⎯ ¡Conseguí el trabajo! ⎯ expreso emocionada, cuando mi hermana Lila abre la puerta de su taller.

⎯ ¡Qué! ⎯ contesta, para luego abrazarme y juntas saltamos así. ⎯ Te lo dije, te lo dije.

⎯ Fue la entrevista corta, pero me sentí tan segura que sabía que el trabajo era mío. Empiezo mañana, tengo mi primera sesión de fotos y tengo que ir a casa a planearla cuadro por cuadro ⎯ expreso.

⎯ Me da mucha alegría, hermana. Sabía que alguien vería tu talento y lo reconocería. Ahora, podrás obtener los contactos que deseas y listo, podrás abrir tu propia agencia. Tengo el nombre ideal para tu agencia: Talento Alegra Canarias.

⎯¿Eh?, sí, creo que sí ⎯ respondo, para luego ignorar lo que acaba de decir y sentarme en el sofá.

Mi hermana Lila levanta la ceja y se acerca a mí.⎯ ¿Qué hiciste?, ¿por qué esa cara?

⎯ Nada.

⎯ Alegra, te conozco más que a nadie en este mundo, y ese rostro sé que es de algo, lo he visto millones de veces. Ahora dime, ¿qué pasó?, ¿qué hiciste?

⎯ ¿Por qué siempre asumes que hice algo malo? ⎯ pregunto.

Lila cruza los brazos ⎯ jamás dije malo, solo que habías hecho algo… ¿Qué fue?

¡Dios!, odio a la policía Canarias, pienso.

⎯ Ale…

⎯ Vale, vale… pero no te vayas a enfadar, ¿vale? ⎯ le pido.

⎯ Con esa frase lo dudo.

Tomo un respiro.⎯ Mentí un poquito en mi currículo ⎯ confieso.

⎯ ¿Mentiste? ⎯ cuestiona, para luego sentarse a mi lado.

⎯ En un pequeño detalle.

⎯ ¿Qué detalle? ⎯ insiste.

⎯ Uno…

⎯ ¡Ya dímelo por el amor de Dios! ⎯ expresa Lila, inquieta.

⎯ Bueno, oficialmente en mi nuevo trabajo no soy Alegra Canarias.

⎯ ¿Entonces?

⎯ Soy Alegra Johansson… ⎯ confieso.

⎯ ¡QUÉ! ⎯ grita Lila, poniéndose de pie de inmediato y alejándose de mí.⎯ ¿Cómo demonios se te ocurrió eso?

⎯ Pues de ti y de tu letrero.

⎯ ¿De mí?, ¿cómo pude darte yo la idea?, no tiene sentido.

Me levanto para ir hacia ella.⎯ Lo siento, es que sabes lo que me estaba costando por el apellido y pues vi que te pusiste Mena Caballero y dije, ¿por qué no?

⎯ Alegra, hay 1001 apellidos en nuestra familia, mil y uno, y a ti se te ocurrió Johansson. ¿Por qué no te pusiste Caballero?

⎯ Pues…

Y en ese instante me percato que pudo ser así y que no lo pensé en el momento. 

⎯ No quería vincularte… y meterte en problemas.

⎯ ¡Pero a Karl sí! ⎯ expresa. Lila comienza a moverse de lado a lado de la habitación ⎯ ¡Ay Alegra!, ¡ay Alegra!

⎯ ¿Qué?

⎯ Es que no mides, ¡no mides!, ¿cómo le harás para que te paguen?, en tu tarjetón saldrá Canarias y sabrán que estás mintiendo, es grave.

⎯ No, los primeros meses el pago es en efectivo y, además, en recursos humanos di mi información real. Johansson puede ser mi nombre de artista creativa, ya sabes, cuando te pones un seudónimo. Como tú.

Lila suspira. Un poco molesta comienza a cerrar todo y a dejar las cosas en su lugar. ⎯ Prométeme que le dirás a Karl.

⎯ Lo prometo.

⎯ Irás ahora o mañana y le dirás esto.

⎯ Lo prometo ⎯ continúo.

Me pongo de pie y le abrazo por detrás ⎯ ¡Ay Alegra!, ahora entiendo eso de las canas verdes.

