Alegra 

-Madrid- 

Estoy de vuelta en Madrid, después de cinco años alejada de este lugar, disfrutando de otros horizontes y conociendo a nuevas personas, regreso para reiniciar mi vida aquí, con nuevos planes, una empresa en mente y fiesta, mucha fiesta. 

Tan solo el avión aterrizó, yo ya estaba invitada a varios eventos y mis amigos quería verme, por lo que no me pude resistir. Así que nada más comí con mi familia, jugué con mis sobrinos un rato y dormí una ligera siesta, me levanté lista para salir. 

Mi primo Daniel y mi hermano David, estaban invitados a la fiesta de Carolina Santander, la hija menor de los Santander y compañera de escuela de David cuando estaba aquí en el liceo. Las fiestas de Caro eran en verdad buenas, no solo por la cantidad de gente que asistía, sino por el ambiente, ya que contrataba a los mejores dj de música urbana, así que no pude decir que no. 

Me puse una falda de cuero negra, un top de lentejuelas, que combiné con unas botas que llevaban el mismo material y estaba lista para salir a divertirme de nuevo. Soy joven, talentosa, inteligente y guapa y esta noche, la disfrutaré. 

⎯Alegra⎯ me habla mi padre, que se encuentra en la sala buscando un libro en el librero. 

⎯Dime. 

⎯Mantente dentro de Madrid, no quiero que mañana amanezcas en Ibiza…⎯ me advierte. 

Sonrío⎯ solo lo hice una vez, papá. 

⎯Basta una vez… 

⎯Vamos Alegra⎯ escucho la voz de mi hermano que ha salido hacia la sala perfumado y arreglado⎯ adiós pa. 

⎯Adiós⎯ responde. 

⎯¿No le dirás nada?⎯ le reclamo y mi padre sonríe. 

⎯Cierto, diviértete y ya sabes, no, es…

⎯No, lo sé…⎯ responde David tomando las llaves de la casa. 

Ambos salimos hacia la puerta y el chofer nos abre la puerta de la camioneta para subirnos, Daniel, momentos después, se sube con nosotros y nos sonríe. 

⎯¡A festejar que la noche es larga!⎯ nos anima para después, dirigirnos hacia nuestro destino. 

[…]

Son las cuatro de la mañana y a fiesta Carolina Santander está en su apogeo. La música a todo volumen hace que el ambiente se prenda y que todos bailemos al ritmo de un remix de Daddy Yankee que el DJ ha puesto. 

Me encanta bailar pero, de todos los géneros, me encanta el reggaeton, lo amo desde que vivía en Puerto Vallarta y lo escuchaba en la zona del bares. Algo tiene que me pone de buenas y hace que me olvide de todo. Así que, cuando me mudé a Madrid, entré a una academia de baile donde aprendía a bailarlo y ahora, puedo decir que lo hago de maravilla. Después empecé a conocer a DJ locales de reggaeton y me hice su fotógrafa oficial, así que soy bien conocida en el ambiente. 

Entonces, mientras estoy en medio de la pista bailando esa canción que reza “boricua, morena, cubano, mexicano, Oye mi canto”, siento como un chico se acerca y comienza a bailar pegado a mí mientras acomoda sus manos en mi cintura y sube por mi abdomen descubierto. Su boca está pegada a mi cuello, y sé que me esta diciendo algo pero, honestamente no lo escucho. 

La canción termina y da paso a otra que vuelve a levantar el espíritu del lugar. Me volteo para quedar de frente y veo que tiene ojos verdes y piel morena; la verdad no está mal, pero este día quiero bailar sola. 

⎯Eres muy bella, ¿sabes?⎯ me dice, mientras yo muevo mis caderas al ritmo de la música. 

⎯Gracias⎯ respondo, y sonrío. 

Él trata de darme un beso pero yo me alejo negándome. La verdad esta noche no estoy para buscar un acostón, solo quiero divertirme y regresar a casa. 

⎯¿Qué te pasa, mi amor?, no me darás un besito⎯ me comenta. 

⎯No⎯ digo con seguridad mientras sigo haciendo lo mío. 

El chico me toma de la mano y me jala hacia él para, literal, tomarme entre sus brazos ⎯ vamos, que no tiene nada de malo. 

