Alegra
Los ojos de Karl me recorren de pies a cabeza. Parece que trata de ver que en realidad no soy una alucinación y que sí estoy ahí. De pronto el claxon de otro auto hace que ambos saltemos y el grito de “muévete imbécil” rompe la atmósfera que se estaba creando.
⎯Déjame ayudarte⎯ me habla de inmediato, acercándose a mí.
⎯No, estoy bien⎯ trato de hacerme la valiente, pero en realidad la mano me duele como el demonio.
Karl, con toda la seguridad del mundo, toma mi mano y la ve a la luz de los faros del auto⎯ parece que necesitas un doctor…
⎯¿Tú crees? ⎯ inquiero adolorida.
⎯¿Te lastimé en algún otro lado?, ¿necesitas una ambulancia?⎯ pregunta rápido.
Niego con la cabeza⎯ estoy bien, solo quiero irme a casa.
⎯No puedes irte…
Alzo las cejas sorprendida ⎯¿por qué no?, ¿a caso me lo vas a prohibir?
⎯Eres una persona que está herida y no sé si es de gravedad, por lo que lo más sensato es que vayamos al hospital para sacarnos de dudas…
Resoplo, Dios mío santo, la noche iba tan bien, si no fuera por ese imbécil.
⎯¡Ya te vas a mover!⎯ grita el hombre furioso.
Johansson me abre la puerta del auto y me invita a pasar⎯ vamos, entre más tardemos, más dolerá…
⎯¿Quién dijo que iré contigo?⎯ expreso, negándome a entrar.
Karl sonríe⎯ esa mano que ya parecen dos y además es mi responsabilidad como persona que casi te atropella en fijarme si estás bien y mi seguro no necesita pagar algo o tu pagarme a mí.
⎯¿Yo?, ¿pagarte a ti?⎯ pregunto, para luego reír.
⎯Veo que abollaste con tu pierna mi auto…
⎯¡Qué!⎯ expreso sorprendida.
⎯Es un Bugatti, te saldrá caro…
⎯¡Muévete!⎯ volvemos a escuchar.
Karl me mira a los ojos y me sonríe⎯ si te subes y te llevo al hospital, no te cobro la abolladura del Bugatti.
⎯¿Me estás sobornando?⎯ pregunto un poco ofendida.
⎯Bueno, entonces llamo a tu padre y le digo…
⎯Vale, vale… ¡Dios!, qué insistencia⎯ me quejo y me subo al auto de inmediato.
Al parecer Karl, sabe perfectamente que la palabra mágica es “llamo a tu padre”, no quiero pensar quién le dijo ese truco.
Karl se sube del otro lado y de inmediato avanza. Saco mi móvil con cuidado y trato de enviarle un mensaje a David pero mi mano tiembla tanto que no puedo.
⎯Eres zurda, te lastimaste la izquierda… es lógico que tiemble.
⎯¿Cómo sabes que soy zurda?⎯ pregunto molesta. De verdad este hombre es insoportable.
Karl sonríe ⎯ Sila es ambidiestra, tu eres zurda como tu padre, Lila es derecha y David es derecho. Los genes de tu padre literal son más fuertes en ti, aunque tengas una gemela idéntica se te puede distinguir por…
⎯¿Por que me caes gordo?
⎯No, por las cejas y los rizos, son de tu padre…
Volteo hacia la ventanilla y veo pasar la ciudad. Está a punto de amanecer y juro que así no me imaginaba como terminaría la noche. Karl, va a mi lado manejando con una sonrisa y escuchando una aria de ópera que me recuerda a la casa de mi abuelo David.
¿Podría este hombre ser más aburrido?, pienso.
⎯¿Cómo te lastimaste la mano?⎯ inquiere, aún viendo hacia el frente.
Me quedo un momento en silencio y luego suspiro⎯ dándole a un machito lo que se merecía.
Karl voltea a verme y sonríe⎯ no sabía que supieras pelear.
⎯Una mujer que anda sola en este mundo ya no puede salir a la calle sin un “As” bajo la manga y sí, se pelar… así que cuidado…
⎯¿Es una amenaza?⎯ me pregunta en un tono de coquetería que me agarra por sorpresa.
⎯No, es algo que te pudo cumplir en cualquier momento⎯ respondo, y él vuelve a sonreír.
⎯¡Ay Alegra Canarias!, eres ingobernable⎯ comenta, dando la vuelta a la entrada del hospital.
⎯Ingobernable, me gusta… es lo mejor que me has dicho en todo este tiempo⎯ contesto, para después voltear a la ventana y sonreír.
[…]
Tan solo entramos al área de urgencias, me sentaron en una camilla y una enfermera comenzó a tomar mis datos. Sé que sabía quién era, digo mi padre es dueño de esto y prácticamente vengo aquí desde chica, pero por protocolo tuve que pasar treinta minutos respondiendo todo tipo de preguntas.
Después le pedí a María que llamara a mi hermano David y le dijera que estaba acá y que, de paso, le hablara a mi hermana Sila para que fuera ella quién me atendiera. Sin embargo, volví a resoplar cuando Karl apareció por la puerta, vestido de doctor y con esa sonrisa que tanto me desespera.
⎯¿A caso eres Sila Canarias?⎯ pregunto.
