Lila
Al parecer la plática con mis padres ha salido bien, porque Antonio ha bajado del jardín con una sonrisa en su rostro y la misma seguridad de siempre. Lo único que me parece raro es que me haya preguntado por Pablo, como si tuviese algo importante que decirle.
⎯¿Pablo? ⎯pregunto entre sonrisas, mientras amarro mi cabello.
⎯Sí, necesito hablar con él.
⎯Salió. Fue al súper mercado a comprar comida. Quiere prepararles a mis padres una cena especial. Evidentemente tú también estás invitado ⎯comento, haciéndo que es suspire.
⎯Bueno, ¿crees que pueda hablar contigo? ⎯inquiere.
Asiento con la cabeza, y le insinúo que puede empezar. Sin embargo, en ese instante mis padres bajan y él decide guardar silencio.
⎯Nos quedaremos, Pablo nos dijo que nos invita a cenar ⎯comenta mi madre, desde la sala.
⎯Sí, está bien. ⎯Observo a Antonio. Al parecer no hablará si mis padres están presentes⎯. Antonio y yo iremos a tomar un chocolate frío. Se me ha antojado.
Antonio sonríe. Yo tomo mi bolsa y camino despacio hacia la sala.
⎯Con cuidado ⎯habla mi padre, con la mirada puesta en Antonio.
⎯Lo tendré. Regresamos pronto.
La voz de Antonio se escucha con un leve “al rato nos vemos”, para después cerrar la puerta del piso y enfrentarnos ambos a las escaleras que, al bajar, nos llevarán lejos del piso.
⎯Gracias ⎯me agradece, mientras me sonríe.
⎯No hay de qué…
Comienzo a bajar las escaleras, tomándome del pasamanos. Sin embargo, momentos después, Antonio toma mi mano con delicadeza y me ayuda a bajar con más rapidez y facilidad.
Ese gesto, por más minúsculo que fue, hace que todo mi cuerpo reviva y que los recuerdos lleguen a mi mente. Las hermosas noches de luna, los bailes, el dulce sabor de sus besos. No obstante, callo. Me llevo la otra mano al vientre y trato de detenerlos mientras mis pies se mueven con torpeza en cada escalón.
⎯¿Dónde dices que iremos? ⎯inquiere.
⎯A una caftería que está cerca de aquí. Tengo antojo de un chocolate. Bueno, Mena tiene antojo de algo dulce.
Él sonríe.
Así, amos caminamos hacia la puerta y, cuando salimos del edificio, nos dirigimos por la acera hasta la esquina, donde la calle concurrida nos da la bienvenida. Noto como Antonio va observándo con asombro, como se fija en cada lugar, cada local, en las personas y en las cosas que dicen o que venden.
Yo me muevo con facilidad, recordando con detalle cada una de las calles, y haciendo de este lugar mío, como alguna vez hice Puerto Vallarta y Madrid de la misma manera.
Unas cuadras después, llegamos a una pequeña cafetería dentro de una plaza con más locales de comida. Tan solo entramos, el olor a café recién molido hace que mi estomómago se revuelva un poco y me cause nauseas. Lo evidencío llevándome la mano hacia la boca.
⎯¿Estás bien? ⎯inquiere Antonio, preocupado.
⎯Sí, sí. Simplemente el olor a café me hace sentir mal.
Antonio, de manera automática va hacia mí y me abraza con cariño.
⎯Tranquila, solo respira. ⎯Me pide.
Mi rostro se refugia en su pecho, y en automático lanzo un suspiro. Después me alejo al sentir su colonia y cómo las nauseas aumentan.
⎯Lo siento… la próxima vez que venga no me pondré colonia.
⎯Está bien. Tengo la esperanza de que esto termine en el tercer trimestre ⎯bromeo, haciéndolo reír levemente.
Extrañaba su risa.
Ambos nos sentamos, y después de pedir las bebidas, ambos nos quedamos en silencio, observándo el lugar. Es difícil ver esta escena. Antes, nada más nos veíamos no parábamos de hablar en toda la noche. Ahora, apenas y podemos prounuciar una frase entre los dos.
