Cuando yo pensé que los regalos de Karl habían terminado, a las seis de la tarde apareció un auto en frente de mi trabajo para llevarme al famoso spa, donde se supone que me arreglarían para esta fiesta tan importante para él.
La verdad olvidé preguntarle la importancia del evento, así que ahora iba a ciegas, creo debí haberme informado mejor, y al menos platicar con mi madre sobre los temas que ella escucha cuando va a las reuniones con mi padre. La verdad que no veo a una fotógrafa hablando de pediatría o algo de medicina.
Así, solamente llegué al bellísimo Spa, me tomé un delicioso baño donde el jabón principal era de lavanda, lo que me hace pensar que Karl sabe ese secreto de todas las Ruiz de Con, o simplemente lo olió en mi piel. Después, pasé al maquillaje y peinado y cuando estuve lista eran justo las ocho de la noche.
Para esta ocasión, decidí alisar mi cabello rizado y dejarlo suelto sobre mis hombros. Pedí que me maquillaran de una forma sencilla, pero con unos hermosos labios rojos, carmín, que resaltaran. Al final, estaba lista para ir a ese evento, con un vestido que me calzaba a la perfección y resaltaba mis curvas y mis pechos de una manera fenomenal.
Al salir del Spa, veo a Karl a afuera esperando por mí, recargado en su auto. Al verme, esboza una sonrisa y se acerca a mí sin perderme de vista. Hoy, él lleva un esmoquin sencillo que le hace ver muy gallardo, como siempre su rostro está rasurado y su cabello perfectamente peinado. En verdad, la ropa aburrida a él le queda muy bien.
Tan solo llega a mí, me doy una vuelta para que vea el vestido por completo, y sobre todo mi hermoso cabello que ha quedado maravilloso. Cuando lo veo de frente él toma mi mano y me hace dar otra vuelta, como si una no fuese suficiente.
⎯ ¡Guau! Señora Johansson ⎯ expresa ⎯, te diría cómo te ves, pero creo suponer que ya lo sabes.
⎯ Pero, me gustaría que me lo dijeras ⎯ le respondo.
Karl me acerca a él, se pega a mi oído y me murmura ⎯ te ves increíblemente hermosa.
⎯ Lo sé ⎯ respondo, para luego hacerlo reír bajito.
Él se separa mi, me ofrece su brazo para que no pose el mío y me dice.⎯ ¿Nos vamos?, quiero llegar antes de que todos se terminen la barra.
⎯ Vamos ⎯ le respondo y así ambos nos subimos al auto.
***
Venir a este tipo de eventos debería ser muy común para mí, pero no lo es. En realidad, solo me presento en los que son familiares o tiene que ver con alguien de mi familia, como por ejemplo los aniversarios de la fundación, el aniversario luctuoso de alguno de mis abuelos o algo del conglomerado. Ahí, no tengo ningún problema, ya que mis primos y hermanos lo hacen más llevadero. Sin embargo, jamás había asistido a uno como pareja de alguien o acompañante.
Así que, al llegar al hermoso lugar que era nada más y nada menos que el espacio abierto del museo Reina Sofía, me he puesto un poco nerviosa. Porque de pronto me percaté que todo esto iba en serio, y que en unos minutos me presentarían ante un montón de personas de los que no tenía ni idea, o que no conocía. Sin embargo, me llevé una sorpresa cuando me percaté que la mitad me conocía a mí.
⎯ ¡Alegra Canarias! ⎯ me saluda un hombre de barba blanca, y con una mirada bastante intensa.
⎯ Hola ⎯ respondo, simplemente porque dijo mi nombre.
⎯ No tenía ni idea de que tu padre estaría aquí, ¿por dónde está?, déjame saludarle.
⎯ No, mi padre no está aquí ⎯ respondo, mientras busco a Karl, ya que ha ido por las bebidas.
El hombre me ve raro.⎯ ¿Entonces viniste en su representación?
