Alegra 

Tomar un vuelo de Los Ángeles a Nueva York fue algo bastante fácil, lo difícil fue llegar al piso donde hemos estado viviendo Lila y yo, y enfrentar a mis padres. Confieso que esta no es la primera vez que les saco una que otra cana verde; la verdad es como la décima ocasión. 

Desde pequeña fui rebelde, y mucho, me hice mi primer piercing en el ombligo a la edad de los quince años y que pude mantener escondido por mucho tiempo; mi primer tatuaje a los diecisiete y, bueno, no sé si contar de las escapadas nocturnas por el jardín de mis tíos para irme a los eventos de reggaetón que duraban hasta las seis de la mañana del otro día. 

Eso sí, siempre he sido muy responsable, una buena muchacha, como diría esa canción que tanto me gusta y jamás reprobé materias en la escuela. Obedezco a mis padres cuando me piden que lo haga – es en serio- y soy buena tía, prima y sobrina, así que no hay muchas quejas de mi. 

Sin embargo, debo admitir que entre más libertad tengo, más cosas hago fuera de mi zona de confort y si no fuera porque sé defensa personal, mi padre estuviera pegando el grito en el cielo. Entre mis padres y yo, acordamos lineamientos y guías que debo seguir, pero, a veces, el sentido de aventura me gana y termino despertando en Los Ángeles. 

⎯Vale Alegra, oficialmente Lila les dijo que fuiste a trabajar así que… ¿no hay una historia que inventar, cierto?⎯ me pregunto. Cuando voy subiendo por el elevador hacia el piso. 

Pero, al ver mi cabello enredado y mi rostro desvelado y demacrado en los espejos del elevador y sé que no me creerán para nada. 

⎯Estás perdida, Alegra Canarias⎯ digo, y las puertas del elevador se abren para mostrarme el pasillo solitario que me llevará hacia la puerta del piso. 

Se supone que hoy debí de haber ido con ellos a desayunar, comprar un vestido para mi graduación y heme aquí, a las casi cinco de la tarde entrando con la caminata de la vergüenza; estoy segura que mi padre me va a desheredar. 

Abro la puerta con cuidado y al ver que el piso está vació, sonrío. Cuelgo mi bolsa en el perchero de siempre, me quito los tacones y los dejó en la orilla y luego camino hacia dentro casi en puntillas. Veo la sala sola. 

⎯Al parecer aún no han regresado⎯ murmuro. 

⎯¿Quiénes? ⎯ escucho la voz de mi padre y al voltear hacia la cocina, lo veo sentado con una sonrisa y los brazos cruzados sobre el pecho. 

Gracias a Dios es mi papá y no mi mamá –pienso- porque si hubiese sido ella, saldría huyendo por mi vida. 

⎯Hola Pa…⎯ contesto, y sonrío con tiento. 

Mi padre toma su móvil, se pone las gafas para ver y luego lee ⎯ Trescientos dólares de gasto en un bar llamado “El latino”, luego otros trescientos dólares en otro lugar llamado “El Romántico”, que no quiero saber que es… 

⎯Te juro que todos esos gastos están justificados por mi carrera. 

⎯¿De veras?, ¿cómo?, ¿libros?, ¿equipo de fotografía?,¡ah! Ya sé… uniformes. 

⎯Investigación de campo⎯ explico seria⎯ networking y contactos. 

⎯¡Vaya!⎯ expresa. 

⎯También un vuelo de Los Ángeles a Nueva York fue parte de tu networking…⎯ me dice sarcástico. 

⎯Trabajo es trabajo. 

⎯Alegra…⎯ pronuncia mi nombre. 

⎯Pa, lo siento, en verdad no sé como pasó. Estaba aquí, en un bar, festejando y luego ¡bum!, amanezco en Los Ángeles en el piso de… ⎯ mi padre sube una ceja y cambio el discurso ⎯ amanezco en Los Ángeles sana y salva y aquí estoy. 

Él se quita las gafas y las deja sobre la mesa⎯ ¡Dios mío, hija!, de verdad que ya no mides los límites. Respeto tu libertad y bien lo sabes que confío en ti pero… ¿amanecer en Los Ángeles?, a kilómetros lejos de casa… ¿no se te hace excesivo? 