⎯ No, soy Karl Johansson⎯ responde simpático, para luego acercarse hacia mí y ponerse los guantes de látex.⎯Tu hermana Sila está en una cirugía en maternidad y no puede atenderte.
⎯Y, ¿de 160 doctores llegaste tú?
⎯Así es, me gusta llevar mis casos hasta el final⎯ contesta para luego observar mi mano. Él comienza a mover la mano con mucha delicadeza y puedo sentir su rostro cerca del mío⎯si muevo la mano completa, ¿te duele? ⎯ me pregunta y la mueve rápido y yo niego⎯ si presiono los dedos te due…
⎯¡Ouch!⎯ grito, ya que justo me duele en esa parte⎯¡¿qué tratas de torturarme?!
⎯ Solo estoy haciendo mi trabajo⎯ comenta, para luego tocar con más cuidado los dedos.
Por un momento nos quedamos en silencio y yo veo con atención como hace su trabajo. Me fijo en su cabello perfectamente peinado, sus ojos miel que parecen a veces verdes y esa manzana de Adam que destaca de su cuello.
⎯No sabía qué habías regresado ya⎯ me hace conversación, mientras limpia la sangre de los nudillos.
⎯No es que te tuviera que avisar…
⎯Lo sé⎯ responde, viéndome a los ojos⎯ no sueles avisar cuando llegas o te vas⎯ me comenta y hace una leve sonrisa.
Suspiro⎯ pensé que lo habías olvidado ya.
⎯Nunca voy a olvidar que me aceptas una cita justo el día que tomaste un avión a Nueva York. Me sentí estúpido esperándote en ese lugar.
⎯¿Entonces si fuiste?⎯ pregunto coqueta y él deja el algodón sobre el recipiente de al lado.
⎯Y te lleve flores… terminé regalándoselas a la chica de la barra.
⎯Que afortunada…fue un bonito detalle.
⎯Después me regresé a mi casa y…
⎯¿Planeaste como atropellarme cinco años después en venganza?⎯ respondo.
⎯No te atropellé, eres una exagerada.
⎯¿Entonces por qué tengo un intenso dolor en el muslo?⎯ exagero.
⎯¿Quieres que te lo revise?
⎯¡Qué descarado!
⎯Descarada tú por hacer como si nada hubiese pasado después de que me dejaste plantado⎯ me reclama.
⎯En realidad no pasó nada… soy inocente.
⎯No eres nada inocente, planeaste todo para dejarme como idiota y yo caí… ⎯ me habla y sus ojos se clavan en los míos.
⎯Yo no te considero idiota, pero… con esa mirada que me das quiere decir que aún causo ese efecto en ti… ¡Ouch!⎯ grito.
Karl sonríe⎯ lo siento, cuando jalas muy fuerte puedes lastimar a las personas.
⎯¡Quiero a mi hermana!⎯ contesto.
⎯Ya te dije que esta en una cirugía… lo siento, estás atrapada conmigo⎯ me advierte, para luego morderse los labios.
⎯Eso es lo que quieres, ¿no?, ¿qué quede atrapada contigo?⎯ le pregunto en un tono bajo. Acerco mi rostro al suyo y casi pegado a su oreja le digo⎯¿qué me harías si me tuvieras atrapada?
Karl me sonríe, toma con cuidado mi mano y pega su boca a mi oído⎯ te haría gritar mucho…
⎯No lo creo…¡AH!⎯ grito fuerte y en ese preciso instante siento como jala mis dedos en un movimiento y el dolor de mi mano se va.
⎯Tenías los dedos contracturados, los acomodé. Te recomiendo que cuando pegues un puñetazo los hagas con los nudillos no con la punta… ¿mejor?
⎯Eres un salvaje⎯ le respondo enojada.
⎯No soy un hombre de palabra, te dije que te haría gritar… ¿no es así?⎯ y se ríe.
Veo como Karl apunta algo sobre las hojas que hay a la orilla de la cama y luego lo firma ⎯ te doy de alta, puedes irte cuando lo desees. Cuando se baje el nivel de alcohol en tus venas, puedes tomarte algo para el dolor⎯ y al terminar su discurso, me sonríe.
⎯Espero no volverte a ver nunca jamás en la vida.
⎯Eso se puede hacer fácil… dame una cita y no llegues, cobarde⎯ me reclama.
⎯No soy cobarde…
⎯Claro que no… solo te dio miedo descubrir lo que yo provoco en ti⎯ responde.
⎯No me provocas nada…
⎯¿Entonces?, ¿por qué tu corazón está latiendo tan rápido?⎯ me pregunta y me percato que el oxímetro sigue sobre mi dedo y está tomando mis pulsaciones las cuales son bastante altas⎯sigue mintiéndote, un día, ni tu te vas a creer… hasta luego, Alegra Canarias⎯ se despide, para luego salir de ahí.
⎯Idiota⎯ murmuro, y me quito el oxímetro para después marcarle a mi hermano para que venga por mí.
Ahora resulta que después de cinco años me encuentro a la persona que dejé plantada en aquella cita que tarde meses en dársela… ¿A caso esto es karma?, porque si esto es así… no me agrada.
Si que cumplió su palabra la hizo gritar!!!!