son legales, lo que es ilegal es que te bebas cuatro y pienses que todo estará bien. Hasta los más pequeños de la familia saben que deben moderarse.

⎯ Yo me sé moderar ⎯ le contesto.

Cho me guiñé un ojo y luego toma sus bebidas para irse con Sabina que platica con mi tía Ainhoa. El timbre de la puerta suena y momentos después todos guardan silencio para ver si es Sila y Moríns, pero vuelven a hablar cuando se percatan que no es así.

⎯¡Karl! ⎯ expresa mi papá, y al ver la alta y torneada figura del hombre rubio que entra con esa sonrisa que me desquicia y dos botellas de vino.

⎯ Buenas noches ⎯ contesta él, para comenzar a saludar a todos.

¿Qué demonios hace él aquí?, pienso, ¿esta era la cena que tenía? 

Karl se acerca a mí y estira la mano para saludarme ⎯ Señorita Canarias, un gusto verla de nuevo ⎯ pronuncia.

⎯ Igual… ¿Puedo hablar contigo? ⎯ le pregunto, para acercarme un poco a la esquina para hablar libremente.⎯ ¡Qué demonios haces aquí!

Karl voltea alrededor y sonríe. ⎯ Pues, fui invitado.

⎯¿Por qué no me dijiste que esta era la cena que tenías?

⎯ Porque tú nunca quieres detalles… ⎯ responde, y juro que su repuesta me hace enfurecer porque sé que tiene razón.

⎯ ¡Dios! ⎯ respondo, porque como siempre no tengo palabras.

⎯ Soy amigo de tu hermana, tu familia me aprecia, pero si no quieres que venga solo diles que no me inviten y ya… no tengo problema.

⎯ Pues si les diré, porque parece que ahora solo estás detrás de mí toda la vida…

Karl se ríe bajito ⎯ relájate, ¿por qué tan enojada?, hace unas horas te vi muy pero muy feliz. Hasta repetimos.

⎯ Shhhhh…

⎯ Y Ahora, ¿estás enojada? Sí que eres de humor cambiante.

⎯ No digas nada más, ¿sí? ⎯ le pido, al ver que mi padre nos está viendo de lejos. Tomo un sorbo de vino para disimular.

⎯ No te enojes, mira… traigo uno de los trajes que me escogiste… es más, llevo puesta la tanga que me compraste.

Al decir eso, me atraganto con el vino, ya que mi padre estaba justo atrás y no sé si escucho. Comienzo a toser como loca, llamando la atención de toda mi familia.

⎯¿Todo bien? ⎯ Pregunta mi padre.

Karl voltea y sonríe ⎯ sí, supongo que se le fue el vino de lado.

⎯ Esta un poco fuerte ⎯ trato de decirle, pero la tos continúa.

Mi padre acaricia mi espalda y me dice que respire profundo, como cuando era pequeña, y al dejar de toser me dice ⎯ ¿mejor?

⎯ Sí, sí ⎯ aseguro.

Karl no deja de reírse bajito, y yo estoy que no aguanto las ganas de irme de aquí. Mi padre se aleja para ir con mis tíos y vuelvo a quedar con el rubio de la sonrisa desquiciaste a solas. ⎯ Mira Karl…

⎯ Miro… ⎯ responde.

Molesta comienzo a hablar.⎯ Yo sé que eres amigo de mi familia, pero no puedes…

⎯¡Sorpresa! ⎯ escuchamos al fondo, y al voltear vemos a Sira y a Moríns entrar por la puerta con una sonrisa.

Sus hijos corren a darles la bienvenida, y el resto de la familia se acerca para saludarlos. Yo dejo la copa sobre la barra y le amenazo ⎯ no hemos terminado de hablar, ¿eh?

Karl sonríe ⎯ como usted diga, señora policía ⎯ murmura.

Voy hacia mi hermana y le doy un abrazo para luego abrazo a mi cuñado. De pronto, todo el ambiente familiar nos envuelve y dejo el asunto de Karl por un rato. Sin embargo, veo cómo platica con mi padre y con Ben en una esquina, admirando el traje que se puso hoy y le quedó perfecto.

Tomo otra copa de vino, mientras escacho hablar a mi hermana de su luna de miel y lo bonita que estuvo, hasta que nos pasan al comedor para comenzar a cenar. Yo me siento al lado de mi hermana Lila, justo en frente de Karl, que está sentado cerca de Ben y Xóchitl.

Él no me hace caso y yo también trato de no cruzar mi mirada con la suya, la familia entra en pláticas y yo con mis hermanos, cuando siento que mi móvil vibra y a levantar la pantalla veo el nombre de Karl. Lo abro sin que nadie vea.

KARL

DEJASTE LAS ESPOSAS EN EL PISO, ¿LAS TIRO A LA BASURA O LAS CONSERVO PARA QUE HAGAN JUEGO CON EL LÁTIGO?