⎯ No le vayas a decir a nadie, ¿sí? Te juro que todo estará bien. ¿Secreto de Gemelas? ⎯ le digo, y ella voltea para verme al rostro.⎯ Anda, ¿cuánto no hemos guardado?

⎯ Pues… ⎯ duda.

⎯ Por favor, ¿sí? ⎯ ruego.

Mi hermana niega con la cabeza y me ve a los ojos.⎯ Está bien, pero promete que le dirás a Johansson mañana mismo.

⎯Lo haré… ⎯ prometo, y la abrazo feliz.

[…]

Y no lo hice. No le llamé a Karl, porque estuve tan emocionada que me dediqué a hacer el concepto y la idea para las fotografías. No dormí de la emoción de saber que al siguiente día me despertaría para ir a trabajar haciendo lo que me gusta y que dejaría de ser una “Nini” en la familia Canarias Ruiz de Con ya que todos trabajamos.

Llegué temprano, preparé el equipo y comencé a dar instrucciones para comenzar a tomar las fotografías y a revisarlas en el ordenador. Me siento en mi mundo, en mi zona, segura de lo que estoy haciendo y como lo hago.

Sin darme cuenta, pasan las horas y he tomado más fotografías de las que me han pedido, un lote bastante grande para poder darle a la agencia las que necesitan y tomar algunas para mi portafolio y cuenta personales.

⎯ ¿Alegra? ⎯ escucho la voz de Gio y, al voltear, lo veo caminando hacia mí con un montón de carpetas.

⎯Dime.

⎯ Te hablan en la entrada.

⎯ ¿Quién? ⎯ pregunto, ya que no creo que mi familia haya venido a verme al trabajo.

⎯ Tu marido.

⎯ ¿Mi qué? ⎯ pregunto.

⎯ Dice que es tu marido…

⎯ Creo que me está confundiendo, yo no tengo marido…

Entonces, veo en la entrada del estudio como Karl va entrando con esa sonrisa que me desquicia y con un gesto que no lo conocía, ¿a caso es de triunfo?, ¿cómo se enteró de esto? 

Él llega hasta donde estoy, me toma de la cintura y sin que pueda negarme me da un beso sobre los labios ⎯ ¡Qué bromista eres esposa! ⎯ me dice al separarse de mis labios, ⎯ ¿ahora me niegas, Alegra Johansson? ⎯ y luego me sonríe.

Me quedo paralizada sin saber cómo reaccionar, no entiendo qué hace aquí, ni como lo hizo para enterarse, ¿habrá sido Lila quién le dijera?, ¡cómo!, ¡cómo! 

⎯ Karl… ⎯ murmuro.

⎯ ¿Qué?, ¿no puede un esposo visitar a su mujer en el trabajo? ⎯ pregunta, para luego reírse.

⎯ ¿Me sueltas? ⎯ pregunto en un murmullo.

⎯ No, ahora que eres mi mujer podemos hacer cosas que hacen los casados, como besarse sin que haya 100 reglas, unas que por cierto has roto de una cuando te pusiste mi apellido.

⎯¿Cómo te enteraste? ⎯ pregunto, algo sorprendida.

⎯ Bueno querida, mi apellido en Madrid no es tan común, ¿sabes?, no es como Pérez o López. Solo hay un Johansson y ese soy yo… imagínate el rostro que puse cuando una de mis pacientes me dijo que mi esposa, Alegra Johansson trabajaba aquí.

⎯¿Pacientes? ⎯ pregunto.

Mierda, se me olvidaba que era el doctor simpatías… 

⎯Así es, hoy la chica de la entrada fue a consulta temprano con su padre, y me dijo: ¡Ah!, conocía a su esposa ayer por la tarde en mi trabajo . Muy guapa, se llama Alegra, ¿cierto?. Así que quería venir a ver a mi esposa hoy… me llama mucho la atención saber cómo es que acabé casado de la noche a la mañana y sin saberlo.

⎯ Puedo explicarlo ⎯ murmuro.

⎯ Pues más te vale que lo hagas rápido, querida, porque muero por escuchar lo que me tienes que decir… ⎯ habla con una sonrisa, y yo ahora sé que estoy en problemas.

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