⎯Sabes, jamás pensé que viajaría a México, y ahora, he venido dos veces antes de que termine el año.
⎯Y, ¿cómo te has sentido?, ¿te gusta?
⎯Es… colorido ⎯pronuncia.
⎯Pues, aquí vivirá tu hija, así que espero que te guste.
Antonio, suspira. Sé que a él le encantaría que Mena creciera en Madrid, pero la decisión de que sea criada acá por unos años ha quedado decidida; él estuvo de acuerdo.
El mesero se acerca con las bebidas, y de nuevo la conversación se corta. Yo tomo la taza con chocolate y sin esperar más, le doy un gran sorbo. Antonio me observa, con esos hermosos ojos verdes que deseo nuestra hija herede y esboza una sonrisa.
⎯Al parecer, te gusta mucho este chocolate.
⎯Me encanta. Es chocolate que viene directo de Oaxaca. No hay otro como este. ¿Quieres probar?
⎯No, está bien. No quiero quitarle chocolate a mi hija.
Sonrío.
⎯Bueno, ¿qué querías decirme? ⎯le pregunto.
Él da un sorbo al té que ordenó, y durante unos segundos, baja la mirada. Puedo percibir cómo intenta seleccionar las palabras adecuadas y estructurar las frases de manera precisa. Es curioso. Después de todo lo que ha sucedido, de las circunstancias que nos han llevado hasta aquí, Antonio y yo disfrutamos de una tranquilidad, manteniendo la amistad que nos prometimos.
⎯Quiero agradecerte por lo que les dijiste a tus padres y por invitarme a pasar Navidad a tu casa.
⎯No tienes por qué. Quedamos que llevaríamos todo en paz y además, lo que dije es cierto. Eres el padre de mi hija, y eso nada, ni nadie, podrá quitarlo o negarlo.
Antonio asiente. Sé que quiere decir más cosas, pero se abstiene.
⎯Lila. Lo único que te pido, es que cuides bien a nuestra hija ⎯me comenta.
⎯Claro que la cuidaré bien, eso no tienes que decirlo.
Antonio estira la mano y toma la mía; la aprieta levemente.
⎯No, en verdad te lo pido, cuídala mucho y has lo posible por protegerla, no importa si tienes que tomar medidas.
Abro los ojos. Las palabras que me está diciendo no me agradan para nada, ¿a caso él está en peligro y no me quiere decir?
⎯¿Qué pasa? ⎯pregunto de inmediato⎯. Si me dices nada, te juro que me arrepentiré de lo que les dije a mis padres sobre ti. ⎯Le amenazo.
Antonio suspira.
⎯Te lo diré. No cometeré el error de volver a ocultarte cosas. Solo que estoy tratando de encontrar las palabras correctas.
⎯Pues, espero que lo hagas pronto ⎯le exigo.
Él toma otro poco de té y viéndome a los ojos, me confiesa:
⎯Los karagiannis.
⎯Estoy harta de ellos ⎯lo interrumpo.
⎯Todos. Ya estoy tomando cartas sobre el asunto pero, por lo mientras, necesito que te mantengas alerta. Ellos, aún no saben dónde estás, no saben que estás embarazada y mucho menos que ya estamos en contacto. Haré todo lo posible porque no lo sepan y…
Ahora soy yo quién toma su mano y la aprieta. Antonio guarda silencio. Nuestras miradas se cruzan y puedo ver que la preocupación y el miedo reflejado en su mirada.
⎯Agradezco tu preocupación, y tus palabras. Sé que Mena y yo te importamos, y está bien, pero no me esconderé, no tengo por qué.