Termino de leer el mensaje y levanto mi mirada solo para ver que Karl sigue muy atento a lo que Ben le está diciendo. No hay ni una expresión en su rostro, ni nada que me dé una pista de cómo se siente. Así que quiero provocar algo para ponerle nervioso.

ALEGRA 

¿EN VERDAD TRAES PUESTA LA TANGA QUE TE COMPRÉ? 

Lo envío. Y momentos después la mirada de Karl baja y veo cómo sonríe.

KARL

ESTAMOS HABLANDO DEL LÁTIGO… ¿LO VAS A QUERER O NO?, ESTÁ EN MI CARRITO DE COMPRAS DE AMAZON. TAMBIÉN TRAE UNA MORDAZA POR SI QUIERES QUE GUARDE SILENCIO. 

ALEGRA 

SABÍA QUE BLOFEABAS, CLARO QUE NO TRAES LA TANGA… YA ME HAS MENTIDO ANTES. 

KARL

SI TE COMPRUEBLO QUE LA TRAGIO, ¿ME DEJAS USAR EL LÁTIGO A MÍ? 

Al leer eso, esbozo una ligera sonrisa y mi mirada se va automáticamente a él. La veo con un rostro tan serio que siento que no es él quien me ha enviado los mensajes, sino otra persona.

ALEGRA

¿QUÉ?, ¿QUIERES CASTIGARME COMO NIÑA MALA POR TODAS LAS REGLAS QUE HE PUESTO? 

KARL

NO, SOLO QUIERO DARTE LIGEROS GOLPES EN ESE HERMOSO TRASERO QUE TIENES… ¿ESTOY MAL? 

ALEGRA

NO SÉ SI ESTA PLÁTICA SEA ADECUADA PARA NIÑOS. 

KARL

NO VEO A NINGÚN NIÑO EN ESTA PLÁTICA… VENGA, ES DIVERTIDO. DIME, ¿QUIERES QUE TE ENSEÑE QUE SI TRAIGO LA TANGA? 

ALEGRA 

VALE, SI ME LA ENSEÑAS, YO TE DEJO QUE USES EL LÁTIGO CONMIGO. 

KARL

¿USANDO LO QUE YO QUIERA? 

ALEGRA 

LO QUE Tú QUIERAS 

KARL 

BIEN 

Entonces veo cómo Karl me voltea a ver, me cierra un ojo y momentos después mi móvil vibra. Veo que tiene una imagen y no puedo creer lo que está pasando. En eso, pongo la clave en la pantalla y de pronto se me resbala de las manos al escuchar mi nombre en una voz infantil. El móvil cae debajo de la mesa.

⎯¡Tía Alegra! ⎯ me llama Lolo y volteo asustada esperando que no haya pasado nada.

⎯ Dime.

⎯ ¿Me puedes servir leche con chocolate? ⎯ me pide.

⎯ Yo… ⎯ murmuro nerviosa, cuando veo que mi madre acaba de tirar el tenedor y se agacha debajo de la mesa.⎯ Ahora no, Lolo, espérame sí.

⎯ Es que me gusta cómo lo haces… ⎯ insiste.

⎯ Yo… ⎯ entonces sin decir una palabra me meto debajo de la mesa y estiro la mano antes de que mi madre lo tome; se lo arrebato.⎯ Yo lo cojo.

⎯ ¡Guau!, ya me di cuenta…⎯ habla mi madre y veo que la foto de Karl en tanga y sin camisa se refleja en la pantalla. ⎯ ¿Crees que haya otra para tu papá? ⎯ me pregunta.

⎯¿Otra qué? ⎯ escucho que dicen y del susto salto pegándome contra la mesa, tan fuerte que escucho los vasos moverse.

¡Guau!, ¿qué está pasando? ⎯ escucho arriba ⎯ ¿haciendo travesuras?

Mi padre se agacha por debajo de la mesa y yo escondo el móvil como puedo.⎯ Nada, nada… ⎯ le digo y como puedo me regreso a mi lugar para sentarme en la silla.

El rostro de Karl es épico, se encuentra de color rojo y con la mano se cubre la boca para que nadie vea su sonrisa. Yo, con todo el cabello despeinado, otro chichón en la frente y sudorosa de todo el esfuerzo, no me queda más que reír, así que lo hago, y lo hago con tantas ganas que todos voltean a verme.

⎯ Lo siento, lo siento ⎯ me disculpo, para luego ponerme de pie y retirarme de la mesa.

Finalmente, salgo al jardín y mi móvil vuelve a vibrar. Al ver el mensaje me río.

KARL

¿SIGUE EN PIE LO DEL LÁTIGO? 

Eres un pervertido, Karl Johansson.

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