⎯ No, yo solo vine porque…
⎯ Su bebida ⎯ escucho la voz de Karl, que trae en sus manos una copa de lo que parece un vino espumoso. Después ve al doctor y le sonríe.⎯ Doctor Jaimes, ¡qué gusto verle!
⎯ Johansson ⎯ pronuncia ⎯, así que has venido acompañado esta noche, y ¡vaya compañía!. Mucha suerte en el galardón, espero ganes.
⎯ Gracias ⎯ responde Karl amable.
⎯ Saludos a tu padre ⎯ me dice a mí, para después alejarse de nosotros.
Volteo a ver a Karl de inmediato y pregunto ⎯ ¿Galardón?
⎯ No, no es nada…
⎯ Debe de ser algo ⎯ insisto ⎯, ¿qué no ves el lugar?, anda dime.
Karl niega con la cabeza ⎯ mira, no creo que lo gane, así que no tiene mucha importancia.
Sonrío ⎯ Anda, si dices que no lo vas a ganar, ¿para qué esconder lo que es?
Él toma un sorbo de la bebida y luego me comunica ⎯ estoy nominado a cardiólogo del año.
⎯ ¿Eso es verdad? ⎯ pregunto, y sonrío ampliamente.
⎯ Lo es. Pero no creo que gane, aun así, me atreví a traerte uno porque como ves no encajo muy bien.
⎯ ¿No encajas muy bien?, soy una fotógrafa en medio de puros cardiólogos, no me digas que no encajas.
Karl se ríe a lo alto, haciendo que varios doctores nos volteen a ver. Luego me toma de la mano y me acerca un poco más a él ⎯ apenas llevo poco tiempo en el ámbito de España, así que la mitad de ellos no me conocen y otros piensan que no me lo merezco. Al menos ahora podrán recordarme por traer a la mujer más guapa de todo Madrid.
⎯ ¿Y esa quién es? ⎯ pregunto, haciéndome la tonta.
Karl se mueve el labio y se acerca a mi oído.⎯ Como te gusta que te alaben, ¿eh? ⎯ murmura.
⎯ Bueno, soy la mujer más hermosa del lugar ⎯ respondo. Así me alejo un poco y viéndolo a los ojos, le pregunto ⎯, ¿entonces me trajiste solo para presumirme?
⎯ Para nada, tú te presumes sola ⎯ habla ⎯ te traje para que tú me presumas a mí. Entre mi ropa aburrida y posiblemente mi plática, puede que duerma a todos los presentes. Te traje para que me indiques cuando estoy siendo aburrido.
Me río bajito. ⎯ Claro que no.
⎯ ¿No me crees?, en cualquier momento empezaré a hablar y todo el auditorio se dormirá, no quiero que todo sepan lo aburrido que soy, ese es un secreto entre los dos.
⎯ No eres aburrido Karl ⎯ confieso, y él abre los ojos indicando sorpresa.
Luego voltea a ambos lados y ve al escenario ⎯ ¿crees que puedas repartirlo frente al micrófono?
⎯ ¡Basta! ⎯ expreso entre risas.
⎯ Es que esto es grande, ¿no soy aburrido?
⎯ No, no lo eres ⎯ reafirmo ⎯, y ya no me hagas repartirlo, si no voy a comenzar a arrepentirme.
⎯ Muy bien, te prometo que ya no lo repetirás, ¿solo puedes hacerlo una vez más frente a la bocina de mi móvil?, necesito guardarlo ⎯ y me pone la bocina cerca.
⎯ Eres un pervertido Karl Johansson ⎯ grabo en lugar de la frase que me pide.
‘Hmmm, hmmm’, escuchamos que alguien se aclara la garganta y sin darnos cuenta el auditorio ya se encontraba en silencio para comenzar la ceremonia de premiación, así que prácticamente todos me habían escuchado.
⎯ Lo siento ⎯ se disculpa Karl, y yo prácticamente me quiero esconder, así que me refugio en uno de sus brazos.⎯ Nadie conoce esa palabra, créeme ⎯ me consuela.
