-Al día siguiente-
Mis hermanos siempre decían que las fiestas donde yo asistía siempre terminaban en “Azul”, eso haciendo referencia a un tequila que se llama de esa manera, pero en realidad era porque terminaba en azul policía.
No era por mi culpa, en realidad era por alguna pelea de borrachos, pero siempre llegaba la policía a terminar todo y teníamos que salir corriendo de ahí. Lila dejó de ir, el estrés no era para ella, así que mis únicos acompañantes son mi hermano David y Daniel, que siempre saben encontrarme y como huir para que los Canarias- Ruíz de Con no terminen en primera plana.
Sin embargo, la manera en como terminó ayer fue diferente y, aunque me alegra que la mano no esté rota y pueda así tomar las fotografías en la boda de mi hermana Sila, no me agrada para nada que haya sido Karl quién me haya encontrado y llevado al hospital. A veces siento que la vida me está jugando una broma.
Sé que tuve la maldad de aceptarle una cita justo el día que me iba a ir a vivir a Nueva York, o más bien, de ponerle la fecha de la cita ese día pero, si soy honesta, jamás pensé que iba a regresar y verlo, ¿qué no se supone que Johansson es de Holanda?, ¿qué demonios hace aquí?, ¿regresó para torturarme?
He decidido que no le daré mente, simplemente continuaré con mi vida y me concentraré en mi nuevo proyecto, en poner mi propia agencia de modelaje en Madrid y ayudar a mi hermana Lila con la marca de sus vestidos. En este momento Karl Johansson está fuera de mi vida.
Así que, desde hoy en la mañana me he levantado lo más temprano posible para ir al estudio de mi madre y ayudarle con las sesiones de fotos que tiene agendadas. Aunque ustedes no crean, la agenda de mi madre es pesadísima, es raro el día que tiene libre, por lo que yo le echo la mano desde que me autorizó hacerlo.
Me gusta trabajar con mi madre pero, los retratos no son lo mío, a mí me gusta la moda, las pasarelas, el modelaje. Si yo tuviera el cuerpo me hubiese gustado ser modelo pero, mi herencia mexicana me dio medidas un poco más voluptuosas, por lo que quedé descartada de muchos lados.
⎯Alegra, crees que puedas tomar la siguiente sesión⎯ me pide mi madre, mientras entra con su pesada agenda⎯ necesito salir a hacer unas compras y aprovecharé que tu tío Manuel saldrá para irme con él.
⎯Sí, claro…⎯ respondo, mientras veo en la computadora las últimas fotos que tomamos.
⎯Sería la última. Después guardas todos y apagas las luces, yo las editaré más al rato⎯ me pide y me da un beso sobre la frente.⎯¿Seguro que podrás con la mano así?
⎯Sí, no me duele para nada… en realidad es más la marca de los nudillos.
⎯Bien, tu padre llegará a las seis con Lila e iremos a comer a casa de Sila… te amo.
Mi madre se despide de mí y después de alejarse del estudio me quedo sentada sobre la silla en frente de la computadora viendo las fotos. Esa familia de seis miembros, cuatro hijos y dos papás, me pregunto si ella solo se dedica a ellos o tiene a alguien que lo haga por ella.
Esas es una de las cosas que yo no quiero, no me quiero casar. No quiero que ningún hombre me encarcele en una casa y me haga perder mis sueños por atender hijos. Tal vez me veo amargada pero, es verdad…por nada del mundo dejaré mi libertad.
Prendo las bocinas y conecto mi lista de reproducción para empezar a escuchar música. Veo la agenda y en la hermosa letra de mi madre noto que escribió “Fotos Fundación Sila Canarias/ Hospital D. Canarias”.
⎯¿Eso quiere decir que Moríns vendrá?⎯ pregunto en voz alta.
⎯Tal vez no Moríns pero, yo sí.
Al escuchar su voz y ese acento lo único que hago es cerrar los ojos y recargarme sobre el respaldo de la silla: ¡Mierda!, ¿el Karma?
Volteo a ver a Johansson y lo veo vestido con unos vaqueros azules, completamente pegados, una camisa de manga larga color gris, ceñida a su torso al grado que puedo ver sus músculos, y, como siempre, perfectamente arreglado.
⎯Dios, ¿a caso me estás persiguiendo?⎯ pregunto viéndolo a los ojos.
⎯En primera no soy Dios, soy Karl, en segundo, no… se programó esa sesión desde hace meses.
¿Entonces mi madre me puso una trampa?, pienso.
Tomo el libro de indicaciones y leo⎯ aquí dice que necesitas una formal con bata, camisa y corbata y otra normal…
⎯No te preocupes, vengo preparado para eso⎯ me dice, y me enseña el porta trajes que trae colgado sobre el hombro. No me había fijado que lo traía.
Suspiro, tomo la cámara y le indico con la mano⎯ pasa, y siéntate en el banco de en medio⎯ le pido.
Johansson cuelga el porta trajes en el perchero y luego pasa al banco para sentarse. Lo hace derecho, como si fuera una postura muy natural para él, y mira directo a la cámara.