⎯Sí⎯ admito de inmediato porque no puedo llevarle la contraria. 

⎯Tu hermana estaba preocupada cuando llegamos, además, no contestas tu móvil. Si no fuera por los reportes que me manda el conglomerado de tus gastos, no hubiese sabido nada de ti. Debes comenzar a pensar mejor las cosas. 

Mi papá cruza los brazos y sé que está molesto y no me gusta verlo así. La verdad es que mi padre es una persona increíble, que me ha dado la confianza y libertad que necesito, pero también sé que se preocupa mucho por sus hijos, y yo soy la que menos ayudo. 

⎯Al menos David lleva el cargador de su móvil⎯ finaliza. 

⎯Pa, lo siento en verdad ⎯ hablo, y me acerco hacia el comedor para sentarme a su lado y tomar su mano ⎯ te juro que me cuido, sigo mis reglas previamente establecidas y aprobadas y sé en lo que me estoy metiendo… no estoy en malos pasos ni con malas influencias. Es más, salí con mención honorífica de la universidad, tengo mi propio negocio de fotografía, y le llevaré la marca a mi hermana Lila…

Él niega con la cabeza ⎯ hoy, justamente hoy, entendí a tu abuela Fátima. No puedo creer que yo haya hecho lo mismo. 

⎯Y como lo hiciste, sabes que me puedes perdonar… ¿verdad? ⎯ le ruego. 

Mi padre se muerde el labio y niega con la cabeza ⎯¡Alegra Canarias serás mi fin!⎯ expresa para luego tomar el móvil y enviar un mensaje.⎯ Tu hermana y tu madre están viendo lo del vestido, dúchate y arréglate que iremos a comprar el tuyo y a cenar. 

⎯¿Eso quiere decir que me perdonas? ⎯inquiero. 

⎯No tengo nada que perdonarte, pero si te hago saber que me preocupas Alegra. Está bien que te diviertas pero, debes ser precavida y saber tus límites. Me preocupa que un día te pase algo y no pueda hacer nada para ayudarte. 

Me levanto y me siento sobre las piernas de mi papá como cuando era pequeña. Envuelvo mis brazos sobre su cuello y le doy un beso sobre esa cabellera rizada y larga que ya tiene unas canas nuevas 

⎯Te entiendo… y juro que no pasará nada, ¿me crees? 

⎯A ti si, a la gente alrededor no…⎯ contesta y me da un beso sobre la mejilla⎯ por cierto, me debes en total 900 dólares. 

⎯¡Qué!⎯ exclamo un poco indignada, ⎯¡¿por qué?!

⎯¿Todavía preguntas por qué?, el dinero no cae del cielo Alegra y lo sabes… 900 dólares y si no quieres, puedo redondearlo a 1000. 

⎯Ash… pero, si tenemos dinero para gastos de emergencia, ¿no?⎯ insisto. 

⎯Gastos de emergencia fue cuando tu hermana te llevó a Urgencias cuando te enterraste ese vidrio en la planta del pie, no una borrachera en dos bares y un vuelo de 300 dólares… ve pensando como me los pagarás. 

⎯Es injusto… bueno, pues tal vez venda un riñón⎯ exagero. 

Mi padre se ríe⎯ procura que sea el derecho, en el izquierdo ya tuviste piedras de calcio, tal vez te den menos⎯ contesta para luego tomar el móvil e ignorarme. 

⎯Dios… eres… ⎯ trato de contestarle y él me ve y me sonríe. 

⎯Un consejo mi vida, no le vengas a mentir a Pinocho… de picaflor a picaflor, no hay truco que sirva. Ahora ve y arréglate, aquí te espero. 

Me doy la vuelta, doy un suspiro hondo y salgo de la cocina para dirigirme hacia las escaleras -Alegra⎯ me vuelve a llamar⎯ ¿al menos valieron la pena los 900 dólares?⎯ me pregunta. 

⎯Cada uno de ellos…⎯ contesto y mi papá se ríe. 

Sé que él me entiende…

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