No sé qué me pasa, que siempre que estoy con él pasa algo que me pone en ridículo, o que me hace decir cosas que no debería. En pocas palabras supongo que me estoy empezando a sentir cómoda y eso me está pasando factura.
Así, él y yo nos quedamos en silencio mientras escuchamos cómo dicen sus discursos y se dan los demás premios. Entonces, llega el momento de anunciar al cardiólogo del año y al ver a Karl sé que está bastante nervioso. Tal vez, él dice que no tiene importancia, pero si es así. Por lo que le tomo de la mano y la aprieto.
Él voltea y levanta la ceja.
⎯ Solo déjate llevar ⎯ le pido y él aprieta mi mano en señal de que está de acuerdo.
Karl coge mi mano y cuando anuncian al cardiólogo del año, escuchamos el nombre de otra persona y como estallan en aplausos. El hombre, o más bien anciano, sube a recoger el premio al escenario y Karl voltea a verme.
⎯ Bueno, unas veces se gana y otras se pierde ⎯ comento.
Karl me ve y me responde ⎯ yo ya gané ⎯ para luego sonreírme.
Llega el fin de la ceremonia y de nuevo comienzan las pláticas. Pensé que este era el momento donde Karl empezaría a platicar con otros doctores y yo a escuchar temas que ni al caso. Pero me sorprendí cuando me toma de la mano y me lleva a una de las cuantas mesas que había para conversar.
⎯ ¿Cómo te sientes? ⎯ pregunto, mientras él bebe otro sorbo del vino.
⎯ Me siento bien, bastante bien.
⎯ Venga, sé que estás un poco decepcionado por no haber ganado, ¿era muy importante para ti?
⎯ Puede ser ⎯ desvía la pregunta.
Suspiro ⎯ Venga, ¿no quedamos con que las reglas cambiarían y ahora nos diríamos todo? ⎯ insisto.
Karl voltea y me ve.⎯ ¿Todo?, cuando dices todo, es todo.
⎯ Vamos Karl, y tú me puedes preguntar lo que quieras.
⎯ Interesante ⎯ responde. Él se recarga sobre la mesa y acaricia con sus dedos la punta de mi cabello. Sus ojos azules se cruzan con los míos y luego esa sonrisa que me desquicia y me pone de mal humor.
⎯ Si quieres, tampoco te voy a rogar ⎯ respondo, para luego tomar un poco de vino.
⎯ ¡Guau!, sí que te hago rabiar.
⎯ ¿Esa es tu pregunta?
⎯ No, es una afirmación ⎯ responde, mi pregunta es otra.
⎯ No te respondo si tú no me respondes.
⎯ Sí, era importante, porque durante muchos años estuve deseando este premio y pensé que este año sería mi año, ¿qué no has deseado que te reconozcan por tu talento alguna vez? ⎯ me pregunta.
Me quedo en silencio porque de nuevo ha dado en el clavo. Sin embargo, no respondo, solo sonrío.⎯ ¿Cuál es tu pregunta? ⎯ hablo, para romper la tensión que hay entre nosotros, esa que siempre se genera y que si dejo fluir me hace temblar.
Karl suspira y luego se acerca a mi oído y pregunta ⎯ ¿quieres salir de aquí?
⎯ ¿Cómo? ⎯ pregunto, sonriendo.
⎯ Que si quieres salir de aquí. Llévame a bailar, al lugar que se te pegue la gana pero, sácame de aquí.
⎯ Pero, ¿qué pasa con el resto de la velada?
⎯ No me interesa ⎯ y acariciando mi mejilla continúa ⎯ somos jóvenes, estamos bien vestidos y traemos una copas de más… ¿Hay que aprovechar no?, O ¿quieres pasar el resto de la noche escuchando a un señor de ochenta años que en realidad ya no escucha?
Me río, me muerdo los labios y le tomo la mano.⎯ Me has convencido, vamos, tengo el lugar perfecto ⎯ le digo, y los dos comenzamos a caminar entre la gente para salir del lugar.