Lo veo a través del lente y al enfocar su rostro él sonríe.⎯Se supone que debes ser serio, es una foto aburrida⎯ le comento.
⎯¿Eso es verdad?, ¿o es por qué te molesta mi sonrisa?⎯ me pregunta sin quitarme la vista.
Parece que Johansson me ve a través del lente, su mirada intensa penetra en la mí y por un momento cierro los ojos porque siento que puede leer mis pensamientos. Tomo la foto que sale perfecta y me siento viviendo un déjà vu, justo así lo conocí y ahora, está aquí de nuevo.
⎯¿No podrían usar la misma foto que te tomé hace cinco años atrás? ⎯ inquiero, mientras tomo otra foto por si las dudas y volteo al ordenador para ver como salió.
⎯Quieren actualizarla, la de hace años me hacía ver muy joven… ahora tengo treinta años, he madurado⎯ responde.
⎯Para mí sigues igual…⎯ comento⎯ cámbiate a la camisa y a la bata, allá está el baño y el vestidor⎯ le indico con la mano, mientras voy a hacer unas cosas al ordenador.
De pronto, veo en el reflejo del ordenador que él hace un movimiento con las manos y como se quita la camiseta ahí. Al voltear lo veo completamente desnudo del pecho, y observo cada músculo marcado como si lo hubiese tallado.
Nuestras miradas se junta de nuevo y él encoge los hombros⎯ ¿no habías visto un hombre sin camisa?⎯ pregunta coqueto⎯o, ¿te gusta lo que ves?
⎯He visto mejores, créeme… no me impresionas⎯ contesto.
⎯Pero tampoco te molesta, ¿cierto?⎯ inquiere. Karl toma su camisa y comienza a ponérsela, mientras lo hace camina hacia mí⎯¿aún te duele la mano?⎯ me pregunta.
⎯No, todo está bien…
⎯¿Te tomaste el antiinflamatorio como te dije? ⎯ me pregunta, y de pronto su cuerpo está tan cerca del mío que puedo sentir como mi mano puede tocar sus pectorales.
El aroma de su loción llega a mí y, su voz grave, se escucha casi cerca de mi rostro. Karl levanta su rostro y nuestras miradas están tan cerca que no la puedo esquivar.
⎯No lo vi necesario⎯ contesto.
⎯Hmmmm… cierto, que eres ingobernable… Alegra Canarias. No te agrada que te den instrucciones y solo sigues lo que piensas es lo mejor para ti.
⎯Así es…⎯ respondo en un murmuro.
El cuerpo de Karl está tan pegado al mío, que me ha obligado a recargarme sobre el escritorio de mi madre para no caerme para atrás.
⎯Y a ti te encanta seguir reglas, ¿no?⎯ pregunto, sin dejarlo de ver⎯ siempre tan recto, tan aburrido.
⎯Depende…
⎯¿Depende de qué?⎯ inquiero.
⎯De quién me las dé. Aunque sí, me gusta tener el control, en todo…⎯ y sube la ceja⎯ pero, de vez en cuando me dejo controlar…⎯ insinúa. De pronto se hace un poco más para adelante, siento su rostro justo en frente del mío y cuando sus labios se acercan para besar a los míos, él se pasa de largo y luego me enseña un vaso con agua que tomó con su mano⎯ lo ibas a tirar sobre el ordenador.
⎯¡Dios!⎯ respondo enojada, y lo empujo colocando mis manos sobre su pecho⎯ ¿por qué siempre actúas como idiota?
⎯Y tú como una niña berrinchuda… ¿qué pensaste?, ¿qué te iba a besar? No después de lo que me hiciste.
⎯Qué rencoroso eres Karl, eso pasó hace cinco años o ¿qué?, ¿tan inolvidable soy? ⎯ respondo y ahora soy yo quién va hacia él⎯ tan inolvidable soy que sigues pensando en mí y en la cita que no pudo ser y ahora piensas que te la daré.
Karl se ríe⎯ me la darás, es más, tú me vas a rogar por una cita…
⎯¡JA!⎯ me río en alto⎯ Alegra Canarias no pide citas…⎯ le advierto.
⎯No te dije pedir… dije rogar⎯ responde seguro.⎯ Mira Alegra, sé que piensas que soy un idiota, y tal vez más joven actué así contigo pero… he cambiado y mucho. Ahora sé lo que quiero y como lo quiero, y tus trucos ya no me engañarán, no caeré.
⎯¿Es un reto?⎯ pregunto divertida ⎯ ¿una invitación a algo?
⎯Tómalo como quieras…⎯ comenta arreglándose los botones de la camisa y poniéndose la bata.⎯¿Siempre haces lo que quieres?, ¿no? Haz lo que quieras, no te tengo miedo⎯ responde y se sienta en el banco⎯ O, ¿te da miedo a ti lo que pueda pasar?⎯ me pregunta. Lo veo a través del lente y lo único que pienso es no lo hagas, no lo hagas. Pero Karl acaba de darme en mi talón de Aquiles, los retos, y no hay reto que no haya aceptado hasta ahora.
Jajajajaja Alegra cayó redondita!!!