⎯Ya te dije que no⎯ le digo firme⎯ bailaba sola muy cómoda, nadie te invitó. 

⎯Pues, como bailas me he puesto mal… ¿qué te cuesta? 

Entonces él me acerca a su pantalón y pudo sentir su bulto, yo sonrío y después con fuerza cojo su parte íntima y la aprieto. Un rostro de dolor se refleja en él. Sus ojos no se despegan de los míos. 

⎯No es no, ¿qué no entiendes?⎯ me digo⎯ ¿qué pensaste?, ¿qué esta no se podía defender?

⎯Vale⎯ apenas pronuncia⎯ me vas a destruir los…

⎯¿Ya no eres tan machito, cierto?⎯ le comento. 

⎯Alegra, suéltalo⎯ escucho atrás de mí, y veo a mi hermano David que, después de tres horas perdido ha regresado⎯ lo vas a hacer llorar. 

⎯Que lloré, a ver si así se atreve a meterse conmigo de nuevo… 

⎯Alegra…⎯ me pide mi hermano. 

Haciendo que lo suelte, y él literal se arrodille sobre el piso retorciéndose del dolor. La música sigue pero, con todo esto ha arruinado el momento. Volteo a ver a David que viene lleno de diamantina y sudor. 

⎯¿Dónde estabas?⎯ le pregunto. 

⎯Por ahí⎯ responde y esboza una ligera sonrisa, esa pícara que usa cuando hizo algo. 

⎯Y Daniel… 

⎯Por ahí⎯ hace el mismo tono. 

De pronto el hombre se vuelve a poner de pie y me toma del brazo⎯¡eres una perra loca!⎯ habla con furia, y cuando está a punto de darme una bofetada, yo le respondo con un puñetazo que me duele hasta el alma. 

Mi hermano de inmediato se pone en frente de mí para protegerme ya que el hombre está dispuesto a atacarme pero, David, le empuja tan fuerte que se cae sobre una mesa.

⎯¡Que la dejes!⎯ le grita. 

Para ese momento, todos los asistentes nos están viendo y yo traigo un dolor en la mano terrible que ha hecho que todo el alcohol de mi sangre desaparezca. 

La seguridad saca al chico de la fiesta y mi hermano se voltea para ver como estoy. Al ver la mano hace un rostro de dolor⎯ve saliendo, voy a buscar a Daniel y nos vamos⎯ me ordena. 

⎯¡Mierda!⎯ exclamo enojada, ya que no quería que esto terminara así. David me acompaña a la entrada y antes de regresar me pide que le espere ahí y no me mueva. 

Ya a la luz de los faros de la calle me percato que la mano si está bastante lastimada y que posiblemente tendré que pedirle a mi padre que me cure o a mi hermana Sila, prefiero que sea la segunda. 

Así, saco mi móvil y con la mano temblorosa le marco a mi hermana para ver si está de guardia en el hospital⎯¿Sila?, ¿sila?⎯ pregunto, pero no escucho nada ya que la música del lugar es muy fuerte⎯¡espera!, me alejaré⎯ le grito y sin fijarme en la calle me atravieso para irme hacia el malecón. 

De pronto escucho el ruido de un claxon, siento un ligero golpe en el muslo y al voltear las luces de un auto me cegan por completo. 

⎯¡Qué demonios!⎯ grito y estúpidamente con la mano lastimada le pego al cofre⎯¡mierda!⎯ grito del dolor. 

De pronto, la persona que viene en el auto sale y se dirige hacia mí⎯ lo siento, lo siento de verdad… pero me saliste de la nada. 

⎯¡Qué estás ciego!⎯ grito en mi coraje. Ahora no solo es el dolor de la mano si no levemente en el muslo. Las luces del auto aún me cegan. 

⎯Discúlpame de verdad, puedo ayudarte, soy doctor. 

⎯¡Pues eres pésimo conductor!⎯ le reclamo y cuando levanto la vista y lo distingo, veo a un hombre algo, rubio y de ojos claros. Lo reconozco de inmediato⎯¿Johansson? 

⎯¿Alegra?⎯ pregunta. Me quiero morir, pienso. Delante de mí está la persona menos esperada y la que pensé había salido de mi vida hace cinco años.

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