Dos días después
El cambio de reglas había sucedido y de pronto, yo ya no estaba en control. De cierta manera le había dado a Karl el acceso que se necesitaba para manipularme un poco, así que tenía que seguir llevando las riendas de mi vida de alguna forma. Sin embargo, ahora no podía planear nada, ya que el trabajo se me desbordaba de las manos y tenía millones de cosas que hacer.
Al parecer, a mi jefe Gio, le había gustado tanto mi primera sesión que decidió darme tres más, cada una con diferente tema que yo debía planear desde cero. Por lo que me puse manos a la obra olvidándome de todo lo demás; supongo que eso sucede cuando amas tu trabajo.
Además, saber que Gio confía en mí, me hace saber que no solo por el apellido de Karl estoy aquí, sino también por mi talento, y que por fin alguien lo ve y confía en lo que tengo que decir, así que no le daré crédito por eso. Digo, al final quedamos en ser amigos y uno como él no me caería tan mal. Capaz que un día necesito primeros auxilios y Sila no está cerca, él puede salvar mi vida.
⎯ ¿Alegra? ⎯ escucho la voz de Gio al fondo y al voltear lo veo en la puerta del estudio. ⎯ Tienes un paquete.
⎯ ¿Yo? ⎯ pregunto, para luego sonreír ⎯ cierto, han de ser los focos que pedí.⎯ Entonces me volteó y les doy la indicación de que descansemos cinco minutos.
Dejo mi cámara sobre la mesa, salgo del estudio para ir hacia la recepción donde el chico de correos me espera. Puedo ver que trae una caja bastante grande, una pequeña y una bolsa que trae por nombre Agent Provocateur. ⎯ ¿Alegra Johansson? ⎯ me pregunta, y en ese momento sé que no es el paquete que yo esperaba. ⎯ Firme aquí.
Tomo la pluma y pongo en un garabato mi firma para, después, tomar el paquete que está medio pesado. Bajo la atenta mirada de la joven de la recepción, camino con el paquete hacia la sala de juntas y lo pongo sobre la mesa.
⎯ Supongo que no son mis focos ⎯ murmuro, para luego darme a la tarea de abrir la caja grande.
Mientras quito el listón y trato de despegar la tapa de la caja, mi móvil suena y al ver en la pantalla KARL, sé que esto le parecerá divertido. ⎯ ¿Dime?
⎯ ¡Guau!, entonces has recibido mi paquete ⎯ habla y luego sé que sonríe porque eso me desquicia incluso vía telefónica.
⎯ Sí, ¿no podías enviarlo a mi casa?, ¿tenía que ser aquí? ⎯ le reclamo.
⎯ Bueno, si lo envío a tu casa levantarías sospechas, y no queremos eso. Segundo, no quería perderme la oportunidad de enviarle un paquete a mi esposa.
¡Dios!, a buena hora me metí en esto.
⎯ Como sea, estoy trabajando y no tengo tiempo para esto.
⎯ Claro que lo tendrás, la cena es hoy, ¿qué no recuerdas?
Veo mi reloj de pulsera y me percato de que tiene razón, ¿tan rápido pasó el tiempo?
⎯ Sí, sí, claro que me acuerdo.
⎯ No mientas… ⎯ me responde, y odio lo bien que me conoce. Ni siquiera mi padre es tan bueno atrapándome en las mentiras.
⎯ Aun así, Karl, no tengo tiempo para…
En eso, abro al fin la caja para ver un precioso vestido negro frente a mí, al sacarlo, me quedo sin habla al notar que es extremadamente fino y que trae la etiqueta Chanel en la parte de arriba.
⎯ ¿Todo bien? ⎯ me pregunta del otro lado.
Dejo el móvil sobre la mesa, lo pongo en alta voz y saco por completo el vestido dela caja. Noto que es largo, con una abertura en la pierna izquierda y con un hombro descubierto. Del otro lado, es de manga larga y cubre desde el hombro hasta la muñeca.
⎯ Sexi, pero reservado ⎯ lo escucho decir.
⎯ Karl, es… ¡Bellísimo! ⎯ expreso, y lo abrazó contra mi cuerpo para sentir la suavidad.
⎯ Dijiste que eras de gustos caros y qué casualidad que yo pueda dártelos.
Sonrío, aunque él no me pueda ver.⎯ ¿Cómo sé si me queda?
⎯ Venga, querida, como si no te hubiese ya tomado la medida cada vez que…
Entonces quito el alta voz y me pego el móvil al oído. Escucho la frase, “te he tomado la medida con mis manos y mis labios”. ⎯ Ya comprendí ⎯ respondo, para luego enrojecer.
⎯ ¿Qué? ⎯ responde, para luego reírse.
Por lo que veo a Karl no le da pena hablar de cualquier tema, y mucho menos de uno que tiene que ver con la sexualidad. Mi padre es igual, incluso en mi casa no hay casi ningún tabú, todo es tan abierto que mi abuela Fátima se muere de pena.
⎯ Entonces, ¿te gustó? ⎯ insiste.
⎯ Me gustó, muchas gracias ⎯ respondo, por no decir que me encantó.
⎯ Vale, entonces, te hice una reservación en el salón de belleza que está junto al Spa, te envío la dirección vía mensaje y a las ocho te paso a recoger ahí, guapa. No faltes.
⎯ No lo haré ⎯ contesto, mientras saco de la pequeña caja lo que son los zapatos a juego, igual de bellos que el vestido.
⎯ Por cierto, la bolsa también es tuya.
Tomo la bolsa y al abrirla veo una lencería tan fina, color negro, que me hace sonrojar, una que deja poco a la imaginación. La alzo un poco para verla y admirarla mejor, cuando escucho una voz al fondo.
⎯ Así que esta noche tendremos fiesta, ¿eh?
Al voltear, veo a Gio en la puerta de la sala de juntas, viéndome con unos ojos de picardía y una sonrisa. Guardo la ropa interior de inmediato, y luego siento cómo el color rojo me sube por las mejillas.
⎯ Gio, yo…
⎯ Está bien, si yo tuviera ese cuerpo también usaría esa lencería. No te tardes, que tenemos que acabar.
Gio se va de mi vista y vuelvo a tomar el teléfono ⎯ ¿Karl?
⎯ Él tiene razón, con ese cuerpo…
⎯ ¡Basta! ⎯ le mando callar, ya que aún siento la pena recorriendo mi cuerpo. ⎯ Estaré ahí en el Spa, a la hora que me digas, me pondré esto y ya, ¿vale?
⎯ OK, pero, no te enojes. Yo solo quería consentirte.
Suspiro, supongo que él tiene razón de nuevo. ⎯ Lo siento, es que estoy algo presionada con todo lo que debo hacer. Prometo que estaré de mejor humor para tu fiesta.
Escucho la ligera risa de Karl del otro lado. ⎯ No te preocupes, dentro de un rato estarás de mejor humor. No perderé la oportunidad de quitar de tu piel una lencería Agent Provocateur ⎯ pronuncia en perfecto francés.
⎯ Eres un pervertido Karl Johansson.
⎯ Pensé que era aburrido ⎯ me responde.
⎯ ¡Ash!, ya cállate ⎯ le pido, para después terminar la conversación y la llamada. Dejo el móvil sobre la mesa y vuelvo a admirar el hermoso vestido Chanel que me ha comprado. ⎯ Nunca me han quitado un Chanel ⎯ murmuro, para después esbozar una sonrisa. Supongo que solo me queda disfrutar.
El misterioso Karl…