⎯Si los Karagainnis se enteran de que tengo una bebé contigo, pueden hacer algo y…
⎯No nos harán nada, eso te lo aseguro. ⎯Suspiro⎯. Mira, Antonio, el error que cometí hace tiempo fue seguir tu juego y perdímos. Oculté lo que pasaba, nos escondímos y, al final, llegamos a esto. Esta vez, yo hago las reglas del juego, yo estoy a la cabeza de esta carrera, y los Karaggianis no nos harán nada porque, mi familia me protege, Pablo me protege, tú lo haces y yo… te protegeré a ti, porque eres el padre de mi hija y ella lo merece.
Al decir la última frase, Antonio lanza un suspira fuerte, como si quisiera que las lágrimas no corrieran por sus mejillas; sin embargo, lo hacen.
⎯Aun así, Lila, te pido que vayas con cuidado, que me escuches de vez en cuándo y, sobre todo, que recuerdes que te amo, siempre te he amado, y lo haré hasta el último día de mi vida. Que tener una hija contigo, ha sido lo más bonito que me ha pasado en la vida. Te prometo que no le fallaré, seré el mejor padre del mundo.
Antonio pone su mano sobre mi vientre y su mano cálida me hace sentir tan bien que no puedo evitarlo. Antonio, siempre será lo que quise y no pudo ser, y esa sensación es horrible. De pronto, Mena se mueve, alegrándonos el momento y recordándonos que ella está aquí para mantenernos sonriéndo.
⎯Ves, te quiere ⎯le comento.
⎯Y yo la amo ⎯contesta, sin embargo, su mirada está clavada en la mía.
Nuevamente, la nostalgia se instala entre nosotros; supongo que por un tiempo no podremos evitarla. Ambos prometimos que seríamos amigos, por el bien de nuestra hija. Por lo tanto, la paz, la cordialidad y, sobre todo, el respeto deben estar presentes. Además, Antonio está casado y yo estoy con Pablo. Lo nuestro ahora es solo esto: dos personas que se respetan y se aman a través de su hija.Ambos nos soltamos de la mano y siento sobre las mías su calor. La magia sigue ahí, pero los obstáculos son tan grandes que es mejor continuar por este nuevo camino. Él tiene a su mujer, yo tengo a Pablo, y Antonio y yo somos padres de Mena y… nada más.
Sin embargo, hay algo seguro, nuestro amor sigue ahí, en una forma diferente pero sigue entre nosotros y eso nada, ni nadie nos lo va a arrebartar; ni siquiera los Karagiannis.
Amo esta historia ❤️, la emoción en este capítulo es maravillosa, el Amor tan profundo que se tuvieron sigue tan presente… 💖🥺
Me da tristeza por los dos, pero a la vez me alegra saber que ese amor que se tienen sigue ahí, que vuelve más maduro y fuerte 💕💕💕
Se que es dejar de amar a otra persona no ocurre de la noche a la mañana, y se que Lila no lo hace con mala intención; pero insisto que fue muy rápido juntarse con Pablo aunque el es conciente de lo que puede ocurrir no debe ser fácil ver siempre ese amor que vive entre los dos…
Amo ❣️❣️❣️❣️
Awww que hermoso capítulo, pero da tristeza que a pesar de que existe ese gran amor entre ellos no pueden estar juntos 🥺🥺
Como me encanta esta historia lila y Antonio se aman
Aaawww🥺🥺❤️
Cuánta nostalgia me dan estos dos!!!
Ojalá pronto se mejore para todos
Ay pobre de mi Antonio, todo lo que le toca ahora por proteger a Lila y a Mena. Y ese amor que se tienen espero siga superando todos los obstaculos.
Mi fuerza con ellos en su lucha por proteger el futuro de su hija. Son un equipo que madura su amor en el dolor
Me desespera que Antonio no diga todo, no hable claro, deseo sacarle las palabras de la boca.
Decirles, no hay nada entre Théa y Yo, Cassandra amenazó con dañar a Lila, y todo lo demás
Pobre Antonio =( tanto sufrir por culpa de otros y parte de el =( Lila es mas valiente que nunca pero si debe tener cuidado como le dice Antonio y que sus papás y Pablo también le hagan ver que no se esponja mas de